3. Al Socialismo del siglo XXI, con la ayuda del Espíritu Mundial En una audaz operación de comando, Hugo Chávez estableció el 27 de febrero del 2005 su «cabeza de playa» de vanguardia mundial en el campo de batalla ideológica con la burguesía, al proclamar la necesidad de «inventar el socialismo del siglo XXI» y […]
3. Al Socialismo del siglo XXI, con la ayuda del Espíritu Mundial
En una audaz operación de comando, Hugo Chávez estableció el 27 de febrero del 2005 su «cabeza de playa» de vanguardia mundial en el campo de batalla ideológica con la burguesía, al proclamar la necesidad de «inventar el socialismo del siglo XXI» y «seguir alejándonos del capitalismo». Caso seguido, el Comandante consolidó la posición con dos divisiones de blindados indestructibles, cuando enfatizó que el socialismo en Venezuela sería de carácter democrático y participativo, «en concordancia con las ideas originales de Carlos Marx y Federico Engels».
La convocatoria democrática y abierta a la «invención» es acertada, porque la Nueva Filosofía de la Praxis (NFP) de los oprimidos requiere la concurrencia de los mejores esfuerzos de la humanidad; dado que se trata de nada menos que de la misión de construir un Nuevo Proyecto Histórico (NPH) para la liberación de la humanidad. En su núcleo cognitivo ese NPH tiene que resolver tres complejas dimensiones estratégicas de la evolución humana: la científica-crítica, la ética y la estética.
Lamentablemente no hay ningún Karl Marx o Friedrich Engels a la vista, quienes tuvieron la genialidad de concebir en apenas tres meses la ruta crítica hacia la sociedad postcapitalista, el «Manifiesto Comunista» (1847). Tampoco se vislumbra a un Albert Einstein, quien en el mismo lapso de tiempo sentó las bases del mundo postnewtoniano (1905) con la teoría cuántica y la teoría de la relatividad.
Al carecer de estos pensadores extraordinarios que en tiempo de gestión record resolvieron incógnitas fundamentales de una realidad virtual, el futuro antisistémico, que el resto de los científicos ni siquiera había planteado, nosotros, los mortales, tenemos que echar mano del Espíritu Mundial. No estamos hablando, por supuesto, de uno de esos fantasmas teologizados o esotéricos, sino del Espíritu Colectivo de la Humanidad en su concreción empírica.
Pero, ¿cómo se usa el recurso del método del Espíritu Mundial en la práctica? ¿Cómo se le «echa mano»? ¿Y cuál es el equivalente funcional científico de las mistificaciones comunicativas divinas de los católicos, el rezo y la eucaristía, en esta misión de evolucionar la teoría socialista del siglo XXI? Marx decía que la humanidad solo se plantea tareas que está en condiciones de resolver. Esta afirmación es correcta, porque en la conciencia o pre-conciencia que permite la interrogante, está «escondida» su respuesta.
La solución secular del siglo XXI es ésta: como no tenemos acceso a las supercomputadoras marca Marx, Engels o Einstein, tenemos que sustituirlas —hasta que aparezcan nuevas— con redes de computadoras personales, cuya capacidad conjunta de procesamiento de datos se asemeja a las de las supercomputadoras; esperando, además, que en algún momento se produzcan las transiciones de fase (saltos cualitativos) del proceso hacia los nuevo paradigmas de la civilización postcapitalista.
Esta solución o método de potenciar el poder de la hormiga individual mediante su trabajo en redes coordenadas, se conoce en el mundo informático, en una modalidad, como internet-based Distributed Computing projects. Este concepto quiere decir, que se resuelve una tarea compleja a través de la participación voluntaria de los dueños de computadoras personales que por x-motivo deciden aportar tiempo computacional y trabajo a la resolución de esa tarea, sino pedir remuneraciones monetarias o de ninguna otra clase.
El programa más exitoso de este tipo es el SETI de la Universidad de California en Berkeley que desde su concepción en 1999 ha contado con la colaboración de más de cinco millones de participantes, que en total han contribuido gratuitamente más de dos millones de años (sic) de tiempo computacional agregado, al proyecto. Se trata de la red computacional más poderosa de todos los tiempos.
Poner este «Espíritu Mundial» al servicio de la emancipación de la humanidad, mediante su contribución gratuita y solidaria en el Nuevo Proyecto Histórico (NPH) del Socialismo del Siglo XXI, es fácil. Hay millones de ingenieros, economistas, matemáticos, activistas y luchadores sociales en la India, Europa, Estados Unidos, América Latina y otras latitudes que tienen capacidades computacionales y de tiempo no usada que, sin duda, estarían dispuestos a colaborar solidariamente en la construcción de la próxima fase de la evolución humana. Simplemente es cuestión de activarlos con un proyecto ético-político que les dé un sentido de trascendencia en la vida, del cual carece el capitalismo actual por completo.
Este acceso a las reservas intelectuales de la humanidad es factible, tanto para la fase estratégica de la lucha (la institucionalidad posburguesa), como para su fase transicional, la integración bolivariana de América Latina y el Caribe. Un solo ejemplo para la fase transicional. Con cien mil dólares, el gobierno venezolano puede obtener en seis meses todos los conocimientos (el expertise) que se necesiten para la integración económica de América Latina. Si lanza un concurso internacional por internet sobre, digamos, ocho problemas de la integración económica —la moneda de referencia, un Banco Central, los polos de desarrollo de alta tecnología, la competitividad global, las ventajas comparativas, etcétera— y concede premios de diez mil dólares en cada rubro, tendrá en seis meses una avalancha de propuestas desde todo el mundo que dinamizaría extraordinariamente la formación del Bloque Regional de Poder Latinoamericano (BRPL).
4. La teoría científica del socialismo del siglo XXI
Sin embargo, el Comandante Hugo Chávez puede ser optimista ante su peripecia deseada. Una parte considerable del camino ya ha sido recorrido, tanto en el campo de la ética material como en la construcción del núcleo científico de la teoría revolucionaria contemporánea. En este sentido, más que de una tarea de «inventar» la teoría, se trata ahora de divulgarla y construir sobre ella.
Dos escuelas de pensamiento han avanzado independientemente la teoría científica del «socialismo del siglo XXI»: la llamada «Escuela de Escocia», con el experto en computación, Paul Cockshott y el economista Allin Cottrell; y la así denominada «Escuela de Bremen» (RFA), en torno al genio universal Arno Peters, el matemático Carsten Stahmer, el físico cubano Raimundo Franco y el que suscribe.
El énfasis del análisis de ambas Escuelas varía. La principal obra de Cockshott/Allin, Towards a New Socialism, es un brillante trabajo centrado primordialmente en los aspectos tecnológicos y económicos de un nuevo y viable proyecto no-capitalista. En cambio, las obras de la Escuela de Bremen, por ejemplo, El fin del capitalismo global. El Nuevo Proyecto Histórico; Computer Sozialismus (Arno Peters) y El Socialismo del Siglo XXI y la Democracia Participativa (Heinz Dieterich), priorizan un enfoque más evolutivo e institucional que discute, además, en considerable detalle el problema de la fase de transición hacia el nuevo socialismo en América Latina.
Lo llamativo, sin embargo, es que ambas teorías, elaboradas desde diferentes ángulos y contextos geopolíticos, llegan a las mismas inferencias generales (conclusiones) sobre las instituciones principales que sustituirán a las instituciones burguesas en la nueva civilización postburguesa y postcapitalista. Hay diferencias de opinión sobre el carácter socialista de la ex Unión Soviética, pero la coincidencia sobre la nueva institucionalidad socialista del siglo XXI constituye, sin duda, un indicador metodológico relevante sobre la validez de los resultados obtenidos, de manera independiente, por ambos grupos.
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