Las grandes Corporaciones y las fundaciones que las acompañan, han estado trabajando sigilosamente para escurrirse entre los espacios alternativos (Grupo de Reflexión Rural argentino -GRR) Para las gentes que están próximas a los movimientos alternativos de todo tipo, no debería ser extraño el que el gran capital monte entidades de buen […]
Las grandes Corporaciones y las fundaciones
que las acompañan, han estado trabajando
sigilosamente para escurrirse entre los
espacios alternativos
(Grupo de Reflexión Rural argentino -GRR)
Para las gentes que están próximas a los movimientos alternativos de todo tipo, no debería ser extraño el que el gran capital monte entidades de buen ver que les permitan llegar a las entrañas de sus potenciales fuerzas antagonistas. Como además portan prebendas y dinero con generosidad, está siendo corriente observar lo fácil que nos entran.
Más allá de esta lógica evidente del capitalismo, ya se puede apreciar cuáles de estas fundaciones son las más relevantes y cómo merodean. Dos nombres son necesarios retener porque tienen sus ámbitos de actuación preferentes en España y Latinoamérica: Avina y Ashoka; o Avina/Ashoka porque ambas tienen un acuerdo estratégico, financiación, ideas, directivos y socios en común, lo que nos permite identificarlas.
Siendo muy sintéticos diremos que Avina está vinculada al magnate suizo S. Schmidheiny, que debe su fortuna al criminal negocio del amianto. Decimos, que todos aquellos que han recibido dinero y otras prebendas de esta fundación (y después de conocerla, no la han rechazado) se llevan la maldición del polvo del amianto en sus entrañas. No hay que insistir, amianto (uralitas) es el causante de la mitad de los cánceres de origen laboral y mata cada año a más de 150.000 personas por el mundo. Ashoka, su aliada, procede del gran capital y, entre otros galardones, luce el ser uno de los socios de Monsanto/Gates para implantar en África un programa de semillas transgénicas. Por esta razón la Plataforma Rural (entidad formada por lo más granado del movimiento agroecológico español), ha llamado a esta actuación «un intento asesino».
¡Sorpresa!; cual no será la confusión en la que se anda que esta misma Plataforma Rural, implacable con Ashoka, ha estado unos 15 años presidida por Jerónimo Aguado, financiado por Asoka durante tres años, mes a mes (y también por Avina). Este hecho es una muestra palmaria de la facilidad con la que el filantrocapitalismo (así llamada a esta actividad de las fundaciones del gran capital) penetra a los movimientos sociales sedicentes alternativos y anticapitalistas.
¿Qué busca el filantrocapitalismo? Busca lo siguiente: Legitimidad, información, negocio con los pobres e introducir confusión en los movimientos sociales para controlar las disidencias al sistema. Schmidheiny/Avina busca, además, librarse de la imagen de genocida que la sombra del amianto cierne sobre él por donde pasa.
¿Quiénes y cómo se injieren en los movimientos sociales?
Es obvio que a la altura de las circunstancias es ésta la cuestión principal. Ya dijimos que la lógica del gran capital les llevará siempre a estar al acecho de los movimientos alternativos. Nadie se ha caído del guindo.
La manera de entrar es dando prebendas y dinero, arropados en una falsa y vacía verborrea de «cambiar el mundo» y de «sostenibilidad». Ashoka paga hasta tres años un sueldo, hoy, importante (unos 1.500 euros/mes); facilita encuentros, formación, asesorías, abogados, contactos, premios (Goldman), relaciones públicas, etc. Avina acostumbra a pasear a sus líderes cooptados por Latinoamérica (su continente de actuación preferente) de la mano de alguna de sus empresas y financia, a veces, a los grupos cuyos dirigentes son esos líderes beneficiados.
En casi todos los casos la selección del líder o emprendedor se hace a partir de unos ojeadores, que facilitan los nombres iniciales, para después pasar por un proceso riguroso de selección, en cinco etapas en el caso de Ashoka, que termina con la decisión final que viene de EEUU o Costa Rica, de las más altas instancias. Como cuentan con la empresa asesora McKinsey, la mayor del mundo, al elegido se le supone un alto grado de funcionalidad con estas fundaciones filantrocapitalistas. En todos los casos firman un contrato por el que se quedan con los derechos de imagen del cooptado (de ahí lo difícil de desprenderse de posar junto a Ashoka, por ejemplo); acuerdo, tal como presumen desde la filantrópica, que reviste el carácter de «un contrato de por vida». ¡Qué barbaridad! ¡En dónde estamos cayendo los grupos de resistencia!
En España, de momento, se conocen hasta 21 grupos más o menos alternativos en los que: o han nombrado emprendedores, o socios, o han financiado, o están presentes en puestos representativos, o han tenido colaboraciones estrechas. Entre ellos algunos tan nombrados como la Universidad Rural Paulo Freire, Greenpeace, REAS, Fiare, Cifaes de Amayuelas, IU, Plataforma Rural, Fundación Nueva Cultura del Agua, SEO, Fe y Alegría, ACSUR las Segovias, Red Calea, CNT, etc. Efectivamente, hasta en la propia CNT Ashoka ha tenido una notable e injustificada presencia. Es muy sutil y profunda la penetración en muy poco tiempo.
Y comprometidos nombres de prestigio, que duele el nombrarlos, algunos como Jerónimo Aguado, ya mencionado, Pedro Arrojo, Victor Viñuales, Ainhoa Zamora, Sandra Benveniste, Beatriz Fadón, Xavier Pastor, Miren Gutiérrez, Leonardo Boff, etc. Lamentable espectáculo.
Pero como diría Luther King, lo peor ha sido el silencio y el amparo de «las buenas personas» que han rodeado a estos líderes de los movimientos sociales. Cuando se empezaron a hacer las primeras advertencias y luego se publicaron los primeros avisos serios de lo que estaba pasando, allá por los años 2008 y 2009, la reacción ante estas voces de las Casandras de turno fue la de «matar al mensajero». Se puede ver en Internet, en la entrada «manifiesto infinito», cómo desde la dirección de la COAG y de los grupos que integran la Plataforma Rural han tratado de silenciar al que esto suscribe. En efecto, bajo la burda argumentación de que estaba montando una campaña de mentiras contra el bendito Jeromo, por denunciar la penetración de las fundaciones en los movimientos sociales con nombres y apellidos, se proponía que: «para ahogar estas falsedades nace este manifiesto infinito (…). Cada comentario será un anexo que convierta al manifiesto en catarata». No exagero cuando invoco la metáfora del silenciamiento por asfixia.
Raúl Contreras, un eximio miembro de Ashoka, escribía en el citado manifiesto: » Yo también soy Jeromo. Y lo soy porque es MI AMIGO, porque además lo nominé para su selección por Ashoka y porque comparto el cartel y la foto. Porque ambos hemos conocido a tantas personas y tantos proyectos impresionantes que forman esa otra familia, Ashoka, que sólo encuentro motivo de alegría». Queda claro.
Esto fue en 2011. El tiempo va poniendo las cosas en su sitio. Plataforma Rural, ya vimos, no pudo por menos que llamar «intento asesino» a la actuación de Ashoka, esa familia de «proyectos impresionantes»… y tanto, nada menos que a por la agricultura africana de la mano de Monsanto/Gates. Ecologistas en Acción, miembro de la Plataforma Rural, tomó la iniciativa de divulgar un manifiesto contra Avina/Ashoka que fue firmado por más de 200 organizaciones de 23 países. Pedro Arrojo, Jeromo y Miren Gutiérrez dimitieron de sus cargos directivos después de las denuncias. Ainhoa Zamora de IU y del equipo nacional de Ashoka acaba de dejarlo. La Fundación Nueva Cultura del Agua, receptora de financiación de Avina, firmó un manifiesto de rechazo contra Stephan Schmidheiny, y la REAS, que desde 2009 propaga en su boletín digital eventos de Ashoka, acaba de publicar un duro artículo contra la propia Ashoka. Por no mencionar que desde el pasado año Avina está metida debajo de las piedras en nuestro país. La tarea de proclamar la verdad está dando buenos frutos.
Por mucho que les pese a mis «ahogadores», el polvo del amianto no podrá desprenderse de esta historia. Se trata de un genocidio, de una matanza sistemática de cientos de miles de personas para el beneficio de Schmidheiny; y por ello hay que tener con estas fundaciones una tolerancia cero.
Las víctimas piden verdad, justicia y resarcimiento, por eso no me canso de repetir que aquellos que han caído en las redes Avina/Ashoka han de expresar públicamente su rechazo de las mismas y devolver el dinero y prebendas recibidas a las víctimas del amianto, si quieren tener alguna legitimidad y aceptabilidad en los movimientos sociales. Mientras tanto se impone el escracheo como última medida, y el ostracismo.
E igualmente, para evitar que un episodio tan lamentable como el que estamos relatando vuelva a ocurrir, los movimientos alternativos se deben de dotar de normas de incompatibilidad, de renovación y revocabilidad de cargos, y de filtros adecuados de colaboración con otras entidades para impedir que sigamos siendo agujereados como si de un queso de Gruyère se tratara. No es paranoia, es legítima defensa.
Y como escribíamos Naredo, Riechmann, Carpintero, Aguilera y yo mismo, conjuntamente, el pasado marzo de 2012, a propósito de este asunto: «resultaría difícil de entender que, una vez advertidos de la situación, nos empeñáramos en negar la realidad y siguiéramos sin corregir el rumbo ni aclarar las circunstancias y responsabilidades. En tal caso, estaríamos haciendo un flaco favor a los movimientos sociales».
El mejor resumen, para terminar, de todo lo que hemos venido diciendo lo hizo el ya citado GRR con motivo de la reunión de Cancún, 2010, sobre cambio climático en la que rechazaron a Avina de la cumbre alternativa diciendo que: «fundaciones como Avina y Ashoka son el enemigo de la Tierra Madre y de las poblaciones oprimidas».
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