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Irán, con Venezuela, en la guerra psicológica y en el conflicto petrolero

La Unidad Cívico-Militar venezolana como arma de lucha

Fuentes: Rebelión

«Si los pueblo luchan, si su intelectualidad se pone a la vanguardia del pensamiento revolucionario, si la propia intelectualidad se deshace de las amarras coloniales que a veces existen incluso dentro de los propios enemigos del colonialismo, podemos nosotros entonces, cuando lleguemos al año 2050 en batalla, asistir al momento en que declaremos la derrota […]

«Si los pueblo luchan, si su intelectualidad se pone a la vanguardia del pensamiento revolucionario, si la propia intelectualidad se deshace de las amarras coloniales que a veces existen incluso dentro de los propios enemigos del colonialismo, podemos nosotros entonces, cuando lleguemos al año 2050 en batalla, asistir al momento en que declaremos la derrota del imperialismo, del capitalismo y del colonialismo. Todo esto pasa por nuestra propia decisión de dar batalla, de asumir la lucha».
Ernesto Villegas
Ministro Poder Popular para la Cultura

Mover el mundo a empujones

Todos los datos apuntan a que los EEUU se han visto envueltos en un conflicto global, en diversos escenarios regionales, cuyas consecuencias económicas, políticas, diplomáticas y militares no pueden escalonar ni en el tiempo ni en el espacio. Finalmente, los conflictos parciales se han simultaneado y conjugado en una crisis total de mayores proporciones a las previstas, que Washington no es capaz de controlar y -mucho menos-, ganar.

El Presidente de la otrora superpotencia mundial ya no puede empujar al mundo que llaman «globalizado» (es decir; sometido al poder integral, al Imperio). Si lo hacen por aquí (en Venezuela, por ejemplo), se le cae por allá (Siria) y acullá (Irán); a corta distancia (otra vez Venezuela, o Cuba); media (Bolivia) y gran distancia (Corea, Irán, Afganistán); por bloques regionales (los pueblos resistentes de América Latina), países a los que han declarado enemigos (Rusia y Corea) o son simplemente díscolos o resistentes a las leyes de acaparamiento, saqueo o restricciones económicas que impone imperio.

Los conflictos están en franca dispersión y crecimiento; en países a los que no conocen la inmensa mayoría de sus ciudadanos (pero sí la CIA y el Pentágono), que creen que EEUU es el mundo y lo demás «patio trasero»; o esperados e inesperados Ejes del Mal sobre los que les alerta de vez en cuando y cada vez de manera más apocalíptica e incoherente el Presidente, el Pentágono o los demás agitadores de la guerra.

Falsimedia y los donantes

El terror o el optimismo ciego y soberbio, la incertidumbre y la angustia, son la comida diaria del pueblo de los Estados Unidos al que entretanto les crecen los pobres, los marginados, las minorías despreciadas y los inmigrantes ilegales o semilegales sometidos brutalmente al terror personal y a los caprichos personales de Mr. Trump. Allí está el Gran Muro para demostrarlo. Las grandes agencias de información y los medios generalistas de todo tipo, junto con las ONG vinculadas a la CIA, al Pentágono y a las Grandes Fundaciones, se han convertido en una gigantesca estructura global de desinformación articulada en una enorme Falsimedia mundial que manipula o crea las noticias y siembra más miedo, dentro o fuera, según el interés del Imperio o de las opulentas élites gobernantes.

La expresión más descarada del reparto de un país y su petróleo a costa de su destrucción total fue aquella famosa Oficina de Reconstrucción en la que los agentes de Paul Brenner (el Virrey de Bush en Irak y sus secuaces analizaban las inversiones necesarias para la reconstrucción de países que todavía no habían sido destruidos. La Oficina estaba vinculada a las famosas Conferencia de Donantesii, repetidas, si no me falla la memoria, en invasiones posteriores de saqueo como en Libia.

La crisis del poder y los paliativos

Las crisis de poder militar se han convertido en explosiones crecientes y simultáneas en todos los confines de un imperio en franca y visible decadencia. Casi todas se han cocinado y activado desde hace tiempo, pero se están perdiendo bajo la dirección de un jefe militar, Donald Bush, que intenta ofrecer a sus vaqueros arruinados y obreros en paro, una victoria real o aparente antes de las próximas elecciones. El «sueño americano» para gente excluida y marginada, en paro y arruinada. El sueño blanco y supremacista del KKK: «América es lo primero». El sueño encubierto, pero real, esta vez de los poderosos que se regodean con la desigualdad y la pobreza si les proporcionan gigantescos beneficios.

La colocación personal de twitters, que realizan constantemente él y sus consejeros, la instantaneidad de la comunicación y los sueños alucinados de gente como Mike Pence, John Bolton, Mike Pompeo, Elliot Abrams, Craig Faller, y Gina Haspel, les hacen perder el sentido de la realidad que empieza con la crisis comercial, las señales evidentes de crisis económica, con la enorme deuda externa y con la debilidad del dólar. El petróleo se les resiste mucho y se les resistirá mucho más, tal vez para siempre, en Venezuela; y la retirada de los acuerdos con Irán, seguidos de las amenazas militares, ponen a prueba el cierre del Estrecho de Ormuz, y la alternativa entre una guerra que no pueden ganar y la paralización catastrófica de su aparato militar e industrial.

Las viejas y las nuevas doctrinas

Tampoco pueden los Estados Unidos, que han sacado a la palestra las «viejas» y nuevas doctrinas y prácticas coloniales, continentales o globales; como la Doctrina Monroe, la del Destino Manifiesto, Seguridad Nacional para cada uno de los países rebeldes de América Latina, Seguridad Continental para todos ellos; o planes antiterroristas globales definidos y programados con Manuales de la CIA y doctrinas estratégicas como la de Libertad Duradera -en todas sus enunciaciones-, ejercer como dueño y señor del mundo con todas las armas en mano («opciones sobre la mesa» les llaman los políticos, militares y detentadores supremos del poder en EEUU y sus países quisling en sus diversas categorías), simplemente porque ya no las tienen.
Desde la Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidosiii, de George W. Bush, Washington se ha quedado sin cartuchos y sin discursos.
Obama, el Premio Nobel de la Paz, puso una buena dosis de cinismo: «Venezuela es una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y a la política exterior de EEUU»; y Donald Trump muchas más de brutalidad, hasta ordenar el comienzo de una nueva fase de la guerra interminable contra la Venezuela bolivariana.
El gobierno en Washington, con la colaboración mediática y militar de sus aliados occidentales (el llamado «Occidente» en los discursos oficiales y en la demagogia de Falsimedia), ha dejado atrás, eso sí, millones de muertos sin resistencia posible, millones de desplazados sin destino, hambrunas provocadas: genocidios en cualquier caso; y varias doctrinas para el camuflaje. Una de ellas es la de la «responsabilidad de proteger» que aunque tuvo origen francés sirvió de base para romper definitivamente con todo el ordenamiento internacional de la mano e inspiración de los EEUU. En Venezuela se está intentando aplicar como justificación «humanitaria», ante una enorme crisis de productos vitales que ha provocado el bloqueo económico total, fundamentalmente de alimentos y medicamentos, el saqueo financiero y el robo de los fondos materiales (petróleo) y en dinero y oro que tenía Venezuela en el exterior. La banca de Portugal ha bloqueado más de 1.000 millones de dólares depositados por Venezuela y su Gobierno ha manifestado con enorme impudicia que él no puede intervenir en las actividades de los bancosiv.

Al otro lado de la cortina

Al otro lado de la cortina, para encubrir el motivo fundamental de la barbarie, se han quedado para los analistas sin escrúpulos las doctrinas económicas que codifican de teoría económica objetiva, sin nombrar la realidad que encubre: la lucha de clases.
Son los tecnócratas de la Escuela de Chicago los que camuflan la explotación en los Acuerdos de Libre Comercio y planes de ajuste neoliberales. Sus conceptos básicos son recogidos -como no puede ser de otra manera- por los propios documentos estratégicos de los EEUU y de sus siervos latinoamericanos y por los países quisling europeos. Tales conceptos bárbaros son los de Libre mercado, Libre competencia, Poder superior, Guardián armado de la Democracia etc. y otros que permiten el saqueo de las materias primas y la explotación armada sobre los países pobres o empobrecidos del mundo.

La quiebra del poder imperial

Los beneficios que generan desigualdad interna escandalosa, los enormes gastos militares que paga el agredido, el cambio del modelo de guerra hasta la Guerra de Destrucción Masiva Unilateral (GDMU) que permite evitar los «síndromes del Vietnam» y el de la «Guerra en el territorio de los EEUU», o la «Guerra de cero Muertos», ni la combinación de todas estas circunstancias permiten plantear una guerra a los EEUU.
Tampoco el sostenimiento ni las variables de una guerra híbrida de varios componentes: mediática, económica, financiera, de bloqueo económico hasta la rapiña y el robo; ni el cambio de la intensidad de una guerra primordialmente asimétrica permiten su victoria.
El Gobierno de Donald Trump, como los anteriores, lo han experimentado todo con la esperanza de que el sufrimiento del pueblo venezolano les lleve a la victoria: guerra de baja intensidad con la amenaza y la coacción, terrorista hasta el magnicidio, ideológica, «humanitaria», diplomática, guerra de liquidación y sustitución de las instituciones mediante la instalación de un «gobierno paralelo», guerra terrorista hasta el magnicidio, guerra económica con la consecuencia de un genocidio lento pero sistemáticamente planeado, la amenaza de intervención militar directa o a través de mediadores interpuestos.
En cada uno de estos frentes los EEUU ha quebrado.
Donald Trump
A estas alturas puede decirse que Donald Trump, que se ha hecho a sí mismo con especulaciones, movimientos de bolsa, publicidad sobre grandes decorados evanescentes cuyo valor se presumía por la suntuosidad, y quiebras totales y parciales; ya ha jugado todas sus «manos» de ilusionista de póker, de hoteles de lujo y de prostíbulos de altísimo rango para ganadores. Ha perdido en todas sus trampas y anda por ahí buscando remedios.
Todos los frentes que ha abierto Donald Trump -como si se tratase de manejar paquetes de acciones-, se han integrado en uno solo, y la vieja capacidad para guerrear y ganar «dos guerras y media» que afirmaban los documentos estratégicos, y confirmaba el aparato militar de los EEUU y el subordinado de la OTAN ha terminado. Se ha volatilizado.
Los enormes gastos militares, crecientes a una velocidad insostenible, que les permitía alimentar al gigantesco y codicioso complejo militar-industrial y su capacidad de generar una «obsolescencia programada» que le aseguraba la definitiva superioridad militar y contratos continuos para las grandes compañías vinculadas, ha desaparecido para siempre.
Una cosa es el proyecto imperial y otra muy distinta la realidad, aunque el propio Trump, su Vicepresidente, su secretario de Defensa, su asesor para América Latina, su Almirante de la IV Flota y la nueva jefa de la CIA que como Abrams está curada de todos los espantos ajenos; lo desconocen por completo.

La escalera de la guerra

De la guerra económica: en sus diversas variantes de bloqueo total, económico, financiero, de insumos básicos: alimentarios, farmacéuticos, industriales, de construcción, transporte, etc., se ha pasado al ataque sistemático y completo a las instalaciones eléctricas, y, por lo tanto, a todos los servicios vinculados al uso de la energía hidroeléctrica muy vulnerable a los ataques informáticos de los centros de distribución principales y secundarios.

El presidente Donald Trump ya no sabe lo que hacer mientras el tiempo le apremia a plazo fijo. Quiere su guerra triunfal a todo coste antes de las próximas elecciones presidenciales, lo tiene duro a pesar de que ha recurrido a los mayores especialistas de la guerra sucia y a su proverbial -pero ajena y escandalosa justificación de la genocida guerra económica como «guerra humanitaria»:

«Francia quiere que los miembros permanentes del Consejo de Seguridad no puedan en el futuro usar su derecho de veto en caso de atrocidades masivas. ¿Cómo es posible que aceptemos que la ONU, todavía hoy, resulte paralizada cuando están teniendo lugar los más terribles acontecimientos? Me comprometo en esta sede a que Francia jamás utilizará su derecho de veto ante situaciones de crímenes masivos. El derecho de veto, tal como fue introducido en el acto de fundación de las Naciones Unidas, no era un derecho para bloquear la acción. Era un deber para actuar. Tenemos que actuar. Podemos actuar». 70 Asamblea General de Naciones Unidas. Discurso del señor François Mitterrand entonces Presidente de Francia. La RDP entraba en escena.

Nadie puede aceptar esos argumentos de los «lobos de la guerra». La coalición de Trump se irá cayendo en pedazos.

La presencia del fascismo estadounidense de Trump y sus Jinetes del Apocalipsis, y su alianza con el fascismo de la oligarquía venezolana no tiene escenario posible.
La guerra es su única solución. Pero la terrible guerra está convirtiéndose en imposible:
Irán ha amenazado con bloquear el estrecho de Ormuz.
El tiempo es el único elemento en juego. Pero el tiempo juega a favor de la revolución Bolivariana que se hará más revoluciónv. La Unión Cívico Militar se está reforzando hasta convertirse en un factor histórico para Venezuela y toda América Latinavivii.
Estados Unidos solo podrá llevar la guerra a su territorio o llevarla al territorio de Colombia. Ambas cosas son imposibles.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.