Poca gente discute que el sistema capitalista durante la pandemia ha mostrado, como va haciendo en todas las crisis, su verdadero rostro -cada vez más cruel y excluyente- en muchos aspectos y ha sido especialmente nefasto en cuanto a garantizar la seguridad económica y la existencia material a la humanidad durante el confinamiento.
Las medidas de aislamiento social y prohibición de salir a la calle para evitar el contagio han tenido unas graves repercusiones económicas y sociales, tanto que desde sectores muy diversos ideológicamente como el Financial Times, el Papa Francisco o el Secretario General de la ONU han salido defendiendo de una manera u otra la necesidad de una Renta Básica (RB) incondicional. Podemos hablar de matices en estos diferentes ámbitos, pero la propuesta está en el centro, ya sea una propuesta de emergencia o más definitiva, la RB como tal se ve como una salida viable y muy necesaria.
Durante el confinamiento, la RB se ha evidenciado por parte de determinadas responsables de la misma ONU como una solución inmediata para muchos millones de personas, entre ellas las trabajadoras del sector informal que emplea a más de 1300 millones de personas, sólo en Asia.
La Renta Básica Universal e Incondicional -aunque no sea una propuesta reciente- ha sido, en los últimos meses en Catalunya objeto del apoyo de diferentes sectores. Desde el feminismo, la cultura, la salud mental, el ámbito LGTBI o desde el sector del Trabajo y la educación social han surgido manifiestos de apoyo, haciendo énfasis en los diferentes aspectos que afectan y la posibilidad de poner en marcha una RB como medida urgente para hacer frente a las crisis derivadas de la pandemia, pero no sólo, también como una propuesta de futuro cada vez más necesaria y urgente.
Un futuro que no puede ser muy lejano. Algunos proyectos piloto, como el de Finlandia, han documentado que funciona: la gente no deja de trabajar; mejora su calidad de vida y es más feliz. En Estados Unidos, en el año 2019 se hizo un programa piloto similar en Stockton, una ciudad de California, implementado por un alcalde demócrata en uno de los barrios pobres. Este programa dio la base para una plataforma de alcaldes a favor de un ingreso básico universal. Joe Biden, el actual presidente de Estados Unidos de América, que no es precisamente un radical de izquierdas, ha puesto un programa similar en su agenda política
Es bastante evidente que de la RB hace meses ya no hablan sólo unas cuantas personas convencidas, ni de una utopía sólo posible a pequeños países. Hay varios países y ciudades de todo el mundo que han llevado a cabo varios proyectos piloto con resultados que nos invitan al optimismo. También, más cerca, en Barcelona tenemos datos recientes del experimento B-Income que son bastante positivas: las transferencias monetarias aumentan la satisfacción vital, la participación comunitaria y la cohesión social.
Ahora, en plena era Covid19, con una subida del desempleo enorme y unas perspectivas sociales y económicas muy negativas, la RB está sobre la mesa de negociación del próximo Gobierno en Catalunya, en la agenda política de diferentes gobiernos en el ámbito internacional y en plena campaña de firmas para reclamar una RB europea.
Después de las elecciones del pasado 14 de febrero en Catalunya, el próximo Gobierno tiene sobre la mesa la posibilidad de impulsar una RB. El pacto para investir a Pere Aragonés entre ERC y la CUP, recoge la implementación de un plan piloto para poner en marcha la RB y explicita las fases.
Hay que decir que estamos ante una prueba piloto que se centraría en unas franjas de edad a determinar, tras analizar cuáles serían las más convenientes para hacer esta experiencia.
Podríamos partir del piloto con un sector especialmente importante, diverso y golpeado: la gente joven. El grupo de personas entre 16 y 29 años ya ha conocido varias crisis económicas -la iniciada en 2008 y que casi ha enlazado con la actual de la pandemia- la pérdida de derechos sociales y la precariedad laboral. Las personas menores de 25 años presentan un desempleo de más del 40% registrado. El 90% de los contratos temporales que se hacen son para jóvenes y un 43% viven con dificultades para llegar a final de mes. También sabemos que sólo la mitad de los jóvenes que tienen entre 25 y 29 años han podido emanciparse.
Es una buena noticia que avanzar en un proyecto piloto sobre la RB -en tanto que ingreso a pagar a cada miembro de pleno derecho de la sociedad o residente, aunque no trabaje de forma remunerada, sin tomar en consideración su renta y sin importar con quien conviva- sea una posibilidad cercana en Catalunya y haya entrado por la puerta grande de un acuerdo de gobierno.
Las críticas reaccionarias y de derechas, sin embargo, no se han hecho esperar mucho: «no hay dinero» «como se pagará?», «¿Cuál será el impacto presupuestario?» «Llenará de inmigrantes» «hay que trabajar y no regalar dinero» e incluso un think thank liberal de Catalunya, Institut Ostrom, ha realizado un vídeo, por cierto, bastante patético, contrario a la RB. Parece que determinados sectores de las derechas empiezan a estar inquietos con la puesta en marcha de una RB, aunque sea un programa piloto acotado a una franja de edad.
Es cierto y sabemos que tenemos pendiente la necesaria reforma fiscal, la reforma del IRPF, que, tal como afirma el catedrático y miembro de la Red Renta Básica Jordi Arcarons: «el IRPF es la figura recaudatoria con la que el Estado debe garantizar la redistribución de la renta y en el Reino de España desde su puesta en marcha, hace ya más de 40 años, el IRPF ha ido perdiendo, a consecuencia de algunas de las reformas introducidas, parte de su papel de impuesto progresivo y redistributivo”, por lo tanto hace falta una reforma que haga el impuesto realmente progresivo.
Es de sobras conocido que no tenemos soberanía fiscal ni somos independientes, pero según algunas estimaciones hechas por Lluís Torrens, economista de la Red Renta Básica, Catalunya tiene un cierto margen en cuestión de impuestos que hay que recorrer si de verdad queremos reducir la pobreza y redistribuir una poco más la riqueza: se podría incrementar la recaudación del 20% del tramo autonómico del IRPF, también subir el impuesto del patrimonio del 1% adicional sobre la riqueza neta del 10% más rico de la población, revertir el impuesto de sucesiones y donaciones, incrementar el IBI local y la recaudación en impuestos ambientales, como también en tasas de juegos…
La RB no es, posiblemente, la solución a todos los problemas sociales, pero sí hace una aportación importante a un cambio de modelo social y a poner fin a unas políticas fallidas para vencer la pobreza, como hemos visto con la Renta Garantizada de ciudadanía y ahora con el ingreso mínimo vital, porque la RB supondría acabar con la pobreza y reducir las desigualdades sociales a un nivel como el de los países nórdicos y, por tanto, es una redistribución más equitativa de la riqueza.
La crítica a la RB es una crítica a la transformación social y a una propuesta de fortalecimiento del Estado del Bienestar, ya que estamos ante modelos diferentes de abordar el futuro. Podemos apostar por el continuismo y las desigualdades o por acciones valientes para acabar de una vez con la pobreza y las desigualdades sociales.
El hecho de que sobre la mesa del futuro Gobierno de la Generalitat esté la RB es un paso muy importante para un futuro más igualitario, porque como dijo la diputada de la CUP Eulàlia Reguant: “La Renta Básica, no se toca.”
(Una versión algo más reducida de este artículo fue publicada en La Directa el 21 de abril: https://directa.cat/la-renda-basica-no-es-toca).
Carme Porta. Miembro de la Red Renta Básica
Sergi Raventós. Miembro de la Red Renta Básica
Fuente: https://www.sinpermiso.info/textos/la-renta-basica-no-se-toca