¿Capitalismo o sadismo?
Adam Tooze. MANOLO FINISH
Diez años después del inicio de la infección financiera en todo el mundo, sus efectos económicos y políticos siguen patentes. En la zona euro, la controvertida postura de Italia y la previsible crisis podría causar mayores daños que los provocados por Lehman Brothers; además, la política errática del BCE ha contribuido con mucho al nacimiento de la ultraderecha en Alemania y en quién sabe qué más países. El activismo de la Reserva Federal en EEUU no ha evitado, tampoco, el auge del populismo autoritario de Trump. ‘Crash. Cómo una década de crisis financieras ha cambiado el mundo‘ (Editorial Crítica), un amplio ensayo interdisciplinar del historiador de la Universidad de Columbia Adam Tooze, analiza con rigor precisamente por qué, de aquellos polvos, tenemos estos lodos cada vez menos democráticos.
Diez años después de la caída de Lehman Brothers, Estados Unidos está gobernado por un empresario ultraliberal, machista, autoritario y xenófobo. ¿Cómo se explica esto?
La victoria sorpresiva de Donald Trump permite entender mejor cambios estructurales previos en la política estadounidense. En 2008, el presidente Bush no conseguía el apoyo de su propio partido para dos medidas imprescindibles: por una parte, el programa de rescate de los bancos y, por otra, el de Fannie Mae y Freddie Mac, piezas centrales de la propiedad inmobiliaria de la clase media, creadas en el New Deal.
Henry Paulson -entonces, secretario del Tesoro de Bush- sabía que no era el momento de cuestionar estas instituciones, pero no logró que el partido refrendara sus movimientos. Ese es el momento en el que Trump se convirtió en una posibilidad cierta: la élite de los republicanos perdería entonces el control de sus bases. Los acontecimientos se sucedieron con la radicalización de la derecha, el surgimiento del ‘Tea Party’, las teorías de la conspiración contra el presidente Obama -en las que Trump toma parte-, el bloqueo a los presupuestos federales, la movilización de la Alt-Right…
Esto tiene historia. Es oportuno recordar que los republicanos ya habían explotado de manera cínica los resultados de la revolución de los derechos civiles de los sesenta, afianzándose en el sur de los Estados Unidos, y ahora, mientras el centro izquierda está entretenido en gestionar el capitalismo, la derecha se dirige a sus bases con temas como inmigración, relaciones con China, raza, etc., lo que se va a volver realmente conflictivo.
Quien impulsa aquellas medidas, Henry Paulson, no era precisamente un socialista… ¿Hay una facción ultra que intenta entonces una revolución desde la derecha?
No sé si Paulson había leído entonces El Manifiesto Comunista, pero no creo que haya habido un mejor momento en la historia del capitalismo global para retratar aquel pasaje de Marx como el encuentro del Tesoro norteamericano del 13 de octubre de 2008: ¡aquel sí que era el comité ejecutivo de las finanzas norteamericanas, con el secretario del Tesoro como ex ejecutivo de Goldman Sachs! ¡Irónicamente es un momento de extraordinaria transparencia de la estructura de poder dominante! Si esa no es la mejor imagen del comité ejecutivo de la burguesía marxista, no lo será nunca ninguna otra.
Me gusta lo que sugieres sobre la facción ultra desde la derecha. No pondría una etiqueta, pese a que en parte es así: dicha facción ha recibido mucha financiación de fuentes como los hermanos Koch, por ejemplo; de dinero que se emplea para formar abogados y economistas en la economía austríaca (ultraliberal), para tratar de eliminar la discrecionalidad de las políticas monetarias de la Reserva Federal con el legado teórico de John Taylor, etc.
Pero lo más importante es que en el comportamiento de los republicanos hay una estrategia de politizar la idea del ‘big government’ (el gobierno grande) desde distintas perspectivas, como la de la etnia o raza, el partido, la religión, la redistribución de la riqueza, etc. Esta derecha afirma luchar contra un Leviatán, un monstruo estatal y administrativo comandado por un presidente negro, resultado precisamente de la revolución de los derechos civiles de los años sesenta; el despliegue de numerosas banderas ideológicas como las mencionadas produce esta reacción de las diferentes facciones de la derecha nacional, pero lo que está detrás de todo es esa lucha para derrotar al gobierno grande.
Obama era un problema, pero también el déficit y la deuda pública. Y ahora que gobiernan lo han olvidado.
Siguen queriendo matar de hambre a la bestia. La guerra contra el gobierno grande comienza reduciendo impuestos, generando déficits para que surjan presiones políticas y se vean abocados a recortes de gasto, y así, debilitar el gobierno federal. Huyen de los superávit, porque estos ofrecen la posibilidad de hacer algo útil con el dinero y, por tanto, gastar más, expandiendo el gobierno; se trata de evitar eso a toda costa.
Después de Ronald Reagan y George W. Bush, esta es la tercera vez que los republicanos lo hacen. Los déficits sirven como herramienta estratégica: primero, la reducción de impuestos satisface al partido y a sus donantes; después, los republicanos moderados, que tienen mucha presión electoral, se opondrán a hacer recortes para equilibrar el presupuesto. Lo más probable es que lo tengan que hacer los demócratas después, cerrando el círculo…
¿Hay posibilidades de que surja un ‘Tea Party’ de izquierdas?
Esto se va a ver en próximas fechas: los Demócratas Socialistas de América (DSA) han multiplicado por diez su militancia en solo 18 meses; mucha gente de la generación de mi hija, de dieciocho años, declara abiertamente formar parte de esta corriente.
En un Estado como Nueva York, como saben que los demócratas tienen la victoria asegurada, han ejercido una enorme presión para que el gobernador rinda cuentas sobre su política de género. Se han percatado de que, tal y como están las cosas, las luchas locales son importantísimas; y cuando digo local, se me debe entender bien, ya que Nueva York es un estado mucho mayor que muchos de la Unión Europea, una economía importantísima y una de las mayores ciudades del mundo.
El cómo se afrontan las políticas relativas a las leyes laborales, los salarios, el bienestar o los derechos de las mujeres tiene una enorme importancia para la izquierda; así es como las políticas progresistas emergieron a finales del siglo XIX. No van a ser nunca hegemónicos en todo el país, porque el sur es un mundo en sí mismo, pero los Estados, que tienen muchas competencias, van a constituir el próximo campo de batalla.
¿Sigue amenazada la eurozona? ¿Es de los que auguran pocos años a la zona euro?
Bueno, no quiero formar parte de esa corriente euroescéptica, pero quienes afirman que en la eurozona se camina hacia la integración bancaria se engañan. Y el problema, no lo olvidemos, es Italia, que es como diez veces Grecia en términos de deuda. Hasta que no tengamos la seguridad de que el Banco Central Europeo va a actuar en épocas de crisis como un banco central normal, no podremos dejar de pensar que vienen momentos terribles.
La Eurozona vuelve a estar en aguas turbulentas y, además, de manera innecesaria, porque todo lo que haría falta sería que el BCE se comprometiera explícitamente a comprar bonos en situaciones de emergencia. Inglaterra, que estaba mucho peor que la Eurozona en el momento álgido de la crisis, con un déficit que ridiculizaba al griego, consiguió estabilizarse comprando bonos…
Los obstáculos son de carácter político: Ben Bernanke, en la Reserva Federal, demostró que esos cambios se pueden hacer de manera muy rápida en tiempos de crisis. ¿Pero cuál es el principal obstáculo? ¡Es Alemania! Alemania dice que el BCE no puede perseguir inflación moderada y pleno empleo. Para hacer el euro vetaron ampliar el mandato del banco, y va a ser dificilísimo convencerles.
En el año 2011, todo el mundo: el FMI, EEUU, los chinos, todos los banqueros, etc., creían que el BCE tenía que comprar los bonos de los países en mayores dificultades. ¿Y los mercados no querían precisamente eso también? ¡Si estaban gritando que querían que el BCE los comprara! Porque es muy difícil ganar dinero de manera sostenible sin un banco central estabilizando la economía. Y Angela Merkel se limitaba a afirmar que el Bundesbank no se lo iba a permitir… Y lo curioso es quién escribió la constitución de la República Federal Alemana: los Estados Unidos en 1947, creando el banco central independiente y este tipo de reglas.
Esta trayectoria por parte del Banco Central Europeo ha permitido que nazca la ultraderechista AfD, que por supuesto engorda con la crisis de los refugiados. Y es que hay un ala de la derecha alemana que se va a desvivir literalmente por que siga habiendo políticas monetarias únicamente anti inflacionistas, y representan un riesgo para todo moderado que quiera hacer concesiones. Si el euro sobrevive, lo hará como lo ha hecho hasta ahora con Mario Draghi, con operaciones a escondidas y al margen de los mandatos oficiales.
¿Puede ser Italia nuestro Lehman Brothers?
Es muchísimo más. Si entras en contacto con altos cargos del ministerio de Finanzas alemán te das cuenta de que tienen en su agenda un espacio reservado a la inminente crisis italiana. Hay una crisis prevista, y si no se produce ahora, se arrastrará durante años.
Italia necesita unos tipos de interés ínfimos para ser fiscalmente sostenible; a largo plazo es muy difícil que lo consiga, porque en cuanto estos superen el 3% se produce el pánico: al volverse insostenibles, los tipos se disparan, por ejemplo, desde el 2,7% al 6%, afectando al resto de los países, por supuesto. Por este camino, no se va a llegar de ningún modo a una situación de estabilidad.
¿De todo lo sucedido estos años no se deduce que vivamos bajo oligarquías?
Una oligarquía con rasgos democráticos podría ser una descripción razonable, efectivamente. Tienes que ser enormemente rico para tener alguna opción en política en Estados Unidos, esto es precisamente lo que la corriente socialista democrática está denunciando. Los candidatos con dinero los superan abrumadoramente y, además, las televisiones y los medios añaden mensajes muy negativos sobre los que se encuentran en los márgenes, lo que produce muchas dudas entre la gente.
Sería totalmente justo describir a la sociedad norteamericana de esta manera, y muchos politólogos críticos ya lo han hecho. La zona euro, para colmo, es una oligarquía mal organizada, disfuncional; al menos, con la de los EE.UU. los ciudadanos consiguen mayores niveles de empleo.