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Lucha contra la violencia

La seguridad, un privilegio para ricos en Sao Paulo

Fuentes: El Mundo

SAO PAULO.- El último grito de la moda en Sao Paulo son los implantes subcutáneos de chips electrónicos. No es algo que tenga que ver con la cirugía estética, sino con el instinto de supervivencia en una jungla de acero y cemento donde cada hora se perpetran dos o tres delitos de sangre. El chip […]

SAO PAULO.- El último grito de la moda en Sao Paulo son los implantes subcutáneos de chips electrónicos. No es algo que tenga que ver con la cirugía estética, sino con el instinto de supervivencia en una jungla de acero y cemento donde cada hora se perpetran dos o tres delitos de sangre. El chip permite que la víctima de un secuestro -cinco se han producido este año en la megápolis- sea rastreada vía satélite y la policía, puesta en alerta mediante un sistema digitalizado.

Según el semanario Carta Capital, la demanda se circunscribe a un sector que tan sólo representa el 0,3% de los más de 20 millones de habitantes de la capital paulista. No obstante, Geraldo Alckmin considera que la innovación del chip demuestra a qué nivel ha llegado la inseguridad para que un ciudadano esté dispuesto a pagar el millón de euros que cuesta el implante.

El abanderado de la alianza entre el Partido Social Demócrata de Brasil (PSDB) y el Partido Frente Liberal (PFL) acusó a Lula de «inflar» los presupuestos destinados a combatir la delincuencia. «Nadie es tan ingenuo como para creer que Sao Paulo ha recibido 890 millones de reales (unos 315 millones de euros cuando durante los últimos disturbios, la policía militar se quedó sin balas de caucho».

Alckmin se refería a la ofensiva del Primer Comando de la Capital (PCC), un poderoso sindicato del crimen, que dejó como saldo 180 muertos y que durante cinco días mantuvo paralizada a la ciudad más grande de América del Sur. Del otro lado, los asesores del presidente insisten en que el estado federal invierte el 5% del PIB (unos 24.000 millones de euros) en la protección de los ciudadanos.

«Son números del Banco Central, ¿alguien duda de la seriedad de esta institución?. Otra cosa es que el gobierno estatal [de Sao Paulo] bajo la conducción del señor Alckmin, no haya sabido administrar los fondos», replica Cristovao Lirio, consejero de Seguridad Interna.

La candidata izquierdista Heloísa Helena, sostiene que la seguridad se ha convertido en un lujo al que sólo tienen acceso los más adinerados. Existen ciertos datos que convalidan la apreciación de la jefa del Partido Socialista y de la Libertad (PSOL). Brasil es el país que fabrica el mayor número de automóviles blindados -unos 3.200 al año- y el que más plazas de empleo ofrece a los agentes privados de seguridad. Solamente en Sao Paulo y en Río de Janeiro existen un millón y medio de guardaespaldas en servicio, muchos de ellos procedentes de Israel, Sudáfrica o Rusia. Franco Giaffoni, de la Empresa Brasileña de Blindaje, comenta que la nueva tendencia entre los altos ejecutivos, es construir dentro de sus casas refugios a prueba de balas, fuego y explosivos.

Estas cámaras blindadas se pagan a razón de cerca de 1.200 dólares por metro cuadrado. «Por cada compra, regalamos un chaleco anti-balas de última generación. Es un buen negocio para quienes se lo pueden permitir», dice Giaffoni.

El miedo es también un excelente negocio para las empresas constructoras y las agencias inmobiliarias. En Sao Paulo se han edificado 12.000 condominios y 3.000 barrios cerrados, protegidos por vallas con sistemas capaces de detectar hasta el vuelo de una mariposa.

¿Qué sucede con aquellos que no pueden proveerse de los últimos adelantos de la tecnología? Sencillamente deben aprender a convivir con el miedo. Aparecido Gonçalves, dueño de una tienda de ropa, es uno de los 7.088.950 de individuos (35% del total de ciudadanos paulistas) que han sufrido al menos un asalto en el transcurso de sus vidas. «Durante los disturbios de abril, los bandidos nos obligaron a cerrar las tiendas. Quise obedecer, pero la cortina metálica se quedó trabada. Ellos no atendieron razones: me golpearon con la culata de un fusil y prendieron fuego a la mercadería. Al día siguiente un chaval me entregó un sobre con dinero. Dijo que lo enviaba el PCC, para que contratase a un cerrajero», comentó al diario Estado de Sao Paulo.