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La tendencia a disminuir al adversario

Fuentes: El Viejo Topo

Nota de edición: Hoy [27.04] hace 82 años moría Antonio Gramsci a los 46 años de edad y a los 6 días de haber cumplido condena bajo el primero de los fascismos europeos. Su ejemplo y sus aportaciones para la reflexión y la práctica transformadora siguen más vivos que nunca. Es sin más un documento […]

Nota de edición: Hoy [27.04] hace 82 años moría Antonio Gramsci a los 46 años de edad y a los 6 días de haber cumplido condena bajo el primero de los fascismos europeos. Su ejemplo y sus aportaciones para la reflexión y la práctica transformadora siguen más vivos que nunca.

Es sin más un documento de la inferioridad del que la tiene; se tiende infantilmente a disminuir rabiosamente al adversario para poder creer que se le vencerá sin ninguna duda. Por eso hay oscuramente en esa tendencia un juicio acerca de la propia incapacidad y debilidad (que quiere animarse), y hasta podría reconocerse en ella un conato de autocrítica (que se avergüenza de sí misma, que tiene miedo de manifestarse explícitamente y con coherencia sistemática).

Se cree en la «voluntad de creer» como condición de la victoria, lo cual no sería erróneo si no se concibiera mecánicamente, convirtiéndose en un autoengaño (cuando contiene una indebida confusión entre masas y jefes y rebaja la función del jefe al nivel del seguidor más atrasado y sin luces; en el momento de la acción, el jefe puede intentar infundir en los seguidores la convicción de que el adversario será derrotado sin ninguna duda, pero él mismo tiene que hacerse un juicio más exacto, y calcular todas las posibilidades, incluso las más pesimistas).

Un elemento de esta tendencia es de la naturaleza del opio: es, efectivamente, propio de débiles el abandonarse a las fantasías, el soñar con los ojos abiertos que los propios deseos son la realidad, que todo se desarrolló según los deseos de uno. Por eso se atribuyen a una parte la incapacidad, la estupidez, la barbarie, la cobardía, etc., y a la otra las dotes más altas del carácter y de la inteligencia: la lucha no puede ser dudosa, y ya parece que se tenga la victoria en la mano. Pero esa lucha es soñada, y vencida en sueños.

Otro aspecto de esta tendencia consiste en ver las cosas como en la pintura histórica de las estampas populares, en los momentos culminantes de alta epicidad. En la realidad, se empiece a actuar por donde se empiece, las dificultades resultan inmediatamente graves porque no se ha pensado nunca concretamente en ellas, y como siempre hay que empezar por cosas pequeñas (pues, por regla general, las cosas grandes son conjuntos de cosas pequeñas), la «cosa pequeña» se desprecia: es mejor seguir soñando y retrasar la acción hasta el momento de la «gran cosa».

La función de centinela es molesta, pesada, agotadora; ¿por qué «desperdiciar» así la personalidad humana, en vez de reservarla para la hora grande del heroísmo?, etc. No se tiene en cuenta que si el adversario te está dominando mientras tú lo disminuyes, reconoces ser dominado por uno al que consideras inferior: pero entonces, ¿cómo es que ha conseguido dominarte? ¿Cómo es que te ha vencido y ha sido superior a ti precisamente en aquel instante decisivo que tenía que dar la medida de tu superioridad y de su inferioridad? No hay duda: algún diablo anda por en medio. Pues bien: aprende a conseguir que el diablo se ponga de tu parte.

Una asociación literaria: en el capítulo XIV de la segunda parte de ElQuijote el Caballero de los Espejos sostiene que ha vencido a Don Quijote:

  • Y héchole confesar que es más hermosa mi Casilda que su Dulcinea, y en solo este vencimiento hago cuenta que he vencido a todos los caballeros del mundo, porque el tal Don Quijote que digo los ha vencido a todos, y habiéndole yo vencido a él, su gloria, su fama y su honra se ha transferido y pasado a mi persona, Y tanto el vencedor es más honrado, cuanto más el vencido es reputado así, que ya corren por mi cuenta y son mías las innumerables hazañas del ya referido Don Quijote*. (C. XXII; P. P., 6-8.)

    (*) Gramsci cita en castellano.

    Cuadernos de la Cárcel. Cuaderno XXII, 1933-1934

Traducción de Manuel Sacristán en Antonio Gramsci. Antología. Selección y notas de Manuel Sacristán. Siglo XXI Ed., 1970.

Fuente: https://www.elviejotopo.com/topoexpress/la-tendencia-a-disminuir-al-adversario/