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La parte civil de la invasión

Fuentes: Red Voltaire

No siendo militar puedo discurrir sobre la parte civil de la invasión que nos están planificando. Nota para los chiquilicuatros que dicen con su vocecita que uno exagera: exageran los que han invadido no sé cuántas veces a América Latina y ahora mismo tienen invadidos a dos países en el Medio Oriente y amenazan a […]

No siendo militar puedo discurrir sobre la parte civil de la invasión que nos están planificando. Nota para los chiquilicuatros que dicen con su vocecita que uno exagera: exageran los que han invadido no sé cuántas veces a América Latina y ahora mismo tienen invadidos a dos países en el Medio Oriente y amenazan a Irán.

Además, ya está durando demasiado este proceso venezolano. En casi todas las contrarrevoluciones anteriores no dieron tiempo para consolidar planes sociales. Tienen que andar ligero, que para luego puede ser demasiado tarde. Tal vez no pase, ojalá, pero como decían los romanos: Si vis pacem, para bellum, ‘si quieres la paz, prepara la guerra’. Para Bellum se llama, por cierto, no sé qué arma. Clausewitz dijo que la guerra es la continuación de la política por otros medios, pero la guerra asimétrica a que podrían condenarnos este mismo año es lo contrario: la continuación de la guerra por medios políticos.

Como hemos visto en otros países invadidos, la resistencia no es solo de los militares, sean de esa economía informal que es la guerrilla, sean militares regulares. En Haití, por ejemplo, la más reciente derrota militar del imperialismo, la resistencia la llevaban a cabo las que los invasores calificaban de bandas juveniles. No hubo modo de reducirlas a pesar de las masacres ejecutadas por tropas de la ONU y la consecuencia está a la vista. La gente defendió la victoria de René Préval en la calle y detrás de esa gente gravitaban estos guerrilleros urbanos que ejércitos supuestamente mejor armados y entrenados no pudieron derrotar. ¿Mejor armados y entrenados? En Iraq vemos a diario cómo los invasores no están ni armados ni entrenados para el tipo de resistencia que los enfrenta. ¿Es militar la resistencia iraquí y haitiana? ¿Qué es militar? La definición se desdibuja y comienza a no ser una definición.

En el caso venezolano, como en otros muchos, habría que atacar, por ejemplo, los celulares, las comunicaciones por satélite, Internet, toda tecnología contemporánea y lanzar a Venezuela hacia el siglo XIX (ver Nuevos medios contra viejos golpes). Los petimetres y veleidosas que rechazan a Hugo Chávez porque supuestamente representa el atraso tecnológico quieren conteo manual de votos como en Haití y en Costa Rica, con las consiguientes convulsiones posteriores, en que se pasan semanas sin saber quién ganó.

También estarán dispuestos, supongo, a la supresión por tiempo indefinido de estos artilugios que sirvieron para la resistencia durante el 13 de abril de 2002: celulares, satélite e Internet. Porque en realidad a estos frívolos no les interesa nada de lo que mienten: se contentan con sentirse por encima del barrendero y la mucama y para eso están dispuestos a volver a la Edad de Piedra y tirarse el genocidio de los desdentados, si es necesario. No exagero: pregúntale a cualquiera de esos loquitos en privado y hasta en público y verás en qué términos te hablan de los «patenelsuelo» a que se refiere el santo varón Rosalio Cardenal Castillo Lara. Prepárate para las náuseas.

Tendrían también que prohibir el uso de motocicletas, que igualmente sirvieron para la resistencia ese día. O sea, tendrían que prohibir el país completo, como tienen prohibidos ahora a Iraq y a Afganistán, como tienen prohibida a Palestina, como prohibieron los nazis a los judíos y a la Europa invadida toda. Con las consecuencias conocidas y olvidadas por estos loquitos invasores. En Panamá los ocupantes arrasaron civilizadamente el barrio de Chorrillos. En Iraq, más eficientes, han destruido cristianamente ciudades completas como Faluya.

¿Cuántos barrios deberán arrasar en Caracas, democráticamente? ¿En Maracaibo? ¿En Valencia? ¿En Barquisimeto? Porque de allí sale la resistencia haitiana. En Haití no pudieron hacer lo mismo que en Panamá o en Iraq, tal vez por la presencia de militares argentinos, brasileños y chilenos que no se comprometerían con tamaña barbarie que, además, no es de ellos. Recuerda que un comandante brasileño se suicidó recientemente en condiciones nada claras. Pero también por la presencia de demasiados periodistas. Tal vez, no sé, porque en Iraq no los intimida la presencia de Al Yazira.

El problema con esos barrios en Caracas es que son demasiados y demasiado visibles, dos millones más o menos, ponle que un millón, en beneficio del argumento. Siguen siendo muchos. El efecto de un bombardeo sobre el Cerro de Marín, visible desde el norte de la ciudad, tendría demasiado video para CNN y otras cadenas, que no aguantarían la tentación de transmitir el espectáculo, como no la aguantaron el 13 de abril con las entrevistas a la hija Chávez, a entonces esposa de Chávez y a Diosdado Cabello, a la sazón vicepresidente de Venezuela, y eso que eran solo audio.

Mi primera experiencia de tableteo de ametralladoras fue precisamente por el Cerro de Marín en los primeros 23 días de enero de 1958, cuando agonizaba el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, la penúltima dictadura que hubo en Venezuela (la última fue la de Pedro Carmona Estanga).

Eliminarán Internet indefinidamente, pero no podrán controlar la autoedición en las computadoras que quedarán por ahí de su cuenta. ¿Cómo controlar la proliferación de panfletos? Es más, ¿cómo controlar que la gente no use los modems de esas computadoras para enviar mensajes? A menos que también cierren la red telefónica fija. Recuerda que Internet administra todo obstáculo como una falla del sistema a la que tarde o temprano se le encuentra una vuelta. En tiempos de Pérez Jiménez, años 50, había que reproducir los mensajes subversivos en multígrafos o a mano, con papel carbón. Los mayores que me leen saben de qué hablo. Ya no es necesario: desde la computadora todo el que tiene una con una impresora tiene una pequeña imprenta. Y ni siquiera pequeña, si cuenta con la complicidad de mucha gente con otras tantas computadoras. Porque también hay fotocopiadoras y faxes. ¿Recuerdas el fax de Chávez el 13 de abril de 2002? Recorrió el mundo en pocas horas. Durante los años 70 las dictaduras del Cono Sur no dejaban salir del país ni un papelito con información inconveniente. ¿Cómo harán ahora?

En abril de 2002 reprimieron las emisoras comunitarias y silenciaron rápidamente la Radio Nacional de Venezuela, Venezolana de Televisión (VTV) y YVKE Mundial. Eso es fácil, pero esas emisoras no hicieron falta para que la información fluyera entre el 12 y el 13 de abril de 2002. Bastó que la televisión golpista pusiera tiras cómicas, luego de días y meses de machaca política, para que supiéramos que algo trascendental estaba pasando. También funcionaron los postes de electricidad, que la gente golpeaba como campanarios para congregarse y armar las asambleas que deliberaron irse a los cuarteles, al palacio presidencial y a VTV.

Esta vez los invasores masacrarán a quienes salgan, aunque ahora no saldrán armados solo con la Constitución sino con armas más tangibles. Serán masacres de esas que dejan huellas en una sociedad durante siglos. Si las policías y el ejército venezolanos no pudieron entrar en los barrios esa vez, ¿cómo lo harán tropas invasoras que ni siquiera conocen el terreno?

Usaran bombas y artillería, claro, tan civilizados. Pasará como cuentan de aquel general franquista que sofocó una insurrección en una villa. Envió un telegrama a Franco: «Rebelión sofocada. Envíe habitantes». O esa gente no saldrá desprevenidamente a que la maten, sino de modos más contundentes, que ya diseñarán con la inteligencia colectiva del Caracazo y del 13 de abril de 2002.

Tendrán que exterminar a un gentío. Los nazis aún cargan con seis millones de judíos. En Indonesia aún pesa el millón de muertos del golpe de 1967. Aún se recuerdan los armenios, kurdos, tutsis, etc. Aún pesan las decenas de millones de indígenas exterminados en la Conquista. Los muertos sí salen, sobre todo cuando salen en patota. La oposición enloquecida cuenta con los arreglos de cuentas privados, como el 12 de abril, en que los vecinos triunfantes salieron a linchar chavistas, preferiblemente indefensos.

Pero esta vez puede ser al revés: los linchados no serán los chavistas y por fin se va a cumplir la pesadilla de la invasión de las hordas a las mansiones. Esto es impredecible y por tanto no intentaré predecirlo. Además, la cosa es chocante, claro, pero no soy yo quien está creando sus condiciones aún más chocantes de posibilidad. ¿Cómo van a hacer con el millón y medio casi de alfabetizados? ¿Cómo harán para que olviden leer? ¿Cómo harán con los que ya han leído El Quijote gratuitamente? ¿Se puede desleer un libro y sobre todo ese libro? ¿Cegarán a los que recuperaron la vista en la Misión Milagro? Van 150.000, ó sea, 300.000 ojos recuperados, no será fácil. ¿Cómo harán con los demás beneficiarios de las misiones?

¿Cómo harán con las altamente probables insurrecciones en el Continente a raíz de una invasión a Venezuela? Atribuyen esta frase a Mussolini: «Governare l’Italia non è impossibile; ma è Inutile». Parafraseando al fascista diremos que invadir a Venezuela no es imposible; pero es inútil. ¿No sería más racional entenderse con nosotros, que es lo que queremos?

Roberto Hernández Montoya
Escritor, Presidente de la Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos.
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