Pese a un crecimiento económico por encima del 5%, la situación laboral continúa siendo precaria, según reveló un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).En todo el país, sólo un tercio de los chilenos cuenta con un empleo de calidad, pero de estos apenas un 15% tiene acceso a bienes considerados básicos en un […]
Pese a un crecimiento económico por encima del 5%, la situación laboral continúa siendo precaria, según reveló un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
En todo el país, sólo un tercio de los chilenos cuenta con un empleo de calidad, pero de estos apenas un 15% tiene acceso a bienes considerados básicos en un hogar y tiempo disponible para disfrutar de su familia.
El estudio, elaborado bajo el título ‘Chile: trabajo decente y calidad de vida familiar’, concluye que el exceso de trabajo produce efectos negativos en todos los niveles sociales y la falta de tiempo para compartir con la familia es lo que más desgasta.
Chile, con jornadas laborales de más de 48 horas semanales como promedio, es uno de los países del mundo donde más se trabaja.
Desde el año 2001 fue aprobada una ley -que debe entrar en vigor el 1 de enero de 2005- que disminuye las horas de trabajo a 45 por semana.
Cada hora laborada sobre ese límite sería considerada ‘extra’, y quienes reciben un porcentaje de ‘sueldo variable’, vinculado a productividad, seguirán ganando igual, aún cuando no alcancen, por falta de tiempo, a mantener el mismo nivel de producción.
Empresarios y trabajadores tuvieron 37 meses para adecuarse, ajustar los costos, capacitar para mayor productividad, pero fue sólo en teoría.
El empresariado, agrupados en la poderosa Sociedad de Fomento Fabril, se resisten a mantener los sueldos variables, y se alistan para librar una dura batalla con el gobierno y los gremios con el propósito que la Ley no pueda ser aplicada.
Durante los años 1996, 1998, 2001 y 2002, Chile ocupó el primer lugar entre los 60 países rankeados por el International Institute for Management (IMD), como ‘la nación con más extensas jornadas de trabajo y menor productividad’.
‘Esto es muy duro de reconocer. Esas cifras pasan por la vista de la gente, pero no se asimilan o no las asocian’, señalan los especialistas de la OIT que realizaron el estudio.
Para definir un empleo de calidad se consideraron tres factores: un ingreso superior a los 820 dólares (equivalentes a 450 mil pesos), que el trabajador tenga contrato y que cotice en el sistema previsional.
Según este parámetro, un 32% de los chilenos (1.700.000 personas), tiene un empleo que cumple con esos estándares, mientras que un 51% tiene una ocupación regular y un 17% una situación precaria.
Pero lo que llama la atención de los autores del estudio es que cuando este factor se cruza con el nivel de vida de las personas, se detecta que sólo un 15% de ese grupo de los trabajadores privilegiados tiene un buen nivel.
La calidad de vida se midió de dos maneras. La primera por el acceso que el trabajador tiene a determinados bienes materiales, como refrigerador, lavadora automática, teléfono fijo y móvil, videograbadora, computador, microondas y conexión a internet.
Aquellas personas que contaban con todos estos bienes se ubicaron en el nivel alto, los que tenían todos estos elementos, excepto el computador, estaban dentro del rango medio, y los que sólo poseían refrigerador y/o teléfono fijo, quedaron en el nivel básico.
La segunda medición consideró la disponibilidad de tiempo y acceso a espacio físico en el hogar. Aquí se percibió que los ocupados en puestos de buena calidad trabajan más de 48 horas semanales, por lo cual no quedan con tiempo suficiente para disfrutar con su familia.