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Millones de ciudadanos en la Unión Europea viven con una renta cercana a los 450 euros al mes

La pobreza empieza a amenazar a Europa

Fuentes: La Vanguardia

El fenómeno de la depauperación, al que se refería el viejo Marx, ha reaparecido en los países centrales de la UE. La tremenda diferencia de ingresos puede resultar un obstáculo para la recuperación de la senda del crecimiento

Europa tiene un plazo menor del previsto para reanudar con el crecimiento. En el corazón de la Unión Europea (UE) , están apareciendo signos alarmantes de depauperación (o empobrecimiento) en una parte de la población trabajadora. Millones de personas en Alemania y Francia viven con cerca de 450 euros al mes. A ello se suma un fenómeno de desigualdad de rentas que cada vez se aguanta peor. Incluso en países que van bien, como España, se detectan problemas en la vida cotidiana de muchas personas. «Aquí, el empeoramiento de la distribución personal es terrible, escandaloso», dice Julio Alcaide, un economista liberal, ex miembro de los Siete Sabios de la economía española, y máximo experto en el reparto de la riqueza.

Cerca de dos millones de personas viven actualmente con la mitad del salario mínimo en Francia, según el instituto oficial de estadísticas Insee, con cerca de 450 euros mensuales. Este hecho es deprimente y afecta al ánimo general. Un parisino relataba recientemente la desolación que le produjo ver a una legión de mendigos durmiendo en los bancos de la avenida Victor Hugo, un paseo burgués por excelencia. «Estamos bastante peor de lo que se dice», comentó.

En Francia, el rechazo de la Constitución Europea y las protestas contra el nuevo contrato de empleo juvenil (CPE), que ha nacido muerto, se han desplegado sobre este contexto de precarización y crisis.

«Es innegable que la apertura liberal de la economía, animada por la Europa comunitaria -de principios liberales-ha creado desregulaciones brutales, diferencias gigantescas de salarios y el logro, en el caso de algunos empresarios, de rentas indecentes», señala el observador francés Claude Imbert, que tiene fama de europeísta y conservador.

Al otro lado del Rín, la reunificación en 1990 de la dos Alemanias produjo un shock de tal calibre que con esfuerzo el país empieza a recuperarse ahora. Sus efectos sobre la economía, con el desajuste de costes, la panoplia de impuestos y las deslocalizaciones que siguieron han dejado secuelas muy vivas en el mercado laboral.

Con 38,2 millones de personas trabajando en Alemania, hay cerca cerca de cinco millones empleados en minitrabajos,pagados a 400 euros al mes, una renta apenas de subsistencia, según el Financial Times del 11 de abril.

En ambos países centrales de la UE, el magro crecimiento de sus economías ha empeorado las cosas al no lograr compensar los cambios en la economía mundial.

En España, donde sí ha habido crecimiento y además prolongado, también se ha formado un ejército de reserva, que en este caso está formado por «los cuatro millones de emigrantes que ocupan empleos ínfimamente pagados que desechan los españoles», según Julio Alcaide.

Luego, vienen la legión de jóvenes (universitarios y sin cualificación) que cobran al mes entre 800 y 1.700 euros, según Manpower, y el resto de trabajadores precarios.

En el otro extremo, según Julio Alcaide, se sitúan los multimillonarios españoles, cuya nómina ha crecido en los últimos años. «No hay datos exactos, pero tengo la impresión de que el 1% más rico de España puede detentar el 20% de la renta nacional», asegura. En ese 1% figurarían altos ejecutivos de la banca y de las grandes empresas, agentes inmobiliarios, futbolistas de élite y otros privilegiados.

Joaquín Trigo, director de Foment de Treball, opina que la desigualdad tiende a aumentar cuando crece la economía, pero lo importante en cualquier caso es si los que estaban peor mejoran y cuántos empleos se crean. «No hay mayor desigualdad que el paro», dice.

«Ha habido cambios -agrega-que han podido incrementar sustancialmente las diferencias de renta y de ingresos en la economía, como la presencia de empresas españolas en el exterior ya que ello puede permitir lograr con inversiones moderadas grandes beneficios».

En segundo lugar menciona Joaquín Trigo el crecimiento económico, ya que, en su opinión, «pasar, por ejemplo, de una tasa de utilización del 75 al 85% del equipo productivo debido a un aumento de la producción, con unos costes fijos dados, supone una mejora muy sustancial de la tasa de beneficios. Y 12 años creciendo dan mucho de sí».

Trigo destaca también la construcción, que «ha generado fuertes plusvalías» así como la bolsa, a pesar de sus vaivenes.

Julio Alcaide percibe la fragilidad de este modelo de crecimiento. En su opinión, «la desigualdad de la renta es la expresión de un crecimiento basado en un consumo generado por una riqueza que tiene bastante de ficticio, como revela la reciente aparición de un banco oculto de billetes de 500 euros, antes que en la evolución de la industria, que se está viniendo abajo».

Pero en la economía española sigue habiendo confianza, mientras Europa vive una zozobra fuertísima. «Crecer sí, ¿pero cómo?», dice un economista próximo al Banco de Francia. «En los próximos dos años podemos ver cosas que hoy no ni siquiera imaginamos», agrega.

Alemania es la gran esperanza hoy. Allí hay perspectivas de recuperación. Pero en Europa hay también agujeros negros, como refleja el fenómeno de la depauperación a la que, según Alcaide, «los políticos debían prestar una atención extra». «Es urgente», asegura.