Traducido Para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo
El fotorreportero británico Alan Gignoux y la periodista y cineasta venezolana Carolina Graterol, ambos residentes en Londres, han viajado a Venezuela durante un mes a grabar un documental para una importante cadena de televisión global. Han conversado con el periodista Paul Cochrane sobre el retrato que pintan los medios mayoritarios sobre el país comparado con sus experiencias sobre el terreno.
Paul Cochrane (PC): ¿Qué hacíais en Venezuela? ¿Cuánto tiempo estuvisteis allí y cómo os fue?
Allan Gignoux (AG): Pasamos un mes en junio de 2018 para rodar un documental. No puedo revelar todavía en qué canales se emitirá, pero pronto estará en antena. Visitamos Caracas, la capital, Mérida (en los Andes), Cumaná (en la costa) y Ciudad Guayana (cerca de la desembocadura del río Orinoco).
PC: ¿Como fue vuestra estancia en Venezuela, en relación con lo que trasmiten los medios de comunicación occidentales?
Carolina Graterol (CG): Yo soy periodista, tengo familia en Venezuela, y sabía que la realidad era muy diferente a la que retratan los medios, pero aún así me quedé sorprendida. Lo primero que advertimos fue la ausencia pobreza. Alan quería filmar a indigentes y pobres en las calles. Esta misma mañana he visto en Londres a tres personas durmiendo en la calle, pero en Venezuela no pudimos encontrar a ninguno, en ciudades grandes o pequeñas. Queríamos entrevistarlos, pero no pudimos hallarlos. Esto se debe a los programas multidisciplinares del gobierno, que incluyen servicios sociales para sacar a los niños de las calles o devolverlos con sus familias. El programa lleva funcionando mucho tiempo pero no había sido consciente de lo eficaz que era.
PC: Alan, ¿qué te sorprendió a ti?
AG: Debemos ser realistas. Hay desgaste y cansancio generalizados. Aunque hay comida y los restaurantes y cafeterías privados están abiertos, se aprecian las consecuencias de la crisis económica. Eso sí, la pobreza no tiene nada que ver con la que existe en Colombia o en Brasil, llenos de niños de la calle. En Venezuela no parece existir un problema de falta de casas, y las favelas tienen agua corriente y electricidad. La pobreza extrema no parece comparable a la de otros países sudamericanos. Antes del viaje, la gente me advirtió que tuviera cuidado con la delincuencia, pero trabajábamos con una señora de El Salvador que nos dijo que Venezuela era fácil comparada con su país, en donde existen guardias de seguridad con ametralladoras a la puerta de las cafeterías. También nos comentaron que muchos delincuentes se habían marchado porque no había mucho que robar y les iba mejor en Argentina, Chile u otros lugares.
PC: ¿Cómo han afectado las sanciones a los venezolanos?
CG: La comida está cara, pero la gente sigue comprando cosas. A causa de la inflación, hace falta efectuar múltiples pagos con las tarjetas, porque los datáfonos no aceptan transacciones tan elevadas de una sola vez. El gobierno ha creado un sistema, los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), que proporciona una caja de alimentos a 6 millones de familias todos los meses. La idea era sortear las redes de distribución privada y evitar el acaparamiento y la escasez. Nuestra ayudante provenía de un barrio de clase media de Caracas y era la única chavista allí, pero los vecinos se unieron y crearon un sistema CLAP, por el que reciben una caja con 19 productos. A menos que percibas un salario muy alto, o dinero del exterior, necesitas encontrar modos alternativos para alimentarte. Pero las despensas estaban llenas, pues se han acostumbrado a prepararse para emergencias. En general, las personas han perdido peso, calculo que muchos adultos de 10 a 15 kilos. La última vez que estuve en Venezuela hace 3 años encontré muchas personas obesas, como en Estados Unidos, por una alimentación excesiva, pero en esta ocasión habían recuperado el buen tipo, y nadie muere de hambre o malnutrición.
PC: Entonces, ¿qué es lo que están comiendo los venezolanos?
Básicamente, una dieta vegetariana. Se disculpaban por no poder ofrecernos carne; comíamos verduras, lentejas y frijoles. Todos se han visto obligados a adoptar una dieta vegetariana y tal vez la principal queja era que no podían comer tanta carne como antes. La situación no es tan grave. Antes de que Hugo Chávez asumiera el poder, Venezuela tenía un índice de pobreza extrema del 40% y un 80% de pobreza. Esta cifra descendió hasta el 27%, y antes de la crisis la pobreza extrema era de tan solo el 6% o el 7%. Todo el mundo recibe asistencia del gobierno.
PC: ¿La comida es la principal preocupación?
CG: El ataque real a la economía afecta la comida. Cuando existe hiperinflación, todos los precios suben, pero la alimentación se ha convertido en el principal gasto porque es la variable que sube de precio a niveles exorbitantes. Otras variables como la electricidad, el agua o el transporte público no han subido tanto y representan un pequeño porcentaje del gasto familiar. Esa es la razón por la que las distorsiones en la economía no son intrínsecas, sino causadas por factores externos, de lo contrario todos los precios habrían aumentado.
PC: Alan, ¿perdiste peso en Venezuela?
AG: ¡No! Me sorprendió ver cuántas personas cultivan sus propias verduras. Es un poco como en Rusia, donde todo el mundo tiene una dacha. Venezuela posee un clima tropical, por lo que es fácil producir. Hay árboles de mango por todas partes, así que puedes tomar uno cuando te apetece.
PC: Entonces, ¿la crisis de la que nos hablan cada día se debe fundamentalmente a las sanciones de Estados Unidos?
CG: Las sanciones han afectado al país. Para ser justa, creo que el gobierno tardó en reaccionar frente a los acontecimientos a los que les estaban empujando. Probablemente no fue una buena idea desembolsar 70.000 millones de dólares en pago de deuda externa los últimos cinco años. En mi opinión, Maduro decidió cumplir con los pagos pensando que era lo correcto responsabilizarse de nuestros compromisos, pero al mismo tiempo empezó a librarse esta guerra económica tanto dentro del país como desde el exterior, y se bloquearon los préstamos internacionales.
El gobierno debería haber emprendido acciones contra Colombia por permitir la instalación de más de cien casas de cambio en la frontera con Venezuela. Esos comercios debilitaban la moneda, ya que usaban diferentes tasas de cambio, lo que contribuía a la devaluación del bolívar. Creo que deberían haber denunciado al gobierno de Juan Manuel Santos. Si Colombia afirma que el petróleo venezolano que atraviesa su frontera es contrabando, ¿por qué no es lo mismo con la moneda? Es preciso recordar que la mayor industria colombiana es la cocaína, el narcotráfico, y que ha crecido exponencialmente, por lo que tienen un exceso de dólares estadounidenses que necesitan blanquear, lo que merma el valor de la moneda venezolana. Es hiperinflación inducida. En Miami, por otro lado, la oligarquía venezolana creó hace doce años un portal web llamado DolarToday para destrozar la economía venezolana.
PC: ¿Qué más os llamó la atención?
CG: La gente no pierde la sonrisa y hace bromas sobre la situación, lo que me parece increíble. Están deseosos de compartir, de echar una mano, y nos vimos envueltos en algunas situaciones complicadas, como cuando nuestro coche se averió por la noche.
AG: Todo el mundo dice que no se debe conducir por la noche en Venezuela. Estábamos en carretera y nos figurábamos que solo nos quedaba como media hora de viaje, ¿qué podía salir mal? Entonces se quemó un transformador. Pensé que estábamos a punto de vivir una pesadilla, atascados en mitad de la nada, de noche en una carretera oscura. ¿Quién iba a encontrarnos?
CG: Como no había luces, tuvimos que usar los teléfonos para que los grandes camiones pudieran vernos.
AG: Me hice pasar por sordo, ya que nadie creería que era venezolano con mi acento español. Entonces, se detuvo una camioneta realmente vieja. Sus ocupantes parecían molestos pero fueron muy amables y nos llevaron hasta una estación de servicio.
CG: Le dije a Alan que no estábamos en Estados Unidos ¡que nadie iba a dispararnos!
AG: Iba acompañado de tres mujeres con dinero y pensé, vaya, nos van a asaltar, pero todo salió bien y pensaron que era sordo.
CG: Nos dijeron que podíamos dormir en una tienda, pero preferimos hacerlo en el coche y no estuvo tan mal.
PC: ¿Qué hay de los apagones que han proliferado por el país?
CG: Durante los apagones, la gente contaba historias, tocaba música o salía a charlar a la calle. Era un paraíso, sin televisión ni smartphones, un contacto real entre las personas. Se cocinaba en común. Durante el día, jugaban a juegos de mesa, al dominó, y los chavales lo pasaban bien. Probablemente las personas con hijos estaban más tensas, sobre todo si vives en un bloque de apartamentos y no tienes agua ni luz. Por eso EE.UU. atentó contra la red eléctrica, porque eso supone el corte de agua en Caracas (con un área metropolitana que agrupa a unos 7 millones de personas). Por suerte, existen pozos de agua limpia en los alrededores y la gente hacía cola para conseguirla.
PC: Entonces, ¿hay mucha discrepancia entre la imagen que os habíais hecho de la situación, a partir de los medios de comunicación, y la realidad?
AG: Bueno, hay colas para comprar gasolina, pero la gente no está muriendo de hambre y, como ya dije, la pobreza no se acerca ni de lejos a la que hay en Brasil. Yo no lo calificaría de dictadura, la gente es abierta y critica al gobierno y a Estados Unidos, pero también a Chávez y a Maduro. El Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) ha admitido haber tomado decisiones económicas erróneas. Pensé que encontraría más represión, pero no ha sido así. La gente no tiene miedo de expresarse. Creo que los venezolanos echan más la culpa de la situación a los americanos que a Maduro.
PC: ¿Qué os parece el revuelo que se montó en febrero cuando la ayuda de EE.UU. y Canadá quedó bloqueada en la frontera?
AG: La ayuda es un caballo de Troya, una buena forma de que EE.UU. entre en el país, y por eso las agencias internacionales no querían formar parte del plan. Sin embargo, se ha recibido ayuda de China y de Rusia.
CG: No se produjo el caos que EE.UU. y Trump esperaban que se produjera. (El líder de la oposición y autoproclamado presidente Juan) Guaidó es el tipo más odiado en Venezuela. Tiene que alojarse en un hotel lujoso en Las Mercedes, un barrio caro de Caracas. Ahí tienen electricidad, porque estaban preparados para el apagón y compraron generadores. Por eso Guaidó está viviendo allí, ocupa toda una planta de un lujoso hotel para él y su familia. Mientras el pueblo sufre, Guaidó se prueba trajes para su próximo viaje a Europa. Es un mundo paralelo.
AG: ¿Crees que Guaidó fracasará?
CG: Los venezolanos hacen muchos chistes con su nombre, pues suena similar a güevón (persona poco inteligente y de comportamiento ridículo). Y fíjate en la manifestación del otro día (12 de marzo) en Las Mercedes: las masas no aparecieron. Se está convirtiendo en un chiste en el país. Cuanto más le reconocen como presidente Estados Unidos y Europa, más ridícula es la situación, ¡Guaidó no es presidente de Venezuela! Es curioso que Chávez ya predijera lo que está ocurriendo, escribió sobre ello, y la gente está recuperando sus obras y volviendo a leerle.
PC: Hay mucho material sobre la historia del imperialismo norteamericano en Sudamérica para hacer dichas predicciones y también, más recientemente, los canadienses y sus compañías mineras, en Paraguay, Honduras, y ahora apoyando a Guaidó.
CG: Exacto. Mira Chile en 1973, lo que ocurrió con los sandinistas en Nicaragua, en El Salvador, en Guatemala.
Es una estrategia bien ensayada para destruir una economía mediante el uso de fuerzas externas que hagan subir los precios de suministros y productos. Cuando se produce un ciclo así, explota.
Alan Gignoux es un fotorreportero centrado especialmente en temas sociopolíticos y medioambientales. Sus trabajos han sido publicados en el New York Times, CNN Traveller, The Independent, Reuters y World Photography News, entre otros (www.gignouxphotos.com).
Carolina Graterol es una periodista cineasta y artista venezolana (www.carolinagraterol.com). Ha trabajado para el BBC World Service (es español) y Telesur. Es directora de «A letter from Venezuela».
Paul Cochrane es un periodista residente en Beirut.
Fuente: https://www.counterpunch.org/2019/03/18/on-the-ground-in-venezuela-vs-the-media-spectacle/
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