Este viernes 19 de abril Nicolás Maduro tomará juramento como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, luego de haber ganado las elecciones, el 14 de abril pasado, por una leve diferencia -1.70%, cerca de 300 mil votos-. Ante ese escenario, no previsto con anterioridad, la derecha venezolana fogueó un escenario de desconocimiento del resultado […]
Este viernes 19 de abril Nicolás Maduro tomará juramento como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, luego de haber ganado las elecciones, el 14 de abril pasado, por una leve diferencia -1.70%, cerca de 300 mil votos-.
Ante ese escenario, no previsto con anterioridad, la derecha venezolana fogueó un escenario de desconocimiento del resultado que llevó a una escalada violenta contra la Revolución Bolivariana, con el triste saldo de 8 militantes populares asesinados, 61 heridos, locales partidarios del PSUV atacados, Centros de Diagnóstico Integral de las Misiones Sociales dañados, y medios de comunicación como Venezolana de Televisión y Telesur asediados.
Maduro responsabilizó directamente a Henrique Capriles, ex candidato presidencial de la MUD y gobernador del Estado Miranda, por estos lamentables hechos.
Un balance tras la elección sobre el escenario político venezolano
Con el resultado se imponen dos tareas de primer orden. En primer lugar, detener los intentos de desestabilización de la derecha venezolana, que, como en 2002, cuentan con el aval de EEUU -único país que, al momento de escribir estas líneas, aún no ha reconocido al gobierno de Nicolás Maduro-. Esta es hoy la tarea primaria, que tiene que ver con la defensa directa de uno de los procesos de cambio más importantes a escala continental -que ha avanzado ampliamente en ámbitos como salud, educación, vivienda, trabajo, participación popular, entre otros de notoria relevancia-. Las organizaciones de toda América Latina han dado un ejemplo de ello, movilizandosé en las principales capitales para que se respete la voluntad expresada el 14 de abril. En el ámbito de la militancia popular la defensa de la Revolución Bolivariana toma en estos tiempos un carácter similar a la solidaridad desplegada décadas atrás en pos de defender a la Revolución Cubana del constante asedio de EEUU -que, aún hoy, continúa-. Para decirlo con claridad: Venezuela se ha convertido, tras la siempre vigente Cuba Revolucionaria, en una referencia indiscutida para hablar de cambio social en Nuestra América, y la movilización que continentalmente se ha dado en defensa de la voluntad popular expresa ese liderazgo.
En segundo lugar, es necesario analizar los resultados de la elección minuciosamente. Lo dijo Maduro en la noche del 14, tras conocerse el primer boletín del CNE: «Empieza una nueva etapa en la Revolución, con eficiencia, honestidad y con el Poder Popular para rectificar y avanzar. El poder popular debe ser la fórmula para enderezar los entuertos». Estas palabras del Presidente venezolano tienen relación directa con lo dicho por el propio Hugo Chávez en una de sus últimas apariciones públicas, en el Consejo de Ministros del 20 de Octubre de 2012, cuando señaló algunas dificultades que estaba visibilizando en un proceso tan importante como la construcción de Consejos Comunales y Comunas, y la necesidad de avanzar en eso para preservar -y profundizar, claro- la Revolución Bolivariana. El » Nicolás, te encomiendo esto como te encomendaría mi vida, las comunas» de Hugo Chávez en Octubre debe ser tomando como un llamado de atención de cara a lo que viene: sin poder popular no hay revolución triunfante a mediano y largo plazo.
La urgencia del pedido se incrementa luego del resultado que, aunque favorable, no tuvo la contundencia esperada, de acuerdo a los sondeos de opinión que circularon con anterioridad. ¿Qué factores pueden haber incidido en que no haya habido una diferencia mayor el 14 de abril? Varias cuestiones, entre ellas la percepción de Capriles de que, corriendo su discurso al centro, no perdía votos por derecha -por pertenecer, claro, a una de las familias más acaudaladas del país-. También una certeza relacionada al voto de los «ni-ni», donde el carisma de Chávez hacía una diferencia indiscutible, que podía potenciar al chavismo en las presidenciales respecto a los votos obtenidos en legislativas y regionales. Y, por supuesto, el tema económico tras la devaluación, donde han influido notoriamente cuestiones de sabotaje y acaparamiento de productos para las necesidades básicas por parte de la burguesía venezolana para debilitar al gobierno -en ese entonces interino- de Maduro.
¿Cómo seguir de acá en más? ¿Cómo fortalecer y profundizar la Revolución?
Maduro fue muy claro respecto a algún posible «pacto de gobernabilidad» tras la elección: » Aquí no habrá ningún pacto con la burguesía. Y si sigue la violencia, radicalizaremos la revolución. Estoy dispuesto a hacerlo. Cuento con el apoyo de un pueblo y de unas Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas». Este mensaje muestra la fortaleza necesaria para un momento como el actual, donde la correlación de fuerzas -al menos electoralmente- ha tenido un cambio concreto. Ceder significaría mostrar una peligrosa debilidad. Y en una Revolución asediada por el imperialismo, mostrar debilidad puede ser letal.
Habrá que tener en cuenta cuestiones relativas a la gestión de gobierno en el nuevo periodo. La búsqueda de una eficiencia mayor en las cuestiones cotidianas. La necesidad de enfrentar la corrupción y el burocratismo dentro del Estado. Y la urgencia de enfrentar los sabotajes permanentes de algunos sectores de la burguesía venezolana, empecinada en dar por tierra la experiencia de la Revolución Bolivariana. Hay que marcar los errores, y corregirlos. Ser exigentes con lo planificado. Esas son algunas de las enseñanzas más grandes que ha dejado Chávez en su planificación sobre el «Socialismo del Siglo XXI».
Se hace necesario, también, cumplir al pie de la letra el «Programa de la Patria 2013-2019» y sus cinco principales objetivos: la independencia nacional; la consolidación del socialismo para superar al capitalismo depredador; el proceso de convertir a Venezuela potencia en el marco de un proceso de integración regional con centralidad en ALBA, CELAC, UNASUR; la contribución en la conformación de un mundo multicéntrico; y la preservación de los recursos naturales para preservar también al planeta. Se trata de aceptar, como claramente se enuncia en el «Programa de la Patria», que «la formación socioeconómica que todavía prevalece en Venezuela es de carácter capitalista y rentista. Ciertamente, el socialismo apenas ha comenzado a implantar su propio dinamismo interno entre nosotros. Éste es un programa precisamente para afianzarlo y profundizarlo; direccionando hacia una radical supresión de la lógica del capital que debe irse cumpliendo paso a paso, pero sin aminorar el ritmo de avance hacia el socialismo».
Con esos desafíos, particulares y generales, Nicolás Maduro deberá comenzar su primer mandato al frente de la Revolución Bolivariana, con toda la responsabilidad que ello implica. A juzgar por la contundente respuesta a los intentos de desestabilización, el sucesor de Hugo Chávez estará a la altura de las circunstancias.
[1] Artículo para la revista MAREA Número 3, Publicación mensual del movimiento MAREA Popular de Argentina, integrante de la Articulación de Movimientos Sociales hacia el ALBA
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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