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La quiebra de Islandia estreme al sistema financiero global

Fuentes: porlalibre.org

Islandia es un país diminuto de 103 mil kilómetros cuadrados y menos de 300 mil habitantes (un barrio populoso de la ciudad de México es mayor en población). Aunque tiene uno de los más altos niveles de vida del mundo, su PIB no supera los 13,600 millones de dólares (el 0.003% del PIB mundial), siendo […]

Islandia es un país diminuto de 103 mil kilómetros cuadrados y menos de 300 mil habitantes (un barrio populoso de la ciudad de México es mayor en población). Aunque tiene uno de los más altos niveles de vida del mundo, su PIB no supera los 13,600 millones de dólares (el 0.003% del PIB mundial), siendo la industria pesquera la principal actividad económica del país, ésta representa el 70% de las exportaciones y emplea el 8% de la fuerza laboral. En un mundo económicamente saludable, en el que las operaciones financieras estuvieran acordes con la economía productiva, no sería de esperar que un bajón en el sistema financiero islandés, por más fuerte que fuera, provocara algo más que ligeros movimientos locales. El problema es que vivimos en un mundo en que el sistema financiero internacional ganó vida propia, donde los instrumentos financieros desvinculados del mundo real circulan con gran rapidez en espera de mejores oportunidades de lucros fáciles -y pendientes de cualquier amenaza a sus sistemas especulativos.

Por eso la devaluación de 9.2% de la corona islandesa (krona) en relación al dólar estadounidense, ocurrida entre el 21 y el 22 de febrero pasado, provocó instantáneamente ondas de choque global, las cuales provocaron fuertes sacudimientos en los mercados financieros de países tan distantes como México, Brasil, África del Sur, Turquía e Indonesia. La explicación del fenómeno es un ejercicio didáctico sobre el pantano en el cual se asientan hoy las finanzas globales y una advertencia de la facilidad con que un problema localizado puede alcanzar rápidamente proporciones planetarias.

El colapso del krona se desató cuando la agencia Fitch redujo la calificación de los títulos islandeses, so pretexto del déficit «insostenible» de la cuenta corriente del gobierno (cerca del 15% del PIB), haciendo un paralelismo con los desequilibrios que antecedieron a la crisis asiática de 1997, lo que provocó una fuga inmediata de los activos financieros de Islandia. Con ello, los participantes del alegre juego financiero conocido como carry trade (en lengua vulgar, cargamento en cartera, aunque la mayoría de los inversionistas se refieren a él en lengua franca) vieron evaporarse en tan sólo dos días sus ganancias de año y medio.

El esquema funciona en base a que los apostadores toman empréstitos en dólares estadounidenses o euros, a bajas tasa de interés, para luego convertirlos en una moneda con intereses más altos y aplicarlos en activos de corto y mediano plazo en esta misma moneda, generalmente, en los países llamados «mercados emergentes» (México, Brasil, Turquía, Argentina, etc.). En el caso de Islandia, en los últimos años, el país se ha convertido rápidamente en un agresivo centro financiero, ofreciendo tasas de interés anuales del orden del 10%, con lo que los títulos islandeses pasaron a despertar el apetito de los especuladores en «detrimento» de los «emergentes». Además, a mediados del 2005 en la víspera del colapso, las acciones de la Bolsa de Reykiviak tuvieron una valoración del 282%, una de las más altas del mundo.

En la medida en que la noticia del colapso islandés recorría los medios electrónicos, las bolsas de valores de varios «emergentes» experimentaban bajas en torno al l%, en cuanto los especuladores vendían otros activos para compensar las pérdidas islandesas. «Tuvimos un parón del carro en Islandia y las personas tendrán que reprogramar sus posiciones positivas para cobrar sus propios perjuicios. El carry trade sufrió un duro golpe en la nariz» , dijo al Financial Times del 22 de febrero pasado, el analista del HSBC, David Bloom.

En el mismo periódico, el estratega de operaciones extranjeras de ABN Amro, Tony Norfield, explica el castillo de naipes: «Esos países pueden no tener relación geográfica entre sí, pero no están separados en los portafolios. Usted tiene un efecto de noqueo en la calendarización de posiciones. Lo que comienza como un cambio en una posición puede convertirse en una avalancha» .

El 24 de febrero, el Daily Telegraph publicó un artículo del periodista Ambrose Evans-Pritchard , uno de los más acreditados portavoces del Establishment angloamericano, sintomáticamente titulado «Se seca el océano de crédito global» , en el que afirma que «la máquina de dinero en la que se sustenta la expansión mundial se apresta a detenerse y el efecto no será agradable» .

Según Evans-Pritchard, en cualquier parte, los canales de crédito «ultrabarato» que han regado el sistema financiero mundial se están anegando y el sistema de carry trade está llegando a su fin. También recurre a David Bloom, quien afirma que «el carry trade ha penetrado en cada instrumento (financiero) imaginable, spreads de crédito, spreads de títulos, todo está envenenado. Para este año, eso va a tener un fin y será feo, ya lo tenemos estirado al punto de ruptura» .Otro especialista, Stephen Lewis, de Monument Securities, completa el cuadro: «Existen centenas de miles de millones de dólares en posiciones de carry trade, que serán despejadas en la medida en que se vuelvan no lucrativas. Cuando el Banco de Japón comience a ajustar (las tasas de interés), deberemos ver algunos efectos espectaculares. El mundo nunca ha pasado por nada de esto antes, de modo que hay un alto riesgo de errores» .

Evans-Pritchard recuerda que en la víspera el gobernador del Banco de Japón, Toshihiko Fukui, advertirá que el banco está presto a revertir su política de intereses negativos, y advierte que la mayor parte de los demás bancos centrales están calendarizando sus canales de crédito, sin que haya señal alguna de nuevas medidas para mantener el juego en curso. «La hora de la verdad se aproxima» , comenta alegremente el analista Kenichiro Ikezawa, de Dawa SB .

Si el «efecto Islandia» provocó tal sacudida en los mercados financieros, no es preciso ser un experto para imaginar la magnitud del terremoto que puede desencadenarse por un alza de los intereses japoneses, principalmente, cuando se sabe que el carry trade ha sido uno de los recursos favoritos de los ultra-especuladores fondos de compensación también conocidos como fondos hedge. Según el Banco de Compensaciones Internacionales (BIS), las transacciones con las llamadas derivadas del crédito «apenas» llegaron en el año 2005 a la impresionante marca de 2.4 billones de dólares DIARIOS. Ya veremos cómo se comportan los mercados «globalizados» cuando se seque la fuente.