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La victoria de Chávez y la revolución proletaria

Fuentes: Rebelión

La indiscutible victoria de Hugo Chávez en la elección presidencial de Venezuela el 7 Octubre se obtuvo sobre una amplia gama de fuerzas burguesas nacionales e internacionales. Y el primero punto a se enfatizar es el de que Chávez echó por tierra el esfuerzo más costoso y gigantesco de la derecha nacional e internacional en […]

La indiscutible victoria de Hugo Chávez en la elección presidencial de Venezuela el 7 Octubre se obtuvo sobre una amplia gama de fuerzas burguesas nacionales e internacionales. Y el primero punto a se enfatizar es el de que Chávez echó por tierra el esfuerzo más costoso y gigantesco de la derecha nacional e internacional en la historia de todas las elecciones realizadas en el país, tanto desde el punto de vista de los astronómicos recursos financieros puestos a disposición de la candidatura de Henrique Capriles, en cuanto al referente a la unificación de todos los sectores reaccionarios de Venezuela, ahora en derredor del propio partido de Capriles – el protofascista Primero Justicia, organización internacional con raíces en la organización u ltra-reacionaria Tradición, Familia y Propiedad, de fuerte presencia en toda América Latina, incluyendo Brasil, de los años 60 a los 90 del siglo pasado. 

A los miembros de la coalición denominada Mesa de Unidad Democrática (MUD) se han sumado partidos políticos y personalidades de los mundos político y económico venezolanos de origen democrático y social-demócrata, que pasaron progresivamente a la extrema derecha en el interior del proceso de agudización de las luchas de clases en Venezuela en el marco del levantamiento urbano espontáneo del 1989 – el Caracazo -, proceso institucionalizado por la emergencia del entonces teniente-coronel Hugo Chávez Frías a la escena nacional principal en 1992, cuando intentó tomar el poder mediante un golpe de estado. Aunque habiendo fracasado en su intento, Chávez se consolida a partir de entonces como liderazgo nacional, al frente de su partido Movimi ento Quinta República (MVR), que centralizaría las fuerzas lo elegieron presidente en 1998.

Tenemos por lo tanto clara la primera lección: a diferencia de los análisis de todos los medios burgueses del país y del mundo, Capriles y la derecha venezola no ganaran nada, absolutamente nada. Hay, incluso, organizaciones y personas de conocida militancia de izquierda comprando la mentira que Henrique Capriles ha «ganado en la derrota», que él habría surgido como un líder prácticamente imbatible en las elecciones presidenciales venezolanas de… 2019! Sin embargo, no es difícil darse cuenta de que está el año 2019 muy lejano desde un punto de vista político, es decir, en el marco de la radicalización de las luchas de clase en el país. Nadie puede asegurar que habrá una elección presidencial en 2019, incluso por el previsible mayor agravamiento de las luchas de clase de ahora por delante. Es necesario tener muchíssimo claro neste momento – y este fue uno de los motivos que llevaran a nosotros del Movimento Marxista 5 de Maio-MM5 a apoyar a Chávez – que la burguesía nacional y internacional instalada en Venezuela tenía en la elección de 7 Octubre la única puerta de salida visible y de corto plazo para su situación de defensiva estratégica objetiva frente al proletariado venezolano, situación para la cual la remetió indudableblemente los gobiernos de Chávez.

Significa esta situación de defensiva estratégica en la que se encuentra la burguesía en Venezuela la pérdida de prácticamente todos los ingresos de las exportaciones de petróleo, «desviado» por Chávez a los innumerables programas sociales a favor del proletariado: vivienda, salud, transporte, educación y otros tipos de salario real indirecto en una escala sin precedentes en América Latina capitalista teniendo en cuenta, incluso, el corto plazo en que ocurrió en Venezuela con Chávez. Desde el comienzo de la implementación de los programas sociales bolivarianos – las misiones – son indiscutibles los beneficios obtenidos por el proletariado venezolano: extirpación del anafalbetismo en el país, reducción la pobreza a la mitad, expansión a niveles sin precedentes la atención médi ca y hospitalaria etc. etc. Todo eso constituye un aumento sin prededentes del salário real de los trabajadores venezolanos.

Hace falta por lo tanto preguntar y responder: ¿Para adonde iban anteriormente los recursos hoy destinados a la ejecución de estos proyectos sociales? Simplemente para el bolsillo de burgueses. Se sabe, pero a veces se lo olvida, que el segmento mayor de la burguesía en Venezuela es (fue) mejor conocido como rentista, es decir, su posición como sector de la clase dominante fue fundada en la apropriación de la renda del petróleo – los ingresos de exportación, transporte y otros servicios relacionados con la explotación de las grandes reservas de petróleo del país. Tomandole el capital a este segmento de la burguesía, Chavez le lleva igual la condición de clase dominante. De igual importancia, las estatalizaciones en el campo de la siderurgia y de la industria del cemento, de haciendas , de las telecomunicaciones en general etc. Y en su campaña lo que anunció y prometió Chávez fue una «profundización del socialismo».

Sí, perdió Capriles. Si gana, que nadie tenga duda, sus acciones esenciales de imediato se encaminarían al blanco central de la reversión de las estatatalizações y expropiaciones hechas por Chávez. Fue fundamentalmente por eso y para eso que se candidateó. Es por eso que recibió el apoyo de los principales centros imperialistas del mundo. Y fue básicamente para defender la ‘iniciativa privada’, o sea, el capital, que Capriles congregó en su derredor lo más reaccionario y fascista que existe en el país. Pero para hacer esto – y aquí viene otra consideración esencial -, necesitaría montar y poner en acción un plan represivo estratégico contra los trabajadores ya movilizados por la llamada Revolución Bolivariana. Necesitaría sofocar con violencia el movimiento politizado y radicalizado del proletariado. Si victorioso en las urnas – respaldado así por el apoyo mostrado por los votos que habría obtenido, y contando por supuesto con el apoyo de los Estados Unidos con sus cinco bases militares en la vecina Colombia, con todo este arsenal político-militar -, Capriles tendría en manos todas las condiciones para invertir la correlación de fuerzas en favor de la burguesía, con los mismos resultados económicos que obtuvo Fernando Henque Cardoso y Lula da Silva en Brasil.

No por casualidad, es muy significativa la identidad del programa electoral de Capriles con toda la política implementada por Lula da Silva y continuada por Dilma Rousseff en Brasil. En realidad, el declarado apoyo de Lula a Chávez es una maniobra del ex-presidente brasileño en busqueda de apoyo y legitimación en el seno del proletariado y da la izquierda más ingenua de Brasil. Políticamente, los más probable es que Capriles marcharía hacia un tipo de bonapartismo, que combinaría una fuerte represión a la izquierda en general con concesiones mínimas al proletariado. Apoyado fundamentalmente en el capital financiero, muy probablemente contaría aún con bases de criminales hoy dispersas en Venezuela para acciones encubiertas contra comunistas y socialistas. Es así el fascismo, son así los fascistas. Como la historia demuestra, son así los gobiernos de la burguesía instalados luego de enfrentamientos abiertos pelo poder que resultaron en derrota del proletariado.

Algunos compañeros y grupos de izquierda, aunque alineados al marxismo, han cometido el error de identificar Chávez con Lula y Cristina Kirchner, colocándolos bajo la misma denominación de bonapartistas. En realidad, tal imprecisión analítica se equivoca al no tener en consideración el principio materialista-dialéctico del analisis concreto de la situación concreta como fator esencial a la construcción del conocimiento de una situación dada. Es necesario tener en cuenta que incluso en la misma situación internacional de hegemonía indiscutible del capitalismo sobre el socialismo, son fácilmente identificables diferencias fundamentales entre Chávez y Lula-Kirchner: orígenes históricos, programas de gobierno, niveles de agudización de las luchas de clase en cada país, política int ernacional, relaciones con los países imperialistas y discurso idelógico. Más específicamente, Lula y Kirchner orientan toda su acción gubernamental con base en el principio burgués (de lejanos orígenes en el padre de la teoría económica capitalista liberal Adam Smith) de que la justicia social y libertad dependen de los movimientos de los capitales en búsqueda constante de más y mejores ganancias. Así, ponen el eje de las políticas que imprimen en el crecimiento económico, que crearía puestos de trabajo y la felicidad general. Chávez invierte esta ecuación al someter el crecimiento económico de su país al primer parámetro de la ampliación de los salarios reales de los trabajadores.

En cuanto al bonapartismo, no creemos ser aplicable el concepto a cualquiera de los casos. En primer lugar, como señalamos anteriormente, el bonapartismo se produce en una situación coyuntural inmediatamente después una lucha de clases directa y abierta por el poder en la que ninguna de las clases sociales tiene condiciones materiales y políticas para el ejercicio directo del poder. Se caracteriza entonces el bonapartismo como una forma indirecta de gobierno de la burguesía, dada esta especie de ‘empate’ cuanto a la posibilidad de un poder clasista directo – es decir, la democracia. Este es el concepto de Marx, que adoptamos. Nos parece evidente que Brasil, Argentina y Venezuela son países democráticos, a menos que uno quiera manejar el concepto de democracia por ampliarlo a alturas celes tiales, como lo hace el reformismo clásico, o intente agregarlo a propuestas socialistas, lo mismo que hacen los defensores de paradojales ‘democracias socialistas’, ‘democracias del pueblo’, ‘democracias proletarias’ y semejantes acrobacias verbales, todo eso en intentos de legitimación de la política burguesa.

Cuando mencionamos arriba nuestro apoyo a Chávez en las elecciones del 7 Octubre como un apoyo crítico, lo hicimos porque, en primer lugar, no nos comprometemos con un soporte automático a Chávez, a su partido y a su estrategia política de manera general. Sintéticamente, como marxistas consideramos que sólo es socialista una sociedad en la que el poder está en manos de los trabajadores directos. Esto, por supuesto, no ocurre en Venezuela. Como demócrata, Chávez defiende la implantación del socialismo de manera progresiva y pacífica a través de las instituciones jurídicas y políticas del propio capitalismo y socialismo. Como marxistas, defendemos y proponemos que el proletariado solamente podrá implantar su poder mediante una insurrección que, en el mismo acto, destruirá el estado burgués y erguirá las estructuras fundamentales de un estado proletario. Todavía tenemos otras diferencias con Chávez y el chavismo. Condenamos su estrategia de buen vecino con Colombia, que le llevó a la inaceptable y inadmisible entrega de militantes revolucionarios colombianos refugiados en territorio venezolano al gobierno pro-imperialista de Manuel Santos.

Estamos convencidos de que la pregunta fundamental, cuya respuesta incluso nos llevó a apoyar a Chávez es: ¿Que espacio político será más favorable a una militancia revolucionaria marxista en Venezuela, la victoria de Capriles o de Chávez? Analizando concretamente la situación concreta, llegamos a la conclusión de mantener en la elección del 7 Octubre el apoyo crítico con el que tenemos nos posicionado frente a Chávez, el chavismo, la Revolución Bolivariana o el nombre que desea dar a la política desarrollada por el líder venezolano en consonancia con la radicalización de las luchas de clases en favor del proletariado en su país. Descartamos, entonces, la hipótesis de una posible candidatura de la izquierda marxista – por la sencilla y decisiva razón de no haber candidaturas m arxistas en la elección.

La candidatura que más se acercava del marxismo, la del trotsquista Orlando Chirino, inapelablemente hacía presente la historia de una trayectoria entera de incongruencias tipificadoras del mesianismo trotsquista, entre las cuales, en particular, alineamientos tácticos con iniciativas burguesas contra Chávez. En el segundo pero no menos importante lugar, más que claras evidencias señalaban una disputa en la que no se podría descaartar la victoria del protofascista Capriles. Concreta y claramente: era necesario asegurar la victoria de Chávez por todas las razones ya explicitadas en este texto. La historia nos ha enseñado cuanto perniciosos pueden ser razonamientos relacionados con la teoría estalinista del social-fascismo, que, negándose a fo rmar un frente electoral anti-Hitler en Alemania, acabó contribuyendo a traer el nazismo al poder en ese país en 1933.

Celebramos la victoria de Hugo Chávez en las elecciones decisivas del 7 Octubre como una victoria del proletariado, una victoria parcial, es cierto, que tiene todo el potencial de agudizar las luchas de classes en Venezuela hacia una situación revolucionaria. Como tarea central, urgente y decisiva, todo el trabajo de los marxistas en la coyuntura que se abre con la victoria de Chávez es el de dirigir las acciones de agitación, propaganda y organización al blanco de la construcción y consolidación de los consejos obreros como órganos representativos del proletariado constitutivos del único y soberano poder político en Venezuela. En manos, la bandera:

¡Todo poder al proletariado!

* Leovegildo Leal es miembro del Movimento Marxista 5 de Maio-MM5, de Brasil.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.