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Entrevista con Heinz Dieterich

La victoria de Hugo Chávez en el referendo, «impulso para los sectores pobres y para los movimientos sociales en Latinoamérica»

Fuentes: Rebelión

Aún y con los llamados de la Unión Europea y los países latinoamericanos a que la oposición venezolana acepte los resultados del referendo del pasado domingo que dan el triunfo a Hugo Chávez, los detractores del gobierno insisten en que se consumó un fraude. Ante ello, el Consejo Nacional Electoral dijo estar abierto a cualquier […]

Aún y con los llamados de la Unión Europea y los países latinoamericanos a que la oposición venezolana acepte los resultados del referendo del pasado domingo que dan el triunfo a Hugo Chávez, los detractores del gobierno insisten en que se consumó un fraude.

Ante ello, el Consejo Nacional Electoral dijo estar abierto a cualquier auditoria para verificar los resultados, por lo que iniciaron bajo la observancia de la OEA y el Centro Carter, dicho proceso.

Con el fin de analizar los acontecimientos en el país Sudamericano y sus repercusiones en el ámbito mundial, Rebelión contactó al investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, Heinz Dieterich Steffan. El autor del libro El Fin del Capitalismo Global, El Nuevo Proyecto Histórico, indicó que los resultados que dan la victoria a Chávez sobre la oposición, representan un impulso moral y político para los sectores pobres y para movimientos sociales en Latinoamérica.

-La oposición del gobierno constitucional de Hugo Chávez insiste en no aceptar y acatar los resultados del referendo ¿Qué complicaciones representa esto?

-Hay que diferenciar en la oposición tres sectores. Uno que se va a calmar y va a decir que al fin y al cabo faltan solo dos años para las elecciones del 2006, entonces, ‘vamos a aceptar por ahora la institucionalidad del gobierno de Hugo Chávez’.

El segundo sector es un sector absolutamente histerizado, de la clase media esencialmente, pero también de sectores populares bajos. Esto es el resultado de una campaña mediática fascistoide, llevada a cabo a partir del año 2001 y elaborada sobre una propuesta de un semiólogo venezolano, que trabajó en la campaña electoral de Bush y que después fue llevado por el magnate Gustavo Cisneros a Venezuela.

Este especialista en manipulación hizo un programa que, junto con otros medios, ha llevado a una psicosis de este segundo sector. La gente tiene una visión paranoica de la realidad y cuando tu miras en la televisión las caras, te das cuenta que están fueras de sí, llenas de odio: hablan de asesinatos, de dictadura, de tiranía, es decir, perciben y hablan de una realidad ficticia, inexistente.

En términos de psicología clínica se trata de un cuadro patológico, son paranoides y hasta paranoicos. Para esa gente hay que diseñar un discurso especial, psiquiátrico en el fondo, para decondicionarlas y regresarlas a la realidad.

El tercer sector son los representantes de los intereses oligárquicos que nunca van a aceptar que haya una democracia real en ese país y, por lo tanto, nunca van a aceptar un juego democrático.

Querer hacer con ellos una convivencia democrática es tan futil como querer hacer una convivencia democrática con Adolfo Hitler. La democracia sólo funciona cuando todos los integrantes de la sociedad aceptan sus reglas, lo que no es el caso de esa oligarquía.

-Algunos de estos sectores llaman a oponerse a como de lugar al gobierno y desconocen los resultados del referendo, por ejemplo la autollamada Coordinadora Democrática. Recordemos los cuatro intentos de sacar a Chávez del poder. ¿Existen condiciones para que se fortalezca esta oposición o realmente estamos a la puerta de la victoria con la Revolución bolivariana?

Washington nunca va a aceptar ese triunfo de la Revolución porque es el inicio de la ruptura de la Doctrina Monroe que ellos declararon en 1823, y que básicamente dice que ni los Estados latinoamericanos ni sus pueblos tienen soberanía para definir su destino. Si se pierde este «patio trasero» que ha construido la elite estadunidense desde 1823, se pierde un gran coto de explotación y eso nunca lo va a aceptar. La misma posición la tiene la oligarquía.

La alternativa se dará como resultado de una acumulación de fuerzas de América Latina, semejante a lo que pasa en la Unión Europea a través de la unión de los Estados, pero en nuestro caso, con el apoyo de las mayorías.

Si la oposición se puede fortalecer depende de varios factores: a) la política del gobierno, b) la integración latinoamericana, c) la situación en Estados Unidos y a nivel global y d) si la derecha venezolana encuentre un candidato capaz de unificarla y diseñar una alternativa al Bolivarianismo.

De todas formas, no hay que subestimarla porque tiene una base social considerable como se mostró en el referendo.

-¿Cuál es el efecto para los países de América Latina este triunfo de Hugo Chávez en el referendo?

Es muy importante. Todo triunfo antiimperialista significa para los movimientos populares un aumento de la moral de combate y de la autoconfianza de poder transformar la realidad. Tu ves que hasta sindicatos como la Confederación General de Trabajadores (CGT), ese sindicato peronista de Argentina del cual no hemos oído nada progresista en los últimos diez años, ha mandado un efusivo telegrama al pueblo venezolano y también al presidente Chávez. Esto va a reavivar la confianza de los pueblos de la Patria Grande en su capacidad de poder construir un destino fuera de la Doctrina Monroe y de oligarquías antidemocráticas.

La reacción de los movimientos populares en general ha sido positiva, con algunos silencios sorprendentes. Me parece, por ejemplo, que los Zapatistas no se han pronunciado todavía. Ojalá que lo hagan, porque si no daría la impresión que piensan mantener su tradicional distancia de los movimientos de transformación latinoamericanos.

En cuanto a los Estados, esto pone en apuros a Lula y no es casual que el gobierno brasileño haya felicitado tardíamente y sin mayor entusiasmo, al presidente Hugo Chávez. Esto es, obviamente, una cosa extraña pues hasta alguien como el presidente Álvaro Uribe de Colombia, quien es un neoliberal y colaborador cien por ciento de Washington ha felicitado al pueblo y al gobierno venezolanos, por esa muestra de democracia.

Cómo es posible que Lula Da Silva no se exprese como sí lo han hecho otros presidentes, como Néstor Kirchner de Argentina. Habrá, por lo tanto, una presión contra ese tipo de presidentes tibios que tenemos en la región.

No obstante, la misma gente va a empezar a presionar a Lula y va a decir: ‘Mira, hay un éxito en Venezuela por la confianza de los gobernantes en su pueblo. ¿Por qué piensas tú (Lula) que los inversionistas extranjeros y el FMI te darán más estabilidad a tu gobierno que el mismo pueblo brasileño’. Por qué no te acercas a esa dinámica hemisférica de integración de un Bloque Regional de Poder como vía de liberación?

En una palabra, son transcendentales los resultados del referendo ratificatorio del 15 de agosto, sobre la revolución bolivariana.

– Uno de los planteamientos que sostienes es la integración militar progresista en Latinoamérica ¿Cuál es el perfil de esta posición?

Lo que sucede es que es un tabú hablar de la integración militar de América Latina. Esto es un tanto extraño porque el ser humano vive y se reproduce en cuatro relaciones sociales fundamentales: la económica, la política, la cultural y la militar (lo militar es la relación de coerción física).

Nadie se atreve a discutir el tema de lo que Hugo Chávez llama la OTAS (Organización del Tratado del Atlántico Sur), a diferencia de la OTAN que es una alianza militar que controlan Estados Unidos y la Unión Europea. De tal manera que no se ha discutido en América Latina la construcción del Bloque Regional Militar con una doctrina militar cambiada, no controlada por los gringos, sino bolivariana; con ejércitos populares, acciones cívico-militares, etcétera.

Esta integración es una necesidad insoslayable porque el comandante del Comando Sur de Estados Unidos, general James T. Hill, dijo hace algunos meses, que hay una amenaza emergente del llamado «populismo radical», mencionando a Venezuela, pero también a Argentina.

Indicó que van a intensificar sus lazos tradicionalmente buenos con los militares latinoamericanos. Si tú traduces este discurso en buen romance, lo que dice el comandante del Comando Sur —que abarca todas las fuerzas militares de Washington para América Latina— es, que andan buscando nuevos Pinochets y Videlas, para ahogar en sangre, si es necesario, ese nuevo intento de los pueblos y gobiernos progresistas latinoamericanos de cambiar el mundo en que vivimos.

Por lo tanto, un ejército popular latinoamericano con una doctrina de defensa nacional bolivariana es una necesidad vital, tan vital como lo es la renegociación en bloque de la deuda externa: es parte de la construcción del Bloque Regional de Poder en las cuatro áreas, cultural, económica, política y militar. Dejar esta última dimensión de nuestro ser fuera de la discusión, sería un absurdo que solo favorecería a los intereses del eje oligárquico-imperial.