1.Se desmorona «la paz«. En estos días una nueva resolución de la ONU http://elvenezolanonews.com/onu-rechaza-la-existencia-de-colectivos-armados-en-venezuela/condena la presencia de «grupos armados» en Venezuela, recogiendo todas las denuncias hechas por organizaciones de derecha sobre la presencia de estos grupos armados afectos al gobierno que habrían atacado la «cuidadanas» protestas que se manifestaron a principios de año, inclúyase la […]
1.Se desmorona «la paz«.
En estos días una nueva resolución de la ONU http://elvenezolanonews.com/onu-rechaza-la-existencia-de-colectivos-armados-en-venezuela/condena la presencia de «grupos armados» en Venezuela, recogiendo todas las denuncias hechas por organizaciones de derecha sobre la presencia de estos grupos armados afectos al gobierno que habrían atacado la «cuidadanas» protestas que se manifestaron a principios de año, inclúyase la exigencia de liberación de las personas aún presas. A esto se ha respondido normalmente que esto no es verdad, es pura manipulación de la derecha cuando lo que existen son grupos armados de ultraderecha, involucrados y dirigiendo estas protestas. Hasta allí estamos a niveles de lo que es básicamente una batalla declarativa. Pero a pesar de ellos, ambos declarantes patinan en lo que esconden ya que sí hay colectivos con armamento y sin lugar a dudas hay formaciones protofascistas que demostraron este año con sangre derramada, capacidad militar de fuego.
El «superyó» del pacifismo obligado que vigila el orden imperial mundial con más trescientas bases militares de los EEUU regadas por el mundo y decenas guerras promovidas como soporte terrorífico de tales relaciones de dominio, impone que todos los Estados y entes políticos del mundo hablen desde «la paz y la democracia», demostrando su obediencia a este principio. A este presupuesto, que constituye quizás la más alta hipocresía inventada en toda la historia imperialista desde todos los tiempos, encantada la derecha le sigue el juego hasta nuevo aviso, y el gobierno más a regañadientes hace lo mismo.
Pero para salir del patinaje mentiroso el gobierno va más allá, integra a su agenda toda una línea de «paz y desarme» real para ratificar su compromiso con ella. Entrando a ganar en el juego declarativo, promoviéndose a sí mismo desde una fachada mucho más pacífica que la del enemigo, sumándole disposiciones de diálogo, pactos con la burguesía, etc. Hasta allí muy bien, el gobierno se posesiona mejor en la batalla del espectáculo mediático, con claras concesiones políticas y económicas, buscando institucionalizar un nuevo pacto social, quebrado de hecho desde el año 1989.
Hasta el 7 de Octubre de este año, este juego declarativo y de políticas sin alcanzar, a pesar de todo avanzaba sin problemas. Probablemente las propias contradicciones internas del gobierno, su desastre macroeconómico y la presión de los grupos más radicales de la derecha ha impedido que esto avance más, al menos hasta donde pueda. De todas formas, manso como la paloma, el grueso del movimiento popular, aún con llantos y gritos esporádicos, acoge la estrategia con aplausos y por su lado quedan en minoría respecto a sus bases sociales las expresiones más violentas de la derecha. Pero ese día 7 de Octubre, por todo lo que ha significado la «Masacre de Quinta Crespo», como castillo de naipes, comienza a desmoronarse toda esta estrategia del pacifismo y pacto compartido.
La masacre en sí, por ella misma no hubiese significado nada; es solo lo que esto desmitifica y devela lo importante. De hecho, se ejecutó deliberadamente bajo la creencia de que esto pasaría bajo cuerdas, bastaban unas declaraciones de ministros y jefes de policía, más la anuencia de algunos colectivos amigos, para convertirla en un hecho de sangre inevitable por enfrentamiento contra bandas delincuentes. Cuán lejos de la sociedad vive esa burocracia creyendo que eso iba a ser así. Las verdades afloraron, tan indignos no somos, el pueblo venezolano existe a pesar de ellos y de todo.
Se desenmascara el hecho como masacre de luchadores sociales hecha por bandas policiales por afectar sus intereses mafiosos privados. Se rompe toda la parafernalia del pacifismo, igual de falsa como toda la ideología imperial que lo inspira, dejando en claro que para la paz necesitamos pasa primero por la materialización de una revolución social y profunda, siendo esta una de las primeras razones de la revolución bolivariana. Se demuestra que esa paz de la cual se estaba hablando no era otra cosa que un acuerdo entre sectores dominantes del Estado, la política y la economía, escondiendo y en el fondo acentuando todo el corolario estructural del país real tan injusto, tan desigual y tan violento que vivimos (la «paz» como pacto social entre ellos, como desarme del pueblo, como acuerdo contrarevolucionario). Se devela toda la pobredumbre de la policía, su relación al parapolicialismo, paramilitarismo, delincuencia, etc. Queda completamente comprometida, en consecuencia al desplome del pacificismo, el pacto de clases que lo acompaña, tan inútil productivamente como traidor políticamente.
2. El debate de las armas
Y entre tanto, hay un movimiento popular que queda emplazado ante los hechos y todo los que lo antecede y acompaña. Entre otras cosas, aparece ya no como discusión privada de grupos, de acuerdos de jefes de gobierno con sus acólitos entre los colectivos, sino como debate político de todos. Es el problema del armamento del pueblo como posición pública en una democracia revolucionaria, así no se tenga una navaja en la casa. No es una discusión de «armados» (fuera y dentro del Estado) sino del pueblo en lucha como un todo político, vanguardia colectiva de la revolución que al menos deseamos y por la cual batallamos. No es una discusión que dependa de si le gusta o no a los burócratas de la ONU, o los gritos que pegaría la cofradía oligárquica ante ella, y los castigos mediáticos y legales que le corresponde, de si le gusta o no al mando militar. Es una discusión que atañe a nuestra soberanía como pueblo, la cual ni es intransferible ni negociable. Es una discusión política clave porque está en el centro de la relación entre poder popular y Estado, cosa que no compromete la seguridad de nadie. Esta no es una discusión para saber quién está armado y quien no, sino como y sobre que principios se defiende un pueblo. Es precisamente toda la discusión que la angelical ideología del desarme quería evitar; aquí también le salieron mal las cosas señores.
Al respecto ya han empezado a tomarse posiciones. La abordada, y agradecida por nosotros, por parte del presidente de sacar al ministro Rodríguez Torres y armar esta estructura de «limpieza policial» en manos de Fredy Bernal, es simplemente administrativa. En sí aparece como un movimiento tradicional en estos casos de cambiar para que nada cambie y se desinfle la tensión. Pero es muy interesante el significado oculto en ella, e independientemente de lo que piense Nicolás Maduro y sus objetivos actuales que no conozco, la caída de Rodríguez Torres (promoviéndose como futuro presidenciable, estrella central en la política de paz y pacto social, candidato «ecuménico» de todas las clases, y cuidado sin no hay otro plan atrás menos angelical), es al menos la puesta en cuestión de fondo de toda esta política, incluido por supuesto el problema del desarme, que pasa ahora a un plano mucho más abierto, clasista, crítico y libre (al menos que Nicolás lo ponga ahora de vicepresidente o que se yo, entonces me callo la boca y perdón por lo dicho, pero ya eso se le hará muy difícil).
Luego están las posiciones particulares. José Vicente ha «demostrado su clase», que bueno que no ha perdido sus viejos principismos por los derechos humanos, hasta allí. Y luego lo que podría llamarse las posiciones confrontadas al respecto que ya son ventanas al pensar del propio movimiento popular y propuestas políticas al respecto. Debate que apenas comienza, pero se perfilan sus tendencias.
El Colectivo Alexis Vive www.aporrea.org/ideologia/a197617.html, como posiciones personales adoptadas, entre las que conocemos, Roger Landa humanidadenred.org.ve, Jesus Silva www.aporrea.org/actualidad/a198120.htmlntre , Javier Bierdeau (debate lista: que-hacer-colectivos), Keymer Avila, http://www.aporrea.org/ideologia/a171470.html obviando de los primeros sus consideraciones sobre mi burguesísima, fracasada y anarcoide persona, etc, estas posiciones reflejan principalmente la continuidad a través de la cual el juicio criminalizante hacia el desarrollo de los colectivos como instancias de autodefensa popular, o en todo caso la inutilidad y peligro de estas instancias como una suerte de bandas dispersas con intereses que tienden a tribializarse (suma de tribus), ratificando la necesidad del monopolio de las armas por parte del Estado. El colectivo Alexis Vive lo hace sublimando sobre las estructuras partidarias del PSUV, milicias de reserva y FAB, lo que vendría siendo una especie de estructura de ejército de liberación nacional vietnamita en Venezuela (en fin, cada quien tiene derecho a superponer sobre la realidad su propio sueño).
Respetando posiciones, el problema de todas ellas es que no solo no responden al problema de la autodefensa en sí y porqué han nacido colectivos armados, la degradación parapolicial de cantidad de mandos policiales, su relación con el estrepitoso fracaso de las políticas de seguridad del Estado, los centenares de dirigentes populares asesinados bajo la total impunidad, la introducción deliberada desde fuera de miles de agentes de una especie de paramilitarismo pasivo, su relación con la descomposición violenta de las comunidades y la multiplicación de la delincuencia. La exclusiva relación que algunos de ellos fueron adoptando con jefes políticos del chavismo y cuerpos de seguridad que en este caso si tiende a tribializarlos para el uso político y convertirlos en meros agentes de extensión policial.
En todo caso son posiciones que no reconocen el carácter político (de fondo no de franelita) de un fenómeno de autorganización popular que viene apuntándose desde los años 80. No le dan medalla política, lo ven como un simple problema de grupos individuales con armas y el riesgo de quien la tiene, constatan en ese sentido sus desviaciones y riesgos. Lo que les impide escudriñar en esa «otra historia» que es la de las clases desposeídas en sí: sus propios mecanismos de defensa, resistencia y liberación, sus procesos concretos, sus errores, sus límites, su palabra propia. Así la historia siempre será oficial y desde arriba, aunque se hable mil veces de la clase obrera. Todo esto tiene por consecuencia lo que en definitiva cubre algo mucho más abarcador que las armas: opera en estos análisis el típico esquema a través del cual lo verdaderamente universal y político es el Estado (contradictoriamente reconociendo su condición de clase, su raíz en la esfera dominante del Leviatan). Es el espíritu absoluto de Hegel, la representación única posible de Rousseau, a la vez que se despolitiza a la sociedad, allí donde «el hombre es lobo del hombre». Se pone Cuba como ejemplo, pero tampoco se explica el nacimiento de las actuales fuerzas militares en el ejército rebelde de la Sierra Maestra y la épica de su victoria, no precisamente la misma historia de nuestras fuerzas armadas y cuerpos de seguridad (acuérdense de Chile y Allende, del 11 de Abril, ese fascismo está vivo señores).
De esta manera se deja al pueblo sin opción y el poder popular ajeno y expulsado de las esferas estratégicas de la vida común de una sociedad. Está bueno para actos culturales de fin de semana, darle una radio para su barrio o una máquina textil o de producción menor, cursos de comunas y buen vivir. Pero aquí no hay historia que no sea para sociólogos curiosos, y si no hay historia no hay sujeto político. El pobre en definitiva debe entregarlo todo empezando por su memoria, y si se trata de armas ni hablar del peluquín, porque ellas son las que determinan en última instancia todos los mecanismos de dominación, y eso es a la final lo que no está en discusión. La imagen hegemónica de las armas y el pobre es la comúnmente impuesta hasta por la más bastarda de las agencias privadas de comunicación: es la delincuencia, el sicariato, el crimen, el dolor. Pueblo en armas en Venezuela ni existió ni tiene que existir. Su exaltación es meramente subliminal e ideológica sin concreción de ningún orden ni propuesta al respecto.
La otra posición, ya puesta sobre el debate público es la expresada por el Movimiento de Defensa Popular Juan Montoya, y la rueda de prensa hecha por ellos el miércoles 4 de Noviembre http//www.otrapolitica.org.ve/documento-acuerdo/. En el documento-propuesta de diálogo, entregado a los medios y el gobierno, se explica por qué habrían colectivos que efectivamente están armados. Toman posición al respecto, frente a toda una situación nacional realmente crítica en las esferas sociales, económicas, políticas. Hacen una profunda crítica y autocrítica de su uso como colectivos de parte del Estado. Desmontan toda la tramoya de descomposición de los cuerpos policiales. Se reivindican como organizaciones revolucionarias y rechazan de plano cualquier cosa que haciéndose pasar por colectivo se dedique a la delincuencia. Y finalmente exponen un conjunto de propuestas de acuerdo público entre Estado y colectivos de trabajo revolucionario y organizaciones de base que se adhieran. No hay propuesta de desarme más que el apoyo para hacerla con los entes delictivos. Se propone las condiciones de parte y parte para la existencia de organizaciones de autodefensa popular. Se extiende esto hacia la transformación de la justicia, la transformación policial del Estado, el problema conjunto de puntos críticos de la situación nacional rechazando haciendo propuestas concretas a resolver en el diálogo paritario entre partes. (si me preguntan si este servidor tuvo que ver con su redacción, ¡claro que sí!, desde el año 87 algo he tenido que ver con la historia de muchos colectivos, y ha sido permanente la articulación con muchos de ellos, lo cual me da algún derecho. Pero esto pasó por tres asambleas de colectivos del movimiento y una redacción final aprobada punto por punto hecha en conjunto).
Estamos entonces en otra dimensión. Aparece el pueblo en lucha como sujeto plenamente político con historia y propuestas que no son precisamente regar armas, caerse a tiros, «anarquizar» este país y llevarlo al caos que necesita el imperio (esa tontería de decir que se quiere un mundo liberal con venta de armas de guerra en todos lados. Recomiendo a Jesus Silva y Keymer Avila la lectura del libro de Enzo del Búfalo, «el microfascismo en Estados Unidos» para entender esto, de por qué esta sociedad llegó a legalizarse la venta de armas de guerra y su relación con el proceso de independencia en EEUU).
Es todo lo contrario, aquí pueblo y gobierno son tan políticos, responsables y congnocentes, el uno como el otro; y deben asumir en conjunto la dirección del devenir histórico hasta donde se pueda. Se quiebra la división burguesa de la sociedad civil y la sociedad política. El poder popular apuesta en su autonomía, a «pulverizar el Estado burgués», el gobierno apostará a su reproducción como es natural, ambos en un equilibrio de poderes muy inestable y debe ser así. Pero las propuestas no son de guerra, ni de arreglos secretos, ni de «dame y yo me callo», es de develar una situación crítica y proponer un gran arreglo transitorio de cara al pueblo y al mundo. ¿Pecado ante el pacifismo, el constitucionalismo, el legalismo, y toda la pacatería de las estructuras decadentes del orden burgués?…Sí, pecado y desobediencia total, apostando a la vida, a la nueva sociedad, a la dignidad de todos, valores que valen mil veces más que cualquier insípida magistratura. ¿Estará dispuesto el gobierno?, vaya a saber, creo que le pidieron 15 días para responder.
3. Posición personal
Para terminar y tomar una posición propia al respecto. Estemos conscientes que el pacto social, del cual disfrutaron las clases dominantes por varias décadas y le permitieron dirigir, desarrollarse, reprimir sin consecuencias, matar lo que sea necesario, se acabó con el «caracazo» 89. Desde esos días y sus terribles resultantes, este país se partió en dos, sin que ningún pacto entre factores dominantes pueda «armonizar» de nuevo lo que está roto y sigue roto. Desde entonces ha pasado mucha historia que no es el caso analizarla. Lo cierto es que a pesar de los intentos del Chávez, primero con la constituyente del 99 y luego con cualquier cantidad de mesas, mediadores de toda índole en el 2002, ese pacto no fue posible, por el contrario. Nicolás Maduro ha tratado de restablecer su viabilidad, ya mucho más débil como gobierno frente a la crisis económica que tiene encima y un clima conspirativo nacional e internacional que no termina, tampoco parece que tendrá mucha suerte.
Manipulen lo que sea, se metan en el bolsillo la voluntad de todo el pueblo que quieran, adquieran todo el control posible sobre los medios de comunicación, cedan lo que sea ante la burguesía, esto no funciona. La memoria clasista de este proceso desde el 89 es muy fuerte, y los odios de la alta burguesía, aunque desborden en ganancias y dólares prácticamente regalados, sigue lamiéndoles el alma. La relación riquezas naturales-pobreza-desigualdad en este país es algo inverosímil y sigue allí. El chavismo mucho más allá de sus burocracias, sus partidos, su corrupción, de las burguesías que han crecido en él, su quiebre productivo, sus cultos y mitos, sus crímenes inaceptables incluso, ha significado una inmensa cualificación de la dignidad y la organización colectiva, podríamos decir que a pesar de sí mismo. Y esto no se maneja con manipulaciones mediáticas y discursos en pro del «amor entre todos».
En otras palabras, este mediano país, si quiere conquistar la paz que se merece, está condenado a la revolución social, material y real, no de mercales y casas regaladas. Se trata de acabar con las trabas históricas, materiales y culturales, que los mercaderes de la tierra, del subsuelo y nuestras divisas, han generado hasta atascarnos por completo a la calidad de compradores de mercancías para el ansioso consumo de arriba debajo de la sociedad. A pesar de las risas y la rumba caribeña, esto nos pone en cara la inmensa injusticia y opresión que representa; necesitamos pues de una revolución social a fondo.
No hay pacto social posible mientras no empiece a aflorar un nuevo orden y una nueva vida social; hay solo una constitución que regula un proceso hasta ahora pacífico («mientras solo mueran los pobres», como decía un amigo) . ¿Y mientras tanto qué?. Hay mil discusiones al respecto, ya hemos expuesto nuestra posición en muchos aspectos. A la crisis moral y material que se vive, se le añade ahora este punto del desplome del «plan de paz». Que esto se aproveche por favor, al menos de parte del sujeto organizado que necesita de la revolución, la desea y lucha por ella (el pueblo en lucha) para irrumpir en una estrategia que no significa ningún orden definitivo ni «paz perpetua», ni juegos de polaridad electorera con entrismo oportunistas, ni nuevas estrategias de sobrevivencia a través del silencio y la complicidad.
A la trampa del desarme, «el pueblo en armas», debe saber que las estrategias de caos que muchos buscan, ya no se puede responder ni pegándose al sobaco de una burocracia totalmente corrompida, ni con bravuconerías de guerra. La rebelión tiene su proceso y su aprendizaje. La base popular organizada, igual que la dirigencia política, vive un inmenso desgaste moral que se manifiesta en el quehacer de sus colectivos y la calidad política de su acción. Si se quiere la revolución social habrá mucha guerra, mucha provocación, mucha violencia de quien la odia.
Frente a esto ya hoy en día los «colectivos», me refiero estrictamente a su papel de autodefensas colectivas, como lógicas de organización de base están totalmente agotados. Para exponer nuestra posición en función de esta superación utilizaré una imagen utópica simplemente: Se necesita un paso en donde, algún día, y ojalá lo más próximo, un congreso de base la del poder popular, sin meregandas de control burocrático para que a la final no se diga nada, este se rinda cuenta a sí mismo y el conjunto del pueblo de sus avances. Comunas reales, colectivos de control obrero multiplicados, espacios comunicacionales con voz propia, empresas de producción y distribución social, instancias de control social, tejidos productivos innovadores, espacios educativos y culturales, etc, presenten sus balances. Y entre tanto, una muchacha por el tono de su voz, encapuchada por razones de seguridad (lo de la mujer lo tomo por la extraordinaria inspiración que dejan las milicianas Kurdas en guerra contra el ISIS), presente un balance donde estén incorporados los avances en función de la generación de mandos unificados de autodefensa, la situación de la violencia enemiga aquí y en el mundo, la evolución de los entendimientos con el gobierno, los problemas y victorias de la autodefensa, su papel en la construcción comunitaria. Ese día estaremos pasando a una nueva historia, y todo esto que se discute hoy en día, pasará al basurero de los recuerdos. El pueblo estará verdaderamente organizado, mandando a «lavarse ese culo» a todo el sifrinaje global escandalizado con la imagen, construyendo una nueva vida, orgulloso de la capacidad que se ha dado de defender su libertad.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.