Mi compañera es una entusiasta de Jenny, de Jenny Marx, pero sobre todo de Tussy, de su hija pequeña. Yo también, me lo ha inculcado. A Karl le preguntó una vez Laura por sus héroes. Eligió dos hombrecitos, ¡faltaría más! Espartaco y Kepler. Vale, de acuerdo, no tenía mal gusto. Nosotras tenemos tres heroínas: Tussy […]
Mi compañera es una entusiasta de Jenny, de Jenny Marx, pero sobre todo de Tussy, de su hija pequeña. Yo también, me lo ha inculcado. A Karl le preguntó una vez Laura por sus héroes. Eligió dos hombrecitos, ¡faltaría más! Espartaco y Kepler. Vale, de acuerdo, no tenía mal gusto. Nosotras tenemos tres heroínas: Tussy Marx, Rosa Luxemburg y Matilde Landa. Nos apellidamos igual que esta última… Pero bueno tampoco Karl nos desagrada.
A lo que iba, a lo que tenía que ir. ¿Cuántas películas se han hecho sobre muchos tontainas? Centenares. ¿Y sobre Karl? Muy pocas, muy pocas. ¿De Jenny? Ni una. ¿De Tussy? Tampoco y mira que la vida de ambas es o podría ser cine puro, romántico, cañero, de aventuras, de amor sincero, de entrega, de tragedia incluso. Todo en uno..
Esta película que les regalamos (a nosotras nos la ha regalado a su vez una persona entrañable, un gramsciano de los pies a la cabeza: Javier Aguilera) se centra en el joven Marx. Con subtítulos en castellano. El enlace es este: https://m.ok.ru/video/362585721478
Una información básica para situarnos que también nos ha pasado el amigo Javier Aguilera:
La película abarca el periodo en el cual Marx, entre los 26 y los 30 años, junto a su esposa Jenny, anuda su amistad con Engels en París en 1844, de donde será posteriormente expulsado, instalándose en Bruselas y viajando en diversas ocasiones a Londres donde participará en la Liga de los Justos rebautizada, por iniciativa de Marx y Engels, Liga de los Comunistas y por encargo de la cual redactarán el Manifiesto del Partido Comunista en el invierno de 1847-1848 en vísperas de un ciclo revolucionario en el que apareció en la escena política europea la naciente clase obrera».
El director de la película es Raoul Peck, un cineasta haitiano nominado al Oscar por el documental ‘I Am Not You Negro’. La elección, por cierto, les hubiera encantado a los jóvens autores de La ideología alemana, a veces un pelín eurocentristas.
Marta Medina –«¡Proletarios del mundo, uníos (otra vez)!», El Confidencial, 13 de febrero de 2017 [1]- habló de la película.
[…] Peck retrata desde el comienzo a un Marx sanguíneo, vehemente, radical en sus ideas y dispuesto a sufrir la persecución por parte de las autoridades prusianas, lo que le lleva a practicar el nomadismo por distintos países europeos y a asumir una vida llena de carencias materiales: «Necesito escribir, pero también necesito alimentar a mi familia».
La película sigue el periplo de la familia Marx: primero en París, más tarde en Bruselas y finalmente en Londres, como recordamos, mostrando:
[…] cómo el aumento de la popularidad del pensamiento marxista sirvió a la familia como llave de entrada a los círculos intelectuales -más o menos alternativos- de la época, al tiempo que les cerró las puertas de una existencia común libre de enfrentamientos con las autoridades de cada uno de los países que pisaba, a lo que había que sumar un creciente sentimiento antisemita -Marx era hijo de un judío convertido al luteranismo- en gran parte de Europa. Su amistad con Friedrich Engels (Stefan Konarske), hijo de un importante empresario textil renano afincado en Reino Unido, sería su muleta a la hora de concretar y reunir sus teorías más allá de artículos y panfletos, pero también su tabla de salvación económica y gracias al cual la familia pudo ir subsistiendo tras la imposibilidad de Marx de encontrar un trabajo estable.
La película, prosigue Medina, intenta adentrarse, tarea nada fácil cinematográficamente, en la génesis del pensamiento marxiano
[…] la sacudida de los pilares hegelianos, sus ideas sobre la «abolición de la propiedad como derecho natural, antisocial», su insistencia en abandonar la abstracción utópica para centrarse en el materialismo, su concepción del trabajador como figura principal de la creación de riqueza de la sociedad y su crítica a la esclavización del proletariado, pero también en su día a día más familiar, en la intimidad de su casa y en el poco espacio despolitizado de su cotidianidad.
Peck, como es de justicia, hace hincapié en la importancia decisiva, esencial, de la figura de Jenny von Westphalen (la actriz Vicky Krieps), su mujer (¡sin ella nada hubiera sido posible!):
[…] quien decidió abandonar el cálido seno de una familia aristocrática prusiana para abrazar e impulsar los ideales revolucionarios junto a su marido. Porque además de su faceta de ama de casa y de ancla con las necesidades más mundanas de la realidad, Jenny aparece retratada como uno de los pilares que evitan que su marido pierda pie, además de como una intelectual en sí misma.
Efectivamente: una intelectual comprometida en sí misma, sin colgar de Karl. ¡Lean sus cartas!
Sin embargo, comenta críticamente Medina, la película de Peck no trabaja el contexto social de la época más allá de lo anecdótico
centrándose en las tribulaciones intelectuales de los protagonistas, prefiriendo recrear los encuentros con figuras relevantes como Bakunin, Hermann Kriege o Karl Grün, sus envidias, sus desavenencias, sus críticas a la crítica de la crítica de tal o cual manifiesto y obviando el desolador paisaje y las miserias de una clase obrera inmersa en plena revolución industrial, que se intuyen de palabra pero se obvian a nivel visual.
Asunto central por supuesto. En síntesis, en opinión de la comentarista (nosotras aún no hemos acabado de verla):
«El joven Karl Marx» es, en fin, una pequeña introducción básica al pensamiento revolucionario de mitad del siglo XIX, un vistazo a los mecanismos que se concretaron en la publicación del Manifiesto del Partido Comunista en 1848 y la implicación de Marx y Engels en la transformación del leit motiv del movimiento obrero de «Todos los hombres somos hermanos» -utopía- a «¡Proletarios del mundo, uníos!» (materialismo).
Nosotras, en principio, si pensamos hasta el final, no vemos incompatibilidad entre ambas consignas.
En los créditos finales hay una sorpresa, cuando más allá de algunas líneas de diálogo, apunta también Medina:
Peck explicita la ligadura de la génesis del pensamiento marxista con la coyuntura socio-económica actual y los movimientos resultantes de la última crisis a través de una sucesión de imágenes sobre las manifestaciones de Occupy Wall Street, la caída de las bolsas y la quiebra de grandes corporaciones, imágenes en las que resuena el eco apagado de «¡Proletarios del mundo, uníos!».
¡A la película cuando puedan!
Y pueden leer, antes, durante o después, el Marx (sin ismos) de Paco Fernández Buey (Vilassar de Dalt (Barcelona), El Viejo Topo, varias ediciones), de alguien, un filósofo gramsciano con todas las de la ley, que, mirando desde abajo (desde donde conviene mirar), en ocasiones se presentaba como «Paca Fernández Buey».
Y disfruten… ¡que se acerca el año del bicentenario del nacimiento del padre de Tussy Marx, del inspirador de Rosa Luxemburg, del referente de la gran, de la inolvidable y nunca olvidada Matilde Landa!
Nota:
1) https://www.elconfidencial.com/cultura/2017-02-13/karl-marx-berlinale-pelicula_1330238/
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