Expertos de la Argentina y de América Latina coincidieron en la necesidad de una agenda para financiar proyectos estratégicos, aún en el marco de una crisis que para muchos todavía no concluyó.
Como siempre sucede en épocas de crisis, la figura de la banca pública volvió a instalarse en el centro del debate como un instrumento clave para sortear escenarios adversos como el que se planteó en todo el mundo a partir de octubre del año pasado.
En eso coincidieron Joao Carlos Ferraz, del Banco de Desarrollo de Brasil (BNDES) y Fabio Rodríguez, director del Banco de la Provincia de Buenos Aires (BAPRO). Ambos banqueros coincidieron en el panel «Financiamiento estratégico y actores financieros de largo plazo», en el marco del Coloquio «Financiamiento y crecimiento: las enseñanzas de la situación latinoamericana», realizado en el Banco de la Nación Argentina y organizado por el Institut des Hautes Etudes de l`Amerique Latine (IHEAL) de la Universidad de París, el Institut CDC pour la Recherche (Francia), y por las instituciones argentinas CEFID-AR y el CEIL-PIETTE del CONICET. Del panel participaron además el economista de la UBA, Aldo Ferrer; el ecuatoriano Pedro Páez (Banco del Sur); y Mauro Alem, presidente del Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE) argentino.
La última crisis demostró que el rol de la banca pública hace la diferencia. Joao Carlos Ferraz aportó como prueba los datos de crecimiento del crédito entre septiembre de 2008 hasta agosto de 2009, el período más duro de la debacle mundial. El financiamiento en Brasil creció 15 por ciento, motorizado por una suba del 36 por ciento en los recursos destinados por la banca pública frente a un 4 por ciento de la banca privada.
Fabio Rodríguez se refirió al incremento del 60 por ciento del crédito otorgado por los bancos públicos y cooperativos durante la etapa de crisis, en comparación con la suba de 15 por ciento que mostraron los bancos extranjeros y del 13 por ciento de los privados nacionales.
«Si analizamos estrictamente los créditos a empresas, vemos que los bancos públicos presentan un aumento de 61 por ciento frente al alza de 17 por ciento de los extranjeros y de la suba de 3 por ciento de los privados nacionales», agregó.
A partir de su experiencia argentina en el ex BANADE (Banco Nacional de Desarrollo) y otras iniciativas para fomentar la banca de desarrollo, el economista Aldo Ferrer fue enfático al señalar que la financiación pública del desarrollo tiene sentido cuando existe detrás un Estado enfocado al tema, con una estrategia nacional encaminada.
Ferrer aclaró que aunque su éxito sea indiscutible, el BNDES, de Brasil, no es un ejemplo a copiar para la Argentina porque el mundo de hoy requiere otros tiempos. «El BNDES es fruto de muchos años de trabajo y desarrollar algo así en Argentina llevaría muchos años, por lo que hay que buscar otras formas», insistió.
«Argentina podría fortalecer algunas entidades públicas ya existentes y dotarlas de fondeo y de los instrumentos necesarios, todas ellas actuando bajo un conjunto de reglas», dijo Ferrer.
El economista consideró que un punto a favor que tiene Argentina para desarrollar la banca de fomento es el hecho de contar con los fondos del sistema jubilatorio, recientemente nacionalizado por decisión del gobierno de Cristina Kirchner.
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