Organizado por el economista Marcio Pochmann, entre otros, el libro «Os ricos no Brasil» (Los ricos en Brasil) tuvo un enorme impacto en los sectores críticos de la sociedad el año pasado (1). Como parte de la colección «Atlas da exclusao social» (Atlas de la exclusión social), ese tercer volumen produjo una inédita radiografía sobre […]
Organizado por el economista Marcio Pochmann, entre otros, el libro «Os ricos no Brasil» (Los ricos en Brasil) tuvo un enorme impacto en los sectores críticos de la sociedad el año pasado (1). Como parte de la colección «Atlas da exclusao social» (Atlas de la exclusión social), ese tercer volumen produjo una inédita radiografía sobre la residual casta de acomodados del país. A través de varias fuentes oficiales, la investigación probó que apenas 5 mil familias tienen un volumen patrimonial equivalente a 42% de todo nuestro Producto Interno Bruto (PIB). Delante de esa aberración, indago: «¿Cómo es posible que país con mas de 177 millones de habitantes pueda poseer apenas 5 mil familias portadoras de un stock de riqueza equivalente 2/5 de todo el flujo de renta generado por el país en el periodo de un año?
Para responder a esa incomoda pregunta, el libro aborda la injusta formación historia brasilera, desde la colonia hasta el actual calvario neoliberal; analiza los mecanismos de poder de las elites; e identifica las islas de riqueza en ese mar revuelto de exclusión llamado Brasil. Ya en la introducción, se advierte que «son justamente los ricos los portadores de mayor poder en el interior de la sociedad, influyendo directa e indirectamente en los mecanismos de producción y reproducción de la riqueza y de la pobreza. Por intermedio de las elites políticas y económicas, el segmento rico interactúa socialmente y termina por orientar, la mayoría de las veces, la conducción de las políticas económicas y sociales que resisten a una reducción de la desigualdad».
Esa capacidad de la elite de mantener sus privilegios, moldeando distintos gobiernos, es lo que explica la crónica manutención de las altas tasas de concentración de renta y riqueza. «La estabilidad de las clases superiores es sorprendente, ignorando inclusive las transformaciones profundas en la base económica nacional. Conforme el Censo de 1872, por ejemplo, Brasil poseía 10,1 millones de habitantes reunidos en cerca de 1,3 millón de familias, siendo, por entonces, solamente 23.400 las familias ricas. Apenas 1,8% del total de las familias respondía por aproximadamente 2/3 del stock de riqueza y de todo el flujo de riqueza en el país…Ya en el año 2000, apenas 2,4% de las familias residentes en el país pertenecían a las clases superiores.»
Al considerar solamente el ínfimo estrato social compuesto por las 5 mil familias millonarias, el libro llega a la chocante conclusión de que ese grupo (0,001% de las familias) manda en el país. «Esas familias ‘muy ricas’, a pesar de la renovación de su compasión, permanecen inmunes a las tentativas de combate a la desigualdad, conformando una sólida y poderosa alianza de intereses que resiste a cualquier cambio en el anacrónico cuadro distributivo brasilero». Más allá del profundo estudio histórico-estadístico, el libro presenta gráficas inéditas sobre la concentración de riqueza y renta en la actualidad. Con mapas coloridos, localiza «donde están los ricos en Brasil». El ofrece sólidas pistas sobre las metamorfosis en ese proceso de acumulación.
Diferente de otras fases históricas, en que la riqueza se concentraba a través del latifundio o de la intensa industrialización, hoy ella se forma en el reducido circuito de las finanzas. Esa nueva casta de acomodados, hija bastarda de la financiarización, no posee ningún proyecto de naci{on y ningún compromiso con el pueblo. A partir de la década del ’90, la onda neoliberal «aseguró no solamente ganancias financieras ampliadas -las cuales son también coladas para los empresarios del sector productivo y el segmento de altos ingresos- sino la actualización del patrón de consumo para las elites mantenidas en posiciones estratégicas en la jerarquía nacional (…) Ellas lograron «primer-mundizarse sin salir del lugar».
«En la verdad, los ricos brasileros son cada vez más ricos en general, sin adjetivos o calificaciones. Ricos globales y financierizados, fuera de su lugar (…) No dejan de comulgar los mismos espacios, valores, lecturas, utopías, tal como en el pasado. La diferencia es que los nuevos ricos ahora efectivamente, no tienen mas patria. Más todavía: abrieron parcialmente mano del pesado fardo de ser explotadores de trabajo y de tener que producir mercaderías dotadas de valor de uso. Residen en la esfera de la circulación, donde el capitalismo siempre se sintió en casa. Se trata, en fin, de una nueva elite y de una nueva forma de riqueza que no depende de la expansión de la producción y del empleo, o peor, que vive de su achicamiento».
La lectura de esta impresionante investigación, reveladora del «olor repugnante que emana del sótano de la suntuosa mansión brasilera», estimula a pinzar algunos deprimentes relatos sobre esa opulencia de los ricos. Uno de ellos recuerda la reunión de los 300 mayores empresarios del país en Comandatuba, en la cual la vedette fue el ex presidente FHC (Fernando Henrique Cardoso), que recibió U$S 50 mil para hablar sobre «ética» y varios suspiros: «Que nostalgia». En esa isla de la fantasía, «Margarida Avelar, mujer del vicepresidente de la Vivo, compra un reloj de R$ 12 mil (un real equivale a 2,80 dólares). La vicepresidente de Embratel gasta R$ 4.200 en un anillo Bulgari, que vendió todavía a otros clientes dos relojes por algo como R$ 18 mil. Una sandalia de dedo Dior no salía menos de R$ 760» (2)
Otro relato, que no salió en las nauseabundas columnas sociales, y cabría mejor en la sección policial, revela que «un selecto grupo de ocho brasileros consumió en tarjetas de créditos, sólo en el primer trimestre de 2003, un total de R$ 14,2 millones (…) Abajo del tope de la lista, 32 contribuyentes hicieron pagos entre 500 mil y R$ un millón. Otros 2.768 gastaron algo entre 100 mil y R$ 500 (…) Caminar por la calle Oscar Freire, en los Jardines, en Sao Paulo, es acompañar el gasto de grandes sumas en tarjeta de crédito. No es raro encontrar casos de clientes que desembolsan R$ 15 mil por la cartera más cara de la tienda Víctor Hugo». (3)
Hasta el Financial Times se asombra: «A poca distancia de algunas de las favelas mas pobres y violentas del mundo, clientes beben champaña y admiran los últimos anillos de diamantes importados en una exclusiva joyería. En el elegante barrio de los Jardines, se están abriendo diversas butiques de renombre internacional, en un boom de productos de lujo que está conquistando a la mayor economía de América del Sur» (…) ‘Había una preocupación de que el mercado sufriese bajo el gobierno Lula, pero los clientes con dinero y vanidad no paran de comprar los productos de lujo solo por causa de un gobierno popular’, dice Francisco Longo, presidente de la Ferrari (…) Un albañil que gana el salario mínimo tendría que trabajar 40 años para comprar un reloj de oro Cartier. El costo de una Ferrari podría alimentar siete familias durante 20 años». (4)
En fin, para no causar nauseas, la revista Veja registra eufórica el aumento de 12,5% en la ventas de Ferrari, cuyo modelo más barato cuesta R$ 350 mil; de 54% en el consumo de joyería Cartier; de 18% en la venta de lapiceras de lujo Montblanc. Sin pudor, ella constata: La economía anda al costado de un PIB prácticamente estancado en 2003. El comercio de lujo, por su parte, vive una fase de espectacular expansión (…) Estudios indican que el poder adquisitivo de la parcela m{as rica de la población creció 29% en la década del ’90 (…) Es gente que no se incomoda por pagar R$ 5 mil por un traje de corte impecable de marca italiana Ermenegildo Zegna o R$ 6.400 en un vestido estampado con la etiqueta John Galliano». (5)
El libro organizado por Marcio Pochmann ayuda a despertar la conciencia crítica ¡es una tapa en la cara de los acomodados! Tanta opulencia es una provocación al laborioso y masacrado pueblo brasilero. Por si solo, esto justificaría cualquier onda de explosión social en Brasil. Como ya elertó el poeta alemán Bertolt Brecht: «De los ríos se dice que son violentos. Pero nadie dice de las violentas márgenes que los comprimen».
* Periodista, miembro del Comité Central del PCdoB, editor de la revista Debate Sindical y organizador del libro «La Reforma sindical y laboral en el gobierno Lula» (Editora Anita Garibaldi).
Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa
Notas
1) Marcio Porchmann (organizador). «Os ricos no Brasil». Cortez Editora, Sao Paulo 2004
2) Mónica Bergamo. «Uma ilha e mil fantasias». Folha de Sao Paulo, 18-4-04.
3) Silvia Mugnatto. «Receita flagra gastos suspeitos con cartoes». Folha de Sao Paulo, 18-4-04.
4) Raymond Colit. «Pobreza do Brasil nao inibe ostentacao dos ricos». Financial Times, 10-8-04.
5) «Luxo, cada vez mais luxo». Revista Veja.