En este artículo el autor reflexiona sobre la paradoja del gobierno ante la autoimposición de una política económica neoliberal que le obligará a recortar gastos sociales.
El ministro Fernando Haddad defiende obstinadamente el déficit fiscal cero. Por lo que parece, está solo en esta empresa, no en el mercado, sino dentro del gobierno. El proyecto de ley del presupuesto de 2024 fue enviado al Congreso con esta meta, a pesar de la opinión en contrario del presidente Lula da Silva y de sectores que defienden un déficit de por lo menos 0,5% do PIB.
Así se evitaría el sofocamiento fiscal del gobierno, que de lo contrario podrá ver comprometida la capacidad de inversiones, la ejecución de políticas públicas y el funcionamiento de la máquina estatal.
No tiene el gobierno la obligación de preparar una pieza presupuestaria con déficit cero. Se trata de un dogma neoliberal que ni siquiera es seguido por países del G20 o por otra economía relevante del planeta. En el actual ciclo económico mundial son raros los países con superávit fiscal: apenas los ricos en petróleo o paraísos fiscales. La mayoría, entretanto, presenta déficit entre 2% y 4% del PIB.
Para alcanzar el déficit cero, el gobierno dependerá de la obtención de ingresos extraordinarios que, a su vez, necesitan ser aprobados por un Congreso muy celoso de los intereses de las finanzas, de los ricos y superricos.
De acuerdo con la ministra de Planeamiento Simone Tebet, serían necesarios ingresos adicionales de 168 mil millones de reales. A pesar de su confianza, la ministra dijo, sin embargo, que “el futuro pertenece a Dios”. Si el pasado de votaciones recientes en la Cámara sirve como parámetro, esta confianza en Dios para viabilizar los recursos necesarios para que el gobierno alcance el déficit cero queda seriamente alterada.
En la sesión del 30 de agosto, con mayoría de 430 votos, la Cámara aprobó exenciones de la hoja de pagos y de los municipios, que pueden representar una pérdida de 18 mil millones de reales de recaudación para el Estado.
Y Arthur Lira, ganadero, empresario y político brasileño, actual Presidente de la Cámara de Diputados, ya anuncia dificultades para que el gobierno consiga aprobar medidas esenciales para el equilibrio fiscal y presupuestario, como la tasación de los superricos, de fondos exclusivos y de offshores, que generarían 54 mil millones de recaudación hasta 2026.
No más que 2.500 personas, de una población total de 203 millones de brasileños, serían alcanzados con la tributación de los fondos exclusivos, de aplicaciones por más de 10 millones de reales (más de dos millones de dólares). Un contingente ridículamente insignificante, pero extremamente poderoso, que tiene en sus manos el Legislativo, un poder de Estado, como guardián fiel de sus privilegios obscenos.
En caso de que no logre obtener fondos adicionales del presupuesto, el gobierno precisará reprimir los gastos públicos en pleno año electoral. Por eso el área económica mantiene en su radar la hipótesis de incumplir los pisos del Sistema Único de Salud, de la educación, de la ciencia y tecnología, ya en el ejercicio de 2023. El gobierno opera en línea con el Tribunal de Cuentas de la Unión esta posibilidad que, si es confirmada, significará un enorme retroceso.
El secretario de Presupuesto Federal del Ministerio de Planeamiento y Presupuesto, Paulo Bijos, visualiza como “margen de maniobra para [alcanzar el] déficit cero” la reducción de los gastos obligatorios. “Grandes números del Presupuesto están en los pagos obligatorios, entonces la revisión del gasto alcanza todo”, señaló, reconociendo que el corte de los gastos discrecionales tiene efecto bastante reducido, menor que el de los gastos compulsorios.
El corte, por ejemplo, de gastos nacionales con intereses y servicios de la deuda, que en razón de las tasas estratosféricas del Banco Central consumirán casi 800 mil millones del Tesoro Nacional este año, no integra el léxico austeridad del secretario Bijos. Los pagos de la deuda, que están en el mismo nivel que los gastos previsionales también son obligatorias. Pero, por lo visto, intocables, tal vez por ser “sagradas”.
El gobierno creó una paradoja. En caso de que no consiga obtener recursos extraordinarios, el austericidio será la única salida para no ser penalizado por un dogma neoliberal que se autoimpuso como penitencia.
Eso significa un esfuerzo de contención de las inversiones y gastos sociales en 2024, año de la elección municipal más importante de las últimas décadas, porque es central em a lucha para derrotar a la extrema derecha y al fascismo.
Jeferson Miola es miembro del Instituto de Debates, Estudios y Alternativas de Porto Alegre (Idea), fue coordinador ejecutivo del V Foro Social Mundial y colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
Fuente: https://estrategia.la/2023/09/06/brasil-la-trampa-del-deficit-cero/
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