Quisiera comenzar mi apreciación del pensamiento de Juan Bosch con dos citas de poetas bien conocidos en Nuestra América, como la llama José Martí. Estas líneas de poesía tienen que ver con el ideario y la praxis de Juan Bosch. La primera cita es del poeta salvadoreño Roque Dalton: «Los muertos están cada día más […]
Quisiera comenzar mi apreciación del pensamiento de Juan Bosch con dos citas de poetas bien conocidos en Nuestra América, como la llama José Martí. Estas líneas de poesía tienen que ver con el ideario y la praxis de Juan Bosch.
La primera cita es del poeta salvadoreño Roque Dalton: «Los muertos están cada día más indóciles». Así es hoy, y se manifiesta en las luchas e insurrecciones populares de los movimientos sociales. Juan Bosch está más indócil que nunca, y su pensamiento es aún más relevante que antes.
La segunda cita es del poema «Homenaje a Clase Media» por el recién fallecido poeta uruguayo Mario Benedetti, ¡presente!
Clase media
medio rica
medio culta
entre lo que cree ser y lo que es
media una distancia medio grande
Desde el medio
mira medio mal
a los negritos
a los ricos
a los sabios
a los locos
a los pobres
Si escucha a un Hitler
medio le gusta
y si habla un Che
medio también …
Así, medio rabiosa
se lamenta
(a medias)
de ser el medio del que comen otros
a quienes no alcanza
a entender
ni medio
En varios escritos de Bosch como «Crisis de la democracia de América en la República Dominicana», «Composición social dominicana», «Clases sociales en República Dominicana» y «La pequeña burguesía en la historia de la República Dominicana», se ve la vigencia de su análisis de las clases medias que profundizan y dan sustancia a la perspicacia graciosa de Benedetti. Ni Bosch ni Benedetti tuvieron ilusiones en cuanto al carácter confiable de aquellas clases intermedias tan confundidas y oportunistas, ubicadas entre las dos grandes fuerzas de la historia moderna, el proletariado y la burguesía… y siguiendo los más poderosos en cada momento.
Poco después de la ocupación militar estadounidense y la heroica resistencia del pueblo dominicano en 1965, Bosch introdujo varios conceptos originales en el análisis de los problemas de la economía, política y desarrollo de Nuestra América que nos quedan hoy día como valiosísimas herramientas. Algunos fueron y siguen siendo controversiales. Dos de éstos fueron «la dictadura con respaldo popular» y «el Pentagonismo, sustituto del imperialismo.»
A mucha gente, la palabra «dictadura» le puede resultar chocante, pero cuando se le explica en el contexto de lucha de clases comienza tener cierto sentido. «Dictadura con respaldo popular» se hace eco de la frase de Marx y Engels «dictadura del proletariado». De la misma manera surge como una respuesta necesaria al conflicto de las dos grandes clases sociales del sistema capitalista, en el cual la dictadura de la burguesía o «la oligarquía» apoyada por sus aliados extranjeros debe ser tumbada por las clases populares y en un período de tiempo reemplazada por una «dictadura» popular para defender la victoria del pueblo contra los ya «ex dictadores».
Bosch creyó en la democracia, pero una democracia verdadera con justicia económica y social. Su propia experiencia política le enseñó que los trujillistas y neotrujillistas, la oligarquía dominicana, y su aliado principal del norte, es decir, el imperialismo yanqui, prohibían una transición democrática hacia una verdadera democracia. Para «democratizar la democracia,» una creciente demanda de los movimientos sociales hoy por hoy, hay que establecer suficiente poder popular para vencer al enemigo y transformar la sociedad. Ese fue el contexto que confrontaba Bosch cuando elaboró su idea de una «dictadura con respaldo popular».
A la vez, Bosch entendió y escribió bien (por ejemplo en su obra «El Estado, sus orígenes y desarrollo«) del papel del Estado en todos aspectos de la lucha de clases. El Estado siempre representa los intereses de la clase dominante. Por eso, si las fuerzas populares conquistaran el poder del Estado habría que fortalecer ese poder en el interés de las grandes masas. Ese fortalecimiento es necesario para democratizar la limitada democracia anterior, a través de la introducción del poder popular, la llamada «democracia participativa».
Por un lado, una fuerte defensa del pueblo y sus intereses por parte del Estado («dictadura»), y por otro lado, una creciente participación popular y servicio del Estado al pueblo, o sea «respaldo popular». Bosch, como Hugo Chávez, Evo Morales y otros pensadores contemporáneos, se dio cuenta de que todo esto no se podría lograr sin la introducción de profundos cambios económicos y culturales, o sea un nuevo sistema no capitalista, un socialismo democrático y humanista, entendido e implementado en formas apropiadas de cada sociedad o nación.
La experiencia política y la evolución ideológica de Juan Bosch le llevaron a estudiar aún más los pensamientos de grandes intelectuales de Nuestra América y, desde luego, el marxismo. La Revolución Cubana y las ideas de Fidel Castro le inspiraron. Terminó su gran obra «De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe, frontera imperial» con el pronunciamiento de la ruptura de la frontera imperial estadounidense con la victoria del pueblo cubano en Playa Girón el 19 de abril de 1961 y el comienzo de una «etapa de luchas más duras, más desenfrenadas». En la opinión de su nieto José Stefan Bosch, respondiendo a una pregunta en este salón ayer, Don Juan perdió cualquier restante esperanza por una democracia dentro del capitalismo y un camino pacífico y electoral a la democracia en 1973, después del golpe militar en Chile que mató o hizo desaparecer a miles de personas y produjo el asesinato del «compañero Presidente» Salvador Allende, cuyo centenario honramos el año pasado.
Su aprendizaje del imperialismo, que vivió en su propia sangre, le condujo a introducir el concepto «el Pentagonismo, sustituto del imperialismo.» Otra vez un concepto chocante. Y otra vez da en el blanco, porque fue y es precisamente la poderosa y bien financiada maquina de guerra del Pentágono de Estados Unidos la que ha estado bloqueando la democracia en Nuestra América durante más de medio siglo de invasiones y guerras sucias que no han terminado y ahora se extienden a todo el globo en un auténtico proceso de globalización del Plan Cóndor. La prueba de la vigencia de este nuevo y original énfasis boschiano del papel del Pentágono en el desarrollo del imperialismo contemporáneo es bastante evidente en las recientes guerras de «shock and awe«.
Debo aprovechar la oportunidad de publicar esta ponencia en un libro planeado por la Comisión Nacional Centenario Juan Bosch para hacer hincapié en el significado del golpe militar en Honduras que ocurrió durante la mañanita del día después de la ponencia, el 28 de junio de 2009. El golpe, una gravísima amenaza a toda Nuestra América, fue infelizmente una prueba más de lo apropiado del concepto boschiano «el Pentagonismo». He escrito en otros lugares de aquel golpe y de la historia de Honduras, un país conocido desde el decenio de 1980 como «una república del Pentágono». [1]
Claro que el imperialismo tiene muchas formas y combinaciones de formas de operación, como hemos visto en los últimos días cuando el gobierno estadounidense presionó a los presidentes de un centenar de naciones para que no asistieran a una conferencia de prensa de la ONU programada para el fin del mes en Nueva York. En la conferencia de prensa habría sido presentado y discutido un plan alternativo a lo del G-20 para manejar y resolver la crisis económica mundial. El documento de parte de 120 naciones fue preparado por muy distinguidos expertos bajo el mandato del presidente de la Asamblea General, Miguel d’Escoto. Se dice que Hugo Chávez fue el único presidente que aceptó la invitación a Nueva York.
Lo que sostiene estas formas y combinaciones de formas del imperialismo yanqui en nuestra época, desde tales presiones «diplomáticas» hasta incidentes del «golpismo» militar o electoral, es precisamente el poder militar, o sea el Pentagonismo, sin el cual ningún esfuerzo imperialista podría dar resultado. El imperialismo estadounidense sigue más bélico e intervencionista que nunca. La amenaza militar ha crecido mucho. Se manifiesta en el envío de la Cuarta Flotilla a las aguas latinoamericanas y el presupuesto reciente del Pentágono de 46 millones de dólares para el desarrollo de la base militar en Palanquero, Colombia, para «operaciones de contingencia» en América Central y Sudamérica. Así que se puede resumir el Pentagonismo actual como militarización y guerras sin fin, más destructivas que cuando Don Juan lanzó su conceptualización.
Cómo otros ponentes en esta celebración del centenario de Juan Bosch han explicado bien, Don Juan fue muy martiano y bolivariano. Fue patriota en el sentido martiano. Es decir, defendió la patria como defensor de la humanidad y toda Nuestra América, como lo hacen los Cinco héroes cubanos secuestrados hace 11 años y encarcelados y torturados en las cárceles estadounidenses. [2]
Bosch fue internacionalista. Como Simón Bolívar, José Martí y Ernesto «Che» Guevara, pasó tiempo en varios países de Nuestra América y consagró su vida a la batalla contra la dominación de Estados Unidos. Llevó sus excepcionales talentos literarios e intelectuales al mundo político en una lucha por la liberación de su país. Trató de educar a su pueblo.
Durante este encuentro hemos hablado mucho de la ética y su valor en la política, de cómo Don Juan lo personificó en su vida. Se destaca la manera en que Don Juan practicó ciertos principios martianos, por ejemplo:
- Comportarse a favor del respeto de los principios éticos y la justicia social
- Ser honesto consigo mismo y siempre decir la verdad a los pueblos y sus vecinos
- No temer en buscar la utopía universal del hombre (se dice que Don Juan leyó 21 veces El Quijote de Cervantes)
- Ser políticamente activista, aprendiendo a «convertir los reveses en fortuna»
- Arraigar el corazón en la patria que es la humanidad
- Defender la soberanía nacional, siempre consultando, antes de todo, el interés humano
- Entender las amenazas desde el imperio del Norte y dedicar la vida a vencerlas
- Reconocer que «trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra»
Bosch dijo «Si no llego a ver por mí mismo la liberación de este pueblo, la veré a través de mis ideas». Para honrar ese sentimiento, debo concluir esta ponencia insistiendo en que, como he dicho frecuentemente en Cuba en cuanto a Che Guevara, para ganar las batallas de ideas y la liberación de nuestros pueblos hay que enseñar a nuestras juventudes las ideas de sus libertadores, de sus apóstoles, de sus maestros, pues. Es vergonzoso que haya poca enseñanza del pensamiento del Che en las escuelas y universidades cubanas o de Don Juan en los centros de estudio dominicanos. ¡Ojalá que uno de los resultados de este encuentro informativo será una campaña inmediata para llevar a cada rincón de la República Dominicana y a otros países los escritos y pensamientos de Juan Bosch, la historia de su vida y su ejemplo, y la de otros grandes pensadores de Nuestra América!
Notas:
[1] Véase James Cockcroft, «Honduras: el momento de la verdad en la administración de Obama», Rebelión http://www.rebelion.org/noticia.php?id=88206 y TeleSUR www.telesurtv.net , entre otros lugares, 05 de julio de 2009, y en 4 idiomas en www.jamescockcroft.com . Se menciona Santo Domingo 1965 en ese breve artículo analítico. Para historias políticas de Honduras y la República Dominicana, véase James D. Cockcroft, América Latina y Estados Unidos historia y política país por país (México & Buenos Aires: siglo veintiuno editores, 2001; con una nueva introducción del autor, La Habana: Instituto del Libro, Ciencias Sociales, 2004), Capítulos 4 y 10.
[2] http://www.thecuban5.org/ , http://www.antiterroristas.cu/ .
El Doctor James Cockroft, Ph.D., Universidad de Stanford, es Internet Profesor de la Universidad Estatal de Nueva York y Redactor Honorario de Latin American Perspectives. Tres veces un becario Fulbright es autor galardonado de 40 libros sobre América Latina; imperialismo; migración; Latin@s; y la cultura. También es poeta. Como inmigrante canadiense, el doctor Cockcroft es miembro del Consejo Mundial del Proyecto José Martí de Solidaridad Mundial patrocinado por la UNESCO; la Coordinadora Internacional de Redes en Defensa de la Humanidad; el Comité Internacional por la Libertad de los Cinco Héroes Cubanos; la Table de Concertation de Solidarité Québec-Cuba; y la Alianza Literaria Canadiense-Cubana. Fue el autor de la primera carta publicada por el New York Times en abril de 1965 y firmada por la mayoría de becarios Fulbright en México condenando la invasión yanqui de la República Dominicana. Escribió «Santo Domingo: funerales del modelo reformista», un capítulo en su libro con André Gunder Frank y Dale L. Jonson, Economía política del subdesarrollo en América Latina (Buenos Aires: Ed. Signos, 1970, edición estadounidense Dependence and underdevelopment Latin America’s political economy, (New York: Doubleday Anchor, 1972.) Su página multilingüe es www.jamescockcroft.com .
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.