Junto al burocratismo, la corrupción es uno de los principales males que aquejan la administración pública nacional, aunque jamás llegue a ser tan aberrante como la que reinó durante los gobiernos puntofijistas de Pérez, Herrera, Lusinchi y Caldera, quien a pesar de haber sido percibido como un presidente honesto, permitió el desfalco de mas de […]
Junto al burocratismo, la corrupción es uno de los principales males que aquejan la administración pública nacional, aunque jamás llegue a ser tan aberrante como la que reinó durante los gobiernos puntofijistas de Pérez, Herrera, Lusinchi y Caldera, quien a pesar de haber sido percibido como un presidente honesto, permitió el desfalco de mas de 8 mil millones de dólares durante la crisis bancaria de 1994.
No obstante, la «percepción de la corrupción» ha sido utilizada por la derecha venezolana para atacar y desacreditar al proceso bolivariano, y en especial, a su líder, el Presidente Hugo Chávez.
Cada cierto tiempo, de manera sistemática y calculada, la organización Transparencia Internacional (TI), vinculada a la empresa constructora Balfour Beatty, conocida como la Halliburton británica por la práctica de sobornos masivos, emite lo que ha denominado como el «Índice de Percepción de la Corrupción», el cual es construido a partir de una serie de encuestas que reflejan exclusivamente la opinión de empresarios, dirigentes políticos e informaciones publicadas en los medios privados, sobre la «corrupción» en las instituciones del Estado.
En el caso específico de Venezuela, la opinión sobre la «corrupción» ha estado monopolizada por «expertos» oposicionistas con amplias y conocidas conexiones en el ámbito internacional, gracias a los esfuerzos de la directora de TI en Venezuela, Mercedes De Freitas, conocida activista antichavista que defendió de manera vehemente el golpe de Estado del 11 de abril de 2002 ante Washington.
Además de haberse desempeñado como directora de «Fundación Momento de la Gente» y «Mirador Democrático», agrupaciones políticas que han recibido financiamiento del NED, De Freitas no ha tenido reparo en arremeter públicamente contra el gobierno venezolano al acusarlo de «capturar» al Estado, «secuestrar» la autonomía de los poderes públicos, ser «intolerante» ante la mal-llamada «sociedad civil» y «controlar» el parlamento, así como «acosar, atropellar y amedrentar» a medios de comunicación, «impidiendo el ejercicio de la libertad de expresión.» (TI, 2004)
Si ésta es la percepción disociada que tiene la directora de TI en Venezuela sobre la realidad socio-política de nuestro país, no debe sorprender entonces que dicha organización le haya otorgado a Venezuela un alto «índice de corrupción» mientras asegura que «Chacao es la Alcaldía con menos riesgos de vicios», obviando que este es un problema cultural heredado de la práctica clientelar puntofijista que agobió al pueblo venezolano durante mas de 40 años y que precisamente permitió el tráfico de influencias familiares dentro de la vieja PDVSA que le habría permitido al Alcalde Leopoldo López, defendido de manera apasionada por la propia De Freitas, obtener un financiamiento para la creación de su partido político, al cual después abandonó por no compartir su visión abstencionista.
(*) Internacionalista