Veinte años después de la caída de la URSS y su capitalismo de Estado, ¿estamos ahora ante la caída del modelo de integración económica de la Unión Europea impulsado desde entonces? Las últimas dos semanas han sido un no parar. En la cumbre de finales de octubre en Bruselas -y como ya nos tienen acostumbradas- […]
Veinte años después de la caída de la URSS y su capitalismo de Estado, ¿estamos ahora ante la caída del modelo de integración económica de la Unión Europea impulsado desde entonces?
Las últimas dos semanas han sido un no parar. En la cumbre de finales de octubre en Bruselas -y como ya nos tienen acostumbradas- los jefes de Estado de la Unión Europea se mostraron incapaces de llegar a grandes acuerdos en cuanto al problema de la deuda griega. Mientras Merkel seguía insistiendo en la línea dura de austeridad y obligar a Grecia a reducir su deuda un 60%, Sarkozy -seguido por Berlusconi y Cameron- prefería que fuera el Banco Central Europeo (BCE) el que se hiciera cargo de la deuda helena. Al presidente francés le interesa que el BCE actúe de «Bad Bank» de Europa y, de ese modo, se reparta entre todos el riesgo de quiebra de bancos franceses -los principales bancos alemanes no corren el mismo riesgo, dado que en el último año han vendido más de la mitad de sus bonos de deuda griega al «Bad Bank» alemán. En tal caso, la carga sería mayor para Alemania; de ahí la negativa de Merkel.
Tan solo pudieron ponerse de acuerdo en tres puntos: 1/ Los acreedores privados «perdonarían» el 50 por ciento de la deuda soberana de Grecia; 2/ Los bancos europeos serían recapitalizados con 109.000 millones de euros; y 3/ El Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) sería nutrido con 1 billón de euros.
No es necesario explicar que estas medidas no solucionarán el problema, dado que al cabo de pocos días se convertían en papel mojado, tan pronto como los líderes europeos iniciaban nuevas negociaciones de emergencia sobre la deuda griega. Las amenazas de la UE de suspender el nuevo tramo del ‘rescate’ consistente en 8.000 millones de euros si Papandreu llevaba adelante el referéndum sobre el nuevo plan de ‘rescate’ acordado el 21 de octubre por el gobierno heleno y la ‘troika’ (BCE, FMI y UE) deja bien a las claras que ‘los mercados’ no entienden de democracia. ¿Quién se atreve ahora a seguir defendiendo el supuesto «progresismo» de la Unión Europea?
La reacción de la UE ante el anuncio del referéndum no es más que un reflejo de lo que es el proyecto europeo: un proyecto profundamente antidemocrático impuesto desde arriba, a espaldas de la opinión pública. La simple idea del referéndum aterra a unas élites europeas que aún recuerdan el «No» en los referéndums en Francia y Holanda en 2005 sobre la aprobación de la Constitución Europea, pensada para profundizar en la línea neoliberal. Así las cosas, Papandreu se ha visto obligado a ‘rectificar’ en la cumbre del G-20 en Cannes y anunciar que no llevaría a cabo el referéndum -toda una muestra de sumisión.
Desde la izquierda radical, entendimos el anuncio del referéndum como el resultado -en buena parte, al menos- de la presión de la lucha de clases, en un país que ha vivido en los últimos tiempos una serie de protestas muy potentes, impulsadas por unos sindicatos que han roto sus lanzos con el gobierno del Pasok -el partido socioliberal en el gobierno, análogo al PSOE. La última fue la huelga general de 48 horas los días 19 y 20 de octubre, mientras nuevos recortes eran aprobados en el Parlamento. Según Panos Garganas (miembro de la organización hermana de En lucha / En lluita en Grecia, SEK), en esta convocatoria quedó manifiesto cómo está creciendo el nivel de autoorganización y combatividad de los y las trabajadoras, con huelgas de una semana en diferentes sectores y ocupaciones y comités de huelga elegidos en asamblea. Los trabajadores de la electricidad hicieron acciones para evitar que se cortara la luz a la gente que no puede pagarla. Actualmente llevan tres semanas sin recoger la basura en Atenas. Han sido ocupados diferentes ministerios y otros edificios institucionales, debilitando profundamente la capacidad del Estado griego para recaudar impuestos y recortar el gasto. Y, sobre todo, el cambio en la correlación de fuerzas quedó patente el 28 de octubre -día nacional en que se conmemora la resistencia griega contra la invasión de Benito Mussolini en 1940-, cuando la gente se echó a las calles transformando los tradicionales desfiles militares en manifestaciones de masas contra el Gobierno. Este auge de la resistencia explica que el 60 por ciento -según las encuestas- de la población griega hubiera votado «No» en el referéndum, de haberse llevado a cabo; otro motivo de peso para echar atrás los planes de Papandreu.
Sin embargo, no debemos llevarnos a engaño y pensar que el anuncio del referéndum obedecía a una supuesta voluntad democrática del Pasok o un intento de recuperar la soberanía perdida ante la ‘troika’. Si no, ¿Por qué no se ha hecho antes un referéndum y en su lugar se ha sometido a la gente a durísimos recortes sociales y brutalidad policial? ¿Por qué el Gobierno no ha acometido todavía medidas que había prometido, como una mayor persecución a la evasión fiscal de los multimillonarios? La intención de Papandreu con este referéndum era más bien recuperar la legitimidad perdida -actualmente, más del 90% de la población griega está en contra de las políticas del Gobierno- que le permitiera permanecer más tiempo en el Gobierno. Papandreu pensaba llevar a cabo una campaña manipulada de «sí o muerte económica» (incluyendo la salida de la eurozona), una nueva versión del «There Is No Alternative» de Thatcher. Cierto es que tras la marcha atrás de Papandreu sobre el referéndum no tiene mucho sentido hablar de esto; como decía antes, «democracia» y «mercados» están cada vez más reñidos -no tienen desperdicio las diferentes reacciones, con Merkel alertando que «el euro es más importante que Grecia» o Sarkozy apelando a la «solidaridad» entre los países de la eurozona por encima de dar voz al pueblo griego. Resulta cómico ver ahora a Papandreu afirmar, tras la retirada del referéndum, que este «nunca fue un fin en sí mismo» y que «era solo una maniobra para forzar a la oposición a dar apoyo al rescate».
A Papandreu no le salió bien la estrategia, que finalmente ha desembocado en la dimisión del Presidente y la formación de un gobierno de unidad nacional hasta las próximas elecciones anticipadas, previstas para febrero. De nuevo las presiones de Merkel y Sarkozy han surgido efecto. «Hemos pedido un gobierno de unidad nacional y estamos convencidos de que es la forma de recuperar la confianza y de llegar a acuerdos», dijo a Reuters el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn.
2011: ¿Hacia el colapso económico?
Este 2011 está siendo un año histórico. A las revoluciones en el mundo árabe se suma el despertar de un movimiento de masas como el 15-M en el Estado español, y una ola de protestas contra los efectos de la crisis recorre el planeta. Pero el 2011 puede ser recordado también como el año que nos habrá acercado definitivamente al colapso económico. Ninguna de las causas subyacentes de la crisis económica global ha sido abordada todavía. En realidad, las políticas económicas aplicadas -medidas draconianas de austeridad- no han hecho más que empeorar la situación.
Atenas debe ahora ejecutar el tercer paquete de austeridad desde 2010, a pesar de que los anteriores no han servido para alejar al país del colapso económico. Ante las negociaciones de las últimas semanas entre los jefes de Estado de la eurozona sobre la crisis de la deuda griega, cabe preguntarse: ¿Acaso ha sido en algún momento evitable la quiebra de Grecia, desde el estallido de la crisis en 2008? Con una deuda pública del 142,8 por ciento del PIB (en 2010) y una economía en rápida contracción como resultado de los brutales recortes presupuestarios, la idea de que Grecia podría llegar a pagar su deuda es más que cuestionable. Para muchos ya no es una cuestión de si Grecia irá a la quiebra, sino cuándo.
El gobierno heleno está quedándose sin liquidez, lo que hace cada vez más inminente la quiebra -se señala el 15 de diciembre como fecha en la que se agotarán los fondos de las arcas públicas. La continuidad en el pago de nóminas y pensiones depende del desembolso de los 8.000 millones euros del sexto tramo del ‘rescate’ heleno, supeditado a que Grecia adopte todo el paquete de medidas de recorte que le impone la ‘troika’. El bloqueo que impone la ‘troika’ es un grave precedente que puede dar paso a mayores hostilidades. El FMI no está dispuesto a levantar el bloqueo hasta cerciorarse de que Grecia puede ser «viable económicamente» en 12 meses. Ni siquiera la creación del gobierno de unidad nacional da suficiente confianza a los ‘mercados’, porque no les asegura que sea capaz de contener las revueltas.
Los dirigentes de Alemania y Francia no tendrían reparos en expulsar a Grecia de la eurozona y de la Unión Europea. «Estamos preparados para ello», dijo Merkel el jueves pasado en Cannes tras las negociaciones entre la UE, el FMI y Papandreu. La opinión unánime era que los griegos habrían de votar sobre la permanencia o no de Grecia en la eurozona, de haberse llevado a cabo el referéndum a principios de diciembre. «Los ciudadanos griegos deben decidir si quieren permanecer en la zona euro o no», dijo Merkel.
Y… ¿si Grecia quiebra?
Es fácil imaginarse lo que podría ocurrir si la economía griega va a la quiebra y en consecuencia abandona la eurozona y la UE: colapso de bancos, fuga de capitales internacionales, inestabilidad monetaria, rápida inflación o deflación, aumento en los precios de la vivienda, aislamiento de Grecia dentro de Europa, etc. No se trata de un escenario que invite al optimismo.
Sin embargo, por otra parte la quiebra permitiría a Grecia dejar de pagar los desorbitados intereses anuales a los poseedores de bonos de deuda griega, que hoy por hoy Grecia no puede sostener dada su debilitada base productiva. De esta forma podrían evitarse sucesivos paquetes de austeridad.
¿Es esta la solución que interesa a la clase trabajadora en Grecia? Sí, siempre y cuando sea una quiebra controlada por el pueblo griego -una quiebra que no signifique más recortes sociales y austeridad- y vaya acompañada por la expropiación de los bancos y su puesta en servicio del bien común, nacionalizándolos bajo control democrático. Además, sería necesaria la anulación de la deuda ilegítima que reclamasen bancos privados a las autoridades públicas; la instauración de un control sobre los flujos de capital; la prohibición de los movimientos especulativos y de los paraísos fiscales; la imposición de impuestos destinados a ganar una mayor justicia social; etc.
Por supuesto que la quiebra de Grecia afectaría a los bancos acreedores de deuda griega y haría aumentar las presiones para sucesivos ‘rescates’ de Portugal, Irlanda, Italia y el Estado español -el resto de los llamados ‘PIIGS’. ¿Serían entonces evitables nuevos ‘rescates’ bancarios que de nuevo hicieran estallar el déficit en los diferentes países y trajera consigo nuevas presiones para imponer nuevos paquetes de austeridad? Sí, si la clase trabajadora en Europa se organiza y planta cara las nuevas agresiones neoliberales por venir. ¿Serían obligados los PIIGS a abandonar la eurozona? Probablemente, pero al menos así podrían devaluar e imprimir su propia moneda, impulsar inversiones públicas para reactivar la economía y combatir el paro. De todos modos, no podemos prever ahora si el resto de los PIIGS seguirían la misma secuencia de acontecimientos que Grecia, o bien la situación podría degenerar más rápidamente -por el recuerdo de lo sucedido en Grecia- y, por ejemplo, crecieran en Alemania las voces exigiendo la salida del euro de estos países.
En cualquier caso, vemos que, tanto en Grecia como en los demás países de la UE, la lucha de clases juega un papel determinante en quién habrá de pagar la crisis. Dado el nivel de intensidad que están alcanzando los recortes sociales, el nivel de lucha deberá también seguir aumentando.
Este es el caso de Grecia, como ya he señalado antes. La salida de Papandreu debe entenderse como una victoria de la resistencia griega a los planes de austeridad. Las maniobras parlamentarias pueden servir en el corto plazo para recobrar la iniciativa política al Gobierno y devolver al país su posición en la eurozona. Pero, al fin y al cabo, esto no servirá más que para alimentar más la revuelta popular. El próximo 17 de noviembre es la próxima gran convocatoria de protesta. Por su parte, los sindicatos se han comprometido a impulsar una nueva ola de huelgas cuando el Gobierno vote sobre los nuevos presupuestos.
Por nuestra parte, la modesta receptividad de los dirigentes hacia la enorme conflictividad en Grecia nos recuerda que también es urgente crear una izquierda anticapitalista para defender una salida real a la crisis. En este contexto de crisis y austeridad existe gran potencial para su crecimiento a nivel internacional. En vista de la crisis que atraviesa la eurozona y sus consecuencias, su construcción es una tarea urgente.
Bonos, bancos y rescates
Los políticos y los medios de comunicación utilizan una compleja jerga económica para hablar de la crisis que está golpeando a la eurozona. Esto puede hacer que sea difícil de entender lo que realmente está pasando. Por eso respondemos a continuación algunas preguntas básicas acerca de la crisis.
¿Cómo funcionan los mercados de deuda, y qué son los bonos?
Los mercados de bonos controlan mucha deuda pública. Los bonos funcionan como pagarés: los gobiernos los venden para recaudar dinero, pagar intereses sobre ellos, y luego volver a comprar en una fecha posterior.
Los bonos del gobierno pueden ser negociados en los mercados financieros. Si los mercados pierden la confianza en la capacidad del gobierno para recomprar sus deudas, el precio del bono cae. Esto empuja al alza la tasa de interés por nuevos bonos, conocida como el rendimiento de los bonos.
¿Quién rescata a quién?
Los rescates se han presentado como «paquetes de rescate», pero la realidad es muy diferente. El dinero no va a la gente del país «rescatado»; va a los bancos que poseen la deuda del gobierno del país. Y los rescates siempre comportan una caída en los niveles de vida de los y las trabajadoras.
¿Qué está pasando en la zona del euro?
Las economías de la eurozona se encuentran en una crisis de la deuda, en parte debido a que gastaron cientos de miles de millones en el rescate de los bancos en el 2007-8.
La zona euro está dividida en 17 diferentes países. Cada uno tiene diferentes niveles de deuda y diferentes tasas de crecimiento. Estos países están bajo la presión de los diferentes capitalistas.
Muchos políticos quieren integrar la zona euro en una unión fiscal, con un gobierno central fuerte para tratar de superar esto. Otros optan por acabar con ella. Pero esto tampoco resolvería los problemas económicos que subyacen a la crisis.
¿Pueden los y las trabajadoras detener los ataques?
Grecia podría negarse a pagar sus deudas. En 2002, Argentina dejó de pagar su deuda de 81 millones de dólares después de protestas masivas que forzaron la renuncia de una serie de gobiernos.
Cuando los jefes trataron de cerrar fábricas en Argentina, los y las trabajadoras las ocuparon y las mantuvieron abiertas. Los y las trabajadoras griegas podrían hacerlo también.
Isaac Salinas es militante de En lluita / En lucha.
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