Miguel Servet propuso en Restitución del cristianismo, escrito en 1553, a los 42 años, el mismo año de su asesinato, una vuelta a la fe en el verdadero Dios. Sólo el Padre, negando la Trinidad, desconocida en la Biblia y en los primeros padres hasta el Concilio de Nicea en 325. Por esa opinión, herejía […]
Miguel Servet propuso en Restitución del cristianismo, escrito en 1553, a los 42 años, el mismo año de su asesinato, una vuelta a la fe en el verdadero Dios. Sólo el Padre, negando la Trinidad, desconocida en la Biblia y en los primeros padres hasta el Concilio de Nicea en 325. Por esa opinión, herejía se decía entonces, la curia católica de Vienne inició un proceso contra él. Tras huir de Francia, cayó en Ginebra en manos de Calvino. Lo hizo quemar en la hoguera el 27 de octubre de 1553. Con leña verde para que la agonía fuera más lenta y dolorosa.
Servet opinaba que la comunión debía hacerse con pan normal, no ácimo. Podían tomarse también otros alimentos. En su Historia de los heterodoxos españoles, Marcelino Menéndez Pelayo, comenta la idea del científico: de la propuesta se infiere que los templos de la doctrina servetiana vendrían a ser una especie de hosterías o fondas, y cada sagrada cena un espléndido lunch.
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Lo ha recordado Juan Gelman recientemente. Una obligación de los ‘agentes de seguridad’, asentada en el convenio que firman con la corporación Blackwater, establece según informó la CBS el 31 de octubre de 2007: «Entiendo además que ninguna de mis declaraciones, ni informaciones, ni evidencias obtenidas en razón de mis declaraciones, pueden ser usadas contra mí en un procedimiento penal, excepto cuando formule consciente y deliberadamente declaraciones o informaciones falsas, en cuyo caso puedo ser juzgado penalmente por esa acción»
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El Instituto de Altos Estudios Científicos se inauguró en 1958. Sus edificios, cercanos a París, se esconden entre los bosques del Bois-Marie. Un antiguo rector del instituto lo describió como un foco de radiación, una colmena brillante, un monasterio donde las semillas, plantadas con profundidad, pueden germinar y alcanzar la madurez según sus propios ritmos naturales.
Uno de los primeros profesores del Instituto fue el entonces joven matemático Alexandre Grothendiek. Su despacho no tenía más adornos que una pintura al óleo que representaba a su padre, uno de los dirigentes de la revolución bolchevique que años después se incorporó a las milicias anarquistas durante la Guerra Civil española. El retrato había sido pintado por un compañero del padre de Grothendiek en uno de los campos donde fue internado antes de ser trasladado a Auschwitz donde murió en 1942. Alexandre no lo llegó a conocer.
Grothendiek, partiendo de los primeros intentos de Weil, el hermano de Simone Weil, puso a punto un nuevo lenguaje de la geometría y el álgebra, y se convirtió en uno de los principales colaboradores y animadores del célebre colectivo matemático Bourbaki.
Alexandre intentó vivir de acuerdo con los ideales de su padre. Se convirtió en pacifista incondicional, participando activamente en las campañas contra la carrera armamentística. Cuando en 1966 le fue otorgada la medalla Fields, se negó a ir a Moscú a recoger el premio como protesta por la escalada militar soviética. En 1967, impartió un breve curso de geometría abstracta en la selva de Vietnam del Norte, donde fue evacuada la Universidad de Hanoi, tras los bombardeos usamericanos. Creía que aquellas clases eran una forma de protesta contra la guerra que rugía a pocos metros.
En 1970, descubrió que una parte de la financiación privada del instituto de Altos estudios procedía de fuentes militares. Fue directo al despacho del director, León Motchane, y presentó su dimisión.
Grothendiek se unió poco después al grupo «Survive» dedicado a temas antimilitaristas y ecologistas.
Retirado, actualmente vive en un pueblecito del Pirineo francés.
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Egon Bondy, nacido en Praga el 20 de enero de 1930 con el nombre de Zbyneck Fiser, compuso letras de humor para bandas de rock perseguidas por el gobierno checo impuesto por Moscú tras la primavera de Praga. Una de esas bandas, la Plastic People of the Universe, editó un álbum excelente: Egon Bondy’s Happy Hearts Club Banned.
Los componentes del grupo fueron arrestados en 1976. Permanecieron ocho meses en prisión.
En esos mismos años, Bondy, que había afirmado que desde 1930 no había marxismo auténtico en la Unión Soviética, escribió Los hermanos inválidos. La trama se desarrolla en 2600, en el último trozo de tierra firme que queda en el mundo en medio de un lodo putrefacto, originado por los desperdicios de generaciones devoradoras.
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Lo ha contado Fidel Castro en un artículo sobre la última cumbre latinoamericana. Chávez preguntó a Aznar por la suerte que deparaba esta globalización neoliberal a los pueblos y países pobres como Haití. El ex primer ministro español, el amigo político de Bush II y Blair, respondió textualmente: «Esos se jodieron».
Conjeturo que Castro y Chávez tienen buena memoria. Acaso Aznar sea en público más olvidadizo.
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A los niños israelíes se les cuentan tres mitos en las escuelas. El primer mito es el de la tierra vacía. El sionismo consiguió, para un pueblo sin tierra, una tierra sin pueblo. Por supuesto, saben que había otro pueblo en la tierra, pero en la escuela se enseña que Palestina estaba vacía antes de que llegara el movimiento sionista. El segundo mito es que en 1948 la población palestina abandonó el país voluntariamente, que decidió marcharse porque el mundo árabe se lo pidió para dar paso a una invasión de los Ejércitos árabes. El tercer mito es que desde 1948, Israel siempre busca la paz y el mundo árabe no. El muro de hierro de Avi Shlaim muestra que en muchísimas coyunturas fue Israel quien rechazó la paz.
Otro mito es el de que la lucha armada palestina es toda ella terrorismo. Israel ha logrado convencer a mucha gente de que la OLP y hoy Hamás son movimientos terroristas sin real apoyo ciudadano.
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Comunista y judío, Kurt Julius Goldstein luchó en el bando republicano tras el alzamiento del general golpista. Después de la victoria fascista huyó al Francia donde fue recluido en varios centros de internamiento. Sobrevivió a Auschwitz y tras la autoliberación del campo de Buchenwald, fijó su residencia en la RDA. En 1928, a los 14 años de edad, se había unido a las Juventudes Comunistas y, con posterioridad, al Partido Comunista de Alemania.
Era un brigadista y antifascista alemán que en Gernika, en abril de 2007, a los 92 años, había pedido que el pueblo vasco vea por fin reconocidos todos sus derechos. Presidente de la asociación que agrupa a los brigadistas internacionales alemanes, llegó a la villa foral en calidad de presidente del Comité Internacional del Campo de Exterminio de Auschwitz, donde estuvo recluido 30 meses. Subió al estrado en la Casa de Juntas de Gernika y tras una breve intervención concluyó su alocución deseando que «el pueblo vasco alcance, por fin, todos los derechos que tenía en tiempos de la II República».
Fue el último viaje que realizó. Pese a la caída del socialismo, Goldstein no se rindió, no negó su pasado y mantuvo siempre su espíritu antifascista. Incluso la Alemania occidental reconoció su labor concediéndole la Cruz Federal de Mérito de primera clase.
El 24 de setiembre su corazón dejó de latir. Goldstein, cuyo cuerpo fue incinerado, descansará para siempre en Berlín, en el cementerio de los socialistas.
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Una sala formada por tres jueces del Tribunal de Distrito de Tel Aviv condenó el pasado 11 de setiembre de 2007 a 12 años de cárcel a Mohammad Khalaf, carpintero de 56 años, ciudadano israelí, y miembro del partido marxista Abnaa el-Balad, que defiende los derechos de la comunidad palestina en los territorios de 1948 sobre los que se fundó el Estado de Israel.
Delito de Khalaf: contratar a otro palestino, Zakleh, originario de Cisjordania, en su carpintería.
La única prueba por la que Khalaf fue condenado fue el testimonio que un único testigo, el del propio Zakleh, realizadó durante el interrogatorio al que fue sometido por el Servicio General de Seguridad del Estado de Israel. Khalaf se negó a llegar a un acuerdo con la acusación, se mantuvo firme en que era inocente de todos los cargos que se le imputaban y se negó a confesar unos hechos en los que no había tomado parte. Se negó a mostrar remordimiento por estos hechos, tal y como le exigía el tribunal.
El ambiente en el que se celebró el juicio fue hostil. Cuando su hijo menor, de 10 años, al que no le había visto desde hace dos, se acercó a él , fue inmediatamente inmovilizado por dos guardias de seguridad.
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Están fueron las palabras que Thomas Sankara, presidente asesinado de Burkina Fasso, pronunció en la 39ª sesión de la Asamblea General el 4 de octubre de 1984: ‘He recorrido miles de kilómetros y estoy aquí para pedir a cada uno de ustedes que unamos nuestros esfuerzos para que cese la arrogancia de quienes no tienen razón, para que se borre el terrible espectáculo de los niños que mueren de hambre, para que desaparezca la ignorancia, para que triunfe la legítima rebelión del pueblo, para que calle el ruido de las armas y por fin, con una sola y misma voluntad, luchando por la supervivencia de la humanidad, lleguemos a entonar a coro con el gran poeta Novalis: Pronto los astros volverán a la tierra de la que se alejaron en los tiempos sombríos; el sol brillará y volverá a ser estrella entre las estrellas; todas las razas del mundo se unirán de nuevo después de una larga separación, las viejas familias huérfanas se encontrarán y cada día verá nuevos reencuentros, nuevos abrazos; entonces los habitantes del tiempo se volverán hacia la tierra, en cada tumba despertarán las cenizas apagadas, por todas partes arderán otra vez las llamas de la vida, se reconstruirán las ruinas, los viejos tiempos serán renovados y la historia será el sueño de un presente de alcance infinito. ¡Patria o muerte, venceremos!. Gracias.’