Todos los días somos muchos los hombres y mujeres, jóvenes y adultos, que nos levantamos con ganas de seguir construyendo la Patria Grande soñada por Bolívar y ese mundo perfecto soñado por Marx y otros tantos que hoy mantienen su pensamiento vigente, vivo, venerado y también despreciado. No dudo que hayamos sido acertados, esta revolución […]
Todos los días somos muchos los hombres y mujeres, jóvenes y adultos, que nos levantamos con ganas de seguir construyendo la Patria Grande soñada por Bolívar y ese mundo perfecto soñado por Marx y otros tantos que hoy mantienen su pensamiento vigente, vivo, venerado y también despreciado.
No dudo que hayamos sido acertados, esta revolución nació en el momento y espacio justo y preciso, se levantaron las banderas del Socialismo en un pequeño país de un continente nuevo al Sur de la América Bolivariana, esclava por 500 años y más, con las condiciones ideales para ser el punto de referencia de la lucha de los pueblos a nivel mundial en pleno nacimiento del siglo XXI.
Lo decía Bolívar cual profeta de su tiempo: «Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias a nombre de la libertad»
Hagamos un paseo muy breve por los hechos que caracteriza nuestro siglo y en medio de qué tormenta se edifica nuestra revolución:
Invasión a Iraq, Afganistán, Libia, probablemente a Siria, desaparición forzosa de Palestina, guerra mediática mundial, golpes de Estado, conspiraciones contra las revoluciones de los pueblos, crisis económica mundial, caída libre del dólar y euro, guerras civiles, marchas, agitaciones populares, bombardeos, muertes, explotación, esclavitud, masacres, colonización, inminente quiebra de Europa y el imperio norteamericano, caracazos generalizados por el mundo, represión, depresión, crack… etc.
Hemos levantado las banderas del Socialismo a tiempo, no dudo que hayamos sido acertados, las condiciones generadas o mejor dicho, degeneradas ha enloquecido al mundo imperial y en su desespero por no morir atenta contra cualquier elemento de contradicción que no le sea favorable; Sur América está amenazada, si amenazada una revolución amenazado el conjunto, y no basta con solidarizarnos y rezar, no está negado pero actuar es aún más favorable y necesario en este momento crucial, el mundo grita Revolución y nosotros estamos en un laberinto.
La idea no es callar y la ventaja de la palabra escrita es que queda viva por siempre para alimentar la historia y permanecer perennemente en el presente, hoy cuando la crisis económica mundial hace inminente un crack en las finanzas norteamericana y europea se crecen las ambiciones imperiales por obtener las riquezas naturales y energéticas que les son útiles en el mantenimiento de «orden mundial vigente»: el capitalismo neoliberal.
Estamos viviendo tiempos terribles, se usa la figura del «terrorismo» para criminalizar las luchas de los pueblos, se usa la figura de la «dictadura» para criminalizar las democracias de los pueblos, se usa la figura del «terror» para criminalizar las revoluciones de los pueblos, se usan las «bombas humanitarias» para acabar con los pueblos, sabemos que el Imperialismo maneja bien los códigos para manipular y justificar sus acciones con la excusa de la paz, ¡que acertado Bolívar!, no se equivocó, y nosotros estamos en un laberinto.
Sabiendo que el Imperio norteamericano tiene una deuda que equivale a dos tercios del PIB mundial, es decir, ¡¡¡a 66,66%!!! ¿Cómo es que nosotros que tenemos grandes reservas de oro a cielo abierto, agua dulce y petróleo, ¡la más grande del mundo! vamos a seguir luchando ingenuamente creyendo que nada nos va a suceder? El mundo capitalista se niega a morir y está actuando, interesante sería encender la llama del alerta popular, pero lamentablemente, en este momento, nosotros estamos en un laberinto.
Así como describí el mundo actual voy a describir las cosas que hoy por hoy mantienen a la Revolución Bolivariana en un laberinto que tiene varias salidas: muchas hacia el capitalismo y solo una al Socialismo:
Injusticia, corrupción, burocratismo, quintas columnas, infantilismo de izquierda, surgimiento de la nueva burguesía y enquistamiento de la pequeña burguesía en el Poder, reformismo, restablecimiento de las relaciones con Colombia, reconocimiento del Gobierno de facto de Porfirio Lobos en Honduras, salida de ministros eficientes y revolucionarios como Eduardo Samán, entrega de revolucionarios a gobiernos fascistas y al imperio norteamericano como terroristas, apresamiento de camaradas revolucionarios como si fueran delincuentes, ineficiencia, mantenimiento de «cuadros» ineptos, deformados y desconfiables en el Poder, sectarismo, populismo, pragmatismo, retrasos y obstaculizaciones, reserva del líder… etc.
Ciertamente esta revolución ha tenido muchos logros y aciertos, pero no podemos negar que estamos amenazados de muerte por varios factores: el imperialismo norteamericano y sus títeres aliados; la burguesía nacional e internacional, nuestra derecha endógena, la falta de formación política-ideológica y el tiempo.
¿Qué hacer? Es la pregunta
Ante un mundo en crisis Venezuela se ha convertido en referencia planetaria de las luchas populares, pero a veces pareciera que tenemos una «Revolución permitida» y que bajo la estrategia de la degradación y el vilipendio se despejan el camino haciendo a un lado a los radicales tildados para la historia como «contrarrevolucionarios».
Yo no me creería la de Gaddafi consintiendo a la derecha internacional mucho menos a la nacional, creyendo que el imperialismo y sus lacayos perdonan una revolución que atentó contra sus intereses quitándole lo más preciado, una bendición para el desarrollo tecnológico y social, una maldición para quienes lo poseen, el famoso oro negro: el petróleo.
Hoy nos damos la mano con Santos como si nunca nada pasó, es como citar a los escuálidos cuando pretenden que olvidemos la historia para no tener que justificar sus errores cometidos, y ya no hablamos de los gobiernos criminales y narcoterroristas para no arriesgar nuestras excelentes relaciones con un país hermano gobernado por una oligarquía que tampoco perdona ni perdonará revivir a Bolívar y los intereses del proletariado latinoamericano.
Pocos le han tomado la palabra al comandante Chávez cuando llamó a rebajarse los sueldos exorbitantes de algunos funcionarios, pocos le han tomado la palabra cuando ha llamado a la eficiencia, a la formación marxista, leninista, más que socialista, comunista; pocos le han tomado la palabra cuando llama destruir al Estado Burgués y su lógica para crear un nuevo Estado, uno Socialista, no viciado ni sucio; pocos le han tomado la palabra al comandante cuando pide a gritos formar al pueblo y transferirle competencias, pocos entienden que las comunas no se decretan y que un Consejo Comunal es más que gestionar cemento y cabilla, pocos le han tomado la palabra cuando llamó a aplicar las tres R², pero eso sí, todos, absolutamente todos sabemos que así no se hace, que así no es, que tenemos fallas, que la estamos cagando y mientras tanto nosotros seguimos en el mismo laberinto.
Esta revolución nos dio un rol participativo y protagónico: refundó la República, acabó con el analfabetismo, ingresó miles de jóvenes y adultos a la educación transformando a toda la patria en una escuela, concedió atención a la salud del pueblo en los sectores populares donde nunca hubo un médico; disminuyó notablemente la tasa de desempleo, recuperó espacios que por años estuvieron abandonados, deteriorados; rescató nuestro carácter imperialista; creó las misiones Socialistas para atender y dignificar directamente al pueblo; nos llamó a la organización y a asumir el Poder Popular; detuvo las privatizaciones y nacionalizó nuestros intereses; recuperó nuestro petróleo, nuestras empresas, nuestro oro; fortaleció y enalteció nuestro talento deportivo y artístico-cultural; nos llamó a la militancia y a la batalla de ideas; democratizó nuestros espacios radioeléctricos; fortaleció nuestra economía al punto que no hemos sentido los embates de la crisis económica mundial, eso y muchas otras cosas que nos indican que estamos en una revolución y aún así, seguimos en un laberinto.
Hoy, cuando el comandante Chávez se encuentra pasando por un momento difícil donde el cáncer tampoco perdona a uno de los más grandes líderes de la historia de los pueblos, se hace muy necesario abrir un debate nacional sobre nuestro papel en la historia; nuestro rol como sujetos de transformación y cambio, y como pueblo consciente y organizado; hoy, aunque muchas y muchos camaradas se nieguen a comprender que el comandante es un ser humano y no una divinidad que físicamente pueda vivir para siempre, su cáncer nos lo recuerda claramente, más allá de que pueda superar este desagradable hecho, debemos reflexionar que los procesos revolucionarios no deben depender de un hombre, si algo no muere nunca son las ideas y ellas son las que deben prevalecer en la actuación y en los hechos; pero muchas y muchos temen ser catalogados de contrarrevolucionarios por plantear esta situación, Gramsci lo decía así: somos los únicos capaces de «mantener o cambiar una concepción del mundo», la historia depende de nosotros camaradas, los miedos no son válidos en este momento, lo sabemos y aún así seguimos en un laberinto.
El Partido también tiene un desafío en este tiempo histórico, pero en ello no quiero ahondar en este momento, quienes estamos inmersos en la dinámica de la construcción de un nuevo modelo político militante, es decir, de un modelo revolucionario, sabemos que en la actualidad nuestra dirección cumple un papel meramente lisonjero, pero también tiene carencias formativas e intereses de algunas y algunos en permanecer enquistados en la cabecera de una organización que necesita planificación y aciertos, esto quiere decir, que mientras el Partido no asuma su «desafío y la carga del tiempo histórico» seguiremos en este laberinto.
Yo vuelvo a repetirlo en un llamado urgente a la acción revolucionaria, este laberinto tiene muchas salidas al capitalismo y solo una al Socialismo, el miedo al escarnio interno es solo un desafío más a la batalla por la verdad y la libertad de los pueblos, la consigna es Vivir y Vencer… amando ¡VENCEREMOS!