Durante la crisis de los mercados financieros, el dinero no se evapora. Sólo pasa de unas manos a otras mediante un mecanismo de oferta y demanda (manejado por los súper grupos controladores del mercado) que primero desvaloriza el precio de las acciones para comprarlas y luego las revaloriza para venderlas.
En cuatro semanas continuadas de «crisis bursátil», de Wall Street hasta Tokio pasando por Londres, Frankfurt y París, los principales mercados de acciones internacionales muestran caídas vertiginosas, entre el 30% y el 50% en relación a su nivel un año atrás, señalan medios especializados.
Solamente en el curso de una semana, Wall Street llegó a perder USA 2.5 billones en valores de cotización en el mercado. No hay cifras precisas sobre las pérdidas que sufrieron las bolsas mundiales desde el agravamiento de la crisis financiera, pero hay quienes sostienen que los números superarían los US$ 20 billones, que se «perdieron» en valores accionarios (más adelante veremos que no es literalmente así).
Dinero «potencial»
Cuando se refieren a la baja de acciones bursátiles los analistas del sistema hablan de «pérdidas», dejando la sensación de una «evaporación del dinero» que en la realidad no existe.
Las acciones son «dinero de papel» (acciones de empresas o bancos) que adquieren su valor de mercado en la dinámica del sube y baja de las bolsas. De manera tal, que en las bolsas no se pierde dinero en forma directa, sino que se pierde valor de mercado de las acciones empresariales.
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, considera que «muchos miles de millones de dólares o de euros eran artificiales antes de la corrección» bursátil, los economistas relativizan las cantidades que se manejan y dicen que el dinero está aún ahí.
«Cuando decimos que miles de miles de millones se perdieron, se trata de un abuso de lenguaje. Lo que deberíamos decir es que el valor en el mercado accionario bajó varios miles de miles de millones de dólares, lo que es totalmente diferente», dijo el británico John Sloman, de la Universidad de Bristol citado por AFP.
Para los economistas los mercados bursátiles no tienen una valorización absoluta. «El valor de un activo depende siempre de la relación entre la oferta y la demanda. Es el precio que usted obtiene tal día, si usted decide vender, y sólo concierne las acciones negociadas, no las que siguen en cartera», subrayó John Sloman.
El norteamericano Robert Shiller, de la Universidad de Yale, hace el mismo análisis. «Imagínese que un día usted le pide a una agencia que le calcule el valor de su casa si quiere venderla. Al día siguiente va a otra agencia y ésta le da un valor inferior en 10 por ciento. ¿Perdió usted dinero? Pues no, usted tiene todavía los billetes en el bolsillo o en su cuenta de banco», explicó a la agencia Associated Press.
«Los Estados contabilizan el dinero disponible sumando billetes y piezas en circulación, así como los depósitos que la gente tiene en el banco. Esta medida no refleja para nada las fluctuaciones cotidianas de los mercados bursátiles», argumentó Robert Shiller, quien reconoce que es «difícil y controvertido» distinguir riqueza y valor del mercado.
Es parecido con las bolsas. Nadie pierde dinero en el sentido estricto del término. No hay misterio, el dinero está ahí todavía. Es el mercado el que pierde valor», agregó.
Robert Shiller lo resume así: la noción de que uno pierde un montón de dinero siempre que baja la bolsa es una «falacia». Aclara que el precio de una acción nunca ha sido lo mismo que el dinero. Es simplemente «la mejor presunción» de lo que vale la acción.
El problema empieza cuando piensa que ese dinero potencial es lo mismo que el dinero en su cartera o en su cuenta corriente. «Eso es un gran error», dijo el profesor de economía de la Universidad de Harvard Dale Jorgenson.
Esto da la razón al ex magnate norteamericano Robert Sarnoff, muerto en 1997, para quien las finanzas son sólo «el arte de pasar el dinero de mano en mano, hasta hacerlo desaparecer».
Nada se pierde, solo se recicla
En resumen, en las jornadas «negras» que vienen experimentando los mercados del dinero, billones de dólares no se evaporaron sino que solamente se pasaron de unas manos a otras ( y siempre según el valor que determina el mercado, y no en forma directa ) mediante el mecanismo de compra y venta de acciones.
El dinero (duramente las «crisis» o las «burbujas» capitalistas) no desaparece, solo pasa de un bolsillo a otro, y se concentra cada vez más porque cada vez son menos los grupos ganadores que controlan todo el capital circulante.
¿Que quiere decir esto, extrapolado a la crisis financiera?
Que cuando las acciones de empresas o bancos se desvalorizan sus activos y carteras de clientes no desaparecen, solo pierde valor de cotización en el mercado por su desvalorización bursátil. Una vez que las compran a precio de remate, los súper grupos «recompran» sus acciones y le restituyen su valor perdido de mercado. De esta manera, en el sistema capitalista nada se pierde: Solo se recicla y cambia de dueño.
Es como si una vivienda cotizase sus acciones en bolsa: Su precio se desvaloriza o sube, pero la vivienda sigue estando. Lo que cambia y fluctúa es su valor de mercado conforme a la «capitalización» o «descapitalización» bursátil.
O sea que las las empresa y bancos, con sus activos físicos y financieros, que cotizan en bolsa no desaparecen, solo cambian sus valores de mercado que pueden subir o bajar, conforme la compra o la venta de sus acciones.
Una «crisis financiera» como la que estamos viviendo, es antes que nada un reciclamiento de la rentabilidad capitalista: Lo que estaba en un casillero, se traslada a otro. Lo que estaba en Merrill Lynch se recicló en el tablero contable de Bank Of América que compró a la entidad semiquebrada.
Mediante el «rescate financiero», los Estados imperiales USA-UE reciclaron una nueva «burbuja» ganancial no ya con dinero especulativo proveniente del sector privado, sino que ponen compulsivamente los recursos públicos al servicio de un nuevo ciclo de rentabilidad capitalista al margen de una ascendente crisis de la economía real que marcha por vía paralela.
Mediante el juego del «sube y baja» en las bolsas, los grupos súper concentrados que controlan el mercado, primero «desvalorizan» el valor de mercado de empresas y bancos para comprarlos baratos, y luego los «revalorizan» para quedarse con la diferencia.
Es decir, los grupos súper concentrados que compran las acciones en baja, no pierden dinero con su precio devaluado, sino que las compran barato para luego venderlas caras.
Hay un sector pequeños inversores (los llamados «ahorristas» o especuladores privados menos diversificados) que sufren el embate de la desvalorización con menor paraguas de contención que los grandes grupos de especuladores que controlan el mercado, a los que la descapitalización les afecta como una devaluación de su dinero con menos capacidad para recuperarse.
Cuando se habla de una pérdida teórica de US$ 8,300 billones en base a las cifras del Indice Compuesto Wilshire 5000 de Dow Jones (que observa las acciones de unas 5,000 empresas estadounidenses), o en las bolsas europeas o asiáticas, hay que tener en cuenta que más del 80% de las operaciones de las plazas globalizadas de especulación financiera están concentradas por los super-grupos que se degluten entre sí desvalorizando las acciones, comprando barato, y luego uno de ellos absorbe al otro.
La falacia de la «oferta» y la «demanda»
Según la teoría oficial, las acciones en los mercados bursátiles bajan o suben, según la dinámica de la «oferta» y la «demanda». Y, de acuerdo con esa teoría, los términos del inter-juego entre «oferta» y «demanda» son «libres», como corresponde a las reglas funcionales del «libre mercado».
Pero, en realidad esto es falso por una razón principal: La «oferta» y la «demanda» está manejada por grupos financieros súper concentrados que manejan los mercados bursátiles por medio de la «compra» o la «venta masiva» de acciones: Cuando «compran» masivamente las acciones suben, y cuando venden masivamente las acciones bajan.
Los mercados bursátiles se manejan como las casas de remate público: Sólo un pequeño grupo hegemónico (que se disputa las compras) controla la totalidad de las «ofertas» y establece sus bases, actuando como un cartel formador del precio de las acciones.
La dinámica del «sube y baja» de las bolsas está determinada y regulada por una relación matemática entre la masa de capital que «compra» (sube) y la masa de capital que «vende» (baja) , por lo cual el proceso está controlado por los grupos con mayor capacidad financiera que concentran la mayoría de las operaciones bursátiles en Wall Street y el resto de las bolsas mundiales.
Las bolsas, son una «superestructura» (por fuera de la economía real) de competencia ínter capitalista entre grupos súper concentrados que se disputan una masa circulante de acciones bursátiles cuyo precio está fijado por la ley de la «oferta» (compra de acciones) y la «demanda» (venta de acciones).
En conclusión, la dinámica del «sube y baja» de las bolsas no está regulada por la ley de la «oferta» y la «demanda» sino por la masa de concentración capitalista-financiera que compra o vende acciones, direccionando las bajas o las subas en los mercados.
Los mercados bursátiles no son «libres» (como establece el mito del «libre comercio») sino instituciones mercantiles que funcionan sujetas a la ley de la oferta y la demanda manejada por los grupos que hegemonizan el control y la información sobre su funcionamiento.
En consecuencia, en las bolsas solo se «oferta» (se vende) o se «demanda» (se compra) aquello que los grupos hegemónicos y controladores quieren.
Las bolsas (y las acciones) suben o bajan atendiendo a una dinámica marcada por los intereses de los controladores del mercado financiero.
La dinámica de la «compra» y «venta»
Por lo tanto, los mercados bursátiles no son regulados por la oferta y la demanda, sino por la competencia capitalista entre los súper grupos que hegemonizan la compra y venta de acciones en Wall Street (que concentra la mayoría de las operaciones mundiales y marca tendencia) y en los mercados bursátiles. Para dar un ejemplo: En Wall Street se cotizan acciones por un monto superior al conjunto de las bolsas europeas.
Su objetivo es preciso y determinado: Generar un proceso de quiebras y, consecuentemente una crisis del sistema financiero, que posibilite la depreciación a niveles límites de los activos y acciones empresariales que luego los grupos más súper concentrados (los operadores de la «crisis») comprarán a precio de remate.
En consecuencia, si que hay quebrar a Lehman Brothers o a Merrill Lynch para concentrar súper activos en Ban Of América o Morgan Chase, se hacen bajar (mediante rumores e información manipulada) las acciones de estos dos gigantes, y luego de su quiebra (como consecuencia de la depreciación de sus acciones) serán comprados a precio de remate o se fusionarán en otra sigla.
La dinámica de los mercados bursátiles, las «pérdidas» y las «ganancias» se rigen por dos movimientos esenciales:
1) Desvalorización: Los grandes grupos «inversores» (especuladores institucionales) «desvalorizan» las acciones de empresas y bancos (y consecuentemente su precio en dinero) para compra sus activos financieros y físicos a precio de ganga.
2) Revalorización: Luego de deglutirse a los quebrados mediante fusiones o compras, los súper grupos «ganadores» (que manejan a través de rumores y de información manipulada, el «sube y baja» de los mercados) «revalorizan» las acciones de la empresa o el banco comprado, restituyendo y superando su valor de capitalización original.
El dinero desvalorizado de las acciones de Merrill Linch, cuando las mismas se revaloricen, pasarán a los bolsillos de Bank Of América. De manera tal, que las pérdidas de capitalización por baja de acciones en el marcado accionario, duran el tiempo que dura la baja y se reanuda la tendencia alcista (manipulada por los que también manipulan las bajas).
Las acciones empresariales y bancarias se compran desvalorizadas y luego se las revaloriza, mediante el mismo mecanismo (de manipulación bursátil) con que se las desvalorizó.
O sea que, durante la crisis de los mercados financieros, el dinero no se evapora. Solo pasa de unas manos a otras mediante un mecanismo de oferta y demanda (manejado por los súper grupos controladores del mercado) que desvaloriza el precio de las acciones para comprarla y luego las revaloriza para venderlas.
Pero en esta dinámica nada se pierde, sino que se recicla. En otras palabras, cambian las denominaciones pero los accionistas y los gerenciadores (que son «anónimos») continúan con una mayor concentración de acciones en sus bolsillos.
En primer lugar, y como concepto central: La llamada «crisis financiera», es una crisis activada y controlada en todos sus resortes esenciales por medio del «rumor» y la información manipulada que hacen subir o bajar las acciones en Wall Street y las principales plazas financieras del Imperio.
La quiebra en cadena de bancos o de instituciones financieras es inducida, manipulada y estratégicamente operada para producir un reciclamiento de la rentabilidad financiera (en crisis con el colapso subprime) y una reconversión del sistema financiero que centralice el control y el funcionamiento del sistema capitalista mediante una mayor concentración de la riqueza (ley darwiniana del capitalismo).
O sea que el dinero no se perdió en descapitalización de mercado, solamente pasó de unas manos a otras.
Las acciones empresariales y bancarias se compran desvalorizadas y luego se las revaloriza, mediante el mismo mecanismo (de manipulación bursátil) con que se las desvalorizó.
Es decir que, durante la crisis de los mercados financieros, el dinero no se evapora. Solo pasa de unas manos a otras mediante un mecanismo de oferta y demanda (manejado por los súper grupos controladores del mercado) que desvaloriza el precio de las acciones para comprarla y luego las revaloriza para venderlas.
De esta manera se cumple el axioma número uno del sionismo financiero que controla Wall Street: Comprar barato y vender caro.