En medio de la protesta contra el «paquete de maldades» del gobernador de Río de Janeiro, Luiz Fernando Pezão (PMDB), una imagen llamó la atención. Policías militares estaban dentro de la Iglesia San José, en el centro de Río, posicionados en las ventanas, disparando contra los manifestantes que protestaban frente a la Asamblea Legislativa de […]
«La tropa de la PM invadió la iglesia por la puerta del fondo, para acceso de los empleados y, subiendo a los balcones, en el 2º piso, de ahí encima lanzaban bombas de gas lacrimógeno y de efecto moral y de gas pimienta. Los manifestantes se amotinaron y comenzaron a apedrear nuestro santuario de 410 años», informó la Hermandad del Glorioso Patriarca San José, a través de una nota.
Brasil de Fato habló con la Arquidiócesis de Río de Janeiro, pero también con otros religiosos, como el monje benedictino, Marcelo Barros, escritor y teólogo, así como el historiador André Leonardo Chevitarese, profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y uno de los investigadores más respetados sobre religión. El objetivo es entender que representa la acción de la PM.
Según el monje Marcelo Barros, la última vez que una iglesia fue invadida por fuerzas de seguridad del Estado aconteció en 1968, durante la dictadura militar, en Salvador. «Eso ocurrió cuando un grupo de jóvenes manifestantes se refugió dentro del Monasterio de San Bento, corriendo de la represión, y los policías invadieron el local con la intención de disparar o capturar a los jóvenes que protestaban contra el régimen», afirma el teólogo.
Mientras tanto, de acuerdo con informaciones del asesor de prensa de la Arquidiócesis, Adionel Carlos de la Cunha, en el estado de Río de Janeiro no hay noticia de ataques o de uso de la iglesia como aparato militar, ni en la época de la dictadura. «Este hecho, en los años que estoy aquí (desde 1967), fue único en la Arquidiócesis», garantiza el asesor.
El padre Luís Corrêa Lima, profesor de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Río (PUC-Río), afirma que los templos religiosos son lugares de amnistía política y militar. Incluso en los años duros de la dictadura, en la década de 1970, en São Paulo, hubo episodios en que el régimen no atacaba dentro de las iglesias. «Hubo un caso que ocurrió en 1978. Don Mauro Morelli, obispo auxiliar de São Paulo, substituía a don Paulo Evaristo Arns (Arzobispo de São Paulo), que estaba viajando. Hubo, en la Plaza de Sé, una protesta de amas de casa del movimiento contra el alza del costo de la vida. La policía reprimió con violencia, y don Mauro abrió las puertas de la catedral para recibir a los manifestantes. Y la policía no invadió», relata el padre Luís Corrêa Lima.
En tiempos democráticos, esta es la primera vez que algo así ocurre en Brasil, según el historiador de la UFRJ, Andre Leonardo Chevitarese. «Nunca vi nada parecido. Estamos viviendo un Estado de represión. Esto es un escándalo. La iglesia se demoró mucho en reaccionar, el párroco debería haber exigido al comandante de la operación de la PM que los policías se retirasen de la iglesia», argumentó el historiador.
Según relatos de los manifestantes los policías habrían permanecido largas horas dentro de la iglesia, usando las ventanas como trinchera y posición militar. «Desde las 12h30 ya había policías en la ventana de la iglesia, no me acuerdo hasta que horas se quedaron, pero fue mucho tiempo», revela un comunicador de Mídia Ninja, que acompañó toda la protesta. En total fueron más de 6h de confrontaciones entre la PM y los manifestantes, que se extendió por varias calles del centro de la ciudad de Río de Janeiro.
El monje Marcelo Barros argumentó que la acción de la PM dentro de la iglesia representa una señal de los tiempos actuales. «Estamos en una época en que ya no se respetan más las instituciones. Una presidente electa democráticamente sufrió impeachment sin crimen. Y el presidente del Senado no cumple un orden judicial. Para que sirven entonces las instituciones?», cuestiona.
El religioso también resalta que condena la invasión militar de cualquier templo religioso. «Existen convenciones internacionales que resguardan los templos religiosos como lugares de paz. Además de eso, en el mundo esa directriz se respeta desde la Edad Media. Pero peor que violar una iglesia, es atacar a la persona humana, a los manifestantes que están protestando por sus derechos», resalta el religioso.
Violencia extrema
El fuerte aparato militar usado por la PM para reprimir el acto impresionó a los trabajadores. «Usaron la caballería, motos de diversos tipos, carros de choque con hombres en la parte trasera disparando, por lo menos un blindado, muchas bombas de gas lacrimógeno, de gas pimienta, de efecto moral, con fragmentos que queman la piel, incluso me quemé levemente en el brazo», contó el integrante de Mídia Ninja entrevistado por Brasil de Fato. El profesor Leon Diniz dice que también quedó impresionado con la violencia de la PM. «El grado de violencia que vimos sólo se compara a las represiones de 2013», afirma el profesor.
Respuesta de la PM y de la Arquidiócesis
En una primera versión sobre el episodio, el comando de la PM del Río de Janeiro informó a través de sus redes sociales que «fue necesario que policías de choque entraran en la iglesia vecina a Alerj para frenar acciones violentas en el interior y en el entorno». Mientras, no hay relatos, imágenes o vídeos de manifestantes dentro de la iglesia, que estaba con las puertas cerradas.
Entretanto, según nota de la Arquidiócesis de Río de Janeiro, en la mañana del último día 7, el Coronel Wolney Dias Ferreira, comandante general de la PMERJ, se reunió con el cardenal arzobispo Don Orani Tempesta, pidió disculpas y se comprometió a garantizar que esta conducta no vuelva a suceder. «El comandante general de la PMERJ, con sus asesores, llegó a presentar aclaraciones y pedir una disculpa formal por lo desafortunado que pasó», informó la Arquidiócesis, que considera que el tema superado y cerrado.
La Iglesia Católica también repudió el uso de la violencia aplicada por la PM. «El recurso a la violencia nunca es solución. Las soluciones efectivas surgen de la solidaridad, del diálogo y del sacrificio. Si grandes son los problemas, mayores deben ser nuestra capacidad de dialogar incansablemente, la fuerza de nuestra solidaridad y el cuidado, para que los más pobres no sufran una carga aun mayor con una dosis desproporcionada de sacrificio», decía la nota de la Arquidiócesis, comandada por el arzobispo don Orani Tempesta.
Fuente: https://www.brasildefato.com.br/2016/12/12/la-ultima-vez-que-la-policia-invadio-una-iglesia-en-brasil-fue-en-la-dictadura/