En medio de todo este debate sobre el «Adiós al chavismo» de Roland Denis, uno a veces encuentra opiniones muy interesantes en el lugar donde uno menos lo esperaba. Estaba en el metro esta mañana dirigiéndome al trabajo, cuando un señor que vendía caramelos de jengibre en el vagón decidió sentarse en uno de los […]
En medio de todo este debate sobre el «Adiós al chavismo» de Roland Denis, uno a veces encuentra opiniones muy interesantes en el lugar donde uno menos lo esperaba. Estaba en el metro esta mañana dirigiéndome al trabajo, cuando un señor que vendía caramelos de jengibre en el vagón decidió sentarse en uno de los puestos para adultos mayores y descansar un poco de su prohibida faena. De piel oscura, unos sesentitantos años, delgado y bastante extrovertido, su rostro mostraba las huellas de toda una vida de trabajo y sacrificio.
Inevitablemente comenzó a hablar con algunas de las personas que estaban de pie en el vagón. Les contaba que estos caramelos los vendía muy baratos, que en las bodegas los vendía a 10 bolívares cada uno. Y la conversa inevitablemente se fue al tema del alto costo de la vida, la especulación, las colas, los bachaqueros, lo difícil y caro que estaba todo. Que para mucha gente no estaba fácil poder comer. E inevitablemente el tema comenzó a tocar al gobierno: que los funcionarios no hacen nada, que hay muchos ladrones, que roban lo que les da la gana, etc.
«Es que el mayor error que cometió Chávez, fue decir que votaran por Maduro. ¡Allí sí la cagó! Chávez lo que tenía que haber hecho, es dejar que todos se lanzaran en las elecciones, y que la gente votara por el que mejor les pareciera», decía este señor.
«¡Y ojo, yo voté por Maduro!», enfatizó.
«Otro pendejo más que se volteó», pensaba yo para mis adentros.
Frente al señor de los caramelos estaba sentado otro, también en los asientos azules para personas con discapacidad. De piel igual de oscura, más obeso aunque visiblemente con mejor estatus económico y también muy extrovertido, era más joven pero requería el asiento porque estaba recién operado de la pierna. Este señor, seguramente un opositor que tenía ganas de escuchar cómo un chavista se arrepentía de sus convicciones, le hizo la pregunta inevitable al señor de los caramelos de jengibre:
«Y en diciembre, ¿vas a volver a votar por Maduro?»
«¡¡¡¡¡YO SÍ!!!!», respondió el señor de los caramelos de jengibre, sorpresivamente.
El segundo señor se quedó mudo por unos segundos, y le respondió con cierta indignación que delató su posición política: «¿¡¿¡Vas a volver a votar por Maduro después de todo lo que contaste?!?!»
«¿Tú crees que, con tanto que hemos nadado y me voy a dejar ahogar ahorita?», le respondió el vendedor de caramelos de forma muy cómica, dejando boquiabiertas a algunas personas que escuchaban la conversación sin meterse, en particular a una muchacha con pinta de sifrina que estaba al lado mío, que al parecer no entienden que el hecho de que un chavista esté molesto con su gobierno, con un funcionario, con una decisión o con una situación determinada no significa que deje de ser chavista.
El señor de los caramelos pasó a explicar mejor su punto de vista. Él decía que en efecto, el gobierno estaba lleno de ladrones y sinvergüenzas, tal y como también lo había en los gobiernos del pasado. «Si yo no salgo a la calle a trabajar, yo no voy a comer. ¿Qué crees, que si voy a Miraflores y digo que voté por Maduro me van a dar comida?».
Pero, acto seguido, pasó a explicar por qué, para él, el gobierno de Maduro y el de Chávez eran distintos a sus predecesores: «Maduro ha hecho un montón de casas para nosotros, para la gente mas pobre, ¡por todos lados! Y se las dan, porque yo lo he visto. ¡Eso no pasó nunca antes!» Pasó a explicar cómo a unos conocidos, durante el gobierno de Herrera Campins, les dieron como casa unos containers, y el suplicio que esa gente vivía cuando pegaba el sol. Y señalaba que eso no estaba pasando hoy, que hoy sí había un gobierno que ayudaba a los más pobres de los pobres.
«Lo que pasa, es que USTEDES ―dijo señalando al otro señor, el que le preguntó si volvería a votar por Maduro― están molestos porque el gobierno les está dando todo a los más pobres, a la gente que nunca ha tenido nada. ¡Eso es lo que más les duele!»
Debo decir que me alegró la conversación, pero no demasiado. Es como si nos dijeran que los chavistas roban pero dejan robar, o que el chavismo es bueno porque regala cosas. Sí, estoy orgulloso de que el gobierno bolivariano se preocupe por aquellas personas que jamás había recibido nada y lo merecen todo. Pero un gobierno no es bueno sólo porque regale cosas en los momentos de abundancia. Es mucho más lo que caracteriza a un gobierno socialista y anticapitalista.
Cuando los chavistas hablamos entre nosotros, la queja casi siempre es unánime: hay gravísimos problemas causados por la corrupción, la ineficiencia, la irresponsabilidad y el burocratismo, a los que ahora hay que añadir la crisis por la caída de los precios del petróleo, la falta de producción nacional y el hecho de que nos acostumbramos a la «vida fácil» que daba el rentismo petrolero. Y luchar contra esos problemas NO ES nada sencillo.
Pero la solución no es abandonar el chavismo. Ni asumir que el chavismo se acabó. La solución es seguir luchando para depurarlo, para mejorarlo cada día. Es algo que le debemos a Chávez mismo. Como dijo un amigo: «Yo no le digo adiós al chavismo, sino que invierto la ecuación: me he quedado en el chavismo y le he dicho adiós a quienes profanan su memoria y se mimetizan con su legado. Ergo, quienes dijeron adiós al chavismo son ellos, no nosotros».
Es nuestro deber seguir en el chavismo, pero luchando.
- Luchando contra los propios demonios y vicios que tenemos dentro de cada uno de nosotros. Leyendo, reflexionando, escuchando a quienes nos critican, debatiendo, cambiando cada cosa que deba ser cambiada.
- Luchando contra las facilidades y el confort que nos dio el rentismo.
- Luchando contra la corrupción, la ineficiencia, el burocratismo, la flojera y los males que algunas personas que se disfrazan de chavistas quieren causarnos.
- Luchando contra la derecha exógena (tanto las burguesías nacionales como los factores internacionales que, más que derrocar al chavismo, quieren adueñarse del país y de sus recursos).
Me niego a escribir artículos insultando y lanzando un poco de adjetivos contra Denis, cuando él tiene razón en parte de las cosas que escribe. Es muy hipócrita insultarlo porque él sea «el enemigo de turno», porque ya Nicmer, Toby y Dieterich pasaron de moda. ¡A mí no me deprime un artículo de Aporrea, coño! A mí lo que me deprime es enterarme de que uno de esos carajos que sale catorce veces al día en VTV, que en algún momento estuvieron al lado de Chávez o de Maduro y hasta les levantó el brazo, sea tremendo corrupto, ladrón o ineficiente, o que maltrate al pueblo o a sus subalternos, y no se pueda hacer mucho para cambiar esa realidad.
Y esto sin generalizar, porque muchos en el alto gobierno son gente valiosa y honesta. Pero caray, esa lucha contra la corrupción, esa OLP interna que tenemos que hacer, es muy importante, tal vez más importante que nunca antes en la historia de este proceso revolucionario.
Y es una lucha mucho más complicada. Es fácil luchar contra un enemigo cuando lo tenemos fácilmente identificado… cuando sabemos que «el malo» es Capriles, Leopoldo o los guarimberos. Pero luchar contra la corrupción, la ineficiencia o contra nuestros propios vicios… ¡eso sí que es difícil!
En fin: ¿quién dijo que hacer una revolución es fácil? Fácil es rendirnos y decir que es culpa de los corruptos. Y es aquí donde le diría a Roland Denis, y a quienes se sientan como él, que descansen un poco, que busquen otros ambientes, otros espacios donde hacer su lucha cotidiana. Pero que no abandonen el chavismo. Que aquí necesitamos gente que ayude a luchar y depurar, en el que tal vez sea el momento más complicado de este proceso revolucionario.
¿Y qué hay sobre lo que este señor dijo en torno a que Chávez se equivocó con Maduro? Los humanos somos muy inconformes, y quienquiera que Chávez hubiera elegido, hoy nos estaríamos quejando de esa persona. Tal vez lo que el señor de los caramelos trataba de decir, es que si en vez de que Chávez hubiera escogido a alguien lo hubiéramos escogido nosotros mismos, no nos estaríamos quejando tanto porque la culpa sería nuestra . Pero en ese caso, yo creo que los humanos somos tan inconformes que estaríamos culpando a Chávez por no dejar un sucesor. Así que no nos quejemos tanto, que de cualquier forma nos estaríamos quejando.
pd. Cuando vean al vendedor de caramelos de jengibre en el Metro, ¡cómprenle unos cuántos!
Fuente: http://lubrio.blogspot.com.es/2015/09/la-respuesta-del-vendedor-de-caramelos.html