La repercusión más inmediata de la suba récord de los precios del petróleo -según los expertos- puede ser una escalada mundial de los precios de los alimentos de consumo diario, esenciales para la supervivencia, debido a la alta incidencia de los combustibles en sus costos, principalmente en el sistema de producción y comercialización y el […]
La repercusión más inmediata de la suba récord de los precios del petróleo -según los expertos- puede ser una escalada mundial de los precios de los alimentos de consumo diario, esenciales para la supervivencia, debido a la alta incidencia de los combustibles en sus costos, principalmente en el sistema de producción y comercialización y el transporte. La suba de los alimentos de consumo esencial, a su vez, actúa como principal disparador de la tasa de inflación y del consecuente proceso de recesión económica que conlleva.
Según, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los productos más consumidos del mundo, como pan, carne, azúcar, maíz y arroz se tornan cada vez más caros debido al desarrollo de energías alternativas basadas en cereales, ricino y caña de azúcar.
Pero ese proceso de suba gradual puede incrementarse a niveles imprevisibles si continúa la suba sostenida de los precios del crudo que ya han superado su propio récord en los mercados internacionales.
El sistema moderno de fabricación y comercialización de los alimentos en las sociedades de consumo capitalista se sostiene en gran medida en el petróleo barato.
La disparada de los precios del petróleo en los mercados internacionales es -en primer lugar- una directa a amenaza a la estabilidad del precio de los alimentos comercializados a escala global y sometidos a procesos de elaboración y distribución que cada vez requieren de más energía.
Actualmente, los alimentos procesados ocupan tres cuartas partes de las ventas totales de comida en el mundo.
Los alimentos viajan hoy más lejos que nunca: en los países occidentales industrializados, frutas y hortalizas registran a menudo 2.500-4.000 kilómetros de transporte desde la granja hasta ser almacenados.
Los mercados mundiales «globalizados» cada vez más abiertos, combinados con precios de combustible bajos permiten la importación de producto fresco a lo largo de todo el año, sin importar la estación ni el origen geográfico. Pero a medida que el alimento viaja más y más lejos, el uso de la energía también aumenta.
La mayor parte del transporte de alimentos se realiza en camiones de remolque, aunque es casi 10 veces más intensivo en energía que cargar las mercancías en tren o en barcazas.
El transporte en aviones jumbo refrigerados, -60 veces más intensivo en energía que el transporte por mar-, constituye un sector menor pero en notable crecimiento, abasteciendo a mercados del hemisferio norte con producto fresco proveniente de lugares como Chile, Sudáfrica y Nueva Zelanda.
En ese sentido, aclara la FAO, la disparada récord del precio del petróleo no afecta sólo a los automovilistas y transportistas, sino que también empuja al alza del precio de los alimentos cuya fabricación y transporte depende de los combustibles.
Los precios del petróleo, por su incidencia en la cadena de precios, afecta directamente a los alimentos más consumidos del mundo, como pan arroz, papas, azúcar, carne, leche, huevos y manteca, esenciales en la cadena alimentaria de cualquier familia.
Antes de la actual disparada del crudo, los precios de los alimentos ya venían sufriendo un impacto pronunciado en sus costos afectados por el uso intensivo de los biocombustibles.
El alza de las cotizaciones del crudo, que esta semana estableció un nuevo récord de 94 dólares el barril, impulsa a su vez el desarrollo de los biocombustibles extraídos del maíz, del trigo, del ricino y de la caña de azúcar, explican los analistas.
El etanol y el biodiesel se vienen convirtiendo gradualmente en una salida para los grandes cultivos, causando un alza general de los precios de los productos de origen vegetal o animal, subrayó recientemente la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
El trigo, que valía 152 dólares por tonelada hasta 2006, vale ahora 204 dólares por tonelada, lo que representa un alza de 34%, y seguirá subiendo durante la temporada 2007/08, según la FAO y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el club de los países ricos del planeta.
El maíz subió un 26%, pasando a 103,6 dólares la tonelada entre 2001-2006 a 140,4 dólares la tonelada en 2006/07, y debería subir a 158,9 dólares este año.
En México, donde este cereal constituye la base de la alimentación, el precio de las tortillas, alimento nacional, subió 60%.
Este aumento sustancial afecta así los aceites vegetales (+11%), el azúcar (+14%) y el arroz (+23%), según la FAO.
El alza abarca los precios de todos los alimentos básicos, incluyendo la leche y la carne, así como los cereales empleados para alimentar el ganado.
En China, el precio de los cerdos aumentó un 20% con relación a un año atrás, mientras la carne bovina subió un 6%, según la FAO.
En los Estados Unidos, el precio al por mayor del pollo será este año en media un 10% más alto que en 2006, según el Departamento de Agricultura. Una docena de huevos costará 21% más y la leche será un 14% más cara.
Los precios de la manteca, el queso, la leche y la carne bovina van a subir como mínimo un 15% en 2008, subraya la FAO.
«Hemos alcanzado niveles nunca vistos antes. Lo que es seguro es que los precios van a seguir subiendo, pero no sabría decir hasta dónde», explica Joe Victor, analista de Allendale.
Los consumidores «deben esperar precios elevados del pan, la pasta, carne, granos y cereales por lo menos hasta comienzos de 2008».
Este fenómeno puede continuar debido a la utilización cada vez más elevada en 2007/2008 de cereales, azúcar, granos oleaginosos y aceites vegetales para la producción de biocombustibles.
Aunque apenas 16% de la cosecha de 2006 de cereales estadounidenses fue utilizada para la producción de etanol, este año un tercio de la cosecha cerealera será destinada a ese fin, informó el Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
«Los precios de la mayor parte de los cereales van a seguir aumentando debido a la demanda conjugada de la industria agroalimentaria y de la industria energética», adelanta Bill Nelson, analista A.G Edwards citado por la agencia AFP.
La producción norteamericana de alcohol de maíz debe duplicarse entre 1006 y 2016, mientras que en la Unión Europea los volúmenes de oleaginosos, principalmente colza, destinados a la producción de biodiésel deben pasar de poco más de 10 millones de toneladas (Mt) a 21 Mt en el mismo período, según el Instituto Francés del Petróleo (IFP).
En los últimos cinco años, el crecimiento mundial de la producción de biocombustibles fue de 15% por año, según el IFP.
Los precios de los cereales continúan en ascenso, además, por factores coyunturales tales como la debilidad del dólar o la sequía, que ha comprometido la cosecha de países como Australia y Brasil.
En este escenario de suba pronunciada, todavía no hay estimación del impacto mundial que causará en el precio de los alimentos esenciales la actual escalada récord del petróleo que este lunes tocó los US$94 el barril, y el pronóstico de la mayoría de los analistas es que superará la barrera de los US$100 antes de fin de año.
Los actuales niveles récord de los precios del crudo pueden, como efecto más inmediato, comenzar a impactar en la tasa de inflación (elevación de los precios de los productos básicos que sostienen a la producción).
Lo que a su vez, puede impactar en una retracción de las ventas con el consiguiente achique de la producción y del crecimiento económico, la base de cualquier proceso recesivo, tanto en los países centrales como periféricos.
En su boletín de septiembre, el Banco Central Europeo señala el precio de la energía, en concreto el de los «combustibles líquidos y el petróleo», como el principal factor que afectará al Índice Armonizado de Precios de Consumo (IAPC) en los próximos meses.
Según en BCE, la tasa de inflación de estos productos se verá afectada por la evolución de los precios de petróleo denominados en euros y por el fuerte repunte del costo de la energía.
A partir de esta advertencia para Europa, se puede inferir cual será el impacto en la economía mundial del petróleo por encima de US$100 el barril.