La situación económica iraquí ha empeorado durante los últimos dos años, se han deteriorado los indicadores vitales y tanto la pobreza como la malnutrición infantil han aumentado. La corrupción y la mala administración están detrás de la quiebra de la economía. Durante 13 años los iraquíes estuvieron sometidos al más exhaustivo régimen de sanciones internacionales […]
La situación económica iraquí ha empeorado durante los últimos dos años, se han deteriorado los indicadores vitales y tanto la pobreza como la malnutrición infantil han aumentado. La corrupción y la mala administración están detrás de la quiebra de la economía.
Durante 13 años los iraquíes estuvieron sometidos al más exhaustivo régimen de sanciones internacionales jamás creado. No se les permitía vender o comprar nada en los mercados internacionales, sus negocios se vinieron abajo, las infraestructuras se descompusieron y las familias morían de hambre. El único alivio para este increíble sufrimiento fue el programa «Petróleo por alimentos» de las Naciones Unidas (1), que estaba financiado completamente por los propios iraquíes.
En aquel momento, muchas personas se quejaban de que el programa estaba siendo utilizando como una manera de seguir reprimiendo al pueblo iraquí y de que su administración estaba corrompida, pero se hizo oídos sordos. Como resultado de esta desesperada situación muchos argumentaron que la única manera de mejorar la situación era cortar por lo sano y así algunos de los que de otro modo se habrían opuesto aprobaron tácitamente la invasión norteamericana de 2003.
La guerra supuso verdaderamente un punto de inflexión, pero, ¿quién iba a pensar que la situación se iba a deteriorar todavía más bajo el dominio norteamericano?
Empeoramiento de la situación Por increíble que pueda parecer, la situación económica iraquí ha empeorado durante los últimos dos años, se han deteriorado los indicadores vitales y tanto la pobreza como la malnutrición infantil han aumentado. Según varias organizaciones no gubernamentales en Irak, la tasa de desempleo podría llegar hasta el 65%, una cifra que la Oficina Central de Estadísticas en Bagdad no discute.
Además, el Programa Mundial de Alimentos calcula que uno de cada cuatro iraquíes sobrevive gracias a las raciones alimenticias distribuidas por el Ministerio de Comercio (2), mientras que 2.600.000 iraquíes son tan pobres que se ven obligados a revender parte de sus raciones para comprar necesidades básicas como medicamentos.
Entre tanto, según el Informe de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, recogiendo el estudio realizado por el Instituto Fafo de Ciencias Sociales Aplicadas, con sede en Oslo, sostiene desde la caída del régimen de Saddam Hussein los índices de malnutrición infantil se han duplicado hasta casi el 8% (3). Por último, debido al decrépito estado de la infraestructura del país, millones de iraquíes se las tienen que arreglar durante días sin agua potable y ello en un momento en el que el mismo número de personas sólo dispone de electricidad cuatro horas al día y en ocasiones tiene que hacer cola durante todo la jornada para comprar combustible para los coches.
A pesar de que el gobierno iraquí es en parte culpable de la mala administración económica que el país ha tenido que sufrir, la comunidad internacional también tiene su parte de responsabilidad en este asunto. Es más, a pesar del hecho de que donantes internacionales anunciaron a los cuatro vientos la donación de miles de millones de dólares para la reconstrucción de Irak, sólo un pequeño porcentaje de este dinero ha sido desembolsado, mientras que gran parte del dinero que se gastó fue a parar a los bolsillos de funcionarios corruptos.
A modo de ejemplo, a pesar de que Estados Unidos había prometido 12.000 millones de dólares para proyectos de reconstrucción vital en Irak, a finales de 2004 sólo se habían gastado unos dos mil millones de aquella cifra. El gobierno iraquí ha tratado de compensar el déficit reduciendo los subsidios e incluso ha anunciado planes para suprimir paulatinamente las raciones alimenticias de las que muchos de los iraquíes pobres dependen para sobrevivir.
En lo que ahora son unas bien conocidas declaraciones, el subsecretario de Defensa Paul Wolfowitz, uno de los arquitectos de la invasión de 2003, y nuevo presidente del Banco Mundial, afirmó que Irak debía ser capaz de financiar su propia reconstrucción. Lo que no mencionaron fue que esto sólo sería posible si el gobierno decidiera dejar que su pueblo muriera de hambre.
Corrupción rampante
Entre tanto, varios informes independientes han destacado el alto nivel de corrupción que se extiende hoy por el país. Transparency International ha declarado que si no se toman medidas urgentes, Irak se convertirá en el «[…] mayor escándalo de corrupción de la historia».
La corrupción existe en todos los niveles, con corruptos empleados públicos que venden en el mercado negro productos como medicinas robadas, equipamiento médico y petróleo. Además, una auditoria realizada por KPMG para la Junta Internacional de Consulta y Seguimiento, publicada en julio de 2004, informaba que los ingresos del petróleo estaban siendo mal administrados.
La auditoria citaba «… fallos en los controles de la extracción de petróleo; … controles fallidos en la administración de los recursos manejados por la Autoridad Provisional de la Coalición (APC) (4); identificación de controles inadecuados en los gastos de los ministros iraquíes; […] y desviación de los procedimientos de licitación e inadecuado seguimiento de los contratos por parte de la APC referentes a los pagos a beneficio de los ministros iraquíes».
Además, en el quizá más sorprendente informe de cuantos han sido publicados hasta ahora, el inspector general norteamericano para la reconstrucción de Irak publicó un informe a principios de 2005 en el que se revelaba que en los 14 meses durante lo cuales la APC había gobernado Irak 8.800 millones de dólares simplemente habían desaparecido. Esto plantea la pregunta de que si las autoridades de ocupación son incapaces de proteger su propio presupuesto e impedir que les roben sus fondos, ¿qué han hecho con el dinero iraquí?
De hecho, la corrupción es sólo uno de los factores que explica el actual estado de la economía. El fracaso a la hora de rehabilitar la industria petrolífera es otro factor principal. Históricamente, a finales de los setenta la producción petrolífera iraquí llegaba a una cota máxima de tres millones y medio de barriles por día y empezó a declinar tan pronto como Saddam Hussein llegó al poder.
Con todo, en el período inmediatamente anterior a la guerra de 2003 los índices de producción se estabilizaron en dos millones y medio de barriles por día. En los primeros meses después de la ocupación, los ocupantes y funcionarios norteamericanos hicieron pronósticos optimistas según los cuales en un corto período los índices de producción iban a superar los índices anteriores a la guerra. Desde entonces su optimismo ha ido retrocediendo un tanto después de que se hicieran evidentes los resultados de la corrupción crónica, el déficit presupuestario y el sabotaje.
El presupuesto del país de 2004 indicaba que los índices de producción durante aquel año habían llegado a un millón y medio de barriles por día y que en 2005 se esperaba que alcanzaran un millón ochocientos mil. Sin embargo, fuentes vinculadas al transporte naval han informado que en los dos últimos meses Irak ha exportado una cantidad de 1.460.000 barriles por día. El gobierno interino iraquí y las fuerzas de ocupación no están contentos con estas cifras, que les han hecho contradecir sus predicciones. Es más, el 22 de diciembre de 2004 el ministro de Finanzas iraquí afirmó que «… esperamos llegar a tres millones y medio por día, quizá para finales de 2005».
Sabotaje en el sector petrolífero y reconstrucción
En un esfuerzo por lograr mayores índices de producción, las fuerzas norteamericanas han estado sometiendo a un trato violento al personal que trabaja en las terminales petrolíferas del Sur. A finales de marzo último los trabajadores organizaron un paro como medida de protesta que provocó el pánico entre algunos funcionarios. A los Estados Unidos no le faltan enemigos en Irak, algunos de los cuales han decidido que la mejor manera de asegurar el fracaso de la ocupación es destruir la infraestructura petrolífera del país.
Los ataques no han disminuido lo más mínimo y a consecuencia de ello las exportaciones desde Kirkuk (hasta el puerto mediterráneo de Ceyhan) a través de Turquía han estado prácticamente paradas durante los últimos dos años. Las reparaciones del principal oleoducto acabaron el 28 de marzo de 2005, pero al mismo día siguiente fue volado. El gobierno ha decidido movilizar a parte del ejército para asegurar secciones del oleoducto, pero estos esfuerzos han sido un completo fracaso ya que los guardianes confiesan estar aterrorizados por los insurgentes y por costumbre abandonan sus puestos en cuanto empieza un ataque.
La crisis de la industria del petróleo ha agravado la falta de fondos que se estaban dedicando a proyectos de reconstrucción, lo que significa que los indicadores vitales permanecerán en su lamentablemente bajo nivel. A finales del pasado mes de marzo el ministro de Obras Públicas, Nasrim Barwari, anunció que a pesar de que Irak necesita gastar 255 millones de dólares al año para solucionar las necesidades básicas de agua potable, su ministerio sólo había recibido 100 millones desde 2003.
El efecto es duro de imaginar: simplemente, los iraquíes no tiene acceso al agua potable. Incluso la clase media, incluso aquellos que viven en los barrios más acomodados de Bagdad, sufren frecuentes cortes inesperados de agua y tiene que esperar durante días a que vuelva funcionar. Algunos bagdadíes han recurrido a perforar pozos ilegales en medio de la ciudad, lo que ha producido cientos de casos de envenenamiento y de enfermedades digestivas. En la sureña ciudad de Basora incluso se han detectado brotes de cólera. Siempre optimista, Barwari ha hecho otro llamamiento a los donantes internacionales para completar el dinero que falta, pero a juzgar por lo sucedido en el pasado, no parece probable que vayan a verse satisfechas las necesidades del pueblo iraquí.
Apagones por todo el país
Lo que quizá es más importante para la mayoría de los iraquíes, la rehabilitación del sector eléctrico, ha sido completamente insatisfactoria. Los ingenieros iraquíes se enorgullecen a menudo de que a pesar del increíble ataque lanzado contra la infraestructura del país durante la guerra del 1991, durante el cual prácticamente nada se salvó de la devastación, sin embargo fueron capaces de reestablecer en unos meses el suministro de electricidad. En comparación, la situación actual es una broma lamentable.
En el período inmediatamente anterior a la guerra de 2003 la red eléctrica iraquí producía 95.000 megavatios, que no eran suficientes para abastecer a todo el país, pero que al menos aportaba un suministro razonablemente alto y estable. Entre noviembre de 2004 y finales de enero de 2005 la red sólo era capaz de suministrar 80.000 megavatios y a veces bajaba hasta menos de 50.000. El resultado ha sido graves apagones por todo el país, lo que ha hecho que muchas familias tengan menos de cuatro horas de electricidad al día.
En vez de resolver esta catástrofe rehabilitando permanentemente la red de suministro eléctrico del país, se ha optado por soluciones temporales, como comprar energía a los países vecinos. Esta práctica empezó en 2003 poco después de que terminara la guerra y en ese momento se consideró una medida transitoria.
Sin embargo, desde entonces Irak ha seguido comprando energía a Siria, Jordania, Turquía, Irán y Kuwait, y actualmente se está negociando el suministro de energía egipcia a través de Jordania. Además, el 27 de marzo de 2005 el ministro iraquí de Electricidad empezó por separado negociaciones para incrementar un 34% el suministro desde Irán y más del 300% desde Turquía. El resultado es que poco a poco Irak se ha hecho dependiente de la importación de energía cuando de hecho debería estar exportando energía.
Funcionarios del gobierno y de las fuerzas de ocupación suelen culpar a los sabotajes de los incesantes apagones, a pesar de que funcionarios del ministerio admiten en voz baja que el principal problema es de hecho la falta de presupuesto. Es más, en septiembre de 2004 fueron desviados al sector de seguridad 3.400.000 millones que originalmente estaban destinados a proyectos de electricidad y agua. A principios de marzo de 2005 funcionarios de la embajada norteamericana en Bagdad lamentaron tácitamente la falta de inversiones y expresaron su opinión de que antes de que empezara el verano las nuevas inversiones deberían centrarse más en la electricidad.
Sin embargo, el problema es más una cuestión de actitud que de ir redistribuyendo fondos aquí y allá. En las actuales circunstancias, con toda la corrupción y la falta de honradez que rodean la reconstrucción de Irak y más generalmente en relación a todo el país, no podemos esperar que se llegue a un resultado honesto. Lo que se necesita es un cambio fundamental en Bagdad que permita un gobierno verdaderamente representativo para satisfacer las necesidades inmediatas de un pueblo que ya está exhausto.
Durante los siglos XVIII y XIX muchos de los pobres del mundo clamaron y se alzaron en violentas revoluciones a consecuencia de la falta de alimentos y más concretamente de pan. Hoy la electricidad es una necesidad básica sin la cual la gente ya no puede vivir. Sin electricidad no puede haber comunicaciones ni sistema sanitario ni educación ni industria. Puede que aún se esté a tiempo de remediar la catástrofe económica iraquí, pero si no se hace algo pronto, es difícil imaginar que el pueblo iraquí vaya a perdonar a sus actuales dirigentes o a sus ocupantes.
Notas: (1) Aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU en 1995, entrará en funcionamiento en diciembre del siguiente año, tras un acuerdo con el gobierno iraquí, inicialmente opuesto a su aplicación dado que suponía la prolongación del embargo de facto e incluía una partida del 30% para el pago de las indemnizaciones por la Guerra del Golfo. (2) La cartilla de aprovisionamiento alimentario fue puesta en marcha por el gobierno de Saddam Hussein después de la aprobación en el verano de 1990 de las sanciones económicas tras la invasión de Irak, habiéndose prolongado hasta la actualidad, parcialmente modificado y con previsiones de monetarización o eliminación completa. (3) Véase en www.IraqSolidaridad: La malnutrición infantil se ha duplicado en Iraq tras la invasión del país por EEUU y Expertos mundiales en Salud Pública exigen a EEUU y Reino Unido una investigación completa e independiente sobre el número víctimas relacionadas con la guerra en Irak. (4) Presidida por Bremer, la APC fue disuelta en junio de 2004 tras el «traspaso de poder» al nuevo gobierno interino de Iyad Alawi.
La fuente: Al Ahram Weekly es un semanario de Egipto que tira 60.000 ejemplares. Lo que no se puede publicar en árabe en el periódico del mismo nombre aparece en el semanario de lengua inglesa, dicen las malas lenguas. Más seriamente, el Weekly, título independiente del grupo, se dirige a un público culto. Sus páginas culturales son de buena hechura y es un medio de mucho valor sobre el Africa oriental. La traducción al español de este artículo pertenece a Beatriz Morales para IraqSolidaridad.