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La rentabilidad del miedo

Fuentes: El tábano economista

Si matar es rentable, ni las balas ni el déficit fiscal importarán (El Tábano Economista)

No corras, no llores, no grites. Si sigues estas mínimas reglas, es posible que no te vean. Solo aprieta contra tu pecho la lata oxidada que usabas para recoger agua, o la olla donde aún queda el olor del último alimento. Si no te mataron durante el día, durante la noche —cuando las familias se acurrucan en cuevas de concreto, durmiendo bajo los escombros— sólo quedará rezar para que las bombas no caigan donde ya únicamente hay despojos.

Este relato podría describir cualquier día en la Franja de Gaza. Sin embargo, la idea del miedo, de los susurros en la oscuridad, se traslada ahora a Europa. El continente ha entrado orgullosamente en “una nueva era en la que debe asumir la responsabilidad de su propia seguridad”. Aunque, a decir verdad, no queda claro cuán real es la amenaza.

Según medios occidentales, las tropas rusas, están obligadas a usar burros para transportar material al frente debido a la escasez de vehículos militares. ¿Es este el ejército que amenaza con conquistar Europa hasta Lisboa y que justifica el rearme masivo de la Unión?

El miedo es un poderoso incentivo, y los líderes europeos lo saben bien. Su tarea, en este nuevo tablero geopolítico, consiste en convencer a la ciudadanía de que debe intercambiar bienestar por seguridad. Es decir, transformar el Estado de bienestar en un Estado beligerante.

Desde el estallido de la guerra en Ucrania en 2022, los países occidentales comenzaron a priorizar el gasto militar. La OTAN recomienda que sus miembros destinen, al menos, el 2% del PIB a defensa. Como resultado, el gasto en este rubro de la Unión Europea aumentó un 30% entre 2021 y 2024, alcanzando los 326.000 millones de euros en 2024.

Este cambio de prioridades también se refleja en los mercados financieros. Europa ha dejado de invertir en las llamadas “siete magníficas” (Apple, Amazon, Alphabet, Meta, Microsoft, Nvidia y Tesla), que han sufrido una caída del 8% en 2025. En su lugar, los valores europeos de defensa han experimentado un auge desmedido. Por ejemplo, Rheinmetall ha incrementado su valor un 80% en 2025 y casi un 1.350% en los últimos tres años.

Lo mismo ocurre con otras grandes empresas del sector: Leonardo, Saab, Thales, Airbus, Rheinmetall y Safran, las seis principales compañías europeas de defensa y aeronáutica. Todas ellas han sido las grandes beneficiarias de este nuevo paradigma de seguridad, con subidas que superan ampliamente los índices bursátiles de referencia.

Sin embargo, lo que permanece más oculto a los ojos del público es la narrativa del gasto armamentístico europeo que, en última instancia, beneficia a Estados Unidos. Los países europeos que forman parte de la OTAN —entre ellos Alemania, Francia, Italia, Polonia y otros 26 más— han duplicado sus importaciones de armas desde 2020, según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI).

Estados Unidos es el principal proveedor: el 64% del armamento adquirido por estos países proviene de empresas estadounidenses. Y con las ventas pendientes, esta dependencia seguirá creciendo. De los 326.000 millones de euros en gasto militar, unos 250.000 millones terminan en el complejo militar-industrial estadounidense. Un negocio redondo.

La industria armamentística, antes tabú en los mercados financieros, se ha transformado en un activo estratégico. La Comisión Europea ha lanzado el plan ReArm Europe, con el objetivo de movilizar 800.000 millones de euros para fortalecer la industria militar del continente. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, justificó esta medida con la necesidad de “una Europa más segura y resistente”. Este giro se ha visto reforzado por la política ambigua de Estados Unidos en la guerra de Ucrania, que ha permitido asegurarse beneficios futuros gracias al apoyo militar europeo.

Negocios son negocios. Incluso cuando están teñidos de sangre. Tal es así que uno de los dogmas centrales de la ortodoxia neoliberal —el equilibrio fiscal— se flexibiliza si se trata de gasto militar. Por ejemplo, se ha propuesto excluir este tipo de gasto del Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE y permitir su financiación conjunta a través de mecanismos supranacionales.

El mismo día del anuncio del plan ReArm Europe, la Cámara Baja del Parlamento alemán (Bundestag) aprobaba una modificación de la Constitución para suspender el “freno de la deuda” establecido en 2009. El nuevo paquete de 500.000 millones de euros se destinará a infraestructuras, iniciativas climáticas y, por supuesto, defensa.

Desde la invasión de Ucrania, los líderes europeos han redoblado su presión para aumentar el gasto en defensa. Las compras a contratistas europeos han alcanzado cifras récord. A través del plan de Estrategia Industrial Europea de Defensa (EDIS) y el Libro Blanco, la Comisión Europea apunta a que el 50% de las adquisiciones de defensa sean de producción europea para 2030, y el 60% para 2035. Por ende, Estados Unidos tiene asegurada al menos el 50% del negocio hasta 2030, y un 40% hasta 2035.

El crecimiento del sector ha generado un renovado interés por los ETFs (fondos cotizados en bolsa) vinculados a la defensa, así como por índices como el STOXX Europe Total Market Aerospace & Defense, que desde 2022 ha crecido un 200%. Este auge también pone en cuestión la ética de las inversiones públicas. Fondos como el Fondo Global de Pensiones del Gobierno de Noruega —conocido como el Fondo del Petróleo— están obligados, en teoría, a seguir criterios éticos. Sin embargo, invierte miles de millones en empresas armamentísticas, incluyendo a la mitad de las 100 principales del mundo. Acumula casi 14 000 millones de libras (unos 19.000 millones de dólares) en este sector.

Su mayor inversión en Reino Unido es en Rolls-Royce, donde posee más del 2% de la compañía. Más allá de sus autos de lujo, Rolls-Royce es un actor clave en el programa militar F-35. Su filial MTU produce los motores de los tanques Merkava y buques de guerra de Israel, país que ha sido acusado de violaciones sistemáticas de derechos humanos, incluso tras el reconocimiento oficial del Estado de Palestina por parte de Noruega en mayo de 2024.

En definitiva, parece que ciertos principios económicos —como el déficit fiscal— pueden relativizarse si el negocio es el de matar. ¿Qué pensarás cuando te digan que el gasto en salud o educación está perjudicando las cuentas públicas? ¿O cuando culpen a tu pensión del déficit fiscal?

Fuente: https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2025/03/30/la-rentabilidad-del-miedo/