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Editorial de laRepublica.es

«Las 13 Rosas» ya no son Rojas

Fuentes: laRepublica.es

  Hay muchas maneras de reescribir la Historia. La película de las «Trece Rosas» es una de ellas. Despojar de su dignidad, sus principios y su ideología a esas trece mujeres asesinadas por los franquistas en aras de llenar las salas de cine (esto no han conseguido) o de ayudar a Zapatero a «vender» una […]

 

Hay muchas maneras de reescribir la Historia. La película de las «Trece Rosas» es una de ellas. Despojar de su dignidad, sus principios y su ideología a esas trece mujeres asesinadas por los franquistas en aras de llenar las salas de cine (esto no han conseguido) o de ayudar a Zapatero a «vender» una floja Ley de Memoria Histórica es lo que se ha hecho con esta película.

Sospechoso fué el retraso del estreno de la película, inicialmente previsto para septiembre pero pospuesto hasta octubre sin razón aparente. La razón parece estar clara: habia que esperar a las fechas en las que se llegara a un acuerdo sobre la Ley.

Ya lo presagiaban las críticas, pero cualquiera que conozca medianamente la historia y la lucha de las «Trece Rosas Rojas», a las que incluso se les ha despojado del calificativo de «Rojas» para la ocasión, no podrá hacer otra cosa que indignarse y estremecerse en la butaca con lo que está viendo. Trece alegres muchachas, cantando y bailando con sus trajes de domingo en la cárcel de Ventas, como si la tortura y el hambre no fuera con ellas. Trece jóvenes desideologizadas, enamorándose de fascistas y enamorando a Carmen Castro, la cruel carcelera fascista reconvertida en una sensible funcionaria. Trece luchadoras comunistas transformadas en trece ñoñas e inocentonas chiquillas, renegando del Partido Comunista y rodeadas de fascistas convertidos en buena gente a la que le ha tocado vivir una época cruel.

Algo tendrían que decir quienes hoy aún abanderan las ideas por las que murieron Virtudes, Julia, Adelina, Blanca, Dionisia, Victoria, Ana, Elena, Martina, Pilar, Carmen, Joaquina y Luisa, y que desde luego no son las de quienes hoy intentan arañar votos a su costa.

En la película, el fusilamiento de las jóvenes comunistas por los militares fascistas no es el momento de la lágrima. La lágrima contenida viene después, con la rabia de descubrir como han reescrito sus vidas.