La revolución social, por ser un proceso colectivo que se desarrolla en la dimensión tiempo-espacio y por ser un producto del género humano, es indudablemente un fenómeno vivo; una especie de organismo complejo, misterioso y maravilloso, así como lo es la vida misma. Con la diferencia que la existencia y duración de las revoluciones sociales […]
La revolución social, por ser un proceso colectivo que se desarrolla en la dimensión tiempo-espacio y por ser un producto del género humano, es indudablemente un fenómeno vivo; una especie de organismo complejo, misterioso y maravilloso, así como lo es la vida misma. Con la diferencia que la existencia y duración de las revoluciones sociales depende esencialmente de la voluntad de los pueblos que las realizan y las defienden, mientras que la vida es un estado finito de la materia organizada, autorregulado por mecanismos internos de desarrollo, transformación y reproducción; funciones estas que determinan el estado vital de los organismos biológicos.
La continuidad de la revolución bolivariana de Venezuela, nolens volens, está íntimamente vinculada al carisma y popularidad de su Presidente Hugo Chávez Frías y el futuro, al parecer, al grado de salud del mandatario. Lógicamente y por razones obvias, la anamnesis y la patología son un secreto de estado, puesto que las células contrarrevolucionarias pitiyanquis y foráneas, sobre todo las que operan tras bambalinas, siguen siendo más peligrosas que las células cancerígenas en el organismo del Presidente Chávez. Un diagnóstico diferencial y público del tumor primario conllevaría a la agitación ideológica contrarrevolucionaria, a la especulación política y a la conspiración parlamentaria.
La historia de la revoluciones está llena de enfermedades y muertes de sus dirigentes, patologías muchas veces inducidas por los enemigos de la revolución y otras tantas veces como el resultado del desgaste natural del cuerpo humano.
Cuando Lenin enfermó de gravedad a principios de los años veinte del siglo pasado, la preocupación fue grande y seria, pues la revolución estaba en pañales y el futuro de la revolución, aunque no pendía literalmente del hálito de vida que le quedaba; él sin lugar a dudas, era una pieza clave y estratégica en la conducción y estabilización del proceso revolucionario. Por una parte, el gobierno ruso enfrentaba una contrarrevolución abierta y descarada en el marco de una crisis económica-social, y por otra, las luchas intestinas por el poder en el partido bolchevique dificultaban más las cosas. En estas condiciones críticas, se requería con urgencia la presencia en el trabajo cotidiano de un Lenin sano y pleno de vida. Para desgracia de la revolución bolchevique y toda la humanidad, Lenin murió demasiado joven.
A diferencia de la incipiente revolución bolchevique, la revolución cubana, al enfermarse Fidel en 2006 y delegar el poder al Vice-Presidente de la Republica Raúl Castro, contaba ya con 47 años de fogueo en el combate antiimperialista y contrarrevolucionario y si bien es cierto que en los primeros meses hubo mucha preocupación y especulación por el devenir de la revolución cubana, la enfermedad de Fidel puso a prueba el nivel político-ideológico y cultural del pueblo cubano y fue sobre todo, un parámetro para medir el nivel de desarrollo y consolidación del partido comunista cubano.
El proceso revolucionario venezolano tiene sus particularidades y características históricas propias de desarrollo, que lo diferencia de los anteriormente mencionados. Probablemente los orígenes de la revolución bolivariana de Venezuela podrían encontrarse en el golpe militar fallido de 1992, encabezado por un grupo de oficiales del ejército venezolano, integrantes todos del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, entre los cuales se destacaba la figura de Hugo Chávez Frías. La revolución bolivariana de Venezuela es una revolución que comenzó desde arriba con el triunfo de Hugo Chávez en las urnas electorales en diciembre de 1998 y que se ha ido consolidando desde entonces en el marco democrático parlamentario de la sociedad capitalista. El pueblo venezolano tiene la suerte de tener en la persona de Hugo Chávez Frías a un político carismático, popular y profundamente humanista, ecléctico muchas veces en su concepción del mundo, pero al fin de cuentas anticapitalista y antiimperialista. El peso específico del Comandante Chávez y su arraigo en las masas populares es un hecho innegable, pero al mismo tiempo es la gran debilidad de la revolución venezolana: Solamente existe un solo Hugo Chávez Frías y no es infinito.
Independientemente del tipo de pronóstico de la enfermedad del Comandante (bueno, malo, moderado, grave o incierto) es un hecho que dicha situación encierra muchas preguntas en relación al sino de la revolución bolivariana. Ojalá el tratamiento terapéutico que recibe en Cuba pueda contrarrestar y mantener a raya a las células cancerígenas o mejor aún, lograr su aniquilamiento definitivo. Por supuesto, todo depende del tipo del tumor maligno y del órgano afectado.
Por el momento, si damos crédito a los informes clínicos publicados y difundidos por el propio Presidente Chávez, la revolución bolivariana estaría a nivel terapéutico, ganándole la batalla a las células cancerígenas y a nivel parlamentario, desmantelando a las células contrarrevolucionarias. Esperemos y deseemos que así sea, por el bien de Venezuela, América Latina y el mundo entero.
Mientras tanto, a revisar las políticas estratégicas partidarias, a sumar fuerzas revolucionarias, consolidar las alianzas de clase y sobretodo, profundizar en la política de cuadros.
Fuente: http://robiloh.blogspot.com
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