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La vía venezolana al socialismo

Fuentes: coggiola.blogger.com.br

La noticia de la nacionalización de dos importantes pulpos capitalistas (la compañía de teléfonos, CANTV, y Electricidad de Caracas) no solamente disparó una onda de choque en la Bolsa de Caracas y en las cotizaciones vinculadas a Venezuela en la Bolsa de Nueva York. Hugo Chávez la presentó como un paso significativo hacia el socialismo. […]

La noticia de la nacionalización de dos importantes pulpos capitalistas (la compañía de teléfonos, CANTV, y Electricidad de Caracas) no solamente disparó una onda de choque en la Bolsa de Caracas y en las cotizaciones vinculadas a Venezuela en la Bolsa de Nueva York. Hugo Chávez la presentó como un paso significativo hacia el socialismo. En un discurso por televisión hizo el elogio de Marx y de Lenin, se declaró él mismo «comunista» y acabó apoyando, textualmente, «la línea de Trotsky – la revolución permanente». Las acciones de los pulpos nacionalizados cayeron un 40 y un 25%, respectivamente, y la Bolsa venezolana se fue a pique – una caída de casi un 20% en un solo día.

Sólo pasaron un par de horas, sin embargo, para que quedara en claro algo que nunca había estado en duda: los accionistas serán compensados por la estatización de las compañías. Se trata, por lo tanto, de una medida capitalista que está prevista en la constitución política del Estado. Hay un cambio de manos en la propiedad del capital. Una medida socialista no hubiera resarcido de ninguna manera a los capitalistas, considerando que el capital afectado es un resultado económico e histórico de la explotación de los trabajadores, o sea, de la expropiación de su trabajo. Esa compensación significa, además, utilizar una parte de los ingresos del Estado en detrimento de otros usos económicos o sociales; en este sentido es una medida anti-socialista. Bastó el anuncio oficial de las compensaciones a los accionistas para que la Bolsa caraqueña subiera un 15%, el siguiente miércoles 10, reduciendo a la nada el derrumbe de la jornada precedente.

Como se puede ver, no estamos para nada ante una medida «socialista». Si cabe la comparación, se trata de una medida «peronista», pues fue exactamente así como se comportó el gobierno peronista con los teléfonos y los ferrocarriles, entre otros servicios, en 1946. Perón utilizó para esas nacionalizaciones las reservas del Banco Central y los depósitos financieros de Argentina en el Banco de Inglaterra. En esta línea, Venezuela anunció también un cese (que todavía no está claro) de la «autonomía» del Banco Central.

¿Por qué?

Contra lo que predica la prensa internacional, las nacionalizaciones en cuestión no tienen una inspiración «ideológica». Casualidad, o quizás todo lo contrario, el viernes anterior a estas medidas, la Bolsa de Caracas había subido casi un 7%. En ausencia de cualquier hecho extraordinario (como un derrumbe previo), semejante suba jamás había ocurrido antes, en un solo día, en ningún lugar del mundo. En el curso de 2006, la Bolsa había subido arriba del 150%. ¿Por qué tanto jolgorio en las tierras bolivarianas, que por otra parte tienen un número reducido de empresas cotizantes?

Como ya es conocido, la Bolsa venezolana es el canal para la salida no autorizada de capitales: las acciones pueden revenderse en Nueva York. En Venezuela hay un mercado de cambios oficial y otro negro. La cotización en el mercado negro se forma del cociente entre el precio de una acción en Caracas en bolívares, de un lado, y el precio de esa misma acción en dólares en Nueva York, del otro. Algo similar ocurre con la compra-venta de títulos de la deuda pública. CANTV cotiza simultáneamente en Caracas y en Nueva York, y es por eso la vía principal para ese tipo de transacciones. Cuando el anuncio de su nacionalización hizo temer que se cerrara el canal de salida de capitales por la vía de la Bolsa, el dólar negro pasó de tres mil a cuatro mil bolívares, mientras el oficial es apenas superior a los dos mil bolívares.

Mientras tanto, la inflación es del 18% anual, a pesar de que existe un severo control de precios. Esto significa que el ingreso de dinero por el petróleo está provocando, junto a un incremento de operaciones especulativas, una inflación creciente. Más allá de representar a un servicio público privatizado, CANTV era un canal de drenaje de la riqueza venezolana a través de la Bolsa y de los bancos que operan en ella. En este contexto, la nacionalización anunciada por Chávez y las posibilidades de mayores controles de la actividad económica, constituyen un intento de frenar una combinación de hemorragia financiera y de descontrol inflacionario, que amenaza al conjunto del proceso económico y al Estado. Las nacionalizaciones anunciadas por Chávez son, antes que nada, la consecuencia de una crisis en el régimen económico de la llamada revolución bolivariana. Es claro que la enorme suba de la Bolsa en los días previos al anuncio de nacionalización estaba indicando un desmadre financiero de orden general.

Los Borbones

Este cuadro explica la importancia que ha cobrado la corrupción en la política venezolana, pues expresa la tendencia al uso parasitario de la riqueza que produce la explotación de hidrocarburos. La corrupción, a un determinado nivel, se transforma en un eficiente factor de disolución, tanto del régimen vigente como del propio Estado. En el caso de Venezuela, es la expresión, de un modo general, de la incapacidad del régimen social existente y del Estado para asignar una función productiva al enorme ingreso de dinero provocado por el alto nivel de los precios del petróleo. El desarrollo del capitalismo en Venezuela es escaso e hipertrofiado y lo mismo ocurre con el Estado, que es manejado por una burocracia parasitaria. Los grandes planes sociales del chavismo se han desarrollado al margen del aparato del Estado oficial y han creado, a su vez, una nueva burocracia del tipo de los D’Elía y los Pérsico. A Venezuela le ocurre lo que a la monarquía borbónica de los siglos XVII y XVIII, que era incapaz de servirse del oro de América para desarrollar productivamente a España; que acentuó el parasitismo social y bloqueó su evolución histórica. Lo mismo ha ocurrido en América Latina con los «ciclos» de riqueza de sus países, como los de la carne, el azúcar, el caucho, el café, el salitre, el guano – cuya riqueza fue a parar a las metrópolis y dejó a sus productores en la ruina.

Por medio de las nacionalizaciones, el gobierno de Chávez intenta controlar los canales por los que se escurre la riqueza monetaria. Sin embargo, no ha tocado a los bancos, que han canalizado la mayor parte del ingreso monetario de Venezuela y que son también los principales operadores para sacar capitales del país. En el último trimestre de 2006, el PBI de los bancos y compañías de seguros creció un 43%, mientras que el sector de los hidrocarburos se contrajo un 1,8% (Le Monde, 28/12/06). Mientras que la Bolsa bate récords, dice el mismo diario, la inversión productiva privada es apenas del 3% del PBI de Venezuela. El crédito al consumo es un poderoso canal de transmisión de la presión inflacionaria.

Las nacionalizaciones neutralizarían los grandes ingresos monetarios y le quitarían, parcialmente, presión a la inflación, pues supone un canje de dinero por activos materiales o físicos. Pero, por sobre todo, constituye un intento de contener el desborde económico por medio de la intervención estatal. Con esto, sin embargo, se refuerza al mismo tiempo la burocracia estatal que juega un rol activo en la corrupción económica. Asimismo, representa un importante drenaje de recursos para un país con una enorme tasa de desempleo y de pobreza. El valor de mercado de CANTV está calculado en 3.500 millones de dólares (fue privatizada, en 1991, por 1.800 millones de dólares). Aunque «el gobierno venezolano ha compensado en el pasado a las compañías que estatizó», dice el Miami Herald (10/1), advierte que el costo de la compensación podría ser muy elevado incluso para Venezuela. Es obvio que la determinación de la valuación de la compañía provocará una fuerte disputa.

Pelea de buitres

La nacionalización de CANTV ocurre cuando el accionista mayoritario, Verizon, había llegado a un acuerdo para vender el tercio que posee en la empresa al magnate mexicano Slim, dueño de Telmex. Slim tenía previsto, además, «lanzar una oferta por el 100% del capital» (El País, 10/1). La medida de Chávez se interpone en este traspaso. El resto del capital de CANTV estaba fundamentalmente en manos de grupos bancarios y fondos financieros de Estados Unidos, Alemania y Suiza (Associated Press, 9/1). «Grandes» nombres: Deutsche Bank, JP Morgan, UBS Securities; la nacionalizada Electricidad de Caracas y Telefónica de España.

Pero El País de Madrid hace un comentario significativo. «La gran apuesta de Telefónica», dice, «no es CANTV, sino la antigua Telcel, líder de la telefonía móvil, rebautizada Movistar tras ser adquirida a Bell South». Esto significa que la nacionalización de CANTV le viene de maravillas a Telefónica: por un lado, no le impide apropiarse del principal negocio telefónico, el móvil; por el otro, logra evitar (nacionalización mediante) que CANTV, que tiene el monopolio de la telefonía fija, caiga en manos del archi-rival de Telefónica en América Latina – Slim-Telmex. De este modo, saca del mercado venezolano a su rival más peligroso. Esto explicaría por qué Telefónica, Repsol y los bancos españoles en Venezuela coincidieron en declarar «que apenas se verán afectadas por los planes de Chávez de nacionalizar las empresas privatizadas en los sectores estratégicos» (El País, 10/1).

Si las cosas son como las describe El País, la nacionalización de CANTV daría lugar a un socialismo muy particular, el de un desarrollo mixto o paralelo de la telefonía móvil, con el Estado por un lado y Telefónica por el otro, con el beneficio para ésta de la eliminación de un competidor internacional. La nacionalización transfiere la dependencia actual de los pulpos norteamericanos a los europeos y deja planteada una colaboración ulterior entre Telefónica y el Estado.

El Orinoco no es para cardíacos

Pero Chávez no solamente anunció nacionalizaciones en servicios públicos; también aludió a una nacionalización de la explotación petrolera de la cuenca del Orinoco, donde se encontrarían las mayores reservas de petróleo del planeta. Hasta ahora se encontraba negociando contratos de explotación mixta privada-estatal, con mayoría de PDVSA, con Exxon, Chevron, Total, Conoco, British Petroleum y la noruega Statoil (Bloomberg, 10/1). Si se efectiviza la amenaza debería expropiar los activos de todos estos pulpos.

¿Por qué este cambio?

La oposición a Chávez insiste en que el sector petrolero atraviesa una crisis importante, de un lado porque no se habría recuperado la capacidad de producción anterior al «lock-out» de 2002, y de otro lado porque la inversión de PDVSA en los pozos en explotación sería insuficiente (Le Monde, 29/12/06). Pero lo más importante es que asegura que los pulpos petroleros no se avienen a la propuesta de acuerdos de explotación mixta, con mayoría de PDVSA, del petróleo pesado del Orinoco («las compañías extranjeras siguen inabordables para asegurar la explotación de esta inmensa reserva de oro negro» – informa Le Monde (29/10/06). Si es así, se estaría planteando una crisis similar a la que tuvo lugar en Bolivia y en Rusia: en Bolivia los pulpos impusieron sus condiciones; en Rusia se ha llegado a un equilibrio inestable y a una situación de crisis repetidas.

Pero una nacionalización petrolera integral va más allá de las posibilidades financieras y aun comerciales del gobierno, y de las posibilidades políticas del Estado burgués. Para hacerla viable, el Estado debería concentrar todos los recursos fundamentales del país en sus manos y proceder a una planificación rigurosa del uso de esos recursos, lo que es incompatible con la anarquía capitalista y con el control del poder por parte de la vieja la burocracia del Estado.

Revolución social

De todo este cuadro se desprende una conclusión meridiana: para superar la incapacidad del Estado venezolano para desarrollar productivamente la riqueza que emana de su posición privilegiada en el mercado mundial de hidrocarburos; para evitar que esta incapacidad conduzca a una mayor hipertrofia y a un mayor parasitismo de la economía y del estado; para desarrollar la capacidad de una explotación integral de los hidrocarburos (extractiva e industrial); para todo esto hay que salir del marco burgués y del marco nacional. Una cosa y la otra exigen, primero, que el poder político pase a manos de la clase obrera con el apoyo de la mayoría humilde del pueblo. Ese poder, a diferencia del actual, apelará a la lucha común de los obreros y campesinos de América Latina – no a los Kirchner, Lula u Ortega, que representan a los grandes capitalistas.

A partir de estas premisas se puede plantear una revolución permanente.