Recomiendo:
0

La triple debilidad

Fuentes: Revista Debate

La crisis que atraviesa Europa es una faceta más del desarrollo, crítico y contradictorio, de la etapa de predominio de las finanzas en la organización del sistema capitalista, la cual está acompañada por la globalización de las empresas multinacionales. El «libre cambio» tiene su bandera en la Organización Mundial del Comercio (OMC) reglando el comercio […]

La crisis que atraviesa Europa es una faceta más del desarrollo, crítico y contradictorio, de la etapa de predominio de las finanzas en la organización del sistema capitalista, la cual está acompañada por la globalización de las empresas multinacionales. El «libre cambio» tiene su bandera en la Organización Mundial del Comercio (OMC) reglando el comercio mundial y derribando las formas nacionales (políticas internas) que pueden proteger las soberanías nacionales y las democracias. Esto lo han homologado todos los miembros del G-20, incluidos nosotros, los emergentes.

Decía Joseph A. Schumpeter que «el capitalismo es un sistema de propiedad privada de los medios de producción en el que la innovación se financia con crédito». Respecto a la propiedad privada, el socialismo, apropiación social de los medios de producción, no sólo dejó de ser una forma de organización (caída del Muro de Berlín, la vía China) sino que, con el «nuevo laborismo» o la «nueva socialdemocracia», las «banderas de izquierda» se encogieron y su corazón lo ocupó la «cultura de izquierda» o el predominio de los derechos civiles en desbalance con las realidades materiales.

Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, por ejemplo, relajaron el papel del Estado en la economía (menos de Keynes y de planificación, más estabilidad con desempleo e inequidad) y adoptaron la «globalización» como patrón. La «sabiduría omnisciente del mercado» puso la tasa de interés al comando y fue abandonada la concepción transformadora de los «precios sombra». Menos de Estado y democracia real; más de globalización y mercado; más «cultura de izquierda» menos materialidad; ése es el nuevo socialismo allá y los nuevos «progres» acá.

Las finanzas, entendidas como «crédito», son esenciales al sistema pero no lo es que la «innovación» (inversión) quede en manos de la tasa de interés.

La visión OMC del comercio, el abandono de la planificación y de los precios sombra es el patrón dominante, y es en esta forma de capitalismo donde los financieros deciden qué es innovación y dónde se produce (globalización). Esto es lo que está en crisis en Europa. No digo que sea «la causa de la crisis», sino que es en ese espacio de organización donde ocurre. Por este lado del mundo, los llamados «progresistas» y algunos «populares», militan el olvido del planeamiento y de los precios sombra y se conforman con la «cultura de izquierda» y sostienen el Estado idiota que la ve pasar.

DEUDA Y PBI

Volvamos a Europa. Cuando la deuda pública se aproxima al 90 por ciento del PBI, el crecimiento futuro se reduce a la mitad de lo que era antes de alcanzar ese límite (Carmen Reinhardt y Kenneth Rogoff). «Los mercados» -siempre hay rescate para los «buitres» (riesgo moral)- atacan a los Estados con esos niveles de deuda/PBI si, además, tienen déficit fiscal (difícil servir la deuda) y déficit comercial (consumen más que lo que producen) o que no son «productivos» en términos relativos. Esta condición, en una zona sin aranceles como la UE, es parte del sistema que define, en ella, países centrales (Alemania y Francia) y países periféricos (los del sur de la zona) que acumulan la «triple debilidad».

Eso (deuda, déficit, improductividad) los hace apetitosos para la especulación. Los países en «triple debilidad» deben salir al menos de una de ellas para no ser devorados. «Salir de una» es condición necesaria, no suficiente, para la macro de expansión. En la zona euro, sin posibilidad de devaluación, sólo quedan dos debilidades sobre las que actuar «rápido»(deuda y déficit). Es lo que proponen la UE y el FMI con el ajuste. Realizado sin apuntar a la estructura acrecentará la improductividad de esas economías. La condición suficiente es generar un modelo de acumulación y distribución compatible con el crecimiento, la estabilidad y el equilibrio social de largo plazo.

Detrás de esta crisis de la eurozona está la «triple debilidad» y la ausencia, en los países débiles, de al menos una de esas condiciones necesarias y del modelo apropiado de acumulación y distribución. El socialismo en el poder es responsable por abandono de banderas materiales.

Recordemos nuestra experiencia como telón de fondo.

La salida de la crisis de la Argentina se inició con una «condición necesaria»: la moratoria de la deuda (Adolfo Rodríguez Saá). Tuvo el aplauso parlamentario y de Hugo Moyano. Eduardo Duhalde y Jorge Remes devaluaron a 1,40; y el mercado a 4 pesos por dólar. Pusieron las retenciones. Todo contribuyó a la sustitución de importaciones y a la caja fiscal. Los tres frentes de la debilidad fueron tabicados: pero la devaluación redujo el nivel real de los salarios, aumentó el desempleo y el número de pobres, que venía creciendo aceleradamente desde 1995. A partir de la inflación y de problemas sociales máximos comenzó la recuperación, y en abril de 2002 -en sólo cuatro meses y luego de cinco años de recesión- el proceso revirtió. ¿El motor de arranque? Los términos del intercambio favorables. Se redujo el déficit fiscal y se convirtió en superávit; y se mantuvo un tipo de cambio razonablemente competitivo, aunque en persistente deterioro al igual que el superávit fiscal.

Mejorado el tipo de cambio real por los términos del intercambio (precios de nuestras exportaciones) se negoció una reducción nominal (y real) de la deuda y el alargamiento de los plazos.

La deuda se hacía sostenible en la medida en que: a) no se incrementara; b) se mantuviera el nivel del superávit fiscal; y c) la competitividad de la economía (cambiaria, de precios internacionales o de productividad total de los factores) creciera.

Los cimbronazos recientes están relacionados con: a) problemas de gestión de la deuda; b) deterioro del superávit fiscal; y c) del tipo de cambio (por inflación relativa vis a vis los competidores) y el estancamiento de la productividad no agraria. En el activo los términos del intercambio y la productividad agraria.

Conclusión: salimos de la crisis realizando las condiciones necesarias y con un motor externo. La ausencia de un modelo de acumulación y distribución sustentable y compatible (la condición suficiente), con el crecimiento con estabilidad y equilibrio social, ha sido reemplazada por el «motor» de acumulación y distribución dependiente (soja y China). Motor «eficaz» -pero transitorio- y no modelo «eficiente» y sustentable. Nuestro ejemplo para poner «contexto» en la crisis europea.

Los países europeos de bajo crecimiento o recesión están en zona de riesgo de Reinhard-Rogoff: Islandia (deuda del 120 por ciento del PBI), Grecia (133 por ciento) e Italia (119) superan el límite del 90 por ciento. La mitad de la deuda del sur europeo está en bancos de Alemania, Francia e Inglaterra. Rescatar a los griegos es rescatar bancos de los rescatadores. Japón (227) y Estados Unidos (93) también superan el 90. Pero ellos escapan de la «triple debilidad».

La mayor parte de Europa estará en la frontera del 90 por ciento en 2011.

El mundo desarrollado ha llegado al límite financiero de la velocidad de crecimiento y tasas menores implican menor capacidad de resolver problemas. Hay muchos países periféricos con deuda, déficit y falta de competitividad. No es el caso de Alemania: ¿pero puede ella llevar el peso de la competitividad si los presupuestos de la zona se unificaran? O si el 43 de sus exportaciones tienen destino en la comunidad, ¿cuánto de la competitividad alemana es la falta de productividad de sus socios?

En el pantano («triple debilidad»), acelerar y quedarse quieto hunde. Sólo se sale si alguien tira de afuera. ¿Quién es «la China y la soja» de Europa ahora? O ¿Cuál es el motor?

La deuda pública de China no supera el 20 por ciento del PBI. Pero gran parte de la deuda pública (13 billones) de Estados Unidos está en China y es generada por ventas desde China de multinacionales norteamericanas. En Japón, la mitad de su deuda pública está en poder de su pueblo.

Oriente austero.

Pero en Occidente (2007) la deuda privada en Inglaterra era tres veces el PBI. Igual en España. En Alemania y Francia, dos veces.
Los privados y los públicos deben. La solvencia del deudor es proporcional al crecimiento. Si la dimensión de la deuda pública de los desarrollados proyecta desaceleración del crecimiento, ¿no estaremos acumulando un potencial de insolvencia generalizada? Se suman problemas de liquidez y de solvencia.

«Lo que pasa en Grecia es la punta de un iceberg de problemas de deudas y déficit público en muchos países desarrollados, y no solamente en la zona euro, también en Reino Unido, Estados Unidos y Japón» (Nouriel Rubini). Grecia, primera piedra. España, déficit 11 por ciento del PBI, balance comercial negativo y deuda pública 67 por ciento del PBI. Familias y empresas endeudadas por el boom inmobiliario y activos desinflados. Al entrar en la Comunidad Europea tuvo «su soja» en la ayuda comunitaria; pero no armó un modelo de acumulación y distribución basado en un tejido industrial: el socialismo se dedicó a la cultura. Portugal también sufre de las «tres debilidades». En Italia, la aceleración productiva hace rato se ha detenido.

Las políticas de ajuste que apuntan a dos de las tres debilidades (déficit, deuda) generan subutilización de capacidad productiva y desempleo, baja de salarios y del consumo; conspiran contra la inversión decidida por el mercado. La globalización estilo OMC es un obstáculo mayor: impide la reconstrucción de las condiciones de productividad.

En ese escenario la sombra de la deflación (recesión y derrumbe de precios) del mundo de los años treinta se proyecta nublando el horizonte.

¿Nuevas ideas como en aquellos tiempos en los que el Estado era un desconocido al que se podía acudir? Hoy ese Estado tiene mala prensa y problemas de vejez mal atendida.

Los que hacen y quieren hacer política, que deberían tener ideas claras acerca de qué hacer desde el Estado para equilibrar el edificio de la nación, si hay algo que no ejercitan es esta preocupación.

Cuando el cuerpo duele, anuncia que algo está mal. Y lo mismo pasa en la economía mundial.

Los políticos «progresistas» o «populares» quemaron los libros viejos por viejos, sin recordar que «lo nuevo es lo que se ha olvidado».

A doscientos años de Mayo (la Patria es más vieja y la Independencia, más joven) hubiera sido estupendo (y no fue) ofrecer a los grandes criollos que comenzaron y a los que después forjaron esta tarea, el regalo de cumpleaños de pensar juntos el modelo autónomo de acumulación y distribución, gestor del crecimiento con estabilidad y justicia y equilibrio social de largo plazo para la Patria que comienza los 300 años de Mayo.

Fuente: http.www.revistadebate.com.ar/2010/05/21/2899.php

rCR