Tras la visita de la delegación de alto nivel del gobierno de Biden, que derivó en la liberación de dos estadounidenses detenidos por actividades conspirativas y la anunciada reanudación del diálogo con la oposición venezolana, se está debatiendo sobre las consequencia de las «sanciones» desencadenadas por el decreto ejecutivo impuesto por Obama hace siete años y sobre la heroica resistencia opuesta por el pueblo venezolano. El gesto de distensión del presidente Maduro hacia Biden indica la firme voluntad del gobierno bolivariano de traer a casa al diplomático Alex Saab, secuestrado y llevado a EE.UU. por haber burlado el bloqueo, importando alimentos y medicinas. La audiencia sobre el reconocimiento de su inmunidad diplomática tendrá lugar el 4 de abril.
Las declaraciones del gobierno bolivariano, a la espera de la rueda de prensa que brindará el panorama general, demuestran que, una vez más, Maduro y su equipo directivo está actuando con la firmeza de principios, pero con la flexibilidad necesaria para desenredarse en un mundo de escollos y belicismos determinado por la globalización capitalista.
Ante con Chávez y después con Maduro, la «diplomacia de la paz» (paz con justicia social, y no paz del sepulcro para las clases populares) de la revolución bolivariana se ha dedicado a debilitar la acción del complejo militar-industrial que mueve la política norteamericana y sus aliados. Lo hizo en alianza con aquellos países (progresistas, antiimperialistas o socialistas) que, en América Latina y más allá, actúan por la construcción de un mundo multicéntrico y multipolar. Lo está haciendo incluso ahora en presencia de la crisis de Ucrania.
Por un lado, se reafirma el pleno apoyo a Rusia y su derecho a rechazar el cerco de la OTAN al servicio de Estados Unidos. Por otro lado, continúa la política de diálogo, recordando las palabras de Chávez a 9 años de su muerte, quien dijo estar dispuesto a «negociar hasta con diálogo» para salvar el proceso bolivariano. Mientras tanto, se sigue cortando el césped bajo los pies del golpista venezolano apoyado por los halcones del Pentágono (y no solo), que ahora parecen empeñados en deshacerse de su autoproclamado títere, Juan Guaidó.
El Venezuela se enfrenta a una “guerra total en tiempos de globalización”. Así la vicepresidenta de Agitación, Propaganda y Comunicación del Psuv, Tania Díaz, calificó el ciclo perverso de medidas coercitivas unilaterales (MCU) contra la revolución bolivariana, puesto en marcha por el decreto ejecutivo firmato por el primer presidente negro de Estados Unidos, Barack Obama. Fue el 9 de marzo hace 7 años cuando Obama definió el Venezuela «una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad de los Estados Unidos».
Dos años antes, tras la desaparición física del Comandante Chávez, Nicolás Maduro había juramentado como presidente, elegido por el pueblo. Y ya flameaba la nueva bandera bolivariana. El 9 de marzo del 2006, el comandante Hugo Chávez había aprobado la inclusión de una octava estrella en la bandera nacional en representación de la provincia de Guayana y en honor al decreto del Libertador Simón Bolívar del 20 de noviembre de 1817. La octava estrella representa el triunfo en esta provincia y el rescate de la soberanía en esa región importante para la gesta independentista.
Fechas de resistencia y soberanía recordatas en diversos encuentros y debates, posteriores al Congreso del PSUV y de la JPSUV y al de la clase obrera, y a las reflexiones en torno al 8 de marzo. Durante una Tribuna antimperialista, en Caracas, varios dirigentes del Psuv, ministras y ministros, analizaron el crescendo de sabotajes, robos, persecuciones, intenciones golpistas, intento de asesinato del presidente, incursiones militares extranjeras, y sobre todo la guerra económico-financiera que golpeó fuertemente a todos los sectores y violó brutalmente los derechos humanos: a la salud, a la alimentación, al acceso a bienes y servicios. Una ofensiva multinivel que, a través de los decretos ejecutivos que se han sucedido a lo largo de los años, ha apuntado contra las instituciones estatales encargadas de las finanzas del país, las más diversas actividades comerciales a nivel internacional, y con particular dureza, contra el punto gravitacional de la economía venezolana, PDVSA.
Durante la Tribuna, el ministro del Poder Popular para la Cultura, Ernesto Villegas, dijo que el decreto Obama fue la puerta de entrada a las acciones hostiles contra un pueblo pacífico. “La medida que nació de ese decreto – sostuvo -, se le metió en el hogar a los venezolanos, en el camino a la mujer venezolana que solamente quería hacer crecer a sus hijos, dar alimentos, salud y estudios”. Resaltó que pretendieron convencer al pueblo de que las medidas solo afectaban a un grupo de funcionarios del Gobierno Bolivariano, cuando la realidad ha mostrado el devastador impacto que han tenido sobre el pueblo.
El economista Jesús Faría ha resumido las consequencias del bloqueo económico-financiero que no ha terminado, pero contra el que la resistencia heroica del pueblo de Bolivar y de Chávez está dando resultados evidentes. Desde 2014, las MCU han afectado a más de 192 personas, más de 140 empresas privadas, más de una docena de empresas públicas, 69 barcos, 30 buques petroleros, 58 aeronaves y han sequestrado ilegalmente más de 31 toneladas de oro en el Banco de Inglaterra, y más 7.000 millones de dólares en varios bancos extranjeros.
Particularmente golpeado, el sector tecnológico. Lo ha explicado la ministra de Ciencia y Tecnología, Gabriela Jiménez. Los microscopios de investigación no pudieron repararse ni mantenerse, debido al bloqueo de Portugal, donde fueron adquiridos. Y así sucedió con los componentes necesarios para reparar el material en los infocentros y para la industria que produce las «canaimitas», las laptops distribuidas gratuitamente a los niños y niñas venezolanos.
En el sector científico – dijo la ministra -, las mujeres han logrado la igualdad de género y existe una alta representación femenina en los principales institutos científicos. La Unesco reconoce que ocupan el 60% del sector científico nacional. El 70% de la red de vigilancia genómica de la pandemia está formada por mujeres. Y las mujeres son las puntas de lanza de la resistencia al bloqueo criminal. Representan el 65% de la Alianza Científico-Agraria, plan nacional que, hasta el momento, reemplaza importaciones por un volumen equivalente a 400 millones de dólares, solo en semillas de papa.
Según explicó la ministra, esta Alianza es un ejemplo de cómo se pueden crear comunidades para contrarrestar la privatización del conocimiento desarrollando redes de intercambio, pues está presente en 17 estados del país y afecta a 3500 familias campesinas. En un país que trabaja arduamente para lograr la soberanía alimentaria y la independencia tecnologica, y que ya ha frustrado de manera efectiva las medidas coercitivas unilaterales, el equivalente a $16 millones en importaciones ha sido reemplazado por el proyecto Cayapa Heroica, una iniciativa dirigida a jóvenes que recuperan y reparan instrumentos médicos dañados, y especialmente incubadoras.
La Cayapa también ofrece programas de formación horizontal permanente para mujeres-mujeres, niñas-niñas, adolescentes-adolescentes para romper con el modelo de dominación impuesto y descolonizar los procesos y formas de producción en una perspectiva antipatriarcal, porque los números de paridad, solo, no son suficientes. Es necesario un cambio de rumbo profundo, en la ciencia y en la sociedad en su conjunto.
“Debemos luchar por hacer que nuestro socialismo feminista sea cada dia más una realidad”, dijo el profesor Adán Chávez durante un debate con una otra dirigente del partido, Blanca Eekcout. El encuentro, que tuvo lugar en el Instituto de Altos Estudios Hugo Chávez ha recordato el compromiso constante del Comandante por desmantelar la visión patriarcal, relatando su conciencia en desnudar el machismo, lo que lo llevó a acompañar y apoyar todas las iniciativas propuestas por las feministas venezolanas.
Un resultado tangible hoy en todos los niveles de la política bolivariana, cuyo marco legal y normativo se adelanta en ocasiones a ese sentimiento común que alimenta el machismo en América Latina.
“Nosotras las mujeres – dijo Blanca – hemos cultivado el amor, porque nuestro ser está profundamente ligado a la vida, y el Comandante hizo que el vínculo supremo entre nosotros, mujeres y hombres, fuera el amor. Por esto, los hombres no han tenido vergüenza de llorar públicamente por él. Y, después del golpe de abril, corrimos a liberarlo sin importar el peligro. Teníamos que proteger a uno de nosotros».