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La pobreza y los Objetivos del Milenio

Fuentes: Rebelión

Mientras la pobreza azota con enorme fuerza a numerosos países del mundo y se alejan las posibilidades de alcanzar los Objetivos del Milenio de Naciones Unidas, los Bancos Internacionales se proponen metas para financiar operaciones que generen ganancias empresariales en detrimento de las necesidades sociales. Las perspectivas se hacen más reales tras la llegada de […]

Mientras la pobreza azota con enorme fuerza a numerosos países del mundo y se alejan las posibilidades de alcanzar los Objetivos del Milenio de Naciones Unidas, los Bancos Internacionales se proponen metas para financiar operaciones que generen ganancias empresariales en detrimento de las necesidades sociales.

Las perspectivas se hacen más reales tras la llegada de Rodrigo Rato al Fondo Monetario Internacional (FMI) y de Paul Wolfowitz, al Banco Mundial (BM), dos impulsores de las privatizaciones, el neoliberalismo y la globalización incontrolada a favor de las empresas transnacionales.

Un documento reciente del Banco Mundial señala que esa institución debe enfilarse más a promover el auge económico en el orbe en vez de esforzarse en políticas sociales relacionadas con la reducción de la pobreza. Esa es la misma línea de acción mantenida por el FMI desde hace muchos años y que ahora se fortalece con la presidencia de Rato.

El Departamento de Evaluación de Operaciones del BM divulgó un documento donde señala que la institución ha prestado poca atención a los temas del crecimiento en los que debe profundizar en lo adelante pues sin éste no existirá desarrollo social.

Los analistas consideran que bajo esas tesis, los Bancos Fiancieros internacionales impulsarán las obras de infraestructura en beneficio de las empresas transnacionales que operan en las diferentes regiones con la consecuente desatención a los programas para reducir la pobreza.

En los últimos años, tanto el FMI, el BM y el Banco Interamericano de Desarrollo han entregado abundantes empréstitos al sector privado para obras de infraestructura después que se han concluido operaciones de ventas de propiedades estatales a empresarios privados nacionales o a las multinacionales.

Esas transacciones han favorecido fundamentalmente a corporaciones estadounidenses y europeas que operan en América Latina y Africa.

Para el secretario general de la ONU, Kofi Annan, si persisten las actuales tendencias socioeconómicas, numerosos países pobres serán incapaces de cumplir siquiera alguna de las ocho metas de Desarrollo del Milenio establecidas en la inauguración de la Asamblea General del 2000 ante Jefes de Estado y de Gobierno.

En declaraciones a los medios de prensa, Annan trazó un panorama pesimista sobre el estado del cumplimiento de los Objetivos de la ONU que incluyen la reducción de la pobreza, el hambre, el analfabetismo y las enfermedades como el SIDA antes del 2015.

Resultan lamentablemente ciertas las preocupación del secretario general de la ONU pues será imposible la educación universal de niños y niñas, la reducción de la mortalidad infantil, la disminución de pobres y hambrientos, las personas que no tienen acceso al agua ni a la salud.

Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) una de cada tres personas que viven en el mundo en condiciones de pobreza extrema se encuentras radicadas en Africa subsahariana y de mantenerse esa tendencia, para el 2015 la proporción se elevará al 50 %.

La octava meta de ese al parecer utópico plan es que los países ricos cumplan con permitir a sus mercados el acceso sin tarifas ni cuotas a las exportaciones del mundo en desarrollo, aliviar o cancelar la deuda de los países pobres y aumentar la asistencia oficial al desarrollo, entre otras medidas.

Ninguna de estas se ha realizado, sino por el contrario, en vez los países desarrollados entregar del 0,7 del PIB a los más pobres, acordada hace 35 años por Naciones Unidas, la cifra ha disminuido a 0,2 % y el mayor incumplidor ha sido Estados Unidos.

En América Latina la situación es cada vez más preocupante pues según datos de organismos regionales, el 44 % de la población, o sea, 227 millones de personas, viven bajo la línea de pobreza.

Son muy pocos los países de la región que se han podido escapar de las políticas neoliberales impuestas por los organismos financieros internacionales bajo la presión de Estados Unidos y la Unión Europea a partir de la década de 1980 y que provocaron el traspaso de innumerables empresas y servicios públicos a manos del capital privado.

El desamparo de las grandes mayorías fue total al limitárseles aun más los accesos al empleo fijo, a la vivienda, salud, educación y a la posibilidad de poder obtener la alimentación necesaria.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la región en su conjunto debe crecer no menos del 3 % anual para poder reducir la pobreza y el hambre, pero a la institución le faltó agregar que resulta imperativo que la distribución de la riqueza se reparta entre todos los habitantes pues cada vez resulta mayor la diferencia entre ricos y pobres.

Y esta enorme disparidad, junto a la explotación de las transnacionales y el desespero de los hambrientos ya ha provocada fuertes movimientos populares que han dado al traste con varios gobiernos de la zona y otros se encuentran en una incómoda cuerda floja.

Si los Objetivos del Milenio de la ONU se continúan prorrogando por las políticas económicas impuestas por los poderosos, mayores serán las protestas sociales que deberá enfrentar el mundo.