La estrategia utilizada por el Banco Central brasileño para contener la valorización del real ante el dólar mediante compras fuertes de la divisa norteamericana no alcanza ese objetivo, pero atrae hacia Brasil capitales especulativos. A pesar de las crecientes compras de dólares, la cotización de la moneda de Estados Unidos no ha cesado de caer […]
La estrategia utilizada por el Banco Central brasileño para contener la valorización del real ante el dólar mediante compras fuertes de la divisa norteamericana no alcanza ese objetivo, pero atrae hacia Brasil capitales especulativos.
A pesar de las crecientes compras de dólares, la cotización de la moneda de Estados Unidos no ha cesado de caer y resulta difícil entender la lógica que preside la actuación de la institución responsable del equilibrio monetario del país.
En enero, el BC compró en promedio 233 millones de dólares por día; en febrero saltó a 535 millones diarios, y en marzo retrocedió a los 320 millones por día.
En abril, en cambio, las compras diarias fueron de 589 millones, que pasaron a 668 millones en mayo y 760 millones en junio.
Solamente en los cinco primeros meses del año (enero-mayo) el BC compró un total de 47.542 millones de dólares en el mercado, valor superior al de todas las compras de 2006, que habían alcanzado un total de 34.336 millones.
Ese considerable volumen de recursos se destina a fortalecer las reservas internacionales del país, que así llegaron a 147.570 millones de dólares, un valor superior al de toda la deuda externa de responsabilidad del estado.
Eso ha llevado a Brasil a acumular un volumen de reservas comparable al de los otros BRIC (el grupo de potencias emergentes), aunque sea el último de ellos (China tiene las mayores reservas, seguida por Rusia e India).
Ese confortable colchón de divisas tiene sin embargo un costo muy elevado, pues para pagar sus compras Brasil tiene que vender títulos de deuda pública (interna), por los que paga 12 por ciento al año, e invierte sus reservas con una remuneración del 5 por ciento, como máximo.
Si no consigue contener la desvalorización del dólar, la política del BC hace que por lo menos su caída sea menor. En otras palabras, si las compras no fuesen tan grandes tal vez el dólar estaría valiendo en Brasil menos de 1,50 real, en lugar de 1,90.
Pero esa aparente ventaja solo sirve para atraer hacia el país capitales especulativos, que invierten por cortos períodos sumas elevadas, que ganan con las elevadas tasas de interés vigentes, y después vuelven a sus países de origen.
La actuación del BC es paradójica. Hace de Brasil un aspirador de dólares del resto del mundo hacia acá, pero esa misma entrada de divisas derriba la cotización, observó esta semana el economista Darwin Dib, del banco brasileño Unibanco.
De esa forma, el BC brasileño no consigue más que secar hielo con una toalla, según la expresión popular para una actividad totalmente inútil que debe repetirse indefinidamente. Pero alguien gana con ella.
La remuneración líquida de esas inversiones de corto plazo, que al principio de enero era de 5,43 por ciento, llegó a 8,16 por ciento a mediados de mayo y después de una caída, volvió al nivel de 8,13 por ciento a mediados de junio.
Y mientras no se cambie la orientación de la institución, ella seguirá beneficiando a los especuladores de fuera y dentro de las fronteras nacionales.