En este artículo el autor analiza el papel de la oposición de izquierda (fundamentalmente PSOL y sectores críticos del PT) ante la alianza de Lula con Alckmin en las próximas elecciones presidenciales.
Al considerar el nombre del electoralmente moribundo Geraldo Alckmin, como vicepresidente en una fórmula con Lula, el PT, más que presentar una genial táctica electoral que podría traducirse en votos, pretende dejar claro a la burguesía brasileña dos cuestiones, dos posibilidades, por así decirlo:
1- que un futuro gobierno de Lula pretenderá restaurar, para la burguesía -y a juzgar por hoy, a pesar de ella e incluso contra ella- su régimen contra-reformista de 1988 tal como funcionó hasta el golpe burgués de 2016, y:
2- que esa misma burguesía podrá, de nuevo a través de la vicepresidencia, dar un nuevo golpe de Estado si las orientaciones del futuro gobierno petista le desagradan en sus objetivos económicos inmediatos.
Si el PT se somete por adelantado, como aspira la burguesía ante una eventual victoria electoral contra ella misma, la oposición de izquierda, a saber, el PSOL (Partido Socialismo e Liberdade), por su parte, privado de un liderazgo nacional desde que su principal figura (N. del tr.: Guilherme Boulos) lanzó prematuramente su candidatura para la gobernación de São Paulo, parece estar más preocupado por la táctica para las elecciones parlamentarias, con el fin de preservar/incrementar los cargos que, concretamente, sustentan los aparatos de sus corrientes internas.
Un ala del partido critica correctamente la alianza con Alckmin, pero, de antemano, ya da señales de que puede apoyar la fórmula del viejo régimen, siempre que prometa vagamente medidas programáticas a la izquierda [1], del tipo, «miénteme, di que me amas, di que la dejarás para quedarte conmigo»; otra ala, tratando de posar como más a la izquierda, está de hecho estancada en un udenismo [2] moralista y coquetea abiertamente con el antipetismo lavajatista.
Mientras tanto, una buena parte de la militancia de izquierda, apática ante el desierto de lo real, opta por luchar entusiastamente la «lucha de clases» (o la lucha de identidades) en un reality show global.
Felipe Demier, doctor en Historia por la Universidad Federal Fluminense (UFF) y profesor de la Facultad de Servicio Social da Universidad del Estado do Rio de Janeiro (UERJ). Es autor, entre otros libros, de «O Longo Bonapartismo Brasileiro: un ensayo de interpretación histórica (1930-1964)» (Mauad, 2013) y «Depois do Golpe: a dialética da democracia armada no Brasil» (Mauad, 2017).
Traducción: Correspondencia de Prensa.
Notas (Correspondencia de Prensa)
[1] Tal es el caso, entre otros, de Juliano Medeiros, presidente del PSOL, para quien, “La hipótesis por la que queremos trabajar en este primer semestre es la construcción de la unidad de las izquierdas. Alckmin es un elemento que la dificulta, pero no necesariamente la inviabiliza. Lo fundamental es lo que ese frente irá a defender, porque si ese frente tiene un programa y una identidad de izquierda, ahí la contradicción de estar en él es de Geraldo Alckmin y no nuestra”. Citado por Manuella Sampaio en “Amistades peligrosas. El acercamiento entre Lula y Alckmin”.
[2] El udenismo de ideología “liberal-conservadora” y “antipopulista”. El término tiene su origen en la Unión Democrática Nacional (UDN), fundada en 1945 como una a “asociación de partidos estaduales y corriente de opinión” contra la “dictadura del Estado Nuevo” de Getúlio Vargas. Se organizó como partido político nacional y participó de todas las elecciones hasta 1965. Muchos udenistas apoyaron el golpe de Estado de 1964 y al régimen militar.
Fuente (de la traducción): https://correspondenciadeprensa.com/?p=23705
Fuente (del original): https://esquerdaonline.com.br/2022/01/23/cedo-demais-ou-cedendo-demais-a-esquerda-e-as-aliancas-para-a-proxima-disputa-eleitoral/