La dimensión políticamente (in)correcta del Golpe de Estado en Brasil: biopolítica y tanatopolítica del imperialismo estadounidense
1. Un Golpe de Estado políticamente correcto
Un aspecto tal vez aún no abordado, relativo al uso de la Ley N° 12.850 del 2/ago/2013 (conocida como Ley de la Delación Premiada) por la Operación Lava a Chorro (o… Lava Jato), como instrumento jurídico del actual Golpe de Estado, habla respecto al cuidado de aplicarla de forma políticamente correcta.
¿Será por casualidad que los blancos principales de las conducciones coercitivas, de las casi eternas prisiones preventivas, sin contar las efectivas condenas realizadas en el ámbito de la Operación Lava Jato, sean ejecutivos y políticos, en general hombres y blancos? ¿Es la Lava a Chorro una Operación políticamente correcta?
Las mujeres que se centraron en la Operación Lava Jato, en función del desenlace jurídico de su situación, reafirman el argumento de que las excepciones hacen la regla y no al contrario, si se considera, por ejemplo: 1. La situación de la cuñada de João Vacari Neto, Marice Corrêa de Lima, con mandato de prisión preventiva expedido a comienzo de 2015, pero pronto suelta, no obstante la humillación que sufrió; 2. La mujer del ya condenado ex diputado Eduardo Cunha, Márcia Cruz, absuelta por el juez Sérgio Moro de los crímenes de lavado de dinero y evasión de divisas, no obstante las robustas pruebas contra ella; 3. La publicitaria Mônica Moura, también liberada sin mucha dificultad; 4. La mujer del ex gobernador Sérgio Cabral (también preso), Adriana Ancelmo, igualmente liberada para cumplir prisión domiciliaria; 5. La negociante de divisas Nelma Kodama, parcera del negociante Alberto Youssef, quien parece haber vivido toda la situación como un «gran negocio»; 6. Congresistas como la senadora Gleisi (Lula) Hoffmann que, aunque puestas en suspenso, no fueron directamente investigadas en función de la inmunidad de congresista que transfiere sus respectivos casos al Supremo Tribunal Federal (STF).
Como una excepción más que confirma la regla, la prisión de Roberto Gonçalves (en marzo/2017), como el primer ciudadano negro involucrado con la Operación Lava a (todo) Chorro, aumenta la hipótesis de un golpe políticamente correcto, incluso porque fue poco divulgada.
De cualquier manera, lo importante en este ensayo es el análisis del foco espectacular inmediato de las investigaciones de la Operación Lava Jato: hombres, blancos y ricos, sobre todo porque ese recorte produjo el siguiente efecto publicitario: «Por primera vez los varones blancos y ricos del Brasil están siendo arrestados».
2. El dispositivo de la confesión y la diferencia entre biopoder y tanatopolítica en la era de las «delaciones premiadas» del imperialismo estadounidense
¿Será la Operación Lava a Chorro políticamente correcta? Existen dos formas de responder a esa pregunta y ambas se entrecruzan. La primera de ellas tiene que ver con la Ley de Delación Premiada y con, por lo tanto, el inconsciente político imperialista que está en el origen de esa Ley.
¿Cómo así? Como señaló Michel Foucault en Historia de la sexualidad: voluntad de saber (1976), la biopolítica posee un dispositivo importante, entre otros: el de la confesión. Antes de tratar sobre ese dispositivo, el de la confesión, es necesaria una pequeña digresión, teniendo en cuenta la siguiente pregunta: ¿qué es el biopoder y cómo se distingue del tánatopoder?
El tánatopoder es el poder ejercido por el soberano que decide el estado de excepción usando la mediación de diversas fuerzas: mercenarios, política, ejércitos. Se define por el siguiente diagrama: soberano + fuerzas de represión + población y/o comunidades y/o personas a ser reprimidas: la muerte es regla general en este contexto. El soberano acciona, a partir de una relación de exterioridad, las fuerzas de represión bajo su dominio, para imponer su voluntad a las mayorías. Eso es la tanatopolítica.
A diferencia de la tanatopolítica, el biopoder se constituye por la eliminación de las mediaciones represivas, que separan al soberano de las mayorías. Con el biopoder, el soberano no necesita más de fuerzas de represión porque actúa directamente en el inconsciente, luego en el deseo, luego en las subjetividades, de las mayorías. Con el biopoder, el soberano actúa no a partir de la muerte o de la amenaza de muerte contra los oprimidos, sino, por lo contrario, a partir de las vidas de éstos últimos: habitándolas.
De ahí resulta la importancia del dispositivo de la confesión, para el biopoder. Si en la pastoral religiosa, sobre todo teniendo en cuenta el poder de la Iglesia Católica en la Edad Media, la confesión de los pecados, para el cristiano, significaba un arrepentimiento de la culpa de ser quien es y al mismo tiempo un ritual de iniciación subjetiva a partir del cual Dios pasaría a habitar directamente en la subjetividad del pecador, transformándolo en una especie de soldado de la cristiandad medieval: en el biopoder todo cambia para que todo quede igual.
El dispositivo de la confesión es una tecnología de poder usada para transformar a aquél que se confiesa en un soldado de una estructura de poder mayor. La confesión es solo aparentemente espontánea. Solo vale si aquello que se confiesa fuera una forma de incorporar al soberano en su propia vida; para que esta, sin precisar ser reprimida o amenazada, actúa de conformidad con los objetivos del poder soberano.
Aunque, como se sabe, existiesen relaciones mercantiles en sociedades pre-capitalistas, en la civilización burguesa las relaciones mercantiles, vía mercado mundial, se volvieron el centro de su forma de expresión. El capitalismo es una estructura de poder asentada en relaciones mercantiles y estas sustituyen, en él, las relaciones sociales. De ahí resulta la importancia del fetichismo de la mercancía.
Situación semejante se da con el biopoder, teniendo en cuenta la estructura de dominación del imperialismo gringo. El biopoder siempre existió. Fue un componente importante de la dominación burguesa europea. Sin embargo, con la victoria del imperialismo yanqui y su hegemonía planetaria, a partir de la II GM, el biopoder se transformó en el centro mundial del comando soberano estadounidense.
En este contexto, el biopoder significa más bien que relaciones mercantiles, pensadas como mercancías, relaciones entre cosas, una vez que se transforma, bajo el signo del imperialismo gringo, en un tipo cualitativamente diferenciado de las relaciones mercantiles, puesto que en él y por medio de él la vida se vuelve mercancía y como tal pasa a ser el origen fetichista de las relaciones mercantiles.
A partir de ahí, habría que repensar el fetichismo de la mercancía. Habría que actualizarlo teniendo en cuenta la singularidad de la dominación yanqui.
En ese contexto, el dispositivo de la confesión toma una configuración específica, porque la principal mercancía que el imperialismo estadounidense produce, sobre todo vía industria cultural, es la mercancía subjetiva, teniendo en cuenta la vida humana como materia prima.
Quien confiesa, sin embargo, continúa siendo el pecador, tal como en la Edad Media. Y, ¿quién es el «pecador» que se confiesa en la era de la dominación mundial gringa?
Quien se confiesa es el Otro con respecto al soberano de la civilización burguesa, en su periodo anterior a la II GM, marcado por la dominación planetaria europea. Como se sabe, el soberano crea a su otro: el oprimido. El capitalismo europeo produjo el Otro obrero, negro, indio, mujer, musulmán, latino, asiático, marcándolos con el rasgo de inferioridad, considerando la división entre civilización y barbarie.
El europeo burgués (heredero de la aristocracia) representó el símbolo de la civilización. Sus Otros, los oprimidos, se transformaron en bárbaros, concebidos como ignorantes, como improductivos, como matables e inferiores.
La dominación gringa, al convertir al biopoder en su principal materia prima mercadológica, cambia esa situación, porque transforma la confesión en un dispositivo de poder a partir del cual el Otro deja de confesarse como inferior y pasa a designarse, aunque inconscientemente, como mercancía gringa: bien entendido, como un soldado estadounidense.
Bajo este punto de vista, es posible afirmar que la dominación yanqui produjo el siguiente atributo para su mercancía subjetiva confesional planetaria: el sello de lo políticamente correcto como su principal ISSO 9000 de control de calidad, en el sentido anarcoliberal del término, porque así funciona: continúa siendo tanatopolítica colectiva. Continúa matando, más que nunca, comunidades negras, indígenas, femeninas, obreras, musulmanas, latinas, pero, así como está en el horizonte de las relaciones mercantiles, en el capitalismo, camuflar las relaciones sociales, el sello políticamente correcto de la mercancía subjetiva gringa también es usado, aunque en otro contexto, de la misma forma: para producir una cortina de humo mundial con el objetivo de esconder las relaciones sociales genocidas que el imperialismo estadounidense produjo, efectivamente, en todo el mundo.
La cuestión del sello ISSO 9000 de lo políticamente correcto tiene que ver con esto: con la dominación confesional gringa. Es por esto que la Operación Lava Jato, como el centro del Golpe por iniciativa estadounidense, es políticamente correcta, habiendo sido previamente orientada para economizar mujeres, negros, gays, por tres motivos: 1. Porque funciona en alianza con el poder mediático y el objetivo de esa alianza es conquistar a la opinión pública, de modo que perseguir y arrestar mujeres, negros y gays no es objetivamente una buena táctica; 2. Porque sirve para dividirnos, en tanto, al final, en la era de lo políticamente correcto, ¿quién va a preocuparse por hombres blancos, incluso con el ex presidente Lula da Silva, el principal blanco político de la Operación Lava a (todo) Chorro? 3. Porque no teniendo que enfocarse en las mercancías subjetivas del imperialismo gringo, por estar al servicio de estas, la Operación Lava Jato no cumple una función biopolítica, sino tanatopolítica.
3. La Ley de la Delación Premiada y la tanatopolítica jurídica de la dominación estadounidense
La Ley de la Delación Premiada (Ley N° 12.850 del 2/ago/2013) fue firmada, pásmense, por el entonces presidente de la República Federativa del Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, ahora su víctima como preso político del imperialismo gringo. Concepto en el que coincidimos con el economista e investigador Mark Weisbrot del Think Tank de Washington (1). Aunque la principal cortina de humo de la dominación mundial estadounidense sea la mercantilización planetaria de sus mercancía subjetivas, vía biopoder, evidentemente EE.UU no tiene el arsenal bélico que tiene por casualidad. En última (y también, en primera) instancia el poder soberano es fuerza. Es, por lo tanto, tanatopolítica antes que biopolítica.
La función de policía, como mediadora de la dominación soberana, nunca dejó de existir. El diagrama «soberano + fuerzas policiales + oprimidos» es la principal estructura de las sociedades polarizadas, incluso y hasta, sobre todo, de la civilización burguesa, dividida como está entre los dueños de los medios de producción, los burgueses, y los obreros, definidos como aquéllos que no poseen los medios de producción.
La Operación Lava Jato cumplió y cumple el papel de ser la tanatopolítica del golpe gringo contra la economía brasileña. Como se sabe, el recurso jurídico de la delación premiada fue creado por el Departamento de Justicia estadounidense y este siempre lo usó (exportándolo al mundo) como forma de confesión tanatopolítica.
Esto significa que la confesión detenta dos rasgos: uno biopolítico y otro tanatopolítico. El primero es usado como efecto de poder liberal (por no decir anarcoliberal): incluye en el poder individuos aislados, incluso negros, mujeres, gays; las alteridades, sin que éstas deban sentirse culpables. En este sentido, confesarse no tiene nada que ver con confesar una culpa. Por lo contrario, significa afirmarse como soberano: en ese caso, de la subjetividad mercadológica estadounidense.
El segundo, a su vez, es lo contrario del primero, puesto que confesar significa aquí, como en la pastoral medieval, asumir una culpa; la culpa por un pecado grave: el pecado de ser la dimensión colectiva de la sociedad: ese eterno objeto de la tanatopolítica soberana.
La Ley de Delación Premiada fue y es un dispositivo legal tanatopolítico usado para obligar al Brasil a confesar el siguiente pecado: el pecado de su independencia económica y política.
4. La prisión de Lula da Silva y la dimensión políticamente incorrecta de la independencia nacional
Los ejecutivos, hombres y blancos, presos y torturados, para, en esa condición, firmar sus respectivas delaciones premiadas, en el ámbito de la Operación Lava a Chorro, tenían y tienen (si quisiesen y quisieran ser premiados) que confesar el siguiente pecado: el de haberse involucrado con la economía brasileña, en una perspectiva nacional, con todas las contradicciones de ese proceso.
El dispositivo confesional tanatopolítico que está en la base de la Operación Lava a Chorradas, jejeje, es usado con un único propósito: poner en la hoguera a la economía brasileña, como las brujas (y los gatos, vinculados de por sí a las mujeres como seres intrínsecamente malignos) y los herejes de la Edad Media (2).
El chivo expiatorio (sí, tiene que haber uno), en ese caso, es Lula da Silva. Es por eso que las delaciones premiadas de la Operación Lava Jato, realizadas por ejecutivos de las grandes empresas nacionales, solo valen si delataren a Lula da Silva.
Así, el chivo expiatorio es un Silva, ese apellido tan «corrupto», por ser tan brasileño, razón por la cual, siendo el objetivo principal de la tanatopolítica de la dominación gringa, es descartado del dispositivo confesional.
Esto es: no es detenido para delatar la soberanía de su propio país; y ser premiado por eso. No es premiado. Es el premio tanatopolítico.
Ese pueblo es Silva, Lula: un preso políticamente incorrecto por ser brasileño y, como tal, por haber trabajado por la independencia política y económica de Brasil.
En ese sentido, se concluye: la independencia nacional es políticamente incorrecta y por eso debe pudrirse en la cárcel, como parece ser el destino de Lula, si nosotros, los brasileños, y los colombianos, no luchamos revolucionariamente por su libertad que, más allá de eso, es la nuestra (3). Y, más allá, por la democracia. Por la poca democracia que, sin pesimismo, pero también sin chovinismo, va quedando en el mundo.
Notas
(2) Como relata el escritor francés Gerard Vincent en su libro Akenatón – La historia de la humanidad contada por un gato. Alfaguara, Madrid, 1998, 273 pp.
(3) En tal sentido, va este texto de uno de los autores del presente ensayo: LCMS. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=240470
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