La historia de la política cambiaria en Venezuela es la historia de como la clase capitalista local utiliza este componente de la política económica como medio para la transferencia de renta en función de sus intereses. Al mismo tiempo, el estado capitalista modifica la política cambiaria de acuerdo a sus necesidades en materia fiscal. Desde […]
La historia de la política cambiaria en Venezuela es la historia de como la clase capitalista local utiliza este componente de la política económica como medio para la transferencia de renta en función de sus intereses. Al mismo tiempo, el estado capitalista modifica la política cambiaria de acuerdo a sus necesidades en materia fiscal. Desde 1983 hasta la fecha (2015) se viene desarrollando en Venezuela una crisis estructural del proceso de acumulación de capital basado en la captación de renta petrolera. Los intentos dentro del orden del capitalismo por superar esta crisis se caracterizan por la adopción reiterada de determinadas y estériles políticas de orden monetario, fiscal y cambiario.
La clase dominante y las facciones políticas que luchan por el control administrativo de la renta jamás reconocerán que la grave situación económica actual no es más que una manifestación de la crisis estructural del capitalismo venezolano y por el contrario, se esfuerzan en dar «explicaciones» ideológicas sobre esta realidad. De un lado, la derecha conservadora atribuye la situación de escasez y recesión al «modelo socialista fracasado» sin mencionar que la participación del sector privado en el Producto Interno Bruto (PIB), pasó de 65% en 1998 a cerca del 70% en el tercer trimestre de 2014, es decir que la mayor parte de la actividad económica del país, no solo sigue siendo de capital privado, sino que dicha relación ha aumentado a favor de este último [i] . Por otra parte, el gobierno repite sin cesar la teoría conspirativa de una supuesta «guerra económica» al tiempo que negocia con el empresariado, paga puntualmente sus obligaciones con el capital financiero internacional [ii] y de forma solapada aplica una serie de medidas de ajuste que incluyen flexibilización laboral y aumento de precios de artículos de primera necesidad.
Un «combo socialista» de medidas capitalistas
Tras varios meses de postergación y luego de la caída de los precios internacionales de los hidrocarburos, el gobierno venezolano se ve en la obligación (otra vez) de aplicar medidas en materia cambiaria que en nada se distinguen de las ejecutadas por los gobiernos del pasado: devaluación, tipos de cambios «preferenciales» y un mercado de «libre convertibilidad». Una especie de «tres en uno» que integra lo peor de lo peor de la política cambiaria del pasado. A continuación se analizan las implicaciones de estos «tres mercados cambiarios.»
El tipo de cambio preferencial a 6,30: ¿A quién realmente favorece?
El anclaje cambiario históricamente ha favorecido a los importadores, tanto en el ámbito comercial, como al sector industrial importador de insumos y maquinarias. Esto ha permitido la importación de bienes a costos relativamente bajos que no necesariamente se corresponden con la comercialización interna a bajos precios de los bienes objeto del tratamiento preferencial. De igual forma, la existencia de varios tipos de cambio es un factor que incentiva el fraude con divisas y la fuga de capitales, que se resume en la formula de comprar dólares baratos bien sea para venderlos mucho más caros, o para fugarlos del país, lo cual es una situación generalizada en los últimos años. [iii]
Con el argumento de «proteger al pueblo» y asegurar la accesibilidad a mercancías de primera necesidad (alimentos y medicinas principalmente), el gobierno decide mantener uno de los tipos de cambio a Bs. /$ 6, 30, asegurando a su vez que dicha tasa regirá para «el 70% de las asignaciones de divisas», al parecer «olvidando» que dicho tipo de cambio está vigente desde febrero de 2013 y el resultado ha sido mayor escasez y un crecimiento acelerado de los precios. La variación del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) fue de 56,2 % en 2013 y 60,1% hasta noviembre de 2014, al tiempo de que la inflación en alimentos alcanzó el 73,9% y 98,1% respectivamente en dichos periodos, lo cual constituye la mayor evidencia de que el tipo de cambio preferencial ha sido una medida inútil en cuanto al control de la inflación.
Teniendo en cuenta lo anterior, y conociendo las denuncias sobre operaciones fraudulentas que florecen a la sombra del control de cambios, cabe hacerse las siguientes preguntas: ¿A cuales sectores realmente está protegiendo el gobierno manteniendo el tipo de cambio a 6,30? ¿Insistir en dicha política es una muestra de ingenuidad o es el resultado de intereses que presionan para mantener dicho esquema?
Un antecedente de tal política lo constituye el régimen de control de cambios implementado al final del gobierno de Herrera Campins en 1983 y continuado por la administración de Jaime Lusinchi entre los años 1984 y 1989 iv en el cual se establecieron inicialmente tres tipos de cambio: Bs. /$ 4,30, Bs. /$, 6,00, (que luego fueron ajustados hacia arriba) y una tasa de cambio libre. La oficina de Régimen de Cambio Diferencial (RECADI, especie de CADIVI/CENCOEX de la época) se encargaba de asignar las divisas preferenciales a sectores considerados «prioritarios».
El resultado al final del mencionado período fue una inflación creciente, un déficit fiscal y en cuenta corriente cada vez más grandes, y un gigantesco fraude de 30.000 millones de dólares, verdadera expoliación considerando que para esa fecha la deuda externa ascendía a 27.000 millones de dólares. Es decir que con lo robado en RECADI se hubiese podido pagar la deuda externa y hasta sobraba plata [iv] .
El actual control de cambios vigente desde 2003, que desde 2013 se ha convertido en un régimen de cambios múltiples ha generado importantes señalamientos en cuanto a fraudes en el uso de las divisas y fuga de capitales. Tal política es la reedición de lo sucedido durante el gobierno adeco de Lusinchi. La historia lo señala claramente.
La convergencia de las tasas SICAD I y SICAD II
El gobierno reconoce que grupos de asesores en materia económica han recomendado la unificación de los tipos de cambio, para llevarlo a una tasa que puede ubicarse entre 30 y 40 bolívares por dólar aproximadamente, sin embargo, tal esquema será aplicado solo a las tasas del Sistema Complementario de Asignación de Divisas (SICAD). Tras el fracaso unilateral de cada uno de los sistemas, se pretende al parecer sentar las bases para una convergencia cambiaria, partiendo desde la tasa de SICAD I (Bs./$ 12) y luego mediante subastas pudiera acercarse a la cotización de SICAD II (Bs./$ 52). En resumen, se trata del inicio de una devaluación progresiva y continuada, pues la cotización se irá elevando en lo sucesivo.
Si bien tal esquema pudiera funcionar entre bandas, las dudas que surgen en relación a su efectividad se deben a la disponibilidad de una oferta suficiente para satisfacer a la demanda, la sostenibilidad de la tasa dentro de la banda establecida y la transparencia en cuanto a la asignación de las divisas subastadas. Repetir las restricciones y la falta de transparencia que caracterizaron a SICAD I y SICAD II en nada contribuye a crear las condiciones para una eventual unificación a una tasa de equilibrio, por el contrario será la tasa más alta entre las existentes la que fungirá como marcador de precios.
El control de la inflación difícilmente se logrará por esa vía, mas considerando que es necesario un periodo de transición entre un sistema de control de cambios y un sistema de flotación entre bandas, la tendencia histórica demuestra que dicha transición se caracteriza por una importante devaluación, para luego dejar flotar el tipo de cambio entre la banda establecida. De igual forma, una política monetaria y fiscal expansiva presionan al tipo de cambio hacia arriba, generando a su vez expectativas devaluacionistas que a la larga tornan insostenible dicho esquema.
El Sistema Marginal de Divisas (SIMADI) con libre flotación
La adopción de esta modalidad es un reconocimiento por parte del gobierno que cualquier actuación normativa contra el dólar paralelo ha sido completamente inútil y por el contrario, es una forma de «legalizar» el mercado paralelo de divisas. Por otra parte, si bien se trata de un mercado «marginal», la cotización que resulte de este se convertirá a mediano plazo en el marcador de precios, si realmente logra desplazar al paralelo en esta función.
Al igual que en el sistema de flotación entre bandas, este esquema depende de la oferta de divisas que puedan colocar tanto las empresas privadas, como los particulares, la banca y las empresas del estado como PDVSA. Inicialmente, la cotización de referencia para este mercado será el dólar paralelo, luego la colocación de divisas puede incidir en una reducción progresiva del tipo de cambio hasta hacerlo converger hacia un tipo de cambio que se corresponda con la productividad de la economía venezolana, lo cual es un primer paso para eventual abandono del control de cambio.
El principal problema del sistema de libre flotación cambiaria consiste en que en una economía sometida a «shocks externos» provocados por una baja de los precios del petróleo, requieren deslizamientos en el tipo de cambio para lograr el equilibrio fiscal. Dicho de otra forma, ante una disminución en el ingreso petrolero, el estado se ve en la obligación de devaluar aún más la moneda para poder sufragar sus gastos en moneda local, esto implica mayor inflación, y en una economía con alta inflación los particulares y las empresas buscan refugiarse en una activo que no pierda valor, y el activo generalmente utilizado para ese fin en Venezuela es el dólar, lo cual presiona de nuevo el alza en su cotización. Surge así el circulo vicioso devaluación-inflación-
Para tratar de cortar ese círculo vicioso, este diseño de política económica generalmente va acompañado de una restricción monetaria, disminución del gasto (recortes), privatizaciones y aumentos en las tasas de interés para desestimular el consumo y la demanda de divisas. En resumen, un paquete de ajuste estructural al mejor estilo del Fondo Monetario Internacional. En una economía estructuralmente en crisis eso es lo que va a ocurrir a menos claro está que se produzca un nuevo auge rentístico por efecto del aumento de los precios de los hidrocarburos.
Por una política económica por y para los trabajadores
La apuesta de la clase capitalista al menos durante los últimos 30 años ha sido la misma que pone en práctica el gobierno en la actualidad, y los resultados ya son todos conocidos. Durante un siglo los capitalistas han sido incapaces de desarrollar las fuerzas productivas. Gobiernos nacionalistas, socialdemócratas y populistas no han hecho más que perpetuar la dependencia con relación a la captación de renta, entrando una y otra vez en el callejón que conduce a la aplicación de programas de ajuste, sometiendo con ello a toda la población trabajadora a los rigores de la crisis.
Se requiere como verdadera alternativa, iniciar una política de industrialización, y para ello es necesario concentrar la renta en actividades estratégicas dejando de fragmentarla y privatizarla para beneficio de los capitalistas locales. Todo ello implica abandonar de forma definitiva cualquier ilusión reformista y emprender la organización y formulación de un programa político solido por parte de los partidos obreros y revolucionarios que apunte hacia la toma del poder. De lo contrario seguirá siendo más de lo mismo.
Juan C. Villegas P.
Valencia, 10 de Febrero de 2015
[email protected]
[i] El reforzamiento del carácter capitalista de la economía venezolana es abordada por Víctor Álvarez en: http://www.aporrea.org/
[ii] http://www.elmundo.com.ve/
[iii] Una investigación respecto a la fuga de capitales en los años recientes puede consultarse en: http://www.alemcifo.org/
Iv Una perspectiva histórica de la política cambiaria es abordada en:http://www.bcv.org.ve/Upload/
[iv] Rentismo y fuga de capitales disponible en: http://www.bcv.org.ve/Upload/
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