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La política exterior dibuja nuevos mapas

Fuentes: IPS Noticias

La estrategia internacional de Venezuela rompe paradigmas y ayuda a trazar un nuevo mapa político y económico en América Latina, donde crujen añejas instituciones, mientras se globaliza la disputa, hasta ahora esencialmente retórica, del gobierno de este país petrolero con Washington.

El gobierno estadounidense de George W. Bush se desinteresa del resto del continente americano, según reproches en el Olimpo político y mediático de Washington, a la para de que la política exterior del presidente venezolano Hugo Chávez avanza por encima de convencionalismos para impulsar nuevas formas de relacionarse entre los países de la región.

«Lo que Chávez hace es emplear elementos de choque, a los que estábamos poco acostumbrados en América Latina, para propiciar un reacomodo de las asociaciones entre naciones que esté más en sintonía con las necesidades de sus pueblos», dijo a IPS Franklin Molina, profesor de asuntos internacionales en la Universidad Central de Venezuela.

Las firmas este año de sendos tratados bilaterales de libre comercio (TLC) con Washington de Colombia y de Perú, fue respondida de inmediato por Caracas con el anuncio de abandono de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), a la que había ingresado en 1973 y conformada hasta ahora por esos tres países junto a Bolivia y Ecuador.

El mandatario boliviano Evo Morales, presidente de turno de la CAN, dijo que tratará de conciliar la idea de sostener este bloque, como el acuerdo comercial que ha sido desde su nacimiento en 1969 con el nombre de Pacto Andino, con una nueva figura de tratado de intercambio entre los pueblos.

Esa modalidad de alianza económica impulsada por Morales hasta ahora se ha concretado entre Bolivia, Cuba y Venezuela.

Con su tesis anti-TLC, Chávez ordenó también retirar a su país del Grupo de los Tres (G-3), establecido en 1995 con Colombia y México para impulsar el comercio e inversiones.

El presidente venezolano mantuvo a fines del año pasado un fuerte choque verbal con su par de México, el conservador Vicente Fox, al punto de que ambos países retiraron a sus embajadores, pero en cambio trata con sumo cuidado la relación con Álvaro Uribe, el mandatario derechista de la vecina Colombia.

Caracas «se angustia ante la dimensión eminentemente comercial de los acuerdos de integración y, para poner el acento en lo social además de lo político, busca exportar sus programas de alfabetización y atención básica de salud», explicó Molina.

En tanto, Venezuela acelera su incorporación plena al Mercado Común del Sur (Mercosur), integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, de la mano de sus grandes reservas de petróleo y gas natural y con el impulso, concreto, de construir un gasoducto para conectar sus yacimientos junto al mar Caribe con los consumidores hacia el sur de América.

La suya no es una adhesión sin esguinces, pues desde antes de ingresar ha polemizado con temas como el rumbo que debe adoptar el Mercosur y con su apoyo a la nacionalización de los hidrocarburos resuelta por Bolivia el 1 de mayo y que crispó los ánimos en Brasil, comprador principal del gas de ese último país.

En paralelo, Chávez ha tejido una sólida alianza política, económica y social con Cuba y pacta acuerdos de cooperación petrolera que van desde donaciones, como en el caso de Haití, hasta trueque por ganado, como con Argentina y Uruguay, e incluyen la venta de combustible con financiamiento para sus pequeños vecinos de la cuenca del Caribe.

Con mítines populares en los países que visita, en los que agita viejas banderas de la izquierda, Chávez hace política más allá de los gobiernos y emerge como referencia de movimientos populares.

Por esta práctica es que el saliente gobierno peruano de Alejandro Toledo lo acusó de injerencia en las elecciones presidenciales que acaba de ganar Alan García, su principal blanco de críticas. Las relaciones entre ambos países están al borde de la ruptura y el mandatario electo no parece olvidar lo que entiende fueron agravios de Caracas hacia su persona.

Fuera de la región, Venezuela se ha colocado en el flanco más radical de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), compra armas a Rusia a medida que Estados Unidos deja de vendérselas y, en el mayor foco de tensión internacional este año, apoya a Irán en su programa de desarrollo nuclear independiente.

María Teresa Romero, también profesora de estudios internacionales en la Universidad Central, apela al dicho criollo de «o corren o se encaraman «para describir el papel de Chávez. «Ha sido como un catalizador en la región, impulsando reacomodos y sí, ciertamente, el trazado de un nuevo mapa político», comentó a IPS.

Esa actitud «no necesariamente es mala, pues puede conducir a renovaciones interesantes, tanto de grupos regionales como de todo el tejido hemisférico, incluida la OEA (Organización de Estados Americanos)», observó Romero.

La experta remarcó que, «aunque quien presiona sobre los esquemas sea Chávez u otro, la verdad es que ha podido hacerlo porque ya esos mecanismos, llámense CAN, Mercosur u OEA, daban señales de crisis, agotamiento o distancia respecto de los objetivos con los que fueron creados y las necesidades perennes de los pueblos».

El ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000) tiene una visión diferente. Según escribió en el diario madrileño El País, en la región, por encima de la retórica de unidad, se produce «el desparramo» o fragmentación de los acuerdos integracionistas.

«El populismo venezolano, oxigenado por sus petrodólares, se ha transformado en un factor disruptivo de vastas proporciones», apuntó.

Romero y la analista internacional Elsa Cardozo entienden que se conforman «nuevos mapas» en la región, con base en tejidos renovados de intereses políticos y económicos y en cuyos polos están hoy el eje Bolivia-Cuba-Venezuela de un lado y del otro Estados Unidos con sus aliados comerciales e interlocutores político confiables como son México, América Central, Colombia y Perú.

Venezuela, por otra parte, ha ensayado una incursión en «las grandes ligas» de la política internacional, según Alberto Garrido, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Los Andes, tejiendo alianzas políticas con Irán y de compras de armas con Rusia, «lo que le ha colocado en el radar de seguridad estadounidense».