Las críticas a China han ido en aumento en Estados Unidos. La opinión generalizada es que los políticos de los dos grandes partidos lo hacen para ganar popularidad con miras a las próximas elecciones. Los miembros del Congreso han amenazado en los últimos años con adoptar medidas contra las importaciones de China en represalia por […]
Las críticas a China han ido en aumento en Estados Unidos. La opinión generalizada es que los políticos de los dos grandes partidos lo hacen para ganar popularidad con miras a las próximas elecciones.
Los miembros del Congreso han amenazado en los últimos años con adoptar medidas contra las importaciones de China en represalia por lo que consideran una manipulación para mantener su moneda artificialmente baja con relación al dólar.
Argumentan que el yuan está por debajo del valor que tendría si no interviniera el gobierno y que la moneda subvaluada le permite tener un excedente comercial mayor con Estados Unidos, lo que ha causado pérdida de puestos de trabajo en este país.
El gobierno chino rechaza las acusaciones y atribuye el déficit comercial de Estados Unidos a factores internos. Arguye, además, que el yuan se ha apreciado con relación al dólar. Esta semana llegó a su máximo histórico, acumulando un alza de siete por ciento en los últimos quince meses y de treinta por ciento desde 2005, cuando se inició la revaluación de la moneda china.
El Senado de Estados Unidos decidió considerar esta semana un proyecto de ley que castigaría a China con aranceles antidumping como represalia por su supuesta manipulación de la moneda. Como primer paso, el 3 de octubre aprobó por setenta y nueve votos a diecinueve abrir la discusión sobre para imponer aranceles a las importaciones de países con monedas supuestamente manipuladas. Si bien no se lo menciona, obviamente el gigante asiático es el objetivo.
La ley requerirá que el Departamento del Tesoro de Estados Unidos defina si China manipuló el yuan. Si encuentra que así lo hizo, podrían imponerse aranceles extra a algunas importaciones chinas.
Una vez aprobada en el Senado, antes de que se puedan adoptar medidas comerciales, la Cámara de Representantes debe aprobar una medida similar y el presidente Barack Obama debe promulgarla.
Esos dos pasos distan de estar asegurados, a la luz de dos significativas opiniones expresadas la semana pasada. Si bien la mayoría del Congreso parece estar a favor de las medidas contra las importaciones chinas, el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, consideró peligroso que se legislara para obligar a alguien a lidiar con el valor de su moneda. «Si bien tengo dudas en cuanto a cómo los chinos han manejado su moneda, no estoy seguro de que ésta sea la forma de solucionarlo», declaró. En cuanto a la actitud presidencial, aunque Obama acusó a Beijing de «manipular el sistema de comercio a su favor» en detrimento de otros países, especialmente Estados Unidos, también expresó la preocupación de que la ley resultara sólo «simbólica» y no fuera respaldada por la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Sin embargo, sólo la consideración de este proyecto de ley acentuó las tensiones entre Estados Unidos y China, y abrió la posibilidad de que se desencadene una verdadera guerra comercial.
Como era de esperarse, el gobierno y los grupos de investigación chinos han reaccionado con firmeza ante lo que perciben como un intento proteccionista de Estados Unidos.
El Banco Popular de China (central) manifestó que el proyecto de ley no ayudaría a resolver las cuestiones internas de Estados Unidos, como el déficit comercial, el bajo nivel de ahorros y el alto desempleo, pero podría afectar la confianza en la economía y el mercado, y añadió su aprobación «podría afectar gravemente las reformas monetarias de China y desencadenar una guerra comercial entre las dos partes».
Xu Mingqi, subdirector del instituto de Economía Mundial de la Academia de Ciencias Sociales de Shanghai, expresó: «Es fácil para Estados Unidos convertir a China en el chivo expiatorio de sus problemas internos, en momentos en que su economía se presenta débil, con un elevado índice de desempleo y cuando restan sólo trece meses para las próximas elecciones generales».
En caso de que el Proyecto del Senado se convierta en ley, lo más probable es que se presente un caso de controversia contra Estados Unidos en la OMC. Sus normas no permiten a los países miembros imponer gravámenes punitivos sobre la base de que determinada moneda esté subvaluada. Y eso es realmente apropiado, ya que resulta muy complejo y difícil valorar si las monedas son «manipuladas».
Por ejemplo, Estados Unidos también ha sido acusado de bajar el valor de su moneda a través de su controvertida política de «expansión monetaria» (inyección de fondos de la Reserva Federal al sistema bancario). ¿Y Suiza «manipula» su moneda cuando anuncia que no tolerará una mayor apreciación del franco?
Si se permite que el tema de la moneda sea objeto de una posible práctica desleal abierta a sanciones comerciales se despejará el camino a muchas otras cuestiones que se reconozcan de manera similar, como los impuestos, las tasas de interés y las normas laborales y ambientales. No habrá final para las razones que den pie a un nuevo proteccionismo comercial.
Una ley contra las importaciones chinas basada en el proyecto del Senado probablemente será declarada incompatible con las obligaciones de Estados Unidos en la OMC. Pero para cuando el sistema de solución de diferencias del foro comercial mundial llegue a una conclusión definitiva -lo que puede tomar años-, el daño ya estaría hecho si Washington actúa en el ínterin. A su vez, China podría tomar represalias contra Estados Unidos, y así se desencadenaría una guerra comercial.
Resulta interesante que si bien algunos conocidos economistas estadounidenses como Paul Krugman y Fred Bergsten defienden la adopción de medidas contra las importaciones chinas, algunas asociaciones comerciales e importantes periódicos, como The New York Times, The Wall Street Journal y The Financial Times, se han pronunciado abiertamente contra el proyecto de ley del Senado por su proteccionismo y los riesgos de que desencadene una guerra comercial.
El ataque a China por su gran excedente comercial con Estados Unidos está fuera de lugar. Muy poco del excedente bruto corresponde realmente a ese país asiático.
Un documento de South Centre de 2010 demuestra que sólo una pequeña parte de las exportaciones chinas a Estados Unidos queda realmente como ingreso en el país asiático. Por ejemplo, en 2005, el excedente del comercio bruto de China fue de 172.000 millones de dólares, pero en términos de valor agregado (lo que gana cada país después de deducir el contenido de importación de sus exportaciones) fue de sólo 40,000 millones.
Además, gran parte del excedente comercial chino en términos de valor agregado fue obtenido por empresas extranjeras, por lo que no pertenece a China. Como resultado, el ingreso que quedó no fue más del treinta por ciento del valor total de las exportaciones. Por lo tanto, la crítica de que el país asiático disfruta de excedentes comerciales extraordinariamente altos con Estados Unidos es equivocada.
E incluso si las medidas comerciales estadounidenses reducen las importaciones de China, esto no significa que se reduzca la cuenta de las importaciones de Estados Unidos, ya que los productos de otros países en desarrollo, como Vietnam o Indonesia, pueden reemplazar a los chinos.
Por lo tanto, las medidas basadas en el proyecto de ley del Senado difícilmente ayudarían a Estados Unidos a resolver su déficit comercial. Sería más adecuado que adoptara medidas internas para lidiar con sus problemas económicos, en lugar de convertir en chivos expiatorios a otros países y correr el riesgo de desencadenar nuevas guerras comerciales.
Martin Khor, fundador de la Red del Tercer Mundo, es director ejecutivo de South Centre, una organización de países en desarrollo con sede en Ginebra.
http://agendaglobal.redtercermundo.org.uy/2011/10/14/las-criticas-a-china-no-son-la-solucion/