Recomiendo:
0

La subjetividad del pueblo y bachaqueo

Fuentes: Rebelión

I Bachaqueo y subjetividad El veredicto es lapidario, avanzamos un botón de muestra: «…cuando uno advierte cómo ha reaccionado el mundo popular venezolano ante la crisis de los últimos dos años…uno puede preguntarse ¿Y el tejido social solidario que se venía construyendo? Resulta que tenía unos niveles de fragilidad mucho mayores de los que parecía…la […]

I

Bachaqueo y subjetividad

El veredicto es lapidario, avanzamos un botón de muestra: «…cuando uno advierte cómo ha reaccionado el mundo popular venezolano ante la crisis de los últimos dos años…uno puede preguntarse ¿Y el tejido social solidario que se venía construyendo? Resulta que tenía unos niveles de fragilidad mucho mayores de los que parecía…la respuesta a la crisis no es solidaria, sino individual y competitiva…No hubo una transformación cultural profunda…el gobierno de Chávez… hubiese tenido capacidad para empujar a la sociedad en contra de los sentidos comunes instalados, pero lo que se hizo fue reforzar lo existente.». Y se apela al impresentable todo vale, para certificar tal sentencia, «gente de oposición decía, ‘vamos a tener que votar por el gobierno, gracias a él existen estas colas y con el bachaqueo nos estamos metiendo un billete’Hay una descomposición ética muy fuerte.» (Edgardo Lander, entrevista en Aporrea)

¿Está dotada la posición política en cuestión de la capacidad y potencialidad, para interpretar el proceso de construcción del poder del pueblo y el desempeño del chavismo?

La «cosa» no es tan simple y facilona, como enuncia el recurso de deducir la subjetividad del pueblo (o la conciencia) a partir del bachaqueo. A contrapelo de está metódica que enfatiza supuestos apegos apasionados al rebusque-bachaqueo, que documenta, bárbaramente, nuestro ADN rentista y delimita el pueblo como un sujeto oscuro y reactivo, se impone posicionar una matriz de análisis radical, Sin rodeos: «El amor es quien aborda, en el encuentro, al ser como tal…Una política es hoy, entre otras cosas, la capacidad para estabilizar fielmente y a largo plazo…», ese compromiso.

En el período inmediato a las elecciones presidenciales de abril-2013, el espacio político que enuncia el bachaqueo como el indicador «in extremis» del «mundo popular», se batió por la apreciación de que el proceso desestabilizador-insurreccional (el guarimbeo y demás, para «salir de Maduro ya») sería dinamizado por y desde el pueblo. No deja de ser enigmático que un pensamiento (un saber), pretendidamente muy sabio, acerca de las posiciones subjetivas del pueblo, persista en esquemas y enfoques tan desatinados y erráticos: que renuncie con desproporcionado desparpajo, a lo realmente demostrado: la red de actores y organizaciones fascistas, estaban y están enclavadas en los «territorios» de las clases medias y ricas. Más que comprobar que la subjetividad del pueblo nos es ocultada por el escepticismo ilustrado, la cuestión radica en explicar porque su empeño no puede dar cuenta de la subjetividad del pueblo.

 

II

Toda derrota política significa una derrota teórica

Constituye un equívoco político de alta monta, desentenderse de las intervenciones políticas que se asumen y postulan como el «heroísmo ético» y el «salvacionismo», en tanto la solución de la supuesta regresión moral o caída ética del pueblo venezolano. Se impone una interpretación radical de la subjetividad del «mundo popular».

La cuestión, no consiste en un balance que sopese lo bueno y lo malo, lo positivo y negativo del pueblo, para concluir que «hay de todo en la viña del señor. La subjetividad del pueblo no se define al margen de un conjunto de cuestiones políticas-ideológicas cruciales (incluye un contenido ético y la ética de la responsabilidad política). Y desde ese anclaje, configurar prácticas políticos-sociales que subviertan y erradiquen el «cemento ideológico» de la opresión. Este es el punto que los irónicos ilustrados no perciben; en contraposición de ese viejo hábito, es menester, visualizar cómo es efectiva la verdad del sujeto pueblo.

III

El sujeto pueblo: ideas dominantes, ideología y hegemonía

La verdad política del sujeto pueblo, remite a la reactualización de la teoría en torno de la ideología. En este inciso, enunciamos avances consistentes*, en tanto soportes indispensables, para la comprensión de la subjetividad y los procesos de subjetivación.

Primero . La tensión interna, entre los «intereses» de los oprimidos y de los opresores, es la condición que decide la estructuración de las ideas dominantes. La coerción, el control y el disciplinamiento, el amansamiento ideológico, no se constituyen con base de la exclusividad de los «intereses y expectativas de las clases dominantes: «una serie de motivos y aspiraciones de los oprimidos» deben ser presentados, desde «los intereses» de un poder de clase. De esta manera, las ideas dominantes significan una política hegemónica, que inevitablemente integra motivos, expectativas y temas populares, para que la coerción y la explotación sean efectiva y eficaz. Aún en los regímenes neoliberales y fascistas, este requisito se cumple.

Segundo . Las ideas dominantes no están mediadas, únicamente, por cuestiones explícitamente políticas e ideológicas; crucialmente se deciden en torno de «la apropiación de aquellos conceptos que son vividos espontáneamente como apolíticos, que supuestamente trascienden la ideología» (Slavoj Zizek, «El acoso de las fantasías»). Que están extremadamente activos en nuestra vida cotidiana.

Tercero. La diferencia metodológica entre procesos de subjetivación y subjetividad es fundamental. Una cuestión son los procesos (ideológicos y extra-ideológicos) que establecen posiciones subjetivas (el individualismo, el bachaqueo y demás). Y otra, la subjetividad, los procesos de subjetivación son la reflexión determinada del individuo; y la subjetividad denota la determinación reflexiva del sujeto, la posibilidad y el movimiento real de las revoluciones.

Cuarto. La limitación ideológica no admite la solución de puntos de vistas neutrales que nos aseguren percibir y comprender «las cosas», desprejuiciada u objetivamente, tal como son y con imparcialidad: no podemos obviar la centralidad del «cemento ideológico orgánico» que define lo que es visible, o es invisible, «…lo que podemos ver, así como lo que no podemos ver, siempre nos es dado a través de un marco históricamente transmitido de preconceptos ( que) limita nuestra visión» (Slavoj Zizek, «El sublime objeto de la ideología»).

Quinto . La hegemonía se decide de acuerdo con la capacidad y potencialidad del discurso político-ideológico y las fuerzas extra-ideológicas que aseguran la interpretación dominante por la mayoría de los miembros de la sociedad, de la cotidianidad y las crisis políticas. Las coyunturas políticas, no son más que la correlación de fuerzas que tiene por fuente la gravitación de: las propuestas de sociedad y el discurso-acción política que activa y dinamiza las ideas desencontradas sobre cómo vivir juntos.

Sexto . La figura política «agente libre» y Marx**

Hay que pensar y actuar, a contra la corriente, de los presupuestos políticos e ideológicos que posibilitan la eficacia de la lógica capitalista; al margen de toda matriz economicista y objetivista, Marx define el pasaje decisivo del feudalismo al capitalismo, con base de la erradicación de los lazos de servidumbre y señorío, por la relación capitalista de individuos libres, es decir, por los vínculos «transparentes entre individuos emancipados de toda creencia ‘ingenua’, de todos los prejuicios oscurantistas». Abundamos en el punto.

En su análisis de las mercancías, Marx define la figura social «agente libre» como la condición suficiente del capital, para el surgimiento del capitalismo. El acto compra-venta de mercancías es posible si concurren al mercado «propietarios libres», el poseedor de la fuerza de trabajo, «…y el poseedor de dinero se encuentran en el mercado y traban relaciones mutuas en calidad de poseedores de mercancías (ya que) son personas jurídicamente iguales…el poseedor de medios de producción y medios de subsistencia encuentra en el mercado al trabajador libre como vendedor de su fuerza de trabajo, y esta condición histórica», es inherente del capitalismo. En la circulación de mercancías se trata de «…un verdadero Edén…impera la libertad, la igualdad, la propiedad, …el comprador y el vendedor de una mercancía celebran su contrato como personas libres, jurídicamente iguales…El único poder que los reúne y los pone en relación es el de su egoísmo, el de su ventaja personal, el de sus intereses privados…en virtud de una armonía preestablecida de las cosas o bajo los auspicios de una providencia omni-astuta…Y de esta manera todo va de la mejor manera en el mejor de los mundos posibles».

Puntualizamos que desde entonces, la producción del agente libre, del individuo libre, es un sine qua non primordial del capital. Ahora estamos en condiciones de establecer una definición mínima del proceso de subjetivación capitalista: el individuo soportado por la creencia de que «jurídica y espiritualmente es libre» y deambula con absoluta «libertad», en el mundo del capital.

Séptimo. Capitalismo tardío y agente libre recargado

Quizás corresponda a Peter Sloterdijk***, la versión conservadora más lograda del agente libre recargado, en tiempos del capitalismo tardío, «No hay nada que se desee hoy como vivir nuestra propia vida…El personaje central de nuestro tiempo es el ser humano capaz de escoger, decidir y crear, que aspira a ser el autor, el creador de una identidad individual.» («La razón cínica»). Habría que presentar tal deseo, como el alcance del presupuesto de que vivimos en sociedades permisivas o del «riesgo», esto es, el «masaje y amansamiento» de que el capitalismo tardío funciona con prácticas sociales que no están mediadas por un determinado orden político e ideológico.

El capitalismo «neoliberalizado» o sin bridas redimensiona las relaciones de coerción dominación, intenta y procura blindarse contra todo proyecto anti-capitalista, consolidando la fantasía de la propia vida como un atributo de decisiones e indecisiones, asumidas por individuos ( codiciosos, envidiosos, hipócritas, vanidosos, caprichosos y ambiciosos) que viven la «libertad de elegir», en una sociedad que permite construir cada biografía individual.

Quizás, este nivel estético del individuo libre, nos resulte exageradamente impropio y discordante, esto es, chocante y repulsivo. Y nos luzca suficiente con mostrar estadísticas sobre el desempleo, el trabajo precarizado y la miseria resultante de la lógica del capital. Quizás podamos evidenciar con una frase de Mike Davis**** respecto, de la vida real en las zonas urbanas híper-degradadas, en el planeta de las ciudades-miserias, para mostrar que el individuo libre recargado no pasa de ser un eufemismo intelectual. No obstante, tal procedimiento argumental elude la cuestión insoslayable:

¿Por qué, en vez de hacer explotar las fantasías ideológicas, seguimos soñando capitalistamente? ¿Por qué no emerge una mayoría anticapitalista, radical y emancipada?

IV

El bachaqueo, Brecht y Marx

El teatro épico de Brecht, breve y concisa nota .

Es el teatro de las ideas, y los pasajes decisivos, centrado en la presentación de situaciones que generan meditación y toma de posiciones por la comunidad de espectadores; y es puesto en escena, para una comunidad que en su asombro «no piensa sin razón» y desarticula «el uso condicionado del pensamiento» por ciertos presupuestos ideológicos. Esto es, Brecht emplaza la determinación reflexiva, a contrapelo de la reflexión determinada por la coerción del capital.

Y en «Madre Coraje y sus hijos» ilumina «…la letalidad de la idea de que no podemos abandonar los pequeños ahorros, el capital del carro que no puede perderse, la inversión que no puede perderse ocurra lo que ocurra» (Terry Eagleton, «El método de Brecht). En esta pieza, Brecht subvierte la figura del individuo libre y define el acto de la libertad que nos des-identifica de la dominación, persuadido de que El Capital es la comprensión del secreto de la forma valor mercancía

E l individuo libre atado por una carreta de venta ambulante a la guerra y al capital

Madre Coraje y sus hijos , escrita entre 1937 y 1938 (en vísperas de la II Guerra Mundial, a cinco años del ascenso al poder por el fascismo, después de la quema de sus libros y de Polonia invadida por los nazis), se estructura con base de la alegoría a la Guerra de los Treinta años en Europa (1618 – 1648). Anna Fierling es la heroína dramática, propietaria del «negocio ruinoso», de la carreta de venta tras el ejército protestante durante la Guerra, en la que mueren o son asesinados sus tres hijos.

El drama crucial es la situación generada por la «minorista» que ansía la continuidad de su riesgoso y precario negocio, y por tanto de la guerra. Anna Fierling no se «asombra» por la muerte de sus hijos, y abandona el cadáver de su hija a «algunos campesinos para que lo entierren«, y seguir las tropas «ella sola«. Topada con el fin de la guerra, toma nota de que su negocio se disuelve: «La guerra necesita descansar unos momentos para retomar aliento y empezar de nuevo   dice un soldado, para consolar a Madre Coraje» , que se lamenta del fin de la guerra.

V

El límite cero de Madre Coraje y teoría de la ideología

1.- Louis Althusser nos muestra el individuo y la vida cotidiana mediada por los Aparatos Ideológicos, la materialización de la ideología en las prácticas sociales; pero nos deja a mitad de camino, dado su supuesto de que la comprensión y el saber sobre las causas profundas de la dominación, nos «desembaraza» de la ilusión y la coerción ideológica. Esto es, dada las limitaciones de definir la ideología, en términos de «No saben lo que hacen» y eludir la radical idea de «Lo sé, sin embargo aún lo hago». En esa contradicción entre «lo que sé» y «lo que hago«, es la que realmente cuenta. Slavoj Zizek y Eagleton apuntan que esta división interna (o escisión del sujeto) es la clave interpretativa del fenómeno ideológico, «La brecha entre el saber y la creencia determina nuestra actitud ideológica cotidiana» (Slavoj Zizek, «Porque no saben los que hacen»). El paso no dado por Althusser, en su decisiva contribución, es trabajado consistentemente en las últimas tres décadas, y podemos resumirlo en tres bloques de ideas, esquemáticos, pero con precisión y suficiencia.

2.- Primero. Pre-existe un orden simbólico, que nos es postulado, como la representación adecuada e idónea de sociedades estructuralmente antagónicas; tal representación tiene el alcance de regular y normar las relaciones inter-subjetivas, las prácticas sociales, la vida cotidiana. En este sentido, la definición primordial de ideología es, la matriz que nos dota de la comprensión de la realidad que asegura desplazar y suprimir la visibilidad de los antagonismos constitutivos del orden social. La eficacia ideológica, no es, en sí misma, una distorsión (una falsa conciencia) de la realidad objetiva, sino la «pantalla» que posibilita visualizar como sociedades armónicas y equilibradas, totalidades sociales en sí mismas desequilibradas, fragmentadas y jerarquizadas.

Ahí radica el «velo ideológico» puesto en cuestión y rasgado por Chávez «ya no somos el pueblo de antes»; ese quiebre real define con rigor la subjetividad del pueblo venezolano, acicatea y espolea el desempeño del chavismo, a contrapelo de nuestros «lados flojos»

3.- Segundo. La tesis de «La ideología funciona cuando es invisible», y la ideología como «La matriz que regula lo visible y lo invisible, lo imaginable y lo no imaginable«, condensamos los dos enunciados como sigue, en la representación idónea y adecuada de las sociedades (el orden simbólico), hay una falla, algo que es excluido, que nos es negado: la cuestión no es la distorsión, la percepción falsa de la realidad, sino la mismísima imposibilidad de representarnos, correcta o cabalmente el orden social antagónico. Si tal es la «cosas», la intervención radical, consiste en dar cuenta y hacerse cargo de «lo que es» excluido.

Si limitamos la ideología a la falsa conciencia, enfatizamos la perspectiva de la realidad fuera de la mente (puntualizamos que en vez de dicho objetivismo, se impone enfatizar la tesis materialista de que la «mente existe en la realidad»), la idea de un estado de cosas objetivo, que es susceptible de diversas interpretaciones y/o discursos políticos ideológicos: la retórica de las «diversas narrativas», con el piquete de que todas están en igualdad de condiciones,

Esta perspectiva de la realidad, obvia y niega la verdad de la política, y su constitución con base de un conjunto de los antagonismos efectivos en todo orden social. De esta manera: « El desacuerdo no es el desconocimiento… Tampoco es el malentendido que descansa en la imprecisión de las palabras…La política comienza precisamente…donde la tarea consiste en repartir las partes de lo común… Hay política -y no simplemente dominación… la política es la interrupción de los efectos de la dominación de los ricos…la que hace existir a los pobres como entidad… La política existe cuando el orden natural de la dominación es interrumpido por la institución de una parte de los que no tienen parte» (Jacques Ranciere, El Desacuerdo. Política y filosofía).

4.- Tercero. La hegemonía designa, en la tradición marxista, tres momentos o situaciones: alude un campo de alianza de clases; establece el orden mediado por las ideas y «dirección intelectual de las clases dominantes» (Gramsci); y define una modalidad de vínculos sociales estructurados con base de relaciones de coerción.

En el primer sentido, se trata de ideas que articulan la hegemonía por una clase o sector social, de un conjunto de fracciones sociales que conservan una relativa autonomía, que mantienen un cierto perfil político y socioeconómico, a pesar de estar integradas a un bloque de un poder, el Bloque Histórico de Gramsci, ni más ni menos. La segunda modalidad, significa la dominación de clase con base de procesos de subjetivación que aseguran el sueño a lo capitalista. Y la tercera, constituye la materialización de las ideas dominantes en prácticas y rituales que definen los vínculos sociales, la textura de la vida cotidiana.

En estas nociones gravita una concepción de la ideología, que no discutimos en este trabajo. Al margen de esta observación, nos interesa destacar que de ningún modo la hegemonía se refiere (primordialmente) al establecimiento de consensos «inter-clasistas» o al consentimiento, por parte de los dominados. Se trata de la implantación y consolidación del dominio disciplinamiento y control de las poblaciones, y de la producción de la vida con base de la ilusión capitalista. En las modalidades de hegemonía enunciadas gravitan temáticas que no pueden obviarse, abordamos las siguientes:

Raymond Williams delimita que la cultura hegemónica o dominante «…constituye un sentido de la realidad para las personas de una sociedad, un sentido de lo absoluto en tanto realidad experimentada más allá de la cual es muy difícil moverse para la mayoría de los miembros de la sociedad, en la mayor parte de las áreas de sus vidas…» (Raymond Williams, «Marxismo y literatura»). En este sentido, «la dominación de clase», media la lucha acerca del discurso político y la relación de fuerzas que decide la idea de sociedad; la «cosa» no es decidir de antemano en que consiste la lucha de clases, y después damos el combate político-ideológico anticapitalista, sino que las ideas dominantes determinan la lucha por la hegemonía. Fracturar la mediación de las ideas dominantes, es la revolución.

La función principal de la hegemonía es asegurar que los antagonismos no disuelvan el orden social, reconduciéndolos para fundamentar determinada idea de sociedad. Empero, tal idea se decide con base del desacuerdo político (la negación a separar lo político de lo supuestamente apolítico y lo ideológico del supuesto de vivir sin condicionamientos normativos); esto es, enfatizando la historicidad del capitalismo, y de todo orden social. Y ese es el asunto político que Gramsci denota, el emplazamiento de políticas para una nueva hegemonía a contrapelo del «cemento ideológico orgánico» que instituye el poder del capital. Entonces, lo que ya sabemos: el sujeto pueblo no es reducido por los procesos de subjetivación, las luchas populares de resistencia y por la emancipación son en sí la subjetividad del pueblo:

Un acto emancipado altera el campo simbólico dominante y la correlación de fuerzas, desde el punto de vista de lo que es imposible en términos de la exclusión o negación de los antagonismos que estructuran un orden social específico, concreto.

VI

Subjetividad y acto revolucionario

«Nadie puede decir, sin resultar cómico, que se prepara para una actuación fuera de lo común. Debe llevarla a cabo, sin más.», George Bataille

«Un sentido sobreviene también por la senda más estrecha que fractura la más mortal de nuestras marcas erigidas», Terry Eagleton

El eclecticismo ilustrado (incluso en sus versiones envestidas de lenguaje radical y vertical), privilegia la opción de la política al margen de los presupuestos ideológicos, ansía la ilusión siempre marchitada de la des-ideologización; persiste en presentar la fantasía de una gestión sabia de los asuntos relacionados con los antagonismos sociales, mediante la deliberación libre, neutral y desprejuiciada. Jean Paul Sartre define esa metódica: «Es una fuerza ciega y sorda, sin arterias: no hay ni un soplo de vida… cae en el vacío, eternamente, y arrastra a su presa en esta caída definitiva.» («El idiota de la familia»).

1.- Madre Coraje significa:

Una situación in extremis del agente libre, inhabilitado para sacrificar el sacrificio que es impuesto, implacable, despiadadamente. María Coraje cristaliza la posición asignada por la maquinaria de control, disciplinamiento y producción de la vida: delibera con el soldado sobre la guerra, pero atada a la lógica de su negocio; la comunidad de espectadores, no sale del asombro, aguarda otro sí, el sí que genera el desacuerdo radical. El sí que está fuera del alcance de la regeneración moral, del salvacionismo que sana y nos libera de los deseos patológicos, y así vivir en paz. Debe decirse que «la moralidad es la más oscura de las conspiraciones». Que se impone, «la máxima dialéctica de cuanto más limpio estás, más sucio estás».

2.- La contradicción sujeto-subjetivación:

La subjetividad no es la contrapartida de la alienación o de la castración ideológica, sino «algo que está ahí», «un plus» que nos posibilita constituirnos como sujeto político, que hace efectivo el antagonismo entre subjetividad y procesos de subjetivación. Si ese plus «no está ahí», los procesos de subjetivación serían omnímodos. En este punto estriba la debilidad de políticas que desplazan la teoría sujeto por la de posiciones de sujeto. En breve, «Por medio de la «subjetivación», el sujeto presupone la existencia de una red simbólica que le permite experimentar el universo, identificarse con un lugar en el espacio simbólico… la subjetivación designa lo que se llama asumir una determinada posición de sujeto, reconocerse como un «alguien» socialmente definido… El contrapunto a este proceso de subjetivación es el sujeto mismo…» (Slavoj Zizek, «Goza tu síntoma»).

3.- El acto del sujeto:

El acto del sujeto designa las intervenciones políticas que emplazan la idea «somos el pueblo». Se trata de la subjetividad (en el entendido que no es rigurosa la abstracción que separa tajantemente objetivo y subjetivo, ideológico y extra-ideológico), en tanto proceso estructurado por un arsenal de actos. significamos la lectura radical de la tesis de Marx, Todo lo sólido se disuelve en el aire; esto es, la disolución de conceptos, presupuestos y prácticas sociales que determinan la vida cotidiana, nuestra experiencia de vida, con base del desacuerdo que funda la política y en tanto una competencia del poder del pueblo.

VII

Después de todo: ¿Qué es el bachaqueo?

Están establecidos los elementos indispensables, para abordar directamente qué es el bachaqueo: posicionamos la matriz analítica centrada en el cable pelao’ entre subjetividad y procesos de subjetivación (entre reflexión determinada y determinación reflexiva). Esto es, mediante el deslinde con la matriz que deduce la subjetividad del pueblo a partir del bachaqueo, y la define configurada por una «crisis ética muy fuerte» e impactada por la erosión e implosión acelerada de los vínculos solidarios.

1.- ¿Es el bachaqueo la verdad amarga del fracaso chavista?

En determinadas versiones del rentismo petrolero (en especial la dominante, elaborada por Asdrúbal Baptista), la «prosperidad» de Venezuela pasa por un periodo de «sangre y lágrimas»: según este discurso anti-rentista, hay que desmantelar no solamente la redistribución de la renta, sino la renta petrolera misma. Para tal anti-rentismo, la sociedad venezolana elude los cambios «que hacen falta»; la lógica electoral, perpetua la creencia en la «riqueza fácil» y en el usufructo irresponsable (y hasta ilegítimo) de «beneficios que no producimos»; hace falta un poder que imponga «las medidas necesarias»: y la verdad amarga del chavismo, es que enfatiza el rentismo petrolero, que hoy implosiona en una crisis económica signada por el fracaso del modelo político de Chávez, y la corrosión acelerada de la moral del mundo popular venezolano. Esto es, el bachaqueo como el alcance del «distribucionismo chavista» y su consecuencia directa de degeneración moral y estallido de los vínculos solidarios, la consumación lógica de una patología endémica que el chavismo está incapacitado de asumir y superar.

Sin ironías, podemos presumir que el combate antirentista en cuestión, no tiene el alcance de eludir su propia tentación. La máxima pretensión del anti-rentismo subsumido por Baptista, es banalizar la renta petrolera, mediante un conjunto de procedimientos, e implantar la renta capitalista de la vida, (véase, Armando Bartra, «El capital en su laberinto. De la renta de la tierra a la renta de la vida). La cuestión pendiente, no resuelta del todo, no pasa por la política petrolera que renuncie a la propiedad del Estado nación Venezuela y a la distribución de la renta petrolera como de los beneficios inherentes a la industrialización del «bien» petróleo.

2.- Subjetividad del pueblo y bachaqueo .

Deducir desde el bachaqueo la subjetividad del pueblo venezolano, no es más que suplantar por el artificio de la salvación moral exterior, la idea emancipada de que «el pueblo, salva al pueblo».

Primero . El emplazamiento del bachaqueo exige de intervenciones políticas, para fracturar el «hechizo» ideológico y extra-ideológico» que bloquea la consolidación del sujeto pueblo. La cuestión del bachaqueo (y otros «males»), nos plantean el desempeño del chavismo, con base de acontecimientos que definan el desacuerdo entre discursos políticos y prácticas sociales vinculadas (no hay eso de la ideología pura) que establezcan dos situaciones radicalmente diferentes: el sujeto pueblo y el agente social libre más su recarga por el capitalismo sin bridas.

Segundo. La cuestión no es que el sujeto político, es constituido por el acontecimiento revolucionario, sino que el pueble es la fuente del acontecimiento, el campo de fuerzas que genera la subversión del orden dominante. Desde el sujeto pueblo, se supera la idea de lo que es posible, esto es: se redefine lo que aparece como imposible en un orden simbólico y una coyuntura política dada; se «fractura la más mortal de nuestras marcas erigidas», con el alcance sublime del caracazo, «el por ahora de Chávez», y la conjunción «con hambre y sin empleo, con Chávez me resteo». Quizás lo que se impone es la recuperación activa de la llamada sagrada del Che «»Cuando lo extraordinario se hace cotidiano, es la Revolución».

*Nos referimos, básicamente, a las contribuciones de Alain Badiou; Etienne Balibar; George Bataille; Gilles Deleuze; Fredric Jameson; Jacques Ranciere; Jean Paul Sartre; Raymond Williams; Slavoj Zizek: y Terry Eagleton. Las cuales giran en torno a la política, teoría del sujeto, teoría de la ideología, la democracia, y la «hipótesis comunista». Y de Ludovico Silva; Luis Brito García; Michel Maffesoli; Rigoberto Lanz; y Rodolfo Quintero; y Salvador de la Plaza. Puntualizamos que hasta hoy, no ha sido superado, a escala mundial, el trabajo de Ludovico Silva sobre «El estilo literario de Marx», así como no se ha realizado, en el país, un análisis a la altura de «La cultura del Petróleo», de Rodolfo Quintero.

** Exposición que basamos en El Capital. Especialmente en las secciones 2 («transformación del dinero en capital») y 3 («Proceso de trabajo y proceso de valorización), y en el capítulo 8 («La jornada laboral»).

*** Ulrich Beck, con su teoría de la «sociedad del riesgo» presenta la idea más difundida del individuo libre recargado, «Vivimos en una era global del riesgo que es moral e individualista…Elegir, decidir, configurar a individuos que aspiran ser los autores de su vida, los creadores de su identidad, son las características centrales de nuestra era».

**** «En lugar de la tentación de denunciar las complacencias del posmodernismo como un síntoma final de decadencia o saludar las nuevas formas como los heraldos de una nueva utopía tecnológica y tecnocrática, parece más apropiado evaluar la nueva producción cultural dentro de la hipótesis de trabajo de una modificación general de la cultura misma, con la reestructuración social del capitalismo tardío como sistema» (Fredric Jameson, «El Giro cultural»)

***** «Los residentes de áreas urbanas hiperdegradadas constituyen un asombroso 78,2 por 100 de la población urbana de los países menos desarrollados y al menos un tercio de la población urbana global…Los porcentajes más altos del mundo en cuanto a número de residentes de áreas urbanas hiperdegradadas se encuentran en Etiopía, Chad, Afganistán y Nepal…Lagos no es más que el nodo mayor del corredor de chabolas de 70 millones de personas que se extiende desde Abiyán hasta Ibadan: probablemente, la mayor huella ininterrumpida de la pobreza urbana sobre la tierra» («Planeta ciudades-miseria).

 

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.