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La videncia puesta a prueba

Fuentes: Diagonal

A principios de febrero, posiblemente el 7 y 8 de ese mes, tendrá lugar la cumbre europea de empleo y competitividad. Los salarios y la flexibilidad en el mercado de trabajo, en el punto de mira de los gobiernos europeos de cara a esa cita.

A finales de diciembre se anunció una conferencia de líderes de la Unión Europea para finales de enero o principios de febrero. En esta ocasión los puntos que se expondrán son la economía, la competitividad y el empleo. Además de las medidas a adoptar para implementar los acuerdos tomados en la pasada cumbre.

La última reunión de primeros ministros y presidentes de Estado ha vuelto ha dejar la misma apatía y vacío que de costumbre, aunque algunos se hayan afanado en doctorarla como la Refundación de Europa o la Nueva Unión Europea de la disciplina fiscal.

Lo flamante del acuerdo ha sido el convenio de mantener el déficit fiscal estructural por debajo del 5% e incorporarlo a las legislaciones nacionales, imponiendo sanciones para aquellos que incumplan, y establecer límite a la deuda pública en una cuantía inferior al 60% del PIB de cada estado miembro. Es decir, una nueva refundación, en este caso la Refundación del Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

Conforme a otra orden, el acuerdo dejó una cuestión de especial fascinación, los 200.000 millones de euros que serán desviados al FMI, para que en caso de necesidad, se pueda tener línea de crédito abierta con este organismo. Traducido, Europa se prestará asistencia financiera a sí misma. Hasta ahí todo bien, ya que es de más sentido común que los ahorradores europeos financien a aquellos europeos que más lo necesiten, sobre todo por estar todos en el mismo barco.

Más allá de todo esto, no deja de sorprender el empeño de enmascarar este compromiso a través de un juego protocolario con otros organismos internacionales, evidenciando la debilidad política y la falta de coherencia en el organismo europeo, así como la poca transparencia en la dirección de la organización.

SIN NOVEDAD

El papel que jugó España en el acuerdo principal de la pasada cumbre fue el de alumno aventajado. España se adelantó a la conferencia y llegó con sus quehaceres resueltos, ya que el pasado mes de septiembre se aprobó en el congreso la reforma de la constitución para el establecimiento del principio de equilibrio presupuestario, aunque no se especificaron los límites.

España fue tomando buena nota de lo que se filtró desde el eje franco-alemán, y éste a su vez del exclusivamente alemán, que como penúltimo eslabón escucha las indicaciones de los fantasmales mercados.

La duda que sugiere el anuncio de una nueva cumbre europea que tratará la competitividad y el empleo, es saber si España servirá de vara de medir para conocer lo que se planteará en ella , como ha pasado en la última cumbre. Es decir, si los vientos que comienza a vociferar despidos en el sector público, aplicación del contrato «minijob» y rebajas en los salarios, formarán parte de las medidas que se planteen para tratar la competitividad y el empleo.