Recomiendo:
0

La política del terrorismo en Osetia del Norte: Autodeterminación y política imperial

Fuentes: Rebelión

Traducido para Rebelión por Marina Trillo

La matanza monstruosa deliberada de más de 330 padres y niños en el gimnasio escolar de Beslan por terroristas chechenios no es como dice la BBC una «tragedia», sino un depravado acto criminal.

Para entender la naturaleza del conflicto entre el estado Ruso y los terroristas chechenios, es importante fijarse en las fuerzas sociopolíticas y las cuestiones en disputa. Para la mayoría de los medios de comunicación estadounidenses y europeos el problema es la «autodeterminación» de los chechenios. ¿Pero a quién y a qué se refiere lo de «auto»? Con la desintegración de la antigua Unión Soviética, tanto en Rusia como en los estados del Báltico, Balcanes y Cáucaso, bandas criminales se aliaron con miembros corruptos del antiguo aparato Soviético saquearon y se apoderaron de los recursos públicos controlando las economías y el aparato estatal. Los gánsteres se hicieron millonarios y los millonarios contrataron asesinos para eliminar a sus rivales, competidores y a cualquier autoridad reguladora que cuestionara sus prácticas. Según Paul Klebnikov -el recientemente asesinado editor de la edición rusa de Forbes Magazine- entre las depravadas bandas que operan en Moscú una de las más brutales era la mafia chechenia. Aliada con millonarios rusos y a través de ellos con el sistema de seguridad ruso acumularon inmensas fortunas que lavaron en bancos Occidentales y por medio de sus extensas redes con sus operativos en Chechenia. Cualquier chechenio que protestara o cuestionara a la mafia chechenia era rápidamente eliminado. Para la mafia chechenia que opera en Rusia, Chechenia era la «casa matriz», el santuario en el cual podrían encontrar siempre una zona segura. La mafia chechenia contribuyó decisivamente a financiar el armamento y proporcionar cuadros militares y líderes para el «movimiento de independencia chechenio». Lo que estaba en juego era la creación de un feudo de la mafia controlado por gánsteres, señores de la guerra y fundamentalistas islámicos.

Al hablar de la Primera Guerra chechenia (1994-96), Paul Klebnikov escribió:

«La Guerra chechenia fue el escenario de una guerra gansteril expresada en una mayor magnitud. Grupos criminales chechenios organizados en Moscú y otras ciudades rusas mantenían filiales en su patria ancestral. Chechenia era un punto de tránsito clave en el comercio de narcóticos ruso y los gánsteres con base en Moscú reenviaban a la patria gran parte de sus ganancias. Los mismos funcionarios y guardas de seguridad rusos que patrocinaban a los grupos chechenios del crimen organizado en Moscú patrocinaban también al gobierno chechenio permitiendo(le) apropiarse de millones de toneladas del petróleo ruso a poco o ningún coste» (El Padrino del Kremlin, Harcourt 2000, página 40).

Klebnikov proseguía señalando que los señores de la guerra y los gánsteres chechenios recibían sus armas de los comandantes corruptos del ejército y las fuerzas de seguridad rusas (página 41). A la pregunta de quiénes son las fuerzas políticas de la autodeterminación en el caso de Chechenia, la respuesta es: Los gánsteres, los señores de la guerra, y los terroristas extremistas, como Shamil Basayen, Salman Raduyev y fundamentalistas como Movladi Udugov. Entre 1995-97 el notorio oligarca ruso, Boris Berezovsky, mantuvo una estrecha relación con estos señores de la guerra chechenios (Klebnikov, página 261) Hoy ambos comparten una común y absoluta hostilidad hacia el Presidente Putin y su tentativa de controlar el crimen y el pillaje.

Los señores de la guerra chechenios procuraron ganar una apariencia de «legitimidad» para su feudo al provocar un conflicto con Rusia y buscar el apoyo estadounidense y europeo. Desde finales de los años 1980, pero en particular después de 1991, la CIA dio la más alta prioridad a instigar la ruptura de la Unión Soviética financiando y armando movimientos separatistas locales. La primera oleada de rupturas ocurrió en Kazajstán, Uzbekistán y Georgia. A Washington y a Londres no les preocupaba nada si los nuevos líderes eran fundamentalistas islámicos, autócratas ex-estalinistas, o gánsteres de la Mafia – la cuestión importante era destruir a la URSS, y minar la influencia rusa en todas partes del Cáucaso y Sur de Asia. Tras la «independencia» de estas antiguas repúblicas soviéticas, EEUU se dedicó de modo especial a crear regímenes clientes, firmando contratos petroleros y construyendo bases militares. Lo de «autodeterminación» era un eslogan de transición hacia la rápida incorporación a la nueva zona hegemónica estadounidense. Rusia bajo el gobernante cliente estadounidense Yeltsin accedió a todas estas adquisiciones estadounidenses «aconsejada» por los gánsteres, mafiosos multimillonarios y «oligarcas» más corruptos de la historia reciente.

El imperio estadounidense, habiendo tenido éxito con la primera oleada de adquisición de clientes, prosiguió para instigar una segunda oleada que incluyera a otros territorios autónomos Rusos, aún más cerca de los centros estratégicos del estado Ruso. Chechenia fue un objetivo seleccionado por motivos históricos. Durante la revuelta islámica patrocinada por EEUU y la invasión contra la república reformista secular Afgana en 1989, Washington formó equipo con Arabia Saudita, Pakistán y otros estados Musulmanes (incluido Irán) para reclutar, financiar y armar a decenas de miles de fundamentalistas islámicos de todas partes de Oriente Medio, Norte de África, sur del Cáucaso y sureste Asiático. Numerosos «voluntarios» de Chechenia lucharon en Afganistán contra el gobierno Afgano y sus partidarios. EEUU logró una victoria pírrica en Afganistán: debilitó gravemente al declinante estado Soviético, pero creó una red fundamentalista de decenas de miles bien armados y entrenados. Mientras un sector de las fuerzas islámicas entró en oposición a EEUU en Arabia Saudita y otras partes otro grupo se prestó a la estrategia imperial estadounidense para la desmembración de Yugoslavia y Rusia.

Miles de luchadores Afganos de los ejércitos fundamentalistas se fueron a Bosnia, donde fueron armados y financiados por EEUU para luchar contra los Yugoslavos y a favor de un estado separatista bajo la tutela estadounidense.

Muchos escritores de izquierdas ignoraron la presencia de estos «voluntarios» que estaban en las primeras líneas de las limpiezas étnicas de enclaves Serbios y que cometieron un atentado terrorista en un importante mercado de Sarajevo para enfocar la atención de la opinión Occidental sobre el «genocidio» serbio. Después de la exitosa desmembración de las principales regiones de Yugoslavia y la división de los nuevos «mini-estados» entre clientes estadounidenses y europeos, EEUU procedió a la agregación de nuevas regiones al imperio. Washington y Europa apoyaron al separatista Ejército de Liberación de Kosovo, primero con financiación, entrenamiento y armas y más tarde declarando la guerra contra lo que quedaba de Yugoslavia. Los chechenios participaron con el llamado Ejército de Liberación de Kosovo, un extensamente reconocido grupo terrorista que estaba clasificado como ‘criminal’ por la Interpol antes de convertirse en cliente de Washington. El KLA estaba financiado por varias «fuentes internas». En parte sacó fondos de su control de las rutas de la droga del Sureste Asiático y Oriente Medio y de la trata de blancas a gran escala. Más tarde rastrilló dólares y euros de los burdeles del Kosovo ‘liberado’. Por encima de todo esto robó las tierras, negocios y efectos personales de la población expulsada Serbia y robó miles de millones de dólares de la ayuda Occidental. Bajo la protección de la OTAN, el KLA limpió étnicamente a más de 200.000 residentes que no eran de etnia Albanesa y se convirtieron en un estado cliente de facto viviendo de las entregas Occidentales y con todas sus fábricas y minas cerradas. EEUU contrató a Halliburton para construir enormes bases militares en el sur de Europa, Kosovo, Bosnia y Afganistán todas las cuales fueron campos de batalla estadounidenses donde Washington había patrocinado movimientos separatistas so pretexto de la «autodeterminación». Estos ahora están siendo todos convertidos en estados clientes.

Los separatistas chechenios desarrollaron estrechas relaciones de trabajo y tácticas terroristas operando con EEUU y Europa Occidental en todos estos conflictos y se convirtieron en beneficiarios del apoyo estadounidense diplomático, político y militar (vía Arabia Saudita). Como los Kosovares, los líderes chechenios salieron de una red financiada por la mafia, que usa la retórica nacionalista para encubrir sus fines gansteriles.

A lo largo de los años 1990 hasta el presente, Occidente ha apoyado a los terroristas chechenios aún cuando estos usen enormemente el apoyo de gánsteres de Moscú y fundamentalistas islámicos. Sus líderes siguen la política de «tierra quemada», rechazando cualquier estatus excepto el de separarse de Rusia y convertirse en cliente estadounidense. Para EEUU, una victoria de los terroristas chechenios se convertiría en un trampolín para la desmembración adicional de Rusia en todas partes del Cáucaso.

Los chechenios combinan las tácticas violentas que aprendieron al controlar la actividad del hampa en Rusia con las prácticas terroristas de la guerra Afgana que apuntaban contra maestras de escuela rurales y trabajadores médicos a las que decapitaban, cortaban el cuello, arrancando la piel en vivo a los prisioneros ‘comunistas’. Su actual práctica de colocar bombas en teatros, aviones, edificios de apartamentos y la horrible matanza y mutilación de cientos de alumnos y sus padres y profesores tienen un precedente sangriento, sancionado por EEUU. Los chechenios combinan lo peor de la Mafia y los fundamentalistas Islámicos – el asesinato a sangre fría de víctimas inocentes para establecer un gobierno teocrático de señores de la guerra.

Política Occidental

En respuesta a los asaltos terroristas chechenios, todos los medios de comunicación Occidentales siguieron refiriéndose a ellos como «nacionalistas», «militantes», «rebeldes» y como representantes legítimos del pueblo Chechenio, incluso después de que hubieran masacrado a los escolares. Inmediatamente después, todos los medios impresos y electrónicos, desde la BBC al Guardian, a Le Monde, New York Times etc. criticaron a los Rusos por no haber negociado con los terroristas – aún cuando los terroristas estaban asesinando a niños e incluso después de que hubieran estallado explosivos que mutilaron a niños inocentes. Nada captura el profundo compromiso de los medios con el imperio y el apoyo a la desmembración de Rusia como su apoyo a los terroristas en medio del asesinato masivo. El apoyo más primitivo y cobarde a las demandas terroristas en medio de la pena nacional y el ultraje internacional provocaron finalmente que el estado Ruso reaccionara con indignación – y que algunos medios minimizaran temporalmente su apoyo a los terroristas y a la desintegración de Rusia.

Los medios rusos no fueron ninguna excepción. La mayor parte de los medios privados y comentaristas anhelan la vuelta del período Yeltsin de servilismo y enriquecimiento y buscan desacreditar y destruir el régimen de Putin. Muchos de los oligarcas multimillonarios mantienen estrechas relaciones operativas con los líderes chechenios, sobre todo Boris Berezovsky. Los oligarcas y sus expertos en los medios de comunicación rusos se hacen eco de la línea política y mediática Occidental de culpar a las fuerzas de seguridad Rusas en vez de a los terroristas chechenios. Los testigos supervivientes proporcionan relatos vívidos del bombardeo y las matanzas anteriores a las operaciones rusas de rescate – poniendo así al descubierto la mentira del encubrimiento Occidental de la acción terrorista.

En Inglaterra el gobierno británico da asilo a un importante líder terrorista chechenio buscado por las autoridades rusas. En Estados Unidos, a uno de los líderes separatistas de Chechenia, Ilyas Akhadov, le concedieron asilo en agosto pasado, en gran parte por los esfuerzos del «Comité Americano para la Paz en Chechenia» presidido por Consejero de Seguridad Nacional de Carter, Zbigniew Brzezinski, y el Secretario de Estado con Reagan, Alexander Haig – promotores principales de la invasión Fundamentalista y la destrucción de la República secular de Afganistán en los años 1980. La obsesión de toda la vida de Brzezinski ha sido la desmembración total de Rusia – y su reducción a un enclave feudal controlado por Occidente por medio de los oligarcas locales, señores de la guerra y gánsteres – como los que él apoya en Chechenia. Brzezinski y sus colegas neoconservadores del National Endowment for Democracy -la cara civil de la CIA- concedieron a este ‘portavoz’ terrorista una beca de investigación, incluyendo una asignación mensual, seguro médico y gastos de viaje.

Los gobiernos Anglo-Estadounidenses y sus «frentes políticos» proporcionan santuario a los líderes terroristas chechenios como parte de su estrategia de apoyo a una guerra de desgaste contra Rusia y sobre todo a Putin, utilizando al pueblo Chechenio como conejillos de Indias. El resultado de la independencia Chechenia probablemente se parecería más a Kosovo – un estado cliente, con una gran base militar estadounidense, dirigido por gánsteres y señores de la guerra, traficando con drogas, esclavas sexuales y contrabando militar – y profundamente implicado en la instigación del terror separatista a lo largo de la frontera meridional de Rusia – principalmente la República de Dagestán (que es multiétnica y está cerca del Mar Caspio rico en petróleo y gas). El enemigo de Rusia no es una República autónoma Chechenia, sino un estado terrorista dirigido por gánsteres, controlado por fuerzas de seguridad estadounidenses y británicas, dedicadas a la desmembración adicional de Rusia y a la destrucción de los esfuerzos de Putin para reformar el estado Ruso.

Una de las posibles consecuencias inesperadas, sin embargo, es que la matanza terrorista y la mutilación de cientos de niños y padres en la escuela pública de Beslan, pueda dar a Putin la posibilidad de deshacerse de todos los funcionarios de seguridad remanentes del régimen Yeltsin. Esto puede obligar Putin a crear un nuevo régimen de seguridad eficiente capaz de romper las bandas y gánsteres (Chechenios y otros) que han financiado a los terroristas. Lo más importante es que tendrá que darse cuenta de que el imperialismo anglo-estadounidense no es un socio contra el terror, sino un cómplice de los terroristas en su misión de fragmentar Rusia y destruir a su autoridad pública.

Conclusión

Para entender la aplicación de Washington del principio de «autodeterminación» de naciones es precisa una perspectiva de clase crítica del concepto. Washington lo aplica en casos como Kosovo y Chechenia donde controla a las fuerzas clientes, a pesar de su ilegitimidad política y su uso de métodos terroristas. Para los constructores del imperio anglo-estadounidense la «autodeterminación» es usada como un lema para desmembrar a los estados adversarios, y convertir a la nueva mini-entidad en un enclave o base militar y cliente político.

La cuestión fundamental que hay que plantear antes del tema de la autodeterminación es cual es la naturaleza de las fuerzas políticas y sociales que apoyan la autodeterminación, si son parte de un proyecto nacional o son meras marionetas en una lucha por el poder imperial. Chechenia ilustra esto último, mientras Irak y Palestina representan casos de luchas independientes nacionales contra la ocupación colonial. El apoyo bastante insensato de muchos izquierdistas a los gánsteres Kosovares y Chechenios bajo el principio de «autodeterminación» sin ningún análisis previo del contexto y la política revela su mediocridad y lo que es peor, su sumisión servil a la propaganda imperial.

La cuestión del día es la expansión imperial global Anglo-Estadounidense, directamente por medio de guerras coloniales e indirectamente por medio de terroristas «separatistas» subrogados. El asesinato masivo de Chechenia debería de provocar como mínimo algún replanteamiento crítico de la cuestión de lo que está implicado en la Guerra Chechenia, quiénes son sus promotores y quién saldrá beneficiado.

En los Estados Unidos los promotores principales de los «separatistas» chechenios son los mismos neoconservadores Sionistas que promovieron la invasión de Irak y apoyan incondicionalmente a Israel y la limpieza étnica de los Palestinos: Perle, Wolfowitz, Ledeen, Feith y Adelman entre otros. ¡La «izquierda» pro-Chechenia viaja con compañeros extraños!

El doble rasero que EEUU y Europa aplican al evaluar el terrorismo queda en evidencia más descaradamente en el caso de los líderes terroristas de Chechenia. Concedieron a Ilyas Akmadov asilo en EEUU a pesar de que los investigadores de seguridad Rusos aseguran tener pruebas de los vínculos de Akhmadov con líderes terroristas chechenios, Aslan Maskhadov y el célebre Shamil Basayev. Gran Bretaña ha concedido asilo a Akmed Zakayev, portavoz de Maskhadov y «Ministro Cultural» de su ‘gobierno de oposición’, como se denominan a la red terrorista cuando a ella se refieren sus patrocinadores. Maskhadov ha enviado a Umar Khabuyev a Francia, Apti Bisultanov a Alemania, entre otros ‘ministros en libertad’. Los gobiernos Occidentales demuestran que con respecto a los terroristas pro-occidentales chechenios no hay ningún delito -ni siquiera el asesinato masivo de más de 150 niños- que sea suficientemente brutal para conceder la extradición.

La política dual de los gobiernos occidentales hacia el terrorismo viene dada por la pregunta de contra quien se dirige el terror. Es un mito hablar, como lo hace Washington, de la lucha mundial contra el terrorismo. Washington y Europa en el pasado y en el presente apoyan a grupos terroristas en Kosovo, Afganistán y Chechenia – como los apoyaron en los años 1980 en Nicaragua, Mozambique y Angola. Para Washington, la cuestión del terror está subordinada a una pregunta más básica: ¿Debilita esto a los enemigos u opositores del imperio? ¿Conduce esto a futuras bases militares? ¿Pueden los grupos terroristas ser reciclados como regímenes clientes? Durante los últimos 13 años EEUU y Europa han contribuido decisivamente a la instigación de movimientos separatistas en la antigua Unión Soviética, Rusia y Yugoslavia, que usan el terror y la violencia para lograr sus objetivos. Sólo hace poco que el Presidente Putin se ha dado cuenta de que no hay ningún final a la expansión imperial – salvo la Plaza Roja. Su cooperación con Washington en la lucha contra el terror dirigido contra EEUU (Al Qaeda) no se ha traducido en un apoyo recíproco a los esfuerzos rusos para derrotar al terrorismo en el Cáucaso. La gran pregunta es si Putin está dispuesto o es capaz de tener una nueva estimación completa de la política exterior Rusa, sobre todo una nueva estimación de las relaciones estadounidenses-rusas, que es central para la lucha del Kremlin contra el terrorismo.

Finalmente uno puede preguntar ¿por qué tantos aparentes «progresistas» e «intelectuales de izquierdas» repiten como papagayos la línea imperialista estadounidense de «autodeterminación» para Chechenia? ¿Es por ignorancia de las fuerzas sociales en Chechenia? ¿Simplemente descontextualizan los actos terroristas e imponen principios abstractos de negligentes hábitos intelectuales? ¿O simplemente se inclinan a la presión de sus colegas derechistas para que «apoyen de modo consecuente la ‘autodeterminación’ en todas partes»? Cualquiera que sea el caso estos lameculos del imperialismo son incurables: Incluso en medio del asesinato masivo chechenio de los inocentes niños de Beslan, culpan a los rusos… por no rendirse a las demandas de los terroristas. ¿Alguno de estos progresistas e izquierdistas de principios condenó a Bush después del 11-S por no negociar con Osama bin Laden y recompensarle? ¡Claro que no! Apoyaron la guerra de Bush «contra el terrorismo» aun cuando implicara la invasión y la ocupación de un país extranjero. ¿Por qué entonces la reticencia de apoyar el esfuerzo de Putin para acabar con el terrorismo dentro de las fronteras de Rusia? ¿Puede ser que los progresistas tengan más en común con sus gobernantes imperiales de lo que les gustaría admitir, sobre todo cuando se trata de cuestiones de guerra y paz, terrorismo y autodeterminación?

8 de Setiembre de 2004