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Las manifestaciones en Brasil y el desencanto ciudadano

Fuentes: Cuadernos de Coyuntura

La disputa por el sentido de las manifestaciones y la heterogeneidad de sus demandas. La polarización poselectoral y el avance de posiciones de la derecha. Los rasgos históricos de las manifestaciones. La moralización de la política y los desafíos para recuperar una agenda de políticas progresistas. Las masivas manifestaciones en las principales ciudades de Brasil […]

La disputa por el sentido de las manifestaciones y la heterogeneidad de sus demandas. La polarización poselectoral y el avance de posiciones de la derecha. Los rasgos históricos de las manifestaciones. La moralización de la política y los desafíos para recuperar una agenda de políticas progresistas.

Las masivas manifestaciones en las principales ciudades de Brasil durante el domingo 16 de agosto evidenciaron la continuidad de una tendencia de los últimos meses: el crecimiento del desencanto de la ciudadanía con respecto a la clase política, que afecta principalmente al gobierno de Dilma Rousseff. Los escándalos de corrupción, especialmente el llamado Petrolão, que involucra a distintos partidos en transacciones entre la empresa estatal Petrobras y grandes constructoras, impulsaron a la ciudadanía hacia nuevas formas de representación política más horizontales, frente al desencanto con los políticos tradicionales. Esta búsqueda ya se había observado durante las manifestaciones desarrolladas en junio de 2013 que alteraron la situación política del país. Los hechos de junio se presentaron, desde un principio, como un movimiento en disputa (como señaló Lincoln Secco) que contenía una cantidad de demandas heterogéneas. Sin embargo, la dificultad del gobierno de traducirlas hacia el sistema político, por ejemplo con la Reforma Política -truncada por la inferioridad de fuerzas en el Congreso- habilitó una redefinición de los sentidos de las manifestaciones hacia la derecha del espectro ideológico.

La elección de 2014 proporcionó nueva profundidad política a una polarización que se venía acentuando a nivel geográfico y social por lo menos desde 2006: Dilma obtuvo amplias votaciones en los Estados del Nordeste y el tucano Aécio Neves en los Estados del Sur del país. En la segunda vuelta, la derecha reforzó su discurso sobre sobre determinadas temáticas, como las acusaciones de corrupción al gobierno. En esta elección, si bien ganaron las fuerzas de la coalición hegemonizada por el PT, hubo un avance de posiciones de la derecha política representada por el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB). Así, el segundo gobierno de Dilma se inició condicionado.

Esta polarización política que emerge como resultado de las elecciones se fue expresando en marchas de rechazo al gobierno, con pedidos de impeachment a Rousseff, y contramarchas de apoyo de los petistas. El ciclo de marchas y contramarchas lo hemos visto tanto el 13 de marzo con una movilización convocada por la CUT «En defensa de Dilma y Petrobras» que buscaba anticipar la masiva manifestación antigubernamental que se realizó el 15 de marzo en las principales capitales estaduales, como en las masivas manifestaciones del 16 de agosto por el impeachment , replicadas luego con la movilización pro-gubernamental del día 20. Las manifestaciones en defensa del gobierno, si bien expresivas de las críticas de la izquierda al llamado «ajuste económico» aplicado por el ministro Joaquim Levy, evidenciaron en ciudades como Salvador, Rio de Janeiro y San Pablo la organización de los movimientos y grupos politizados frente a los avances de la derecha en las calles.

Con las manifestaciones antigubernamentales reaparecen ciertos rasgos históricos: San Pablo, epicentro de la revolución constitucionalista de 1932 contra el gobierno de Getúlio Vargas, se convierte nuevamente en un escenario de rechazo hacia un gobierno que permitió el ascenso social de los sectores más pobres. La capital paulista, donde Aécio obtuvo un altísimo caudal de votos en 2014, y los prejuicios que emergieron en las redes sociales contra los nordestinos por votar a Dilma, manifiestan la actualización subterránea de históricas divisiones en la política brasileña. La crítica frente al ascenso de lo popular transmutada en crítica moralizante de los sectores medios a la corrupción gubernamental es un rasgo que deberá ser analizado. Se desarrolla en este marco la crítica a quienes viven de las «bolsas» y las «limosnas» frente a quienes serían «autónomos», la diferenciación entre los nordestinos «desinformados» que votarían al PT y quienes están «informados», según la expresión utilizada por el ex presidente Fernando Henrique Cardoso.

En este marco ha tenido influencia el discurso mediático de moralización de la política , según la definición de Antonio Rubim, que lleva a la colonización de los asuntos públicos por la distinción entre «honestos» y «corruptos», lo que anula otras posibles agendas para el gobierno. Esta moralización ha aparecido en reiteradas ocasiones en la historia del país, en la mayoría de los casos llevando a una derechización de la agenda social y política. En este sentido, la agenda de la oposición frente a los gobiernos de Lula y Dilma desde hace años se ha activado desde la temática de la corrupción. La diferencia reside en que ahora hay condiciones para que esta agenda amplíe su capacidad de convocatoria hacia la calle, y esto sí es un rasgo inédito del tiempo que ha emergido con posterioridad a las últimas elecciones presidenciales.

El problema para las organizaciones del campo progresista resulta en que una parte importante de la sociedad, como se ha visto en las masivas manifestaciones pro-impeachment, parece ganada por esta agenda de moralización de la política. ¿Cómo revertir esta situación en un contexto de crisis política y ajuste económico? En la respuesta a esa pregunta residen las posibilidades para el Partido de los Trabajadores y el gobierno de Dilma de reconstruir un vínculo con amplios sectores sociales que pueda proporcionarle la capacidad de recuperar una agenda de políticas progresistas.

 Ariel Goldstein es autor del libro De la expectativa a la confrontación: O Estado de S. Paulo durante el primer gobierno de Lula da Silva (Sans Soleil, 2015), [email protected]

Fuente: Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.