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Entrevista a Carolys Pérez, presidenta del INTU

«¿La tierra urbana? En revolución cuesta un bolívar»

Fuentes: Resumen Latinoamericano

Entusiasmo, competencia y fidelidad a los principios. Características que guían el compromiso político de Carolys Pérez, cualquiera sea la tarea que le asigna la revolución bolivariana. Sobre todo, se presenta como una «militante del Partido Socialista Unido de Venezuela y feminista». Actualmente -explica- “hago mi aporte en la Vicepresidencia de mujeres del partido, particularmente en el área de relaciones internacionales. En el ejecutivo nacional -agrega- tengo hoy la tarea de presidir el Instituto Nacional de Tierra Urbana (Intu), que forma parte del Ministerio del Poder Popular para el Habitat y Vivienda. La encontramos en su oficina, en una Caracas empeñada en remodelar asfalto y fachadas, en el clima de recuperación económica que se siente, a pesar del bloqueo imperialista. En la sala, está una escultura de cartón que dibuja esta cifra: 1.200.000.

¿Qué indica esta cifra, presidenta?

Es el número de familias que hasta ahora son propietarias de la tierra en la que viven, 1.200.000. Una cifra que contrasta con otros países donde se comercializa la tierra urbana y el coste por metro cuadrado es muy elevado. ¿Sabes cuánto cuesta aquí en revolución? Un bolívar. Un precio simbólico establecido luego de la aprobación del decreto 1666, que dio inicio a la ley que regula la ocupación de suelo urbano, de la cual se ocupa el Intu. Una obra de la revolución bolivariana, que se inició a instancias del comandante Hugo Chávez en 2002. En ese momento, el Instituto no existía como tal, sino solo como una oficina técnica nacional con la tarea de regularizar la ocupación de tierra urbana. En febrero de ese año, el comandante autorizó y entregó los primeros títulos y dio impulso a los Comités de Tierra Urbabana (Cut).

¿En que consisten y cómo se formaron?

Son agrupaciones de organizaciones populares que tienen como finalidad principal el desarrollo del catastro popular. En la práctica, las personas miden su porción de tierra, la dibujan y nosotros en el Instituto hacemos los levantamientos cartográficos y los controles necesarios para luego registrar formalmente la existencia de la parcela y convertirla en un título de propiedad. En el año 2002 aún no existían los Concejos Comunales ni todas las leyes que hoy regulan la construcción municipal, por lo que en la revolución bolivariana se considera a los Cut como el germen de toda esta estructura comunal. Hay que recordar que, a raíz del boom petrolero, que supuso la migración de gran número de personas del campesinado a las zonas industriales, comenzaron a desarrollarse alrededor de las grandes ciudades los llamados cordones marginales que, durante la Cuarta República, ni siquiera estaban registrados. Yo vengo de una de estas aglomeraciones, en Antimano, cerca de Caracas y crecí en otro barrio, El trigo en los Teques, entonces sé que éramos invisibles para el sistema como tal. Para el Catastro aún éramos un área verde, no había calles ni números de casas, lo que imposibilitaba obtener un certificado o pedir un préstamo al sistema financiero para mejorar la vivienda. No teníamos la propiedad en el terreno que estábamos ocupando y ni siquiera una dirección. El Comandante, al darse cuenta de esto, inició una revolución urbana, con la aprobación del decreto 1666, como decimos, la ley para la regularización de la propiedad de las tierras urbanas. Así la tierra ha dejado de ser considerada una mercancía y se ha convertido en un derecho. Como según nuestra ley, nuestro código de comercio, los terrenos urbanos deben venderse para ser adquiridos, Chávez fijó un precio simbólico por metro de terreno, en bolívares, para que todos los que vivían allí pudieran pagarlo, tener el título de propiedad y hacerse visibles. Sin embargo, no fue solo un acto administrativo, por voluntad del Estado, sino un camino de corresponsabilidad.

¿ En qué sentido?

Para registrarse, la CUT debe presentar la Carta del barrio, una especie de constitución que contiene las reglas de convivencia de la comunidad. Se pretendía que además de ser visible en el sistema, este proceso debía implicar una transformación en las relaciones humanas. Había que cambiar la visión de los barrios que siempre se asocian con lo negativo, con la delincuencia, con el consumo de drogas. Por eso, en las asambleas de ciudadanos y ciudadanas fuimos invitados a redactar nuestra Carta, que incluía la historia del barrio, las normas de convivencia y el plan de transformación integral del hábitat, así nos veíamos en el futuro, porque sabíamos que la entrega del título de propiedad era solo un punto de partida para la transformación de todo el espacio urbano. Tenga en cuenta cómo es Caracas. La mayoría de los barrios están ubicados en el cerro, donde vive la mayoría de los trabajadores, y la ciudad queda río abajo: la ciudad informal donde vivimos había construido la formal donde todos soñamos con vivir. La primera etapa, que dio origen a la ley, fue aprender a hacer visible y habitable esa ciudad informal.

Y hoy, ¿cuál es la función del Instituto y qué dificultades enfrenta con la guerra económica?

Con el desarrollo de la revolución bolivariana, la ley ha tenido diversos cambios que han abierto el camino para la formación del Instituto de Suelo Urbano, inserto en una nueva dinámica como la que mueve la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV), que atribuye otras competencias a la misma. No solo entregamos los títulos de propiedad, sino que también entregamos a la GMVV el informe de viabilidad técnica del terreno en el que se pretende construir. Por lo que se deben realizar estudios geotécnicos y de suelos los cuales son transmitidos a la inmobiliaria nacional y otras instituciones adscritas al Ministerio, que se encargan de regularizar los títulos de propiedad de los apartamentos o casas que se construyan. El Intu trabaja muy de cerca con otra institución hermana, el Inti, el Instituto Nacional de Tierras, porque muchas tierras que antes se usaban para la agricultura ahora son urbanas. Para mí, que había dirigido la oficina cuando era muy joven cuando aún no tenía las funciones que tiene hoy, es un nuevo desafío, que se renueva debido a las dificultades que impone la guerra económica en todos los niveles. Encontré a la mayoría del personal en ese entonces, siempre muy motivado con el proceso bolivariano. Hablar de la propiedad de la tierra urbana es hablar de revolución, del presidente Maduro que sigue en la línea de Chávez en la perspectiva de la sociedad comunal, donde los Cut hacen su parte.

¿Y cómo se desarrolla tu compromiso feminista?

Una de las potencialidades de nuestro movimiento es tener múltiples voces y vocerias, de diferentes generaciones, orígenes y roles. Esto nos permite estar presentes de manera transversal en todas las instituciones e instancias de la sociedad. En el Parlamento se aprobó la reforma de la ley orgánica por el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, y se tiñó de violeta el edificio de la Asamblea Nacional, luego presentamos la ley para la adopción del lenguaje de género. En el partido nuestra vicepresidenta es Gladys Requena, quien me ha dado la tarea de fortalecer las relaciones con las feministas a nivel internacional. Es muy importante unirnos, organizarnos y alzar nuestra voz feminista en esta sociedad pospandemia en la que la pobreza tiene rostro de mujer. Estoy convencida de que la mujer es el nuevo sujeto histórico para la construcción del socialismo y que, como decíamos antes “Proletarios del mundo, uníos”, hoy podemos decir: “Mujer del mundo entero, proletarias del mundo entero, unías!”.

Fuente: https://www.resumenlatinoamericano.org/2022/01/27/venezuela-entrevista-a-carolys-perez-presidenta-del-intu-la-tierra-urbana-en-revolucion-cuesta-un-bolivar/