La Agencia Internacional de la Energía ha advertido que existirá un petróleo caro hasta al menos el año 2013, sin especificar qué ocurriría a partir de esa fecha, y cómo de caro será el crudo. Podríamos considerar que, hasta que se produzca una importante recesión económica mundial, la tensión de la demanda mantendrá, junto a […]
La Agencia Internacional de la Energía ha advertido que existirá un petróleo caro hasta al menos el año 2013, sin especificar qué ocurriría a partir de esa fecha, y cómo de caro será el crudo. Podríamos considerar que, hasta que se produzca una importante recesión económica mundial, la tensión de la demanda mantendrá, junto a otros factores, un precio cada vez más alto, con importantes oscilaciones dependiendo de factores de todo tipo: financieros, geopolíticos, geológicos, climáticos, etc. Tal es el estado de equilibrio entre la oferta y la demanda. La Agencia, que gradualmente se está situando del lado de la opinión que, desde hace ya casi una década, ha comunicado la Asociación para el estudio del cenit del petróleo y del gas (ASPO) en el reconocimiento de inmediatos límites en la producción, no tanto así en la visión de esos geólogos del declive posterior permanente (aunque todo se andará…), ha esgrimido las razones conocidas para ver hoy precios record del petróleo. Así, la debilidad del dólar arrastra al capital hacia las materias primas (factor preocupante como ninguno que la principal economía del Mundo esté arrastrándonos hacia una depresión económica); la capacidad de refino escasa para petróleos más pesados, una evidencia más del declive del petróleo convencional del que ASPO habla desde hace años; una escasísima capacidad excedentaria de petróleo que introduce nerviosismo en los mercados; la demanda que hasta ahora no ha modificado en demasía su comportamiento por el alza de los carburantes, aunque esta tendencia, rápidamente, está ya cambiando; un incremento de las necesidades de petróleo para transportes, y carencias de refino para abastecerla, en parte por el declive de los destilados medios más adecuados para ello; una acelerada demanda de los países llamados emergentes, aunque aún a años luz de los consumos per capita de Occidente; y un reconocimiento ya explícito de que, al menos hasta el año 2013, la aportación de nueva producción al mercado será muy inferior a lo que la economía mundial requeriría, con el añadido de declives en las producciones existentes de entre el 4 y el 5%. También afirma la Agencia que los proyectos de desarrollo de nuevos yacimientos están siendo muy costosos, y con continuos retrasos, así como que la producción de los países que no son de la OPEP está realmente declinando.
Con este escenario, podemos afirmar que el petróleo pasará de «caro» en estos meses a «carísimo» en un periodo que puede comenzar en pocos trimestres. Al fin y al cabo, son pocos los países que están subiendo sustancialmente sus cifras de extracción, y menos aún los que han descubierto o explotado reservas suficientes para compensar los declives de los grandes yacimientos, buena parte de ellos con más de cuatro décadas de producción y, por tanto, en un estado claro de madurez y declive geológico.
Esta tercera crisis energética es sustancialmente distinta a las dos anteriores. En 1973, los países de la OPEP, a resultas de la guerra de Yom Kippur, apenas redujeron un 5% sus exportaciones, y establecieron un pequeño embargo sobre el Puerto de Rotterdam, que finalizó a los 6 meses, dejando la primera lección de escasez petrolera que llevó a la puesta en marcha de las reservas estratégicas nacionales. Inclusive Irán, como recuerda Mat Simmons, procuró el incremento de la producción para compensar ese embargo. En 1979 y 1980, la revolución iraní redujo a menos de un tercio la producción de petróleo del país, y el comienzo de la guerra con Iraq hizo que éste prácticamente paralizara su producción. En esta tercera crisis energética, sin embargo, salvo en el caso de Iraq – que intenta recuperar la extracción con compañías petroleras extranjeras, como culminación de la operación militar que desalojara del poder a Sadam Hussein – y el de Nigeria, la práctica totalidad de los países bombean en un ritmo de relativa «tranquilidad». Pero existen límites geológicos y de ritmos de extracción; progresiva escasez de petróleo de calidad; instauración de prácticas de protección de reservas que se conocen valiosísimas en el futuro; y, por otro lado, una oferta insaciable, que nadie quiere frenar voluntariamente. Nos adentramos hacia un shock petrolero cuasi permanente que cambiará nuestras vidas, y dará comienzo a otra era histórica, caracterizada por un petróleo cada vez más caro, y por el racionamiento mundial del mismo para los que tengan más dinero.