La Universitat de Valencia expone hasta el 27 de marzo un conjunto de 59 piezas de la revolución liderada por Mao Zedong
A veces una sencilla exposición, sin grandilocuencia ni exceso de materiales, puede reflejar con fidelidad trascendentales procesos históricos. Es lo que ocurre con la muestra «De las manos negras al sol rojo. Carteles de la Revolución Cultural China», que exhibe la Universitat de Valencia hasta el próximo 27 de marzo.
Un conjunto de 59 piezas -entre carteles originales y otros objetos como libros, insignias, tazas o bandoleras- expuestas en una pequeña sala aproximan al visitante a un proceso complejo, de gran relevancia para la China contemporánea, al que los historiadores se han acercado desde diferentes puntos de vista. Los 45 carteles originales proceden de la colección de arte contemporáneo de la Universidad de Granada.
Impulsada por Mao Zedong en 1966, la Revolución cultural consistió en una campaña de masas dirigida contra altos cargos del partido comunista y de la estructura estatal (Liu Shaoqui, jefe del estado y Deng Xiaoping, secretario general del partido), a quienes se acusaba de desviarse hacia posiciones capitalistas. También se ha interpretado como una lucha por el poder político en la que Mao finalmente consiguió recobrar su autoridad.
La «Declaración de los 16 puntos» del Comité Central del Partido Comunista Chino, presidido por Mao Zedong en 1966, resume nítidamente los fines de la revolución cultural y sirven para contextualizar la exposición: «Aunque derrocada, la burguesía todavía trata de valerse de las viejas ideas, cultura, hábitos y costumbres de las clases explotadoras para corromper a las masas y conquistar la mente del pueblo en su esfuerzo por restaurar su poder».
Y agrega: «El proletariado debe hacer exactamente lo contrario: debe propinar golpes despiadados y frontales a todos los desafíos de la burguesía en el dominio ideológico y cambiar la fisonomía espiritual de toda la sociedad utilizando sus propias nuevas ideas, cultura, hábitos y costumbres».
Es decir, movilizar a las masas campesinas, obreras y a los soldados del ejército popular mediante el uso de las modernas técnicas de propaganda. Con este fin los carteles potencian la figura del camarada Mao y utilizan un lenguaje muy sencillo y esquemático, que las clases populares pueden asimilar fácilmente. Predominan la imagen, las grandes consignas y el rol heroico del proletariado como mecanismo de agit-prop.
Según Alicia Relinque, profesora de Literatura China en la Universidad de Granada y comisaria de la exposición, recuerda que la utilización simbólica de la escritura, colores y figuras es recurrente en toda la tradición china. «Nada mejor que el rojo para simbolizar el renacimiento, la abundancia, la riqueza o la alegría; Con la misma idea hay carteles que identifican a Mao con un gran sol», explica la profesora.
Las 59 piezas que componen la muestra admiten una clasificación por categorías: el culto a Mao Zedong; el país, el partido y la revolución; internacionalismo socialista; héroes y villanos; las óperas modelo; campañas y El Diario del Pueblo. Todas responden a la siguiente pregunta del Gran Timonel: «¿Cómo puede uno hablar de creación artística y literaria si le resulta ininteligible gran parte del lenguaje de las masas?».
Quienes visiten la exposición podrán observar cárteles de gran repercusión histórica. El más destacado, «El Presidente Mao va a Anyuan» fue impreso más de 900 millones de veces durante la Revolución Cultural. Se convirtió en un retrato «modelo» que representaba el viaje de Mao a Anyuan en 1927, con motivo de una masiva huelga de mineros. El presidente Mao aparece en primer plano de la composición avanzando desafiante y con espíritu revolucionario. Al fondo, la agitación de las nubes representa el punto álgido de la lucha de clases.
La exposición también incluye «La fundación del país», un cartel basado en una pintura de 1953 con el mismo título y que constituye un documento histórico de primera magnitud. En torno al eje representado por Mao Zedong se sitúan el resto de los padres fundadores y, a la derecha de la composición, las masas enarbolando banderas rojas. Algunos de los personajes que acompañan a Mao fueron apareciendo y desapareciendo en función de la evolución política del país.
Las luchas antiimperialistas, sobre todo contra la hegemonía norteamericana encuentran un hueco en la muestra. «El Vietnam vencerá, los Estados Unidos serán derrotados» representa a un soldado vietnamita que apunta con la bayoneta a un soldado americano en plena selva. O un cartel con el presidente Mao en el centro de un gran sol, rodeado por militantes revolucionarios de todo el mundo, insiste en la misma idea.
Capítulo especial merece Lei Feng, uno de los héroes de la revolución china. Nacido en 1940 en una familia de campesinos pobres, este personaje se convierte en un icono de masas por su fervor maoísta y sus habituales actos de altruismo a favor de los más necesitados. La Universitat de Valencia expone el cartel «La historia de Lei Feng. La venganza de clase no se olvida» pero hasta la década del 2000 han llegado las campañas con la imagen de este héroe fallecido en 1964.
La apelación al espíritu movilizador para reconstruir China se aprecia en el cartel «Como el viejo de la montaña mueve montañas, reconstruyamos China». Se toma como modelo la comuna popular de Dazhai, convertida en paradigma productivo -sin propiedad privada- y de igualdad en las remuneraciones a partir de 1964. El cartel muestra al país en plena efervescencia productiva en todos sus sectores, entre pancartas con fondo rojo y consignas de aliento a las masas.
«Los cuadros de toda clase, los combatientes en el ejército, los obreros en las fábricas y los campesinos en las aldeas quieren, si saben leer, libros y periódicos; y los que son analfabetos desean ver teatro, contemplar pinturas, cantar canciones y escuchar música; ellos son el público para nuestras obras artísticas y literarias». Palabras de Mao en el foro de Yan’an que resumen el contenido de la Revolución Cultural y subyacen a sus carteles. Unos carteles que, con su simplicidad y grandeza, forman parte del acervo histórico de la izquierda.